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Los trabajadores del molino, en lucha por sus puestos de trabajo
Por Soledad De Battista - revista Mascaró - Wednesday, Feb. 13, 2013 at 10:21 AM

Desde el 13 de diciembre, los trabajadores del Molino San Patricio tomaron la planta en reclamo de los sueldos y aportes adeudados y en defensa de su fuente de trabajo. Aquí, el relato de una historia de lucha plagada de empresarios y políticos corruptos, estafas y negocios turbios que llevaron a que 50 familias hoy estén peleando por el pan de todos.

 Los trabajadores de...
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Un sonido estridente de sirena surca el aire y penetra las casas del barrio del puerto en Concepción del Uruguay. Son los trabajadores del molino harinero que, varias veces al día, dan señales de permanencia, y de resistencia. Desde el pasado 13 de diciembre, 43 obreros del Molino San Patricio, ubicado en la zona portuaria de la ciudad entrerriana, tomaron las instalaciones de la empresa. El motivo de la medida es el adeudamiento de dos meses y medio de salario y la defensa de la fuente de trabajo. La planta es actualmente administrada por la empresa Alimentos San Patricio S.A, y los obreros decidieron permanecer en ella hasta tanto se tengan respuestas concretas y una solución definitiva.

Guillermo y Miguel trabajan para Alimentos San Patricio hace 9 años. Ambos rozan los 25 años de edad y por primera vez se enfrentan a una lucha de estas características, pero algunos de sus compañeros más viejos vivieron en el lapso equivalente a su edad tres situaciones de quiebra a raíz de la mala administración de las distintas empresas que explotaron la planta. Revista Mascaró se acercó a la empresa en conflicto y dialogó con los ellos y otros compañeros que se fueron sumando, quienes explicaron que la toma de las instalaciones surgió como última medida para reclamar pagos atrasados, aportes patronales y la defensa de sus puestos de trabajo ante un evidente vaciamiento por parte de la empresa.

“Esta es la cuarta vez que se cierra esta fábrica, la metodología siempre es la misma: cambio de propietarios que presentan quiebra, un par de años cerrada la planta y luego su apertura con la necesaria reincorporación -y eliminación- de mano de obra”, narraron los trabajadores como si hablaran de un cuento conocido de memoria.

“Desde el 2003 somos empleados de Alimentos San Patricio, pero el edificio y la maquinaria, pertenecen a Juan Carlos Crovella, empresario que vive en Buenos Aires y alquila las instalaciones a distintas firmas”, explicaron los obreros, quienes advirtieron que la producción se detuvo hace tiempo. Según narraron, hace dos meses y medio la patronal comenzó a dar vacaciones indefinidas y la materia prima se iba diezmando, esto enmarcado en el traspaso de manos de la empresa.

Lo que llama la atención de los empleados es cómo se fundió una empresa que durante cinco años “molió de lunes a lunes, trabajando y exportando a muchos países. Lo que nos preguntamos es donde está la plata. La planta está parada hace dos meses. El 27 de octubre nos dieron vacaciones y nos dieron la esperanza de que esto iba a seguir trabajando pero nos mintieron y nunca nos pagaron nada”, expresó Guillermo.

El telón de fondo

Argentina ha sido uno de los principales exportadores de trigo. Pero esta producción ha ido disminuyendo desde los 90, por la mayor presencia del cultivo de soja que se introdujo en la región, acompañado de importantes innovaciones tecnológicas, que permitieron obtener mayor rentabilidad a menor costo. Según el trabajo titulado Innovaciones tecnológicas en los 90: industria molinera argentina, de María Laura Viteri y Graciela Ghezán (2002, INTA EEA Balcarce /FCA UNMDP), esto se suma a un proceso de concentración de capitales -las tres primeras empresas absorben casi el 50% de la molienda total- y su incipiente proceso de extranjerización, a partir del ingreso de firmas transnacionales como Cargill en la rama productiva, que favorece el negocio a los grandes molinos y exportadores, en desmedro de los pequeños productores.
En dicha investigación afirman que “el 48% restante de las harinas se elabora en unos 75 molinos, dentro de los cuales existe una amplia heterogeneidad en cuanto a tamaño de planta y volúmenes procesados. Unas 40 empresas absorben el 8% restante del mercado. Se trata de molinos pequeños, con una capacidad promedio de producción de 30 ton/día, la mayoría de los cuales se hallan en difícil situación económica, con problemas impositivos y logrando subsistir a través de la producción a fasón”.

Por otro lado, y como sucedió de manera extendida en la década del 90, los regímenes de empleo fueron afectados por una nueva legislación laboral y empresarial, donde la flexibilización en las formas de contratación y empleo fueron socavando los derechos de los trabajadores y se instalaron modus operandis al servicio de los artilugios patronales. Uno de ellos es la conformación de sociedades anónimas que tras decretar el quiebre de la empresa para deshacerse de las deudas y barrer con los derechos laborales, vuelven a abrir y operar en el mercado con una nueva firma, o simplemente desaparecen dejando familias en la calle.

En este caso, se suma la escasa producción de trigo en la región en el último año y la prevalencia de la exportación del grano. Actualmente, el trigo cosechado va a parar a manos de grandes acopiadores y exportadores -como LDC (Louis Dreyfus Comodities) o a asociaciones cooperativas, existiendo una concentración cada vez mayor en la comercialización de grano. Con esta política, no sólo se dificulta la obtención del grano de trigo para moler, sino que se retrocede en el desarrollo de la producción y el comercio (también de exportación) de productos con valor agregado (como es la harina) que dice promover el modelo kirchnerista actual.

Crónica del vaciamiento

La trama del conflicto en el molino entrerriano es compleja. El dueño de las instalaciones es Juan Carlos Crovella, propietario de Goloeste S.A., un empresario que vive a más de 300 km del lugar, y desde allí decide el destino de la fábrica. Desde el año 2007, mantiene un contrato de locación con la empresa Alimentos San Patricio S.A., que a su vez tenía un convenio de molienda con Molinos Victoria, empresa santafesina productora de trigo, que a partir de contar con una estructura multiplanta, duplicó su capacidad productiva y consolidó su ingreso en la industria para el mercado interno y fortaleció su desarrollo en exportaciones a países del MERCOSUR. El molino de Concepción, tiene a estos fines, una ubicación estratégica, por estar situado frente a las dársenas del puerto donde acceden los buques de carga y a pocos metros del acceso de tránsito pesado que comunica con la Ruta Nacional 14.

De esta manera San Patricio realiza lo que se denomina trabajo a fasón (para terceros): son intermediarios que sólo se ocupan de contratar la mano de obra y echar a andar la maquinaria a través de contratos de molienda con productores de trigo. Hacia fines de octubre, el trigo que acopiaba Molinos Victoria en los silos de la planta se terminó, y el contrato de molienda -que para desconocimiento de los trabajadores tenía vencimiento anual- caducó. En dichas circunstancias, los obreros fueron licenciados con la posibilidad de que a su regreso, se reactivara la producción a través de un convenio con Molino Cañuelas, pero este parecía no concretarse y un buen día se encontraron con que los directivos de San Patricio habían cargado sus cosas en un camión abandonando la ciudad.

Con la expectativa de volver a la normalidad en la producción del molino, los empleados accedieron a tomarse las “vacaciones” obligadas -y no pagas- que les ofrecieron. Los haberes correspondientes a las últimas tres quincenas no fueron abonados, mientras que los últimos pagos efectuados por la empresa fueron realizados en cuotas. “Las respuestas que nos dieron desde la empresa fueron todas negativas. A nosotros nos robaron, nuestras familias esperan una solución ya porque queremos pagar nuestras deudas y darle de comer”, expresó Guillermo

Para los obreros, el principal responsable del conflicto que atraviesa la firma es su gerente, Alfredo Hierro, y los directivos de la administración local Adriana Corantelli, contadora “trucha”; Matías Bonus, Jefe de Personal, que también tiene vínculos familiares en la AFIP; Juan Carlos Ortiz, Jefe Molinero, quien dibujaba las planillas; y Fabricio Larroque, Jefe de Carga, yerno de un importante juez uruguayense. Las vinculaciones son tan asombrosas que dejan entrever un plan orquestado para vaciar el molino.

Durante la entrevista, Rubén, otro de los trabajadores, interviene indignado: “le robaban a Victoria la producción para venderla en negro al mercado interno, y a nosotros nos robaban los aportes”. De la misma manera, relataron que la esposa de Hierro se desempeña como subgerente local del Banco Credicoop, con el que opera la fábrica, y que se ocupaba de “tapar” los cheques rebotados que llegaban por falta de fondos.

Rubén recorre estos meses en busca de una respuesta y saca algunas conclusiones: “nosotros recién nos enteramos de un montón de cosas, pero resulta que ellos estaban al tanto de que el 20 de diciembre se renovaba el contrato de alquiler de la planta y quedaban unas toneladas de trigo en los silos, que se suponía que iban a ser para nuestra indemnización, pero en cambio las vendieron en negro. Sabemos que algunos de los clientes que compraban harina en negro son Debrabandere -del supermercado San Justo-, C.A. Méndez Casariego -de Gualeguaychú- y mientras un camionero le llevaba bolsas a Concordia a un cliente de Goloeste S.A., no parece ser casualidad.”

La gran estafa

Sumando a la historia contada, y en medio del reclamo por la regularización de su situación laboral, los empleados del molino se encontraron con que existía un embargo sobre la empresa pedido por parte de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), por el pago irregular de los aportes patronales. Para informarse sobre la situación se reunieron con la jefa de la repartición, la contadora Nora Mazocatto, y descubrieron que la empresa mantiene deudas por una suma superior a los 800 mil pesos con la entidad tributaria, situación que lleva 9 años, -la misma cantidad de años que hace que Alimentos San Patricio S.A. se hizo cargo de la producción en el molino- y por la emisión de cheques sin fondos.

“A nosotros nos están debiendo tres quincenas de salarios y ni que hablar del aguinaldo, pero nuestro principal objetivo es mantener nuestra fuente de trabajo cosa que no podemos hacer porque este embargo que tiene la empresa por la AFIP impide que una nueva empresa pueda ingresar a trabajar”, expresó Guillermo.

Dicho embargo recorre un sinuoso camino. Según les fue explicado la funcionaria a los trabajadores, cada vez que la empresa era advertida de la deuda, acudía a la entidad para evaluar un plan de pagos. La AFIP les otorgaba un plan de 36 meses, la empresa pagaba la primer cuota y dejaban caer el plan, hasta que la entidad debía refinanciarlo por 23 meses más, y así sucesivamente, durante 9 años. Hoy la AFIP puso freno a esta lógica y embargó las cuentas de Alimentos San Patricio. Pero inevitablemente, aparecen algunas preguntas ¿acaso la responsabilidad de a AFIP, no es por bregar por el justo pago de los impuestos por parte de las empresas? ¿No debería el Estado comunicar a los obreros, o a su entidad gremial, sobre un incumplimiento de los derechos laborales como es la falta de pago de los aportes patronales? El camino, parece no encontrar salida. Mientras la AFIP exige a la empresa el pago de la deuda, sus directivos alegan no tener dinero para hacerlo, pero tampoco presentan la quiebra.

Los trabajadores saben que no es algo nuevo, ya que veían movimientos extraños y consideraron que ”el embargo es uno de los problemas, pero otra de las cosas es que se han venido robando para vender en negro toda la harina y el trigo durante los últimos años. Por lo que este es un conflicto atravesado por un montón de problemas. Para que te des una idea, había un circuito armado de vaciamiento que tiene como cómplices desde políticos corruptos hasta un camionero”.

No obstante, las amenazas de cierre por parte de la empresa los mantenían callados hasta hoy, cuando la situación tocó fondo y se animaron a contar: “Lo mismo pasó una vez con la jubilación, nosotros reclamamos y ellos dijeron que si tenían que pagar la jubilación cerraban directamente y muchos optamos por seguir trabajando. Uno no quería decir nada porque capaz alguno denunciaba y ellos cerraban y nosotros nos quedábamos todos en la calle. Siempre nos amenazaban así”, relató Guillermo.

Mientras tanto, los obreros siguen sin cobrar, y la falta de respuestas concretas los motiva a pensar alternativas para recuperar su fuente de trabajo y volver a llevar el pan a sus casas. Tienen expectativas en la posibilidad de que un empresario se haga cargo de la fábrica y de las deudas, discutiendo en torno a la antigüedad y a las garantías para mantener los empleos ya que tuvieron que rechazar una propuesta anterior de Molinos Cañuelas, mediante la cual pretendían dividirlos, como cuenta Miguel: “imaginate que querían tomar solo 30 personas, sin antigüedad, como si empezaran de cero. ¿Qué es lo que hubiese pasado? Pues que una vez transcurridos los contratos por tres meses nos podrían echar sin indemnización ni nada. Es todo una maniobra, nosotros sabemos que no vamos a lograr todo, los tipos no nos van a pagar todo, pero nosotros somos los que estamos adentro, ellos están perdiendo, y tenemos un amparo judicial que nos protege de que nos echen de adentro de la fábrica…” Otro compañero interrumpe con bronca: “acá ningún juez investiga nada, todos te garcan y los responsables andan caminando por ahí como si nada y este gobierno no es equitativo para todos, acá el laburante parece una clase que no vale nada.¿Cómo las leyes y el gobierno permiten que se funde una S.A. con 10 mil pesos declarados, cuando se está manejando un capital de 150 millones? ¿Cómo van a dejarlos fundar una S.A. con 10 mil pesos de fondo cuando tienen a cargo a 45 laburantes?”.

Durante el tiempo que lleva el conflicto, los obreros fueron recibidos por el delegado de la Dirección Departamental del Ministerio de Trabajo de la provincia de Entre Ríos, Daniel Tedesco, quien arbitró los medios para posteriores reuniones que sostuvieron con el ministro de Producción provincial, Roberto Schunk, en la ciudad de Paraná. Tuvieron reuniones de conciliación sin mucho éxito, e instancias de declaraciones, para que las empresas presenten quiénes son los propietarios de ambas entidades y los responsables materiales de la empresa ante el Ministerio de Trabajo. Instancia fundamental para iniciar medidas legales.

“Estamos esperando la propuesta que nos saque de esta situación, actualmente estancada. Lo seguro es que vamos a darle para adelante, nosotros queremos nuestros puestos de trabajo y apuntamos a hacerles las demandas que fueren necesarias realizar para que la situación se destrabe. Pero es claro que acá hay políticos corruptos, una justicia ineficiente con jueces corruptos, una empresa con sus administradores que han saqueado y vaciado el Molino, por suerte no se han llevado la maquinaria que es verdaderamente costosa”, afirmó Guillermo.

Si bien no han descartado la posibilidad de recuperar en sus manos la producción de la planta con la formación de una cooperativa, estiman que esa sería la última opción por lo complejo de la situación. “Sería difícil porque al ser el dueño del edificio un empresario que le alquila a Alimentos San Patricio las instalaciones para la producción, nosotros quedamos en el medio. El dueño de la instalación es de Buenos Aires y tiene varias propiedades como la firma Goloeste, una fábrica de golosinas, un ingenio azucarero, etc. Otro de los problemas que tenemos es que no sabemos fehacientemente de quién es o quiénes son los propietarios de Alimentos San Patricio como de las instalaciones productivas, ya que están bajo resguardo de Sociedades Anónimas”, explica Miguel.

Por otro lado, la ayuda por parte de su organización gremial, la Unión de Obreros Molineros de Argentina (UOMA, nucleada en la CGT) llegó sólo después de algunos altercados, tras los cuales recibieron todos los trabajadores un subsidio de $700 del fondo solidario al que cada afiliado aporta mes a mes. Y antes de las fiestas, consiguieron cobrar otro monto de ayuda económica por $1000 a través del Ministerio de Trabajo provincial.

En relación al sindicato expresan que no están recibiendo “una verdadera ayuda, en realidad un 10% de lo que debería ser, por lo general los sindicatos se abren de gambas. Averiguando descubrimos que había muchos negociados con la empresa. Un vaciamiento y un saqueo descarado como éste no se hace sin la complicidad de ciertos sectores, vos fíjate como el sindicato nunca apretó a la patronal. Por ejemplo, fíjate que a la obra social ellos nunca aportaron, ¿Y por qué el sindicato nunca dijo nada? Y sin embargo a la Obra Social nosotros la utilizábamos, y nunca nos habían dicho nada. Hay algo raro ahí. El Sindicato sabía, y era cómplice, la AFIP también sabía y era cómplice, y nosotros no nos habíamos enterado de nada”.

El correr de los días

Si bien es la cuarta vez que la planta del molino cierra, los trabajadores explican que las otras veces fue diferente: “Nunca habíamos tomado esta iniciativa, la de quedarnos en la planta. Siempre la empresa nos tenía con promesas de que nos vayamos, que luego la iban a reactivar y cuando volvíamos ya no había mas nada. Estaba cerrada la planta directamente. Ahora, gracias a la experiencia previa, decidimos hacer esto.”

Desde hace 50 días que los obreros se organizan para cubrir los turnos, todos los días y durante las 24 horas, respetando su horario de trabajo como cuando la empresa funcionaba. Muchos de ellos tienen familiares directos como compañeros de trabajo, tíos, hijos, padres, lo que fortalece el clima de fraternidad y respeto que allí se vive. Tal es el grado de convicción en la necesidad de su lucha, que también establecieron turnos para pasar Navidad y Año Nuevo dentro de la planta con sus respectivas familias. Sienten que ésa es su única esperanza, que se aferran al molino como si fuese la balsa en un naufragio.

“Cada quien viene y cumple su horario de trabajo. Nosotros los primeros días marcamos tarjeta porque como no nos han despedido, y para que no nos acusen de abandono de trabajo, lo hacíamos todos los trabajadores de la planta, pero ahora vemos que no les importa. Estamos acorralados, nos tienen en un rincón esperando que nos tiren mijagas”, expresa Rubén buscando los ojos de sus compañeros. “Ninguna plata nos va a devolver todo el daño que nos hicieron a nosotros y a nuestras familias. No podemos pasar tiempo con nuestros hijos, no tenemos respuestas para darles, y eso es un daño moral inmenso. La impotencia es total, y mientras tanto nos endeudamos, y vienen de los comercios locales a querer cobrarnos las cuotas de los créditos y te intiman aún sabiendo por lo que estamos pasando”, agrega.

En esta difícil situación, en la que dicen tener que remar con todo en contra, las leyes, la UOMA, los empresarios corruptos; los obreros destacan la presencia de trabajadores de diferentes gremios (algunos también en conflicto como los frigoríficos y panaderos) e integrantes de diversos partidos políticos que se acercaron a manifestar apoyo. “Mientras el gobierno provincial nos ofrece un subsidio de $150 que es una cargada, el intendente Carlos Scheppens no se acercó ni a tomar un mate, el único que gestionó algunas reuniones es Marcelo Bisogni (Diputado del FpV) que está enfrentado con el intendente. Sin embargo acá los que más apoyo nos dieron fueron gente de partidos políticos minoritarios, de izquierda, etc., que son una hormiguita en el sistema, pero nos han colaborado mucho”, cuenta Alejandro, uno de los delegados de los trabajadores.

Y a cada momento, enfatizan su agradecimiento por la solidaridad del pueblo uruguayense, que se expresa en personas que acercan cotidianamente alimentos al molino, en los autos y motos que pasan tocando bocina como señal de saludo, en el interés demostrado por los vecinos cuando reciben los volantes que difunden el conflicto, pero sobre todo en la tenacidad de las familias, que sostienen el ánimo, la paciencia y la fuerza para continuar adelante.

Sumando actividades solidarias, se organizaron en la planta tres festivales que contaron con la participación de diferentes bandas locales a los que concurrieron de forma masiva vecinos de Concepción del Uruguay aportando alimentos no perecederos. “Tal fue la participación y solidaridad que nos dio para que cada trabajador se pueda llevar dos bolsones de 65 kg de alimentos a su casa”, afirma Alejandro abriendo los ojos.

Pero junto al profundo agradecimiento, sienten pena de tener que seguir pidiéndole al pueblo, que ya los ayudó tanto, pues los que tienen que dar respuestas son el sindicato y el gobierno. Como insiste Rubén, “ahora queremos escucharlos a ellos qué tienen para decir porque lo que la gente sabe es porque los delegados recorren los medios, porque los medios del oficialismo mienten como que ya está todo resuelto o bien no dicen nada. Sabemos que el país está en una situación difícil y que esto va a seguir siendo moneda corriente porque la moneda de ajuste somos los trabajadores. Esto hay que ensañárselo a la juventud para que no les pase como a nosotros”.

La sirena que en otros tiempos marcaba el horario de entrada de los turnos de trabajo en la planta, hoy adquiere otras connotaciones, interpela a quienes no reconocen el sonido y recuerda, a cualquier hora del día y de la noche, que en el molino siguen sus trabajadores, de pie, luchando con dignidad.

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