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La "cacería de brujas" israelí paraliza la libertad de expresión y al CPI
Por Gordon Duff / Hispan TV - Monday, Jan. 28, 2013 at 7:12 PM

Desde la casi unánime votación en Naciones Unidas para reconocer a Palestina como un Estado libre, Israel ha dirigido sus recursos políticos en Europa y otros países para “criminalizar” los movimientos contra Israel, en especial en la Corte Penal Internacional.

Recientes revelaciones terroríficas sobre los ocupantes de una “casa de seguridad” del Mossad, en un exclusivo barrio de Greenwich Village, en la ciudad de Nueva York, involucrados no sólo en los ataques terroristas de Sandy Hook, sino también en intentos por inculpar de forma manifiesta a grupos “neonazis”, se ha vuelto un desastre para Israel. Esta es sólo la más reciente explosión.

Con una Palestina habilitada para buscar resarcimiento por los crímenes de guerra de Israel en la Corte Penal Internacional de La Haya, Tel Aviv pretende silenciar todas las voces discordantes, tanto palestinas como cualquier otra, que puedan contribuir a su procesamiento.

Israel ya se ha movido para lograr que sus “recursos hasbara” silencien a Press TV en Europa y otras zonas, todos los esfuerzos de “control de daños” tras su derrota en Gaza y, por supuesto, sus vínculos con Sandy Hook.

Actividades directas dentro de la mayoría de las naciones de la UE, en particular Alemania, Austria, Francia y Holanda, junto a las presiones en Suiza y Canadá, apoyados por intentos de aprobar nuevas leyes de “silenciamiento” en los Estados Unidos, pretenden poner fin a futuros movimientos contra Israel.

Por ejemplo, Alemania está dispuesta a juzgar a cualquiera, sea abogado, diplomático, periodista o profesor, que hable o publique cualquier tipo de información crítica sobre Israel. Ahora es un crimen en Alemania editar documentos, incluso aquellos presentados ante las Naciones Unidas o la Corte Penal Internacional, si éstos contienen evidencia de crímenes israelíes.

Los abogados que representan a las autoridades palestinas, a quienes se les ha dado la tarea de preparar cargos criminales contra Israel por las recientes violaciones de la soberanía de la ya reconocida Palestina con los nuevos “asentamientos” de Netanyahu, se enfrentan a penas de cárcel.

Tenemos evidencia de que editores, traductores e incluso técnicos informáticos enfrentan juicios, que incluyen a empleados tanto de Naciones Unidas como de la Corte Penal Internacional, pero que no se circunscriben sólo a ellos.

Hay una larga historia de persecución de aquellos que han desafiado la narrativa histórica del Holocausto. Cientos de docentes, sus abogados e incluso periodistas han sufrido condenas de hasta 15 años por no haber sido capaces de seguir “la letra” de lo que se ha convertido en el “dogma de la victimización.”

Miles más han sido separados de sus actividades docentes, despedidos de periódicos u otros medios de prensa, o han estado sujetos a restricciones de viaje y vigilancia tipo “estado policial”. Muchos han sufrido acoso, detenciones, incluso torturas por apoyar una “revisionismo histórico.”

¿No es descabellado asumir que muchas “muertes sospechosas” e “inesperadas” entre críticos de las políticas de Israel, puedan ser parte de este proceso de supresión de la libertad de expresión? Después de todo, ¿qué resulta más efectivo que la muerte?

Ahora, con un Israel humillado ante las Naciones Unidas, abandonado por los EE.UU. y enfrentándose a la aniquilación si lleva a cabo sus amenazas contra Irán, sobornos y chantajes son empleados “masivamente” para impedir no sólo el acceso de la Autoridad Palestina a los medios de comunicación, sino futuros movimientos ante las Naciones Unidas y el acceso libre y garantizado a la CPI.

Las prohibiciones que están ahora en vigor en las naciones europeas, junto con Canadá y Australia, bloquean cualquier esfuerzo de preparar proyectos para presentar ante las Naciones Unidas, así como la preparación de documentos para la CPI, pero esto es sólo una parte.

Las transmisiones electrónicas de documentos que aludan a crímenes de guerra cometidos por Israel u otras violaciones de las leyes internacionales, parte de los derechos legales del Gobierno palestino garantizados ahora según se especifica en las Naciones Unidas, son considerados actos criminales con condenas de cárcel de “no menos de cinco ni más de veinte años.”

Esto significa simplemente que cualquier persona de cualquier nación que haya estado involucrada en procesos legales que incluyan “daños a Israel” será declarado culpable por “crímenes de odio” y quedará sujeto a penas de cárcel.

Estas sentencias incluyen como acto criminal, no sólo enseñar “el revisionismo histórico o del Holocausto”, sino también los bombardeos israelíes a los palestinos, los disparos a las manifestantes o incluso hacer referencia a los ataques de 1967 contra el USS Liberty o los vínculos en el 11S y los ataques terroristas en Sandy Hook.

Quizás, Sandy Hook sea el incidente más incriminatorio para Israel en los últimos años. El arresto, el 2 de enero de 2013, de dos ciudadanos israelíes en una “casa de seguridad terrorista” en Nueva York, así como el decomiso de armas y explosivos, como resultado de las investigaciones de Sandy Hook, han conducido a una explosión virtual de los ataques a la libertad de expresión, en su mayor parte por la “prensa de cultura popular”, Google y Wikipedia.

Los dos sospechosos fueron identificados como “hippies”, pero un reciente artículo del New York Times abre más interrogantes:

El Sr. Green tiene familiares que perecieron en el Holocausto, según unas declaraciones hechas por sus abogados, Charles E. Clayman e Isabelle Kirshner. “Estamos sorprendidos y consternados de que en lugar de realizar una investigación completa y luego presentar los resultados al fiscal, la policía haya decidido filtrar insinuaciones, medias verdades y agravios,” declararon sus abogados.

Estas declaraciones se produjeron después de que los investigadores de la policía descubrieran una carta sin fecha, que piensan fue escrita por el Sr. Green y que incluía “asesínenlos a todos”, y repetía “asesinen”. Oficiales de la Policía dijeron que el Sr. Green había firmado la carta con unos símbolos en forma de relámpagos asociados con la SS, la policía especial nazi.

No se requiere mucha imaginación para presumir que el grupo israelí planificaba inculpar a los “neo-nazis” portadores de armas por la matanza de Sandy Hook y apoyar la demanda del alcalde de Nueva York, Bloomberg, para confiscar armas a nivel nacional.

Los documentos encontrados, aquellos donde se acreditan los asesinatos, junto a manuales terroristas, obviamente innecesarios para operantes altamente entrenados por el Mossad, son parte de una operación “falsa y encubierta”, realizada en colaboración con la prensa, para desviar las investigaciones hacia el chapucero ataque terrorista en Newtown.

Incluso vemos evidencia de que Israel está tratando de rehabilitar al “portavoz del Mossad” Julian Assange, antiguo defensor de Israel y un conocido “opositor de la verdad del 11S”.

Assange, con antiguos vínculos con Netanyahu y la organización Murdoch, desde hace tiempo, ha insertado ataques contra Irán y Paquistán en Wikileaks, mientras edita cuidadosamente todo material perjudicial para Israel.

Varios temas recientes han aumentado la presión sobre Israel. Un primer ejemplo es el colapso en las relaciones con los Estados Unidos. El general Dempsey, jefe del Estado Mayor del Ejército, y desde años, un escéptico de la “alianza” de EE.UU. con Israel, estará trabajando ahora directamente bajo las órdenes del secretario de Defensa, Chuck Hagel, único político norteamericano prominente que se ha distanciado del lobby israelí.

Aunque las audiencias para el nombramiento de Hagel aún están pendientes, la campaña de difamaciones de Israel contra su persona está fracasando miserablemente y sólo conducirá a una cada vez más amarga relación con Israel, al menos mientras los del partido Likud se vean obligados por su ley dictatorial.

Aquellos hechos que sucedieron durante décadas en Europa, Canadá y Australia, como los enjuiciamientos por expresarse, supuestamente protegido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, hace mucho tiempo, crearon un sentimiento de represión y censura.

Algo que ha sido ahora desbancado por medidas draconianas que eliminan todo tipo de acceso a instituciones internacionales y toda posibilidad de reparación de agravios. Además, dado que el objetivo es una activa conspiración en apoyo al terrorismo y crímenes de guerra, a guerras agresivas, a extensas conspiraciones criminales de actividades bancarias y financieras, en narcóticos y tráfico de personas, aquellos Gobiernos que no cooperen se vuelven, de hecho, cómplices totales.

ybm/

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