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Efeméride
Por Autor: Hashim Cabrera - Fuente: Webislam - Sunday, Dec. 23, 2012 at 11:44 PM

La élite sabe perfectamente que si no logra implementar su plan en esta efeméride, le resultará prácticamente imposible mantener y afianzar su dominación global

Ahora que estamos alcanzando el punto de inflexión de eso que hemos denominado cambio de paradigma o cambio civilizacional podemos hacer una lectura más clara del devenir contemporáneo, mientras se van desvelando las sincronías que constituyen precisamente un acontecer que se va expresando en multitud de hechos, noticias, imágenes develadoras de ese mundo tan radicalmente distinto que ahora se nos sugiere en los medios de comunicación masivos, y especialmente en sus elocuentes silencios.

El paradigma moderno ha descrito la historia como una evolución progresiva desde la barbarie hasta la civilización, desde el pensamiento mágico hacia la racionalidad, pero la sociedad que ha construido es profundamente injusta, irracional, en muchos aspectos incomprensible si no fuese por las nuevas herramientas de comunicación que nos permiten conocer al detalle los oscuros intereses de una élite que ahora se dispone a cerrar su proyecto de dominación global.

Son precisamente estas nuevas tecnologías de la información las que están propiciando un nuevo pensamiento, nuevas formas de relación social que esbozan tímidamente un nuevo paradigma, más atento al servicio de las necesidades integrales del ser humano que a la pervivencia de los intereses del status quo. Las contradicciones afloran con nitidez componiendo un paisaje de crisis, enmarcado de manera creciente en un contexto amplio, cosmológico, universal.

Las nuevas tecnologías nos suministran imágenes del universo en las que nuestro planeta, incluso nuestro sistema solar, no es más que un minúsculo grano de polvo a la deriva en un abismo insondable. Nos asomamos a esa ventana con asombro y nos damos cuenta de nuestra insignificancia. Al tiempo que nos liberamos del peso de nuestra desmesurada importancia personal, recobramos una conciencia más proporcionada y real de nuestra propia existencia.

Atravesamos hoy el clímax de un proceso dialéctico entre la soberbia del hombre, controlador y poderoso, que se alza frente a la naturaleza y a sus semejantes con arrogancia, y la inconmensurable energía del cosmos que ahora nos anega.

La élite sabía perfectamente que llegaría un tiempo en el que la conciencia humana despertaría de un largo sueño de dependencia y esclavitud, y que ese tiempo brotaría en una efeméride cósmica de un calendario largo y sustraido a la conciencia de las masas. No sólo porque así lo indican las diversas tradiciones de sabiduría, sino porque desde hace más de cuatro décadas disponen de pruebas científicas que lo avalan. Ha sido precisamente la ocultación y el monopolio de esta ciencia una de las bazas más importantes que les ha permitido mantener su hegemonía hasta el presente.

Ahora ya sabemos que existen tecnologías de producción de energía libre, métodos de curación eficaces para la mayoría de las enfermedades, incluidos el cáncer y las enfermedades degenerativas, métodos de producción de alimentos sanos, etc, etc, que han mantenido secuestrados y silenciados porque liberarían al ser humano de una larga servidumbre hacia su aparentemente omnímodo poder.

Ahora ya sabemos que el calendario de la globalización ha sido sincronizado con otros calendarios antiguos que tienen en cuenta factores que hasta ahora nos habían sido sustraidos.

La élite sabe perfectamente que si no logra implementar su plan en esta efeméride, le resultará prácticamente imposible mantener y afianzar su dominación global. De ahí la virulencia a la hora de ejecutar sus planes de guerra y de crisis económica. El tiempo, que hasta ahora trabajaba a su favor, debido sobre todo al poder que le ha otorgado el hecho de disponer de una información privilegiada, se convierte ahora en una amenaza para su propia supervivencia.

Así, a medida que nos acercamos a la efeméride, cada día que pasa es un día ganado a la guerra, al miedo, al sin sentido que ha llegado a ser el mundo, un mundo que vive secuestrado por los medios de comunicación de manera espectacular. A medida que vamos siendo tragados por el tiempo la farsa está dejando de ser eficiente, perdiendo aquello que era lo más característico del sistema en la última sociedad moderna, la performatividad, la capacidad de reintegrar o reinsertar en su mátrix cualquier disidencia.

Rota la dialéctica, hundidas las polaridades seculares, nos replegamos en el ser que somos, sin palabras, conceptos ni imágenes, recobrando así nuestra soberanía ontológica, nuestra auténtica libertad.

Sin embargo transitamos por la parte más delicada y peligrosa del itinerario. El climax del proceso de despertar es también el climax de la batalla por el control. Si nos dejamos llevar por el sentido común ahora, caeremos irremediablemente en la red de la dominación, porque ese sentido común —esa razón ‘moderna’— nos dice que el poder de la élite es tan grande y la complejidad del sistema tan enorme, que los intentos de cambiar ese paradigma desde abajo no son sino utopías milenaristas de las que tantas veces hemos visto su fatal desenlace. Y así nos resignaremos a continuar viviendo en la esclavitud, aún presintiendo que esa esclavitud será aún mayor en el futuro.

Si, por el contrario, nos decidimos a presentar batalla a esa maniobra perversa, con las armas de la multitud, también seremos esclavizados porque es precisamente la confrontación directa lo que más desearía la élite, pues sería la excusa perfecta para la aniquilación violenta de esa población sobrante que tanto le molesta.

Quizás lo que más daño haría al plan de dominación global de las conciencias sería la desconexión, el alejamiento de los seres humanos de la aldea global, de los medios de propaganda, de los hábitos de consumo, y su reconexión con lo trascendente, con lo humano, con lo inmediato, con la realidad. Cuando nos demos cuenta de que es posible acabar con la alienación comenzaremos a dejar de ser esclavos. Cuando descubramos nuestra soberanía para decir ‘no’ a todo ese orden de cosas, desde dentro, nos daremos cuenta de que el tránsito hacia el nuevo paradigma ya está en marcha.

Ahora que ya se está acabando tiempo, al menos ese tiempo ficticio con el que nos han mantenido en la irrealidad, en la dependencia, caen los velos dejando traslucir y entrever una forma distinta de hacerse las cosas. Es como si, de pronto, mirando el paisaje que vemos todos los días, nos diésemos cuenta de que estamos en otro sitio, en un lugar misterioso de una riqueza incalculable, y nos sintiésemos naciendo en ese nuevo mundo, como una criatura también nueva, real y creadora.

¿Qué más evidencias nos hacen falta para darnos cuenta de que estamos cruzando al otro lado, de que estamos preparando y acondicionando ese nuevo mundo para hacerlo habitable?


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