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En apoyo a Carlos Latuff: El arte de denuncia como víctima de la difamación del sionismo..
Por Fuente: OICP - Saturday, Jan. 05, 2013 at 6:38 PM

En apoyo a Carlos Latuff: El arte de denuncia como víctima de la difamación del sionismo mundial

En apoyo a Carlos La...
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“En los últimos años, dada la escasa oferta de antisemitismo, se ha declarado una enconada rivalidad entre las principales organizaciones judías “defensivas”; en particular la LAD y el Centro Simon Wiesenthal. Cuando se trata de recaudar fondos, las supuestas amenazas contra Israel cumplen una función similar”. [1]

En el mes de noviembre el Centro norteamericano Simon Wiesenthal (CSW) elaboró un listado de los principales “antisemitas” del mundo y lo difundió en su sitio al mejor estilo de los criminales buscados del lejano oeste, propio de las películas del western. En el tercer lugar de ese listado y subido al podio de los principales antisemitas de fama mundial, el Centro Wiesenthal ubicó al gran caricaturista brasilero Carlos Latuff. [2]

Quienes seguimos hace años a Latuff y conocemos sus caricaturas, no podemos más que repudiar este vil intento de difamación de una organización, reconocida internacionalmente, alineada con un país cuyo pasado y presente bélico pone permanentemente en peligro a la paz mundial [3] y que lleva adelante, desde su nacimiento, una limpieza étnica de su población nativa.

Israel, y dicho esto y denunciado con fuentes, hasta incluso por historiadores israelíes, es un país racista y colonialista que desde 1948 e incluso antes de su creación, lleva a cabo la limpieza étnica de Palestina. Además, hay que decir, que las ilustraciones de Latuff exceden a la denuncia contra Israel y todo su arte apunta a la denuncia de los regímenes opresivos, de esos que atentan contra la libertad de los pueblos, tanto en Oriente Medio como en Occidente, en temas como el capitalismo, las jerarquías eclesiásticas (de todo color), los totalitarismos en el mundo árabe. En esto, los “dardos” de Latuff apuntan a varios centros de poder y no únicamente a los crímenes que Israel y sus dirigentes acometen contra los palestinos. Incluso, Lattuf, ha denunciado en algunas caricaturas, la complacencia de la Autoridad Nacional Palestina con el Estado de Israel, marcando claramente sus diferencias políticas en torno a la propia cuestión Palestina. En este sentido que Latuff denuncie al Estado de Israel no solo no es novedad sino que se incluye en otras denuncias de conjunto que realiza en sus ilustraciones el caricaturista.

Resulta entonces llamativo que un Centro que se presenta como “perseguidor del nazismo” y los crímenes del régimen nazi, no tengan nada que decir de la historia presente y no denuncie los crímenes de lesa humanidad que Israel comete contra la población palestina, crímenes que nos recuerdan y mucho al nazismo. Dicho por quienes han estado en Gaza, por ejemplo, es, este territorio palestino, una inmensa cárcel a cielo abierto, digno de cualquier cárcel propias del régimen nazi, rodeada por un muro y acechada permanentemente por Israel, bloqueada e imposibilitada en su desarrollo, cuando no bombardeada por aire, tierra y mar.

Pero sin lugar a dudas, quienes conocen la historia del CSW y sus vínculos con el sionismo mundial, pronto se dan cuenta que la intención del centro no es denunciar a los criminales nazis sueltos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, sino legitimar, por medio de lo que el intelectual Norman Finkelstein denominó “La industria del holocausto” los crímenes que desde 1948 acomete el autoproclamado “Estado Judío”.

Pero veamos qué argumentos esgrime el CSW para colocar en el podio del “Top Ten” del antisemitismo mundial a Carlos Latuff. Dice en concreto en su sitio web que “durante el reciente conflicto de hostigamiento de Hamas contra el Estado Judío, el caricaturista brasilero ha calumniado a Israel y al Primer Ministro Benjamín Netanyahu por hacer lo que cualquier líder del mundo hubiera hecho contra los ataques de misiles que impactaron en civiles inocentes”. [4]

Latuff no ha hecho otra cosa que lo de siempre: denunciar los crímenes de lesa humanidad a través de sus caricaturas, poniendo, al servicio de una causa justa, su arte. Quienes le seguimos hace años, no vemos en sus ilustraciones atisbo alguno de antisemitismo. Por el contrario las ilustraciones del caricaturista brasilero son un fiel reflejo de la denuncia política de los crímenes de Israel que los grandes medios de comunicación, sobre todo los alineados con el sionismo, se niegan a hacer.

Ha colmado el vaso de quienes nos proclamamos amantes de la libertad los bombardeos de fines de 2009 que cegaron la vida a más de 1400 palestinos, incluso el asalto criminal a la Flotilla Libertad un año después. Como cereza del postre, los últimos ataques, esos que Latuff ha vuelto a denunciar con sus ilustraciones, no solo no calumnian al primer ministro cuyas manos manchadas con sangre deberán ser juzgadas alguna vez, sino que es denunciado como lo que es, un criminal de guerra cuyos propósitos electoralistas no se fijan en medios y de manera maquiavélica conduce a la maquinaria de muerte, como es el Ejército de Israel, una y otra vez contra el pueblo palestino.

Si ser antisemita, para el CSW, es denunciar el crimen de Netanyahu y toda la camarilla política y militar que gobierna Israel, con la complacencia de Europa y Estados Unidos, entonces debo decir, que yo también me asumiré como antisemita. Pero lejos de la verdad, el argumento, vil y falaz por cierto, de acusar de antisemitismo a quien denuncia, de una u otra manera, los crímenes de Israel, no es nuevo, como tampoco lo son, las persecuciones políticas contra intelectuales, artistas y ciudadanos de a pie que osan levantar la voz de la denuncia.

El CSW como mecanismo de la “Hasbará” sionista

La “hasbará”, término que en hebreo significa “la explicación” supone una especie de organización no formal ni de hecho, que promueve el aparato de propaganda israelí en todo el mundo a los fines de explicarle, sobre todo a los miembros de las comunidades judías del mundo, la “verdadera historia de Israel” por medio de una cantidad de espacios virtuales, medios de comunicación, acciones concretas como la realización de exhibiciones, etc. El aparato de propaganda sionista al desnudo supone la compra de voluntades, medios y recursos en todo el mundo, destinados a explicarle a la humanidad la legitimidad del “Estado judío” como tal y sus acciones contra los palestinos, quienes resultan los malos de la película. Y la historia. Israel, por medio de este aparato de propaganda se posiciona como víctima histórica de los árabes al mismo tiempo que “enseña” al mundo la histórica victimización del “pueblo judío”, que históricamente habría sido víctima de la persecución y el odio por el solo hecho de ser “el pueblo elegido”. Según las explicaciones de la “Hasbará” Israel desde su nacimiento ha buscado la paz y no ha encontrado nunca un socio dispuesto en Oriente Medio.

La “hasbará” funciona de manera eficaz en el mundo judío, a pesar que en la actualidad, sobre todo en las últimas décadas, el mundo judío ha sufrido toda clase de fracturas a su interior, con agrupaciones y organizaciones judías que no solo no comulgan con el sionismo y el Estado de Israel, sino que además se erigieron en denunciantes de los crímenes que el propio Israel comete en nombre del judaísmo mundial. A quienes no ha podido convencer, la “Hasbará” se ha ocupado de atacar, difamando y acusando directamente de antisemita a aquellos, que siendo judíos o no, cuestionen, critiquen o denuncien a Israel y a sus dirigentes políticos.

En este sentido, el CSW es un eslabón más de esa cadena hasbarádica que promueve el ataque a todo aquel que denuncie a Israel, instalando un discurso de “amigo / enemigo” legitimado, a su vez, por la victimización del fundador del centro, Simón Wiesenthal, quien fuera en última instancia, según la historia sionista oficial, un sobreviviente del antisemitismo nazi. Si Wiesenthal sufrió en carne propia el holocausto, nadie más que él y su centro, con la suficiente legitimidad para indicar quiénes son los antisemitas y por ende, elaborar un podio con los principales antisemitas del mundo periódicamente.

Pero vayamos más a fondo en la cuestión sobre qué es el CSW y las denuncias que pesan sobre la honorabilidad del Centro. Volviendo a Finkelstein, judío norteamericano, hijo de sobrevivientes del holocausto nazi, pone los puntos sobre las íes en la implicancia del CSW en el marco de La Industria del holocausto, que como sostiene el politólogo, la mancha que le pesa es más grande que las denuncias de antisemitismo que le podemos leer.

En el capítulo de su libro, en el que habla de la extorsión que supuso la presión de algunas organizaciones para hacerse con cuantiosas sumas de dinero, Finkelstein desbarata un plan urdido para extorsionar a Suiza por parte del propio CSW. Según se denuncia en el mencionado libro “el rabino Marvin Hier, director administrativo del CSW, hizo la espectacular afirmación de que los suizos habían encarcelado a refugiados judíos en “campos de trabajo forzados”. Al mismo tiempo denuncia que Hier “dirige el CSW como un negocio familiar y tiene en plantilla a su mujer y a su hijo; en conjunto, los Hier cobraron en 1995 un sueldo de 520.000 dólares.” Y concluye que el Centro “se ha hecho célebre por sus exposiciones permanentes de estilo “Dachau a la Disneylandia” y por “recurrir con éxito a tácticas sensacionalistas y alarmantes para recaudar fondos”. [5]

Esta cuestión nos lleva directamente al siguiente punto que conviene aquí destacar, en orden de poner negro sobre blanco las implicancias de la difamación al caricaturista Latuff y es el uso y abuso que tanto el Centro como Israel hacen del tema “holocausto” para legitimarse en cada acción. Si bien algunas organizaciones se han enriquecido de manera cuanto menos sospechosa, como lo demuestra Finkelstein, el uso por parte de Israel de la idea de antisemitismo y del peligro de un nuevo holocausto judío, les lleva a colocar a cualquiera que critique, denuncie o mencione las atrocidades de Israel contra los palestinos, a estar en el podio de entre los máximos representantes de fama mundial. Y si no en el podio, al menos en el “top ten” del antisemitismo, como llaman desde el propio portal del CSW. Al mismo tiempo que equiparan anti sionismo con antisemitismo siendo que son dos cosas absolutamente distintas. Pero como mecanismo hasbarádico dentro de las comunidades judías, tal equiparación es eficaz y el solo hecho de provenir de una institución que “trabaja” con la memoria del holocausto, ya legitima cualquier barbaridad semántica. De hecho insistimos en los miles de judíos alrededor del mundo que no comulgan con el sionismo y que sin embargo lejos están de ser antisemitas. Pero esto excede lo comunitario relacional dentro del judaísmo y supone el rechazo a cualquier ideología que contemple la diferenciación étnica, de raza, de género, etc etc. Ese rechazo no es exclusivo al sionismo pero se hace evidente cuando la propaganda, bajada de las distintas embajadas de Israel en el mundo, sale a la luz en el apuntalamiento de personas públicas reconocidas, como ya conocemos en Argentina y otros países latinoamericanos.

Epílogo: En palabras de Latuff

Latuff, víctima de la difamación del Centro Simon Wiesenthal ha denunciado la campaña en su sitio de Facebook explicando la lógica de la difamación. Creo conveniente, dejar al lector sus palabras, las que mejor describen la situación en la que el propio caricaturista es víctima:

“Não pretendo me estender mais sobre meu terceiro lugar no ranking dos “maiores antissemitas do mundo” pelo Simon Wiesenthal Center, porque a vida continua e a fila anda, mas deixo aqui registrado como funcionam as campanhas de difamação promovidas pelos defensores do estado de Israel, no Brasil e pelo mundo.

1 – Primeiro lançam uma denúncia de antissemitismo contra alguém que publicamente se colo ca a favor dos palestinos, pode ser uma denúncia forjada, como essa em 2004: http://www.midiaindependente.org/pt/blue/2004/09/290329.shtml. A divulgação pode ser feita na Internet através de blogs ou páginas de associações e federações que apoiam Israel.

2 – Depois disso, a “denúncia” vai parar em portais de notícias, jornais e revistas, para que se torne notícia e tenha algum respaldo. Sabe como é, se deu no jornal, é porque aconteceu mesmo.

3 – Se a “denúncia” for feita contra um artista, haverá uma patrulha ideológica atenta a toda vez que um veículo for publicar um trabalho de sua autoria. Daí quando isso acontece, organizações e indivíduos alinhados com Israel farão pressão contra o veículo, enviando emails de protesto do tipo “não publiquem o trabalho de um artista considerado pelo Simon Wiesenthal Center o terceiro maior antissemita do mundo”.

4 – A maior parte dos editores e seus veículos não tem disposição de enfrentar essa chantagem vinda de um lobby tão influente, e acabam muitas vezes recuando, pedindo desculpas e não mais publicando trabalhos deste artista.

Como cierre no me queda más que sumarme a la propia expresión de humor del caricaturista quien además de reírse del “galardón” que le es dado por el CSW, lanza su denuncia sobre la difamación que el Centro lanza sobre su persona, en claro desafío que ni esta ni ninguna otra difamación en su contra, lograrán silenciar sus plumas. Esperemos que así sea, pues las caricaturas de Latuff son imprescindibles para iluminar un tiempo de oscuridad, desde el humor en muchos casos, pero desde el retrato de la más cruel realidad. Algunos podrán negarla, pero atacan a Latuff porque se ven reflejados en sus ilustraciones como un espejo y lo descalifican con un mote que ya no engaña a nadie. Los antisemitas tendrán entonces, que buscarlos en otros lugares, pues en el arte de denuncia solo encontrarán eso, la multiplicación de una denuncia urgente y necesaria, cada vez que la mano criminal acomete contra el pueblo palestino.

Autor: Rubén Kotler para De Igual a Igual

Notas:

[1] Norman Finkelstein: La Industria del Holocausto, P. 41, Edit. S XXI.

[2] El sitio web de Latuff donde pueden apreciarse sus caricaturas sobre Israel y medio oriente todo: http://latuffcartoons.wordpress.com/

[3] Cuando hablamos del peligro para la paz mundial, nos referimos a varias cuestiones. En primer lugar al apoyo que el propio Israel diera en el pasado a cruentas dictaduras en el cono sur; en segundo lugar al aparato militar de Israel que cada tanto se lanza a una aventura guerrera; en tercer lugar al arsenal nuclear reconocido único en la región con un poder de destrucción importante.

[4] http://www.wiesenthal.com/atf/cf/%7B54d385e6-f1b9-4e9f-8e94-890c3e6dd277%7D/TT_2012_2.PDF / La traducción me pertenece.

[5] Norman Finkelstein: La Industria del Holocausto, Pp. 100 – 102, Edit. S XXI.

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