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Deleuze
Por (reenvio) Patricio McCabe - Saturday, Jan. 05, 2013 at 3:05 AM

Hemos visto, entonces, las diferentes maneras en que se utilizó el concepto de cuerpo como una categoría que podía hacer sentido en el análisis de la sociedad.

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En los fundadores del corpus sociológico advertimos que el cuerpo era utilizado como una metáfora para pensar la organización social en el caso de Durkheim, algo a ser interpretado por la razón en la óptica weberiana o el lugar donde se inscriben las penurias del trabajo alienado en la mirada de Marx.

Los aportes de quienes analizan la sociedad en tiempos contemporáneos no se apartan demasiado de estas reflexiones iniciales. Una excepción constituyen aquellos que, deudores de la fenomenología, conciben el cuerpo como una unidad dadora de sentido antes que como una mera superficie de inscripción del dominio social.

Habíamos detectado que muchas de las reflexiones sociológicas se asentaban sobre escuelas filosóficas que habían abierto caminos en la reflexión sobre el cuerpo con diferentes resultados. Quienes adscribieron a una tradición racionalista vieron en el cuerpo una amenaza que oscurecía la posibilidad de interpretar en forma clara y distinta el mundo. La fenomenología, muy por el contrario, concibe al cuerpo como aquello imprescindible a la hora de conocer, recuperando especialmente el valor de las vivencias y las emociones.

De esta manera, la fenomenología abre una brecha en el pensamiento que posibilita una revalorización del cuerpo en sus posibilidades cognoscitivas. Por esta brecha se va a colar Gilles Deleuze quien para eso va a recuperar los aportes de Spinoza y Nietzche. Del primero va a recuperar la idea de que la conciencia no puede abarcar las posibilidades que encierra un cuerpo. El cuerpo y el pensamiento son de órdenes distintos y proveen distintas maneras de conocer y actuar sobre el entorno. Recuperar esta tradición filosófica sirve a Deleuze para sumar una dimensión a la concepción del cuerpo que agrega a sus posibilidades cognoscitivas la postulación de una dimensión práctica. La razón no puede prever los resultados que derivan del encuentro de los cuerpos, las prácticas desbordan las previsiones teóricas.

Giramos el cuerpo a la izquierda

Invertidos los papeles ahora quien aparece sospechosa es la conciencia. Para los racionalistas la conciencia era aquello que teníamos de divino y sobre esta suposición es que reacciona Nietzche que la va a considerar como “una vicisitud del cuerpo”. Y no sólo esto sino que “representa la evolución última y tardía del sistema orgánico y por lo tanto lo menos acabado y sólido de tal sistema” (1) Deleuze va a tomar del filósofo alemán la idea de que en el cuerpo se desarrolla un enfrentamiento entre fuerzas y la conciencia sería el resultado de la derrota de las fuerzas activas.

Si el cuerpo venía siendo considerado como una arcilla moldeada por el dominio social ahora va a ser explorada una veta liberadora de posibilidades que éste siempre tuvo pero que habían permanecido ocultas. ¿A qué nos referimos con esto? Es indudable que la posibilidad de vivir en sociedad es el resultado directo de la represión de los instintos, sin embargo, el orden que se va a configurar a partir de esto no es necesariamente igualitario. La inscripción de esta desigualdad se va a hacer a través de la conciencia y se encarnará en los cuerpos. Desde que nacemos se nos separa de nuestra de potencia de actuar transformándonos en seres pasivos.

En la perspectiva deleuziana se tratará entonces de aumentar nuestra potencia de actuar. Pero ¿Cómo lograr esto si la conciencia forjada en sociedad nos orienta a la sumisión al orden establecido? Deleuze siguiendo a Spinoza va a distinguir entre conciencia y pensamiento. Este ultimo es más amplio y contiene todas las posibilidades mientras que la conciencia reduce las posibilidades de este a a aquellas que sean compatibles con la sociedad. El cuerpo socializado está comandado por la conciencia y no sabemos lo que un cuerpo puede en la medida en que este permanezca sometido a esta. En palabras del francés “No es fácil ser un hombre libre, huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación. Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir al pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia!”

Durkheim había asimilado la sociedad a patrones biológicos y había recurrido al concepto de organismo para enfatizar el aspecto funcional de las instituciones sociales. Consideraba del socius lo que le permitía a este reproducirse de ahí sus recurrentes metáforas biológicas. La operación deleuziana, en cambio, va a ser la opuesta dado que va a utilizar una metáfora que le permite pensar aquello que dentro del cuerpo social se resiste a ser organizado. Inspirado en un texto de Artaud va a proponer pensar lo social no como un organismo sino como un cuerpo sin órganos. En su lucha contra la institución psiquiátrica este va a escribir:

“El cuerpo es el cuerpo/ está solo/ y no necesita órganos/ el cuerpo nunca es un organismo/ los organismos son los enemigos del cuerpo/ el hombre está enfermo porque está mal construido/ hay que decidirse a desnudarlo para escarbarle ese animáculo / que le pica mortalmente/ dios/ y con dios/ sus órganos/ cuando le haya dado un cuerpo sin órganos/ entonces lo habrá liberado de todos sus automatismos y /devuelto a su verdadera libertad”

El cuerpo sin órganos es el plano por donde circulan los flujos de deseo, y supone la disolución de todas las formas estables del organismo. En términos generales, alude a un estado en que el deseo fluye y se conjuga con otros flujos. No se trata de un cuerpo cerrado sino de una multiplicidad de cuerpos conectados unos con otros, lo cual implica que a cualquier identidad fija queda diluida. El cuerpo es el cuerpo, está solo, y no necesita órganos, el cuerpo nunca es un organismo, los organismos son los enemigos del cuerpo. El cuerpo sin órganos no se opone tanto a los órganos como a esa organización de los órganos que se llama organismo (cada uno en su lugar, con una función específica). Es un cuerpo intenso, intensivo. Está recorrido por una onda que en el cuerpo traza niveles o umbrales según las variaciones de su amplitud. Por lo tanto, el cuerpo no tiene órganos, sino umbrales o niveles

Si a Durkheim le preocupaba la unidad en una sociedad que tendía a disgregarse en múltiples partes los desvelos deleuzianos transcurren por otros canales. Dado que le toca pensar en el contexto de una sociedad unidimensional donde la multiplicidad es ahogada por el comando unificado del capital, su mirada se va a posar sobre lo múltiple que se resiste a ser unificado. Concibiendo a lo múltiple como unidad nunca cerrada su atención estará puesta en las múltiples líneas de fuga que escapan a la organización del cuerpo social. Toda vez que se intente una alternativa de vida que esquive las determinaciones del capital se estará habitando las posibilidades que fueron reprimidas del cuerpo social por la conciencia. Este paso habilita una mirada sociológica donde la discontinuidad, lo esquivo e incluso lo minoritario adquieren nueva relevancia.

nota:
1) Nietzche, Federico. La voluntad de poder, Madrid, EDAF, 1980. pág. 358

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