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Cobre: la próxima ofensiva de la megaminería
Por diario titular - Sunday, Jan. 20, 2013 at 4:07 PM
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Poblaciones de varias regiones de la Argentina vienen resistiendo con suerte diversa la depredación de territorios en los que hay oro, plata, litio o potasio, entre otros. Mientras tanto, las autoridades nacionales y provinciales ya hacen acuerdos para entregar nuevos yacimientos al negocio cuprífero. San Juan, Salta y Catamarca, los frentes de avance.

Julio Ríos Gómez es presidente del Grupo de Empresas Mineras Exploradoras de la República Argentina (Gemera), y explica que varias minas se encuentran en la instancia de análisis de prefactibilidad. Dice que serían las cuartas más grandes del planeta, y cita a diversos analistas que afirman que se podrían superar las 50 millones de toneladas métricas.

Ríos Gómez afirma que no hay en el país el número de ingenieros que serían necesarios para desarrollar los diversos trabajos, los que deberían venir del extranjero, pero celebra que “estamos encaminados y vencimos la parálisis. Las expectativas que hoy tenemos eran impensadas hace 10 o 15 años”, en referencia al impulso político y a las ventajas impositivas que se otorgan a los capitales -también extranjeros- que encararán la explotación de los yacimientos.

Según la Secretaría de Minería, hay alrededor de 100 prospecciones con mineralización de cobre identificados en el país. Casi el 80% de ellos se ubica en tres provincias: San Juan (35), Salta (30) y Catamarca (14). El frente de explotación cuprífero se está desplazando desde suelo catamarqueño, donde está la única mina actualmente en marcha (Bajo La Alumbrera, que estará agotada en 2016, tras unos veinte años de extracción, cuando se espera que la reemplace Agua Rica), hasta San Juan, en los sitios de Pachón (Xstrata Mining Co.), Altar (Stillwater Mining Inc.) y Los Azules (McEwen Mining, a través de su controlada Minera Andes).

Además de los mencionadas en Catamarca y San Juan, hay otros cuatro yacimientos de gran potencial productivo: Taca Taca, en Salta; Famatina, en La Rioja; San Jorge, en Mendoza; y Campana Mahuida, en Neuquén. Gemera estima que el yacimiento salteño -asignado a Lumina Copper Inc- es el que ofrece mejores perspectivas para las multinacionales, ya que los otros tres aún deben “superar complicaciones normativas y/o comunitarias”, en referencia a la necesidad de modificar leyes y/o convencer de las bondades de la megaminería a las poblaciones que resisten encarnizadamente la destrucción de su entorno.

A nivel global

Luego del hierro y el aluminio, el cobre es el tercer metal más utilizado en el mundo. De la Argentina se extrae desde mediados de los años ’90 en Bajo Alumbrera (explotada por las multinacionales Xstrata, Yamana Gold y Goldcorp), uno de los mayores yacimientos del planeta.

El Servicio Geológico de Estados Unidos ha determinado que a escala global el principal productor es Chile (5,4 millones de toneladas métricas anuales -TNM-, 33,7% del total mundial, totalmente controladas por el Estado); en segundo lugar Perú, de donde se extraen más de 1,2 millones de TNM por año (7% de la producción mundial, totalmente concesionadas a mineras canadienses, estadounidenses, chinas y británicas); en tercer lugar China (1,1 millones de TNM, parcialmente controlado por el Estado y numerosos capitales internacionales), que acaba de sobrepasar a EEUU (1,05 millones TNM), luego se ubica Australia (con 0,9 millones de TNM).

El fenómeno de la megaminería

La minería tradicional, una actividad casi tan antigua como la humanidad, fue evolucionando hasta mediados de la década del ’70 del siglo XX a una escala relativamente “tolerable” para las poblaciones humanas que se veían afectadas por la explotación.

Como los minerales buscados siempre están más o menos dispersos en la tierra, la cantidad de suelo a remover tenía un límite preciso que estaba dado por la capacidad de procesamiento y recuperación del mineral requerido. Una cifra promedio calculada por aquella época establecía que un yacimiento era apto para la explotación si se podían recuperar al menos 10 gramos de mineral por cada tonelada de suelo removido.

El fenómeno de la megaminería representa la drástica superación de esos límites. A partir de grandes desarrollos en múltiples tecnologías para la prospección, la remoción y la separación de miles de millones de toneladas suelo, se pueden volar montañas completas en poco tiempo (ver el caso de Bajo La Alumbrera, agotada en menos de 20 años) y usar ríos, lagos o glaciares enteros para “lavar” el suelo. Ahora el promedio que hace “viable” una mina ha bajado también drásticamente: como la tecnología permite remover y procesar cantidades gigantescas de terreno, es rentable aún recuperando un gramo del mineral buscado por cada tonelada de suelo que se ha volado.

Naturalmente, la depredación (“impacto socioambiental”) que esto implica, se multiplica geométricamente.

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