Julio López
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Ceferino Namuncurá (la verdadera historia desde la perspectiva mapuche)
Por Fuente: Idioma y Cultura Mapuche - Wednesday, Feb. 13, 2013 at 12:38 PM

¿Un santo católico posible?

Ceferino Namuncurá (...
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Un botín de guerra, o el intento del aplastamiento simbólico de la moral y la religión mapuche.
(Comentario a la crónica publicada en el apartado de Artes y Letras del diario El Mercurio (Chile), de fecha 26 de Agosto de 2001, escrita por Celia Langdeau Cussen. Este comentario es más bién una doble lectura de la crónica, efectuada con ojos mapuche).
Ceferino nació el 26 de agosto de 1886.
Nieto del legendario koná y ülmén Kallfukura.
Fue el tercer hijo de Manuel Namuncura, Longco (cacique) mapuche radicado en el lado argentino de la Cordillera de los Andes, y de su tercera esposa, Rosario Burgos.
Aquí comienza la historia negra:
En 1988, los misioneros salesianos convencen a Manuel Namuncura de que bautice a su hijo, colocándole el nombre del santo correspondiente al día de su nacimiento (San Ceferino).
Manuel Namuncura, recordando los consejos de su padre (Kallfukura), previendo quizás la traición de los winkas (lo que ocurrió efectivamente cuando le quitaron las tierras) y buscando una solución para el desarrollo de su hijo, en el año 1897 lo matriculó en los Talleres Nacionales de la Marina. En este lugar, Ceferino sería objeto de inimaginables ofensas y burlas segregacionistas de parte de los hijos de la clase dominante de la época (hijos de oficiales y de la aristocracia winka), que estudiaban en dichos Talleres. (De entre otros detalles, el idioma castellano de Ceferino era malo).

Es aquí en donde la mano “pia” de los sacerdotes salesianos coge a Ceferino y lo incorpora a un colegio de la orden en Buenos Aires, alejándolo de su tierra y de su gente, no permitiéndole tener relaciones con mujeres... El hijo del Longco (cacique) no debía engendrar hijos... A los 17 años ya mostraba claros síntomas de tuberculosis, que en esos tiempos era incurable. Es llevado a Europa para ser mostrado (en Turín – a la reina y a la princesa de Saboya, y al Papa Pío X) como un trofeo, el último botín de guerra y del triunfo del “cristianismo” sobre el “paganismo” mapuche. Muere en Roma el 11 de mayo de 1905, a los 18 años.
Comentarios de la cronista que merecen destacarse: Ceferino y su tierra.
“Las primeras hagiografías quieren demostrar que la “santidad” de Ceferino radica en el siguiente contraste:
Los antivalores de los mapuche Los valores del cristianismo y lo occidental
Vida nómada, violenta y pagana
Sangre, violencia, saqueos, latrocinios, corrupción, ignorancia absoluta, paganismo.
El menor valor de la cultura indígena.
La humillación de una raza vencida, marginada, discriminada y el estigma de ser indígena. Acogida a la nueva realidad política y religiosa de la Patagonia. (Sometimiento).
Iglesia de Cristo, la bondad del Santo Padre, la cultura latina y cristiana.
El poder redentor de la cultura occidental.

Siguió su camino de mapuche y cristiano sin resentimiento, sin rencores, sin victimismo, caminando con dignidad hacia el destino que el Señor le preparaba (la muerte por tuberculosis).
En este cuadro se observa el paradigma europeo cristiano-occidental en su más recóndita intención y manifestación: Todo lo europeo y cristiano es bueno el resto es malo.
¡Cómo se nota la pluma cargada de segregación...!, ¿a quienes quieren engañar?....
Aquí comienza la venta de pomada...
La cronista señala: “... su origen étnico no es un factor decisivo para la mayoría de quienes escogen a Ceferino como su intercesor ante Dios”...
Los mapuche respondemos que no necesitamos intermediarios para hablar y pedir a a las fuerzas superiores (pu nehuen pu pillan), por nosotros sus hijos, por nuestras familias, por nuestras cosechas... Lo hacemos en Ngillatun, con dignidad, como de hijos a padre, como lo hacían nuestros antepasados. Nada tenemos que hacer con la religión católica, religión que trajeron los winkas, religión de sumisión y esclavitud, religión que inculca en sus seguidores la carga de un pecado que no cometieron, para justificar su sometimiento. Mientras la religión cristiana enseña sometimiento, la religión mapuche enseña libertad.
La última intervención de la cronista y broche de oro: “... No deja de extrañarnos que la figura de Ceferino – un hombre que juntó la espiritualidad mapuche con la católica, y que atrae tanto a sacerdotes progresistas como a cristianos de fe sencilla – no haya podido renovar la tradicional movilidad mapuche a través de la cordillera”... “el llamado “pequeño gran Longco (cacique) patagónico”, aún espera tener eco en la tierra de sus ancestros”.
Los mapuche señalamos, ya no somos tan ignorantes en la cultura occidental, como lo fueron nuestros antepasados... Ya no nos pueden contar cuentos como éstos.

Conclusión final.
La iglesia católica quiere contarnos el mismo cuento que ha hecho, en todas partes del mundo, con todos los pueblos. Ojo: Hay vírgenes blancas, negras, japonesas, chinas, mexicanas, peruanas, chilenas, etc., en fin, para qué seguir.
La iglesia católica se olvida que estamos en el Siglo XXI de su propia era y que las comunicaciones han convertido al mundo en una aldea global.
Los mapuche no nos tragamos un cuento tan facilmente. Nos han querido engañar desde hace más de 500 años y todavía no lo logran.

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