Julio López
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"Cementerio aborigen": Un cuento escrito desde adentro de los barrios privados
Por Mdp Punta Querandí - Wednesday, Feb. 06, 2013 at 11:58 AM
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La empresa desarrolladora del Complejo Villa Nueva, EIDICO, es responsable de edificar sobre el cementerio sitio Garín y también quiere desaparecer el territorio público y sagrado de Punta Querandí. Leonardo Hernán Fusco, un habitante de sus barrios, escribió un cuento inspirado en estas causas.

"Cementerio abo...
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CEMENTERIO ABORIGEN

En sectores de Santa Catalina y San Benito, hace muchos años atrás, antes de que se planee la construcción de un complejo de barrios cerrados, existía un cementerio Querandí.
Los Querandíes ocupaban principalmente parte de sur de la provincia de Santa Fe y el norte de Buenos Aires; se trataba de una raza fuerte y temperamental, vestían atuendos extraídos de animales de las Pampas y enterraban a sus muertos en lugares que ellos consideraban “sagrados”.
Un buen día llego el hombre blanco con sus máquinas y comenzó a remover el suelo para transformar lo que hoy es el complejo Villanueva ya rebautizado como "Nuevo Delta". Cuentan algunos dichos que en diferentes excavaciones se encontraron cráneos humanos entre vasijas y otros elementos de origen indígena.
Lo cierto es que una vez tuve la oportunidad de hablar con un descendiente de la sangre Querandí , cosa que me costó mucho tiempo encontrar, dado que es muy clásico hallar falsos parientes de dicha tribu deambulando por lo que hoy se denomina "Punta Querandí", en la entrada por agua al barrio Santa Catalina (Pegado a San Benito). Pero Romualdo este buen hombre de piel morena y arrugada me contó muy amablemente que ellos consideraban como tierra "santa" los terrenos que hoy ocupamos varios barrios de Villanueva, principalmente estos mencionados.
El muchacho de rasgos ásperos vestido con ropa de colores opacos y de tono gastado me juró venganza. Claro que no se trataba de una venganza de parte de ellos mismos, sino de sus abuelos y tatarabuelos, dado que los espíritus de ellos perturbarían a los "invasores" por haber profanado sus tumbas y despojado de su suelo sagrado.
La historia no comenzó aún ya que me recorre un escalofrío intenso por la espalda desde que una noche de frío punzante no podía dormir pensando en las palabras de aquel joven de familia Querandí.
Era una madrugada de Julio cuando se me ocurrió tomar mi bici y dar vueltas en el barrio con mi perro Jagger que llevaba atado a mi bicicleta, sin antes abrigarme como un soldado de la Siberia, solo se me veían los ojos, recuerdo que la helada que caía ya empezaba a teñir de blanco el suelo catalinense. No había un alma por la calle, pues muy ingenuamente era lo que yo pensaba.
Por aquel año del 2007 había pocas casas terminadas y varias obras, recuerdo que eran muy comunes los gatos y no me llamaban la atención los ruidos provenientes de las construcciones, ya que estos pequeños felinos solían aparearse, pelearse y hasta pasar sus días en las casas a medio hacer. Era normal que Jagger ladrara hacia una casa en obra por causa de los gatos.
Los que vivieron en Santa Catalina por aquellos años recordarán que los mugidos de las vacas se escuchaban por las noches los días de viento, todo era una zona rural en los terrenos linderos.
Mientras tanto circulaba con mi bici por el sector tres y me llamó la atención la mirada de mi perro hacia una vivienda vacía y de luces apagadas, un hombre de cara iluminada por la luna pero de rasgos muy rústicos y de pelo bastante largo se encontraba en una obra, la verdad es que por el frío que hacía no podía creer que trajera poca ropa, una especie de vestido de cuero peludo que no llegaba a cubrirle los brazos. Un obrero obviamente no podía ser. El horario de trabajo era más o menos de 8:30hs a 17hs.
Mi desconcierto pasó a transformarse en pánico cuando lo escuché hablar en una lengua extraña y al mismo tiempo levantó sus brazos que luego comenzó a agitarlos a los gritos.
En ese instante pedaleé más fuerte que Curuchet en los juegos olímpicos y doblé una curva que ni Poncharello con su motoneta la hubiera virado más rápido. En ese preciso momento si me hubieran filmado las cámaras del barrio, habría auspiciado la escena la marca Huggies de pañales.
Al día siguiente tomé coraje y me dirigí rápidamente a Punta Querandí para volver a hablar con aquel muchacho, era muy importante para mí reencontrarme con él, puesto que el futuro y la paz de Santa Catalina tal vez dependería de esa raza madre de la zona del Delta.
No creía en la superstición ni mucho menos en las cosas místicas, pero debía sacarme la duda si lo que realmente había visto era un “fantasma”.
Al llegar a Punta Querandí pregunté por Romualdo, un hombre alto se acercó y me dijo que estaba justo atrás mío, tratando de encender una fogata para combatir el frío que hoy más que ayer helaba la sangre.
Me aproxime a Romualdo y le conté lo vivido la noche anterior. El sonrió y me dijo que esto era solo el principio y que pronto el barrio sería reconquistado por el pueblo Querandí. También me contó que esta zona estaba constituida por humedales; una especie de bañado; y que el ecosistema peligraba.
Entonces saqué un cigarrillo y le convidé, al mismo tiempo lo invité a conversar en un lugar más cálido pero enseguida me contestó: “No existe en el mundo un lugar más cálido que este, el alma de mis ancestros me cobija día y noche”.
Fue ahí mismo que le propuse un trato: “Las cosas ya fueron cambiadas por el destino y el avance de la civilización moderna, por lo tanto solo puedo ofrecerte luchar de otra forma para que el pueblo Querandí mantenga la dignidad y su memoria.”
Romualdo le dio una pitada a su cigarro y me dijo mirandome a los ojos:” La única manera que puedes convencerme es no seguir dañando a nuestro suelo sagrado, vos y los tuyos deben cuidar a la naturaleza más que a sus propias vidas, sus obligaciones serán no matar a los animales del Delta, no dañar a los árboles ni plantas de la zona. Deben amar a estas tierras como lo hacían mis abuelos y los padres de ellos.”
Lo tomé del hombro y le hable directamente a sus ojos húmedos. “Romualdo siempre seré defensor de esta Tierra Madre y jamás permitiré que ni un solo coipo, ni una sola hoja se arrancada de la vida sobre la faz de este lugar.”
Fue cuando me contestó:” Amigo, te tomo como juramento este pacto y te aseguro que si no cumplen, no solo las almas Querandíes arrasaran con sus hogares, sino también el espíritu del Jaguar que tu raza blanca expulsó de estas tierras”.
Nos saludamos con una abrazo y me fui a mi casa, nunca en la vida había sentido tanto alivio y responsabilidad al mismo tiempo. Hoy es una lucha mentalizar a la agente del tesoro que nos rodea en Nuevo Delta; pero mi pacto con Romualdo fue grabado con fuego y jamás me voy a detener.
Ya pasaron varios años y no puedo sacarme esa imagen de mi mente. Cuentan que los Querandíes eran muy rebeldes y valientes, se sabe que ellos compartían estas pampas bordadas de ríos y riachos con el famoso "Tigre", El Jaguareté, quien era el rey de la selva por aquel entonces.
Algún dia por aquí habrá un monumento al Querandí en homenaje a los hombres que forjaron este suelo, es el único sueño que tengo todos los días cuando pienso en ellos.
Este relato quedará inmortalizado en mi inconsciente para toda la vida, cada vez que paso cerca de "Punta Querandí" me quedo en silencio, hago un rezo por los Hombres y Mujeres que habitaron estas tierras; ellos fueron los que poblaron la zona del Tigre primero, por eso siempre habrá espíritus Querandíes custodiando en la noche y acompañando a la sombra del Tigre.

Leonardo Hernán Fusco.
Cuentos del Nuevo Delta
http://www.facebook.com/HistoriasDelBarrioSantaCatalina

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