Julio López
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Reivindicamos críticamente al CC-POR, fundamos Socialismo Revolucionario
Por Socialismo Revolucionario - Saturday, Feb. 16, 2013 at 11:48 AM
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Tesis política preparatorias para el XVº Congreso del CC-POR, bases fundacionales para Socialismo revolucionario

Tesis Política para el XV Congreso del CC-POR,
Bases para la fundación de “SOCIALISMO REVOLUCIONARIO”

I- La crisis capitalista con centro en Europa: diagnóstico, evolución y pronósticos posibles

En 1921 la Tercera Internacional explicaba:
“Para restaurar la economía europea, en reemplazo del aparato de producción destruido durante la guerra sería necesario la radicación de capitales nuevos y poderosos. Esto sólo sería posible si el proletariado estuviese listo para trabajar más que antes en peores condiciones. Esto es lo que piden los capitalistas y lo que les aconsejan los jefes traidores de las Internacionales amarillas…” (Tesis sobre la situación mundial y la tarea de la IC; junio de 1921; énfasis agregado).
Este concepto se aplica enteramente a la actual coyuntura. No hay crisis económicas que lleven a un derrumbe automático del capitalismo. Hoy existe una solución capitalista a la crisis actual. Pero la misma no será por vías reformistas e indoloras para los pueblos. El capital no sale de sus crisis aumentando salarios; o mejorando las condiciones laborales; u otorgando más derechos laborales, sino todo lo contrario. Las crisis la pagan los trabajadores, en lo esencial. Las medidas que están en discusión para limitar el apalancamiento de los bancos, o la especulación financiera, no hacen al fondo de la cuestión. Como es evidente para el caso de Grecia –y se puede extender para el resto de las economías capitalistas en crisis– la esencia de la salida capitalista a la crisis pasa por la desvalorización del trabajo, para aumentar la valorización del capital. La Tercera Internacional “la tenía clara”, y hablaba claro. No alentaba falsas ilusiones.
Por lo tanto, el punto de partida de un grupo serio de revolucionarios es exponer un balance claro y realista al cabo de más de 4 años de evolución de una de las crisis capitalistas más importantes, con centro nada menos que en Europa.
Contra los pronósticos exitistas y catastrofistas de los principales troncos de la izquierda revolucionaria (agonía del capitalismo, quiebra de la unidad europea, golpes de estado que desplazan el régimen democrático burgués, tendencias a una nueva guerra mundial inter-imperialista, etc.) lo cierto es que sin que se verifiquen esos extremos apocalípticos, la burguesía europea en particular (como expresión de la misma clase a escala mundial) ha ido imponiendo a sus explotados “del Primer Mundo” un retroceso en sus condiciones de vida.
Como lo desarrollamos en varios artículos polémicos con otras posturas (incluídas algunas en nuestra propia organización), la enorme debilidad de la resistencia de las masas al ajuste del capitalismo en crisis explica esta derrota relativa en curso. Y debemos decirlo así, porque todavía el proceso está en su dinámica: es decir, la crisis aún no se ha superado, el capital no ha logrado todavía recomponerse, de manera de iniciar un nuevo ciclo de desarrollo de las fuerzas productivas.
La debilidad de la resistencia de las masas tiene varias causas, cuyas secuelas son de difícil reversión en el corto plazo:
1) la herencia de las derrotas previas (especialmente la restauración del capitalismo en la URSS y Europa del Este), que ha marcado subjetivamente a los trabajadores en forma negativa, no sólo en lo ideológico político (“muerte del socialismo real”), sino también en el plano sindical y social, en beneficio del privilegio de la salida individual.
2) Sindical y socialmente, el proletariado no ha podido erigirse en caudillo nacional de la protesta. Varios años después del inicio de la crisis, se produjo en noviembre de 2012 la primera huelga coordinada (en verdad, débilmente coordinada) en los países del sur de Europa (especialmente España y Portugal). Ni siquiera la coordinación abarcó al epicentro de la crisis (Grecia). Los movimientos del tipo “INDIGNADOS”, se han ido agotando en los propios límites y prejuicios de sus participantes: en general defensores de una orientación de “humanización del capitalismo”, y contrarios a toda forma de politización de la lucha
3) Ideológica y políticamente, se produjo un giro a la derecha del electorado (es notable el caso de España). En los países donde gobernaba la derecha (Francia, Italia), la capitalización del desgaste no la realizan partidos de izquierda, de lo que podríamos llamar “el frente popular” sino la socialdemocracia (partidos claramente burgueses, que hace rato han perdido ese carácter contradictorio que varias décadas atrás podían definirlos como “obrero-burgueses”. La única excepción pareciera ser Grecia, donde SYRIZA tiene las características de un frente popular, mientras en el otro polo, aparece una derecha fascitizante. Por otra parte, es notable el crecimiento de esta última alternativa en prácticamente todos los países de Europa. En cualquier caso, el escenario político dominante (incluso con la participación de las corrientes fascitizantes), es el de la democracia parlamentaria, del sufragio universal, por encima de cualquier forma de acción directa de masas.
4) Incluso en el país con mayor tradición trotskysta del mundo (Francia) fue claro el retroceso de todas las fuerzas de ese perfil electoral, en beneficio de la socialdemocracia o de una alternativa frentepopulista un poco más izquierdista (Melenchon, Frente de Izquierda).
Pero cuidado: este aspecto “negativo” a la hora de evaluar la correlación de fuerzas entre las clases, es también el resultado de que la burguesía fue y va midiendo los pasos y el ritmo del ajuste. PORQUE HAY RESISTENCIA, AÚN DÉBIL, Y MÁS CLARO AÚN, PORQUE POTENCIALMENTE PODRÍA PRODUCIRSE UN SALTO EN LA LUCHA, existe gradualismo y monitoreo por parte del “ALTO MANDO BURGUÉS”.
Cabe subrayar que la construcción de un “ALTO MANDO OBRERO” exige estudiar la evolución económica, intrínseca, de la crisis. Exige hacer nuestro propio monitoreo, para poder seguir su dinámica, y así mejor armarnos para la lucha de clases.
Aunque algunas manifestaciones fueron reprimidas, no es este método de represión, de guerra civil, el recurso fundamental para aplastar una resistencia de masas. Mucho menos aparece en el horizonte la perspectiva de una guerra inter-imperialista, como la que siguió a la crisis de 1930. De hecho, por diversos factores que merecen un análisis específico sobre la cuestión del “Imperialismo, fase superior del capitalismo” (Lenin), pasaron ya más de 70 años sin esas guerras inter-imperialistas.
Los signos de barbarie en el propio corazón del capitalismo (baste como evidencia la masacre en una escuela norteamericana, o los suicidios en España ante la confiscación inmobiliaria), así como la diversas manifestaciones destructivas de la naturaleza y de la humanidad en todo el planeta, en contraste con el fenomenal desarrollo de la riqueza mundial, fortalecen la necesidad del SOCIALISMO MUNDIAL como la salida progresiva a la crisis capitalista.
Pero esta no sólo que no es “inevitable”, sino que NO APARECE COMO POSIBLE EN LO INMEDIATO, sencillamente porque no hay SUJETO SOCIAL que lo sostenga, en términos de lucha de clases contra la burguesia.
La marginalidad política de los socialistas revolucionarios nos plantea la necesidad de un plan de trabajo a mediano- largo plazo, cuya prioridad debe ser salir de esa marginalidad meramente testimonial, ocupar posiciones de dirección concretas en las luchas defensivas que marcan este tiempo histórico.
Se impone un trabajo preparatorio en tiempos que no son revolucionarios.
Se impone priorizar la lucha por las reformas y reivindicaciones avasalladas por el capitalismo en crisis, al tiempo que debemos desarrollar la respuesta socialista revolucionaria a cada problema planteado, más como trabajo de propaganda que acumule más militantes convencidos, que como posibilidad inmediata de toma del poder.
Priorizar la lucha es construir la oportunidad de generar conciencia social, ya que la lucha es la socialización en la militancia, como oposición al aislamiento, que en otro tiempo se plasmaba en persecuciones, miedo y asesinatos de la dirección revolucionaria, como acción del aparato liquidacionista. Y porque PODRÍA PRODUCIRSE UN SALTO EN LA LUCHA, como así también avances y retrocesos que ofrezcan de saldo victorias parciales. Estas últimas, y aún las derrotas, son el vivenciar de la gente que imprime en sus conciencias las huellas de una experiencia de lucha, que quizás latente, se exprese oportunamente en un tiempo de alza del colectivo. Conciencia latente por acumulación de experiencia activa (y no testimonial), que impongan la obligación de madurar hacia el desafío de debilitar el poder de la dirección burguesa, y en su dinámica, calcular las posibilidades del socialismo revolucionario.
El viejo paradigma que gobernó nuestra militancia desde hace décadas (“la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria del proletariado”) no puede ser aplicado mecánicamente al tiempo histórico actual, simplemente porque esa definición de Trotsky tenía su anclaje en poderosos partidos obreros (comunistas, socialistas) con influencia de masas, pero con direcciones traidoras. ESOS PARTIDOS HAN DESAPARECIDO, O MINIMIZADO SU INFLUENCIA A UNA ESCALA INIMAGINABLE NI POR EL PROPIO TROTSKY. Producto de sus propias traiciones, y de los fenomenales errores de las corrientes de filiación trotskysta (incluída la nuestra), la izquierda que habla en nombre de la “revolución proletaria y socialista” no juega ningún papel decisivo en ningún lugar del mundo, y sólo excepcionalmente conserva alguna influencia sobre algún sector de las masas en algunos países.
El reduccionismo sobre la crisis de dirección revolucionaria del proletariado se contrapone con un análisis dinámico, en el antes y en el ahora. Antes por lo antedicho respecto a la traición de la dirección de los partidos supuestamente revolucionarios, y hoy, justamente por haberse plasmado el crimen del poder revolucionario, no existe ese poder ni esa dirección, y por eso hay que construirlo. Si cristalizamos la simplificación, (“la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria del proletariado”), estaremos dogmatizando cada paso a dar. No debemos despegarnos de la dinámica, del análisis correcto de la situación política de cada tiempo, y de la articulación socialista entre la dinámica y la realidad, porque eso es historia.
Hoy, la crisis de la humanidad, no “se reduce” a ninguna simplificación. Pero sin dudas, para resolverla, hay que recomponer el tejido social, de organización, de solidaridad y de unidad DE LAS MASAS, a partir de la lucha defensiva por sus reivindicaciones más elementales. De esta caracterización se desprende la importancia de la táctica del FRENTE ÚNICO.
La relación entre “programa mínimo” (reivindicaciones elementales) y “programa máximo” (expropiación del capital) tiene carácter transicional sólo en cuanto a la acumulación de fuerzas de la vanguardia revolucionaria. Es decir: la dinámica de la lucha por las reivindicaciones mínimas no lleva mecánicamente a la lucha por el poder político. Sí es posible una “acumulación de poder”, que permita, a futuro, mejores condiciones para que la perspectiva de ese poder sea de los explotados.
De este proceso, que se avizora como largo y trabajoso, saldrá seguramente una nueva dirección, que nosotros lucharemos porque sea socialista y revolucionaria.

II- La experiencia “neo-desarrollista” en América Latina

La América al sur del Río Grande fue concebida por nuestros ancestros revolucionarios como la “Gran Patria Grande”.
Su desarrollo capitalista, gestado desigualmente a partir de fines del siglo XVIII, estuvo dominado por las diversas potencias imperialistas en pugna.
El proceso emancipador de esas potencias no convirtió a América Latina en esa Gran Patria Grande, sino que, bien por el contrario, su división en múltiples países estuvo al servicio de la opresión imperialista, así como también, fue un bloqueo al desarrollo de las fuerzas productivas.
No obstante, en circunstancias favorables del mercado mundial (las dos guerras mundiales, por ejemplo), algunos países lograron un cierto desarrollo capitalista y el forjado de una burguesía nacional (Argentina, México, Brasil).
Los cambios tecnológicos y del propio proceso de producción capitalista operados en las últimas décadas, así como las propias crisis operadas en los países más desarrollados, crearon condiciones propicias para un nuevo desarrollo de las fuerzas productivas en América Latina, con raíces similares al que se operó en China, India o Rusia.
Lo esencial de este proceso de desarrollo podemos sintetizarlo de la siguiente manera:
1) Altísima valorización de los comodities en el mercado mundial de productos primarios, de origen extractivo (petróleo, minería, gas, soja, etc.)
2) Altas tasas de plusvalía (tanto absoluta como relativa), a partir de proletariados numerosos, con bajos salarios y con condiciones políticas para aplicarle todas las formas de precariedad laboral.
3) Derrotas previas de los oprimidos en las décadas anteriores, que permitieron las privatizaciones de los 90, así como también un marcado retroceso en términos de sindicalización.
4) El crecimiento y fortalecimiento de burguesías nacionales con capacidad económica y operativa para entrelazar sus intereses con sectores de la propia burguesía de países imperialistas, en una suerte de “neo-desarrollismo”. Esto permitió cierta reinversión en capital constante de la enorme masa de plusvalía extraída.
5) Un mejoramiento en sectores de la clase obrera, un crecimiento de las capas medias (asalariadas o cuentapropistas) y planes estatales de asistencialismo que mitigaron en parte los altísimos índices de desocupación, pobreza e indigencia reinantes en el período precedente (esencialmente en las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado).
Desde luego, este “neo-desarrollismo” se produjo con todas las características del capitalismo: gravísimos problemas de vivienda, salud y educación; nichos estructurales de indigencia; crecimiento del delito ligado al narcotráfico y a la enorme corrupción estatal; agotamiento de los suelos, riquezas naturales, contaminación ambiental y múltiples desastres ecológicos.
Pero tenemos que comprender que el CONSENSO POLÍTICO del que gozaron los regímenes políticos en América Latina, manteniendo una estabilidad de democracia formal, o incluso pudiendo darle “forma institucional” a verdaderos golpes de estado (Honduras, Paraguay), se basa en las ilusiones democráticas que crea ese desarrollo capitalista mencionado.
Incluso con el inicio de la crisis capitalista mundial, América Latina siguió creciendo en su conjunto, a tasas superiores al 4% anual. La distribución desigual de ese crecimiento (tanto en la distribución por países, como a lo largo del tiempo), no nos puede hacer perder de vista que, luego del fenomenal crecimiento “a tasas chinas” (entre el 7 y el 9%), lo más que se puede decir, es que a partir del año 2008 asistimos a una desaceleración del crecimiento.
Este cuadro económico general ha estabilizado, insistimos, regímenes políticos democrático burgueses, con distintas variantes de bonapartismo. Como diría Trotsky, “semibonapartismo sui géneris”, que combinan características de amplia democracia con un intervencionismo estatal típico del rol de arbitraje que le cabe a los distintos gobiernos.
Y en cuanto al signo político de éstos, cabe destacar, antes que nada, que sus características (más de derecha como en Colombia, o más de izquierda, como en Venezuela) todos se apoyan en el desarrollo capitalista y en el fortalecimiento de la burguesía nacional antes descripto.
Es más: como lo demuestra Chile, pero también Brasil o Uruguay, el régimen puede permitirse una alternancia en el poder entre la centroderecha y la centroizquierda (todos burgueses, claro).
Si bien ha sido desigual la intervención de las masas en estos procesos (los extremos de intervención con métodos de acción directa los encontramos en Venezuela, Bolivia y Ecuador), en todos los casos hay un denominador común: el tutelaje de las masas por las diferentes expresiones del nacionalismo de contenido burgués.
Este hecho ha minimizado el peso histórico que tenían en el siglo pasado partidos formalmente de la clase obrera (el caso, por ejemplo, de los partidos comunistas en Chile o Uruguay). La propia experiencia del PT culminó con un aburguesamiento extremo.
Desde esta caracterización global de los diversos procesos de desarrollo capitalista en América Latina, debemos rechazar el contrabando ideológico del “chavismo”, del tipo del socialismo del siglo XXI como una “nueva forma” de revolución.
El propio proceso de restauración capitalista en Cuba es parte de lo dicho hasta aquí, más allá de las particularidades de la isla, que desde luego, corresponde estudiar en detalle.

III- Elementos comunes y particularidades de la realidad argentina

La Argentina comparte ese cuadro general ya descripto para América Latina tomada en su conjunto.
Pero hay algunas particularidades en el plano económico que corresponde puntualizar.
La primera y más general es la “cabalgata inflacionaria” que vive el país. Desde el 2008 y de manera creciente la gestión kirchnerista convive con una dinámica inflacionaria que se espera en el 2013 tenga un nuevo salto alcanzando entre el 25 y el 28%, una cifra que en algún momento podría salirse de control de seguir aumentando; inflación que es el principal motor del descontento social, junto con la inseguridad.
El segundo problema tiene que ver con el deterioro energético y en materia de servicios públicos. Esta cuestión hizo crisis una y otra vez en el 2012 aunque nunca con mayor intensidad que cuando la tragedia del ex ferrocarril Sarmiento a comienzos de marzo pasado, que dejó un saldo de más de 50 muertos.
A esto se suma que los cortes de luz se suceden diariamente y que el deterioro del transporte no deja de amenazar con nuevas tragedias a la vuelta de cada esquina. Motivos estos, también, de descontento social. Mucha apología del desarrollo de la industria automotriz, mucho darse dique con el Dakar, pero las “máquinas de matar” producen diariamente un genocidio naturalizado en las rutas y calles argentinas.
El tercer problema tiene que ver con los problemas causados por el retraso del tipo de cambio oficial (al escribir este texto, la brecha con el paralelo es de 3$, es decir 5 contra 8). Esta valorización de la moneda norteamericana lleva a la escasez de dólares. Los que los tienen no lo quieren vender. El mecanismo de compensación que el gobierno instrumenta (la emisión monetaria), es el principal factor causal de inflación.
Es tal el galope inflacionario que la devaluación de la moneda –que se ha acelerado los últimos meses y también suma a las tendencias inflacionarias– no logra alcanzarla, razón por la cual se pierde competitividad internacional.
A la vez, durante 2012 se sintió la falta de dólares, por lo que el gobierno se vio obligado a tomar una serie de medidas de racionamiento que se identifica periodísticamente como “cepo cambiario” y significa en la práctica un conjunto de restricciones para los minoristas (las personas de a pie) a la hora de comprar dólares. Este elemento ha sido motor de la bronca entre las clases medias, y ha creado enormes dificultades para el negocio inmobiliario, afectando uno de los pilares del desarrollo capitalista argentino: la industria de la construcción.
Sin embargo, el régimen en su conjunto, y el gobierno nacional en particular, goza aún de mecanismos compensadores a los factores de deterioro antedichos.
El primero es que si bien los elementos de deterioro del modelo K son un hecho, nadie preanuncia situaciones dramáticas: todos los analistas consideran que la economía argentina vivirá una pequeña “recuperación” en el 2013. De un crecimiento casi nulo en el 2012 se pasaría a uno de 3,5%. Por otra parte, si bien el desempleo tendería levemente a aumentar, esto significaría pasar del 7,5% al 7,6%, un aumento modesto, que logra sostener la clara mejoría lograda, si comparamos las cifras con el 2001/2.
Al mismo tiempo, las obligaciones de pago de deuda externa para el 2013 son reducidas, y la recuperación económica de Brasil sumada al sostenimiento de los precios de la soja y demás commodities harían lo suyo para que el superávit comercial se ubique en torno a los 13.000 millones de dólares, suficientes para alivianar las presiones sobre la escasez de divisas. También se prevé una leve recuperación en la construcción.
En síntesis: hay un deterioro y la acumulación creciente de inercias y problemas estructurales no resueltos, pero nadie prevé hasta el momento desarrollos catastróficos en materia económica en el 2013.
Este contexto general relativamente favorable para la burguesía tiene como condición para sostenerse que los trabajadores aceptemos el deterioro general, la caída del poder adquisitivo del salario, la precariedad laboral y el déficit de los servicios públicos como algo NATURAL, como algo INEVITABLE.
La negociación paritaria que el Ministerio de Trabajo está encarando con la CGT oficialista prevé un techo salarial del 25 % para 2013, elevando, al mismo tiempo, el mínimo no imponible para que una franja importante de los asalariados sean exentos de pagar impuesto a las ganancias. Esta medida, sumada a la ya tomada respecto al aguinaldo, tiene por función garantizar la “paz social” para un año electoral. Al escribir estas líneas, Cristina acaba de anunciar la elevación del mínimo no imponible en un 20% a partir del 1 de marzo. Esta medida, insuficiente hasta para las burocracias sindicales oficialistas, operará sin embargo como una toma de aire para el Gobierno en las discusiones paritarias, bajando aún más las expectativas de los aumentos. No olvidemos que si estos superan el 20 % volverán a pagar impuesto a las ganancias las mismas franjas de trabajadores que hoy quedarían exentos.
No casualmente, en su reciente discurso, Cristina apeló a la moderación de empresarios y obreros en la negociación paritaria.
Al mismo tiempo, el Gobierno nacional se valdrá de su superávit comercial y de su importante reserva en divisas para sostener una amplia red de clientelismo y de obra pública en el 2013.
Nuestra política, que por supuesto apunta a perforar ese techo salarial, debe basarse en el más amplio “frente único contra el deterioro”, lo cual nos ubicará en toda acción directa de masas que se coloque contra el pacto social que el régimen propugna (es decir, no sólo el gobierno nacional, sino también los distintos gobiernos distritales “no K”).
Esto nos debe RATIFICAR en la línea práctica de unidad de acción con sectores de la burocracia sindical, tal como se produjo en el paro activo del 20N, y otras manifestaciones similares a lo largo del 2012.
Nuestra participación en esas acciones siempre debe colocar en primer plano el JUSTO RECLAMO, al tiempo que nos delimitamos política, ideológica y metodológicamente con la dirigencia sindical que convoca, que, a futuro inmediato, año electoral en curso, utilizará estas acciones como plataformas para su autopostulación política (Moyano y Barrionuevo y el peronismo “no K”, la CTA Micheli y el FAP, etc.)
A diferencia del 8N y también de los saqueos, estas convocatorias sindicales permiten un escenario de lucha política interna, que nosotros tratamos que se resuelva a favor de la independencia política de los trabajadores, por varios factores:
1) El sujeto social que las protagoniza.
2) El pliego reivindicativo por el cual se las convoca.
3) La propia inserción de la izquierda en general, y nuestra en particular en las estructuras atravesadas por dichas acciones.
Sin embargo, este escenario posible de conflictividad social por el deterioro del salario y de las condiciones de vida de los trabajadores, va a quedar relativamente tapado por las elecciones legislativas del 2013. O mejor expresado, la lucha social en el terreno de la acción directa (huelgas, movilizaciones, etc.) va a ser canalizada por las alternativas electorales. Es por esto que cobra una importancia significativa lo que haga el FIT de cara a este escenario INEVITABLE.
Es que las legislativas del 2013 cobran una importancia particular, en tanto definirán las posibilidades de re-reelección de Cristina.
En tanto la convocatoria a una Asamblea Constituyente requiere de los 2/3 del Congreso (ambas cámaras reunidas), sólo una aplastante victoria del FPV puede permitirle soñar con esa posibilidad.
Esta dificultad es también oportunidad para un “relanzamiento K”, no sólo creciendo en fuerza propia, sino que, a partir de ahí, definir a sectores “centristas” dentro del peronismo (y también dentro de otros partidos, como el radicalismo, el socialismo y estructuras provinciales) para que sus legisladores habiliten la posibilidad de la reforma constitucional.
La fuerza de la re-reelección de Cristina (que se juega, insistimos, en las próximas legislativas) no estriba solamente en sus ambiciones personales, o en el de su entorno político, sino en un interés de amplias franjas de la burguesía (tanto nacional como extranjera), que verían con inquietud para sus negocios un escenario electoral del 2015 sin Cristina, con todos los problemas de gobernabilidad que tendría la lucha por la sucesión presidencial.
La fragmentación de la oposición burguesa, y la propia experiencia de su gestión de gobierno, no le permite ser por ahora una opción de recambio hacia el 2015.
Por eso, para la oposición burguesa las legislativas del 2013 no son sólo un escenario “antiCristina” para evitar su re-reelección, sino una verdadera prueba clasificatoria para ver quién puede gozar de la “pool position”.
Para el socialismo revolucionario el escenario electoral es adverso, y sólo puede crearse un canal hacia el oído de las masas si se reedita, corregido y potenciado, el FRENTE DE IZQUIERDA Y LOS TRABAJADORES (FIT).

IV- Nuestra delimitación explícita respecto a los troncos principales de la izquierda

Podemos clasificar a la Izquierda argentina de orígenes marxistas en 4 grandes grupos:
1) La izquierda K, que pretende presentar el proceso de crecimiento capitalista como revolucionario, o sin llegar a tanto, como progresivo en relación a las posibilidades que brinda la realidad. Es el caso del Partido Comunista, pero también de la Tendencia El Militante y de múltiples grupos o individuos (¡Carta Abierta!). Son importantes las corrientes y activistas sindicales que forma parte de este bloque heterogéneo y ambiguo, ya que jugó un papel especialmente negativo en el pasado paro activo del 20 N.
2) La izquierda “recontra anti K”, que llegó al exceso pro-burgués de ocupar la trinchera de la burguesía agraria y rentista en el conflicto de la 125. Tenemos al PCR (que sufrió recientemente su primera escisión orgánica, proceso que hay que estudiar) y al MST. Pero, sin tanta polaridad y con muchas diferencias entre sí, a la mayor parte de Proyecto Sur. Electoralmente se orientan a un acuerdo con el Frente Amplio Progresista, al menos en algunos distritos, aprovechando el carácter legislativo de las elecciones del 2013.
3) Una amplia franja, muy heterogénea, con amplio trabajo social y/o sindical, que tiende a votar en blanco o nulo, por lo general no fijando posición electoral orgánica. Es el caso paradigmático del Frente Darío Santillán (a disposición como anexo documentos de sus dos fracciones). Seguramente muchos de los votos del FIT están acá, pero también hay votantes del kirchnerismo en este sector.
4) La multiplicidad de organizaciones, grupos, militantes, además de los tres partidos constituyentes del FIT, que se ubicaron y se ubican en este espacio, o bien que aún siendo críticos a él, se colocan en el terreno de la independencia política de los trabajadores respecto a los bloques patronales. Desde luego, este es nuestro lugar de construcción. Está a disposición como anexo toda la documentación acerca de nuestra lucha al interior del FIT. Cabe a manera de resumen decir lo siguiente:
a) La declaración de principios fundacional del FIT es una base programática correcta.
b) La práctica de sus tres troncos fundantes ha entrado en contradicción, una y otra vez, con el espíritu y la letra de esa declaración de principios.
c) Esta contradicción se manifestó de una manera evidente especialmente en el método de construcción: declamaciones de apertura democrática para construir un espacio mucho más amplio que los tres partidos fundantes, contra la realidad de cierre absoluto a cualquier mecanismo que vaya en ese sentido. No sólo eso: la lucha de aparato entre el PO, PTS e IS prevaleció por sobre dichas intenciones, y lo único que mantiene la “formalidad congelada” del Frente es la necesidad mutua de poder pasar el porcentual exigido por las primarias abiertas.
d) Nuestra postura y nuestros pequeños logros (haber logrado ser incluidos en las listas en Santa Fe) parten de lo que dice la declaración de principios, para llevarla a la práctica. Esto no sólo en el plano electoral, sino en la militancia cotidiana en los frentes de masas. En cuanto a las internas abiertas, insistimos en la posibilidad para aprovecharlas EFECTIVAMENTE para conformar listas que expresen las tendencias existentes al interior del FIT. Lejos de debilitar el Frente, este proceso de debate y definición democrática de las listas definitivas ayudaría a la genuina politización de las bases y de los votantes, y contribuiría incluso a superar el piso proscriptivo de la Justicia Electoral.
Ahora bien: este “cuadro sinóptico clasificatorio” de las principales ramas de la izquierda, con las enormes diferenciaciones en sus respectivos posicionamientos políticos, no nos debe impedir ver el COMÚN DENOMINADOR de todas ellas: la falta de seriedad y de rigor científico para analizar la realidad, hacer balances de su propia intervención, establecer pronósticos que permitan planes de acción cumplibles por los sectores que influencian (sean sus propias organizaciones partidarias, sean estructuras que influencian).
En algunos casos puede ser inmadurez política, pero en aquellos partidos que llevan décadas de decir y hacer lo mismo, no se trata de un “error”, sino de un mecanismo burocrático, de aparato, para perpetuarse como secta para ocupar (aunque sea) un pequeño lugar en el escenario político.
Los anquilosados dirigentes de la izquierda pretendidamente revolucionaria necesitan inventar una “realidad optimista”, catastrofista de la crisis capitalista, que les permita diseñar un montaje de fortalecimiento artificial de sus estructuras sectarias. Entusiasmar desde el delirio es más fácil que construir desde la realidad.

V- Balance político del CC-POR, tareas y plan de trabajo: Somos SOCIALISTAS REVOLUCIONARIOS

Nuestra organización ha sufrido desde el XIV Congreso hasta nuestros días (¡¡¡ya pasaron varios años!!!) una profundización de las tendencias a la disolución partidaria, largamente señalada en resoluciones congresales anteriores.
Del núcleo fundador del CC-POR, allá por 1988, sólo quedan dos compañeros. La mayoría ha fallecido, se alejó de la militancia o bien se orientó hacia otras corrientes políticas. Tan es así, que sólo 1 de los miembros actuales de la organización estaba en ella cuando fue electo el actual Comité Central (a excepción, claro está, de los 3 miembros de este organismo).
Contradictoriamente con este proceso disolutorio del CC-POR, la nueva camada de militantes que se sumó en estos años amplió la influencia en un sector de las masas a través del constante trabajo en el sector salud.
Pero esa “nueva militancia”, no se sumó en los términos ortodoxos que marcan nuestros estatutos. La frontera partidaria fue permeable (¡¡¡por suerte, y por decisión unánime y colectiva!!!) a la penetración de nuevos compañeros y también de “nuevas” ideas, que comenzaron a cuestionar el esquema clásico de “partido-programa”, iniciándose una revisión crítica tanto de la Pautas Programáticas, de la caracterización del período histórico y de la línea política, así como de la concepción de partido.
Notablemente, los camaradas que declaman defender la ortodoxia de dichas pautas y estatutos, toleraron pasivamente esas nuevas incorporaciones, no acercando absolutamente a nadie a la organización. No sólo eso: aprovechando una “mayoría” completamente circunstancial en el Comité Central electo hace casi 7 años, adoptaron el pasado 28 de enero de 2013 una resolución EXPULSIVA de la mayoría de la membresía de la organización, mayoría que se orientaba claramente a una revisión crítica de aspectos importantes de las Pautas Programáticas:
“La mayoría del CC entiende que los compañeros con derecho a “VOZ Y VOTO” son: Armas, Ernesto, Aníbal y Tomás.” (glosado del Acta de la reunión del Comité Central escrita por Tomás Murúa, cuyo texto completo está a disposición como ANEXO).
Aclaramos, ante el obvio asombro del lector: un pequeño grupo de algo más de una docena de compañeros quedaría reducido en cuanto a su capacidad de voto en el Congreso…¡a 4 camaradas! cifra que asegura, simplemente, que las pautas programáticas NO SEAN REVISADAS, ya que los estatutos exigen una mayoría de votos para hacerlo. Y esto después de años de militancia regular de los compañeros excluidos en células de la organización, con una actividad que para nada estuvo por debajo de la que desempeñaron los “DIRIGENTES” que se atrevieron a tamaña resolución. Cabe simplemente agregar que la “MAYORÍA DEL COMITÉ CENTRAL” los venía considerando como “MILITANTES PLENOS” hasta esta increíble arbitrariedad.
Más allá de su grosero oportunismo, la lógica absurda de Aníbal y Tomás no hay que buscarla en ningún rasgo burocrático ni de defensa de aparato alguno (que de hecho, no existe en el CC-POR) sino en una concepción anquilosada, dogmática y fetichista del “partido-programa”.
Este balance elemental, contundente de la realidad, nos obliga a constatar como agotado el prolongado período de coexistencia en el CC-POR de dos tendencias, para avanzar en la sana división de la organización, para permitir el desenvolvimiento y la potenciación de posibilidades de ambas tendencias.
Reivindicamos ese período antedicho, en el cual ambas tendencias actuamos con el respeto y la valorización de la militancia de la otra, expresando pública y abiertamente las divergencias, en tanto éstas interesan al conjunto de la vanguardia.
Ese período permitió, con las desigualdades lógicas de los diferentes militantes y simpatizantes, una mayor comprensión de las divergencias y de las tareas por hacer.
La ridícula maniobra expulsiva antes citada, quita todo sentido al programado XVº Congreso, así como compartir cualquier espacio “partidario” común con quienes la tomaron. El proceso clarificador de tendencias ya se ha dado de un modo harto suficiente. Los socialistas revolucionarios no podemos perder nuestro tiempo ni nuestras energías en absurdas discusiones acerca de quienes están “habilitados” (¿¡por quiénes!? ¿¡con qué autoridad!?) como “militantes plenos” para votar.
Mantendremos con dichos compañeros las relaciones fraternales acreditadas por muchos años de lucha común. Facilita esta actitud nuestra comprensión de que ellos configuran un producto histórico de esa lógica sectaria y filosóficamente idealista según la cual el DOGMA LO ES TODO, y vale cualquier “sacrificio” (incluso el aislamiento y la soledad más absoluta, expulsando de hecho a la mayoría de los militantes), en “LA TAREA” de su defensa incondicional.
Quienes encarnamos este documento, así como el que propone revisar las Pautas Programáticas, avanzaremos en construir una organización, un plan de trabajo y un régimen de funcionamiento acorde con nuestras ideas y con nuestra práctica militante.
Como un primer paso en este camino, manifestamos que nos sentimos plenamente herederos de la trayectoria, historia y luchas políticas del CC-POR. Reivindicamos nuestra lucha contra el burocratismo sectario del PO (Altamira) así como del POR boliviano (G.Lora). Consideramos un gran logro que cada paso en la construcción se sintetizara en Pautas Programáticas, método y texto que reivindicamos en general. ¡¡¡Pero justamente por eso nos atrevemos a su revisión crítica de cara a la REALIDAD cambiante, sin la cual hasta los mejores textos tienen la esterilidad del papel mojado!!!
Constuctores de un Partido Obrero Revolucionario, se desprende de toda esta Tesis Política que las condiciones históricas y políticas imposibilitan en el corto-mediano plazo la viabilidad de construcción de tal tipo de partido. Por eso (y también para evitar cualquier disputa sobre “nombres, emblemas y honores”, facilitando que los “ortodoxos” vayan hasta las últimas consecuencias con su dogma) NO VAMOS A RETENER EL NOMBRE CC-POR.
Tampoco retendremos el nombre “MASAS” de nuestro periódico. Es más: alguno de nosotros ya lo considera una ridícula herencia que corresponde abandonar. En su momento, fue un nombre “autoimpuesto” por la influencia del POR boliviano, luego de la ruptura con PO. El propio periódico de esa organización del Altiplano definió ese nombre en la década del 60, para subrayar su lucha ideológica y política contra el foquismo gerrillerista de la otra fracción, el “POR-Combate”. Está bueno que el presente registre la historia, pero también corresponde dejar de vivir de las herencias, y construir un camino más coherente con la realidad de hoy, y con la perspectiva futura.
El SOCIALISMO CIENTÍFICO Y REVOLUCIONARIO ha demostrado a lo largo de décadas de existencia qué sólo un abordaje profundamente crítico de su propia existencia lo ha revitalizado.


Documento debatido en enero y febrero de 2013,
consensuado para publicar el 14-2-13

Leenos en: http://www.pormasas.com.ar
Escribinos a: cuarta_internacional@yahoo.com.ar












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