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TROTSKI MAS ALLA DE LAS SECTAS TROTSKISTAS
Por IZQUIERDA NACIONAL -
Thursday, Feb. 21, 2013 at 1:36 PM
Trotsky más allá del dogmatismo de las sectas trotskistas
Gustavo Cangiano
gcangiano/Socialismo Latinoamericano
El 5 de diciembre de 1938 Trotsky escribió un artículo que se publicó más tarde con el título “Problemas de la sección mexicana”. El texto hace referencia a su discusión con el dirigente Luciano Galicia que, al frente de un nutrido grupo de trotskistas mexicanos, le objetaba a su jefe que apoyara al presidente Lázaro Cárdenas, a quien caracterizaban como “burgués” y “nacionalista”.
Los argumentos centrales de Trotsky contra la tendencia ultraizquierdista que predominaba en las filas del trotskismo mexicano (y que hoy predomina en las filas del trotskismo mundial) están en otra parte. En este artículo lo realmente interesante es lo que Trotsky sugiere en relación con ciertas razones “ocultas” que abonarían también la necesidad de apoyar a Cárdenas.
Escribe Trotsky:
“Galicia afirma que la Cuarta Internacional supuestamente intenta obligarlo a funcionar en alianza con la burguesía y el gobierno de México [...]. Supongamos por un momento que, debido a algunas circunstancias especiales, la Internacional decidiera aplicar en México métodos más ‘pacíficos’, más ‘cautelosos’, en beneficio de la lucha internacional. ¿Cómo deberían actuar en ese caso los revolucionarios mexicanos? Tendrían que decidir si la directiva de la Internacional, dictada en función de los intereses generales del movimiento, fue correcta o incorrecta, es decir, si esta directiva sirve al propósito planteado. Pero Galicia y su grupo ni siquiera tratan de explicar por qué la Internacional les ‘impone’ una política que consideran oportunista. No. Dicen que la Internacional hace una inadmisible excepción en el caso de México. Sin embargo, no analizan esta ‘excepción’, no dicen si realmente se debe o no a razones internacionales. En otras palabras, no tratan de ubicarse en una perspectiva internacional.”
Como puede leerse, Trotsky insinúa que es cierto que existen circunstancias especiales que determinan que los trotskistas mexicanos deban ser cautelosos en relación con el gobierno de Cárdenas. Avanza un poco más y dice que esas circunstancias especiales serían razones internacionales, y que los trotskistas mexicanos deberían subordinar sus propias razones nacionales a tales razones internacionales del movimiento en su conjunto.
Estamos entonces ante dos cuestiones que merecen abordarse por separado:
1. ¿Cuáles podrían ser esas razones internacionales que obligarían a los trotskistas a moderar su política respecto a Cárdenas?
2. ¿Es correcto que una organización política de un determinado país subordine su política nacional a las directivas dictadas por intereses internacionales?
Respecto a la primera cuestión, la razón internacional más importante que pareciera haber tenido el trotskismo para cuidar su relación con Cárdenas no es otra que el asilo que éste dio al propio Trotsky, cuando el resto del mundo le cerraba las puertas y cuando Stalin había decidido asesinarlo. Trotsky gustaba de repetir que su propio papel en la política mundial no había sido decisivo en 1917, porque allí estaba Lenin para garantizar el triunfo de la revolución, pero que, muerto Lenin, en él recaía la responsabilidad principal e indelegable de mantener viva la llama revolucionaria del bolchevismo y de enfrentar a la reacción estalinista que había convertido a la URSS en un verdadero infierno para los trabajadores. A partir de esta creencia, es natural pensar que, aun cuando el gobierno de Cárdenas no tuviera los rasgos positivos por él indicados (el enfrentamiento al imperialismo, la nacionalización del petróleo, la reforma agraria, etc.), Trotsky habría llamado a sus partidarios mexicanos a brindarle apoyo o, por lo menos, a no atacarlo. Hay que hacer notar que como la progresividad del gobierno de Cárdenas y las razones de conveniencia político-personal de Trotsky para apoyarlo no son incompatibles, ambas pueden sostenerse sin conflicto alguno. Esto es lo que no entendieron algunos trotskistas como Galicia y el propio Liborio Justo, que terminaría lastimosamente acusando a Trotsky de haberse “vendido a Wall Street” por apoyar a Cárdenas.
La segunda cuestión es de gran importancia metodológica. Un par de meses antes de escribir su artículo contra Galicia, Trotsky publicaba una “Declaración a un periódico cubano” (21/9/38). Allí respondía a sus partidarios de Cuba sobre las relaciones existentes entre una línea política general y su aplicación en determinadas circunstancias concretas. Decía Trotsky: “En política, lo más importante y, en mi opinión, lo más difícil es definir por un lado las leyes generales que determinan la lucha a muerte que se libra en todos los países del mundo moderno, y por el otro descubrir la combinación especial de estas leyes para cada país”
Y remataba sus reflexiones diciendo: “Conozco Cuba muy poco como para permitirme un juicio independiente sobre vuestra patria. Ustedes pueden juzgar mejor que yo si las opiniones arriba expresadas se aplican a la situación de Cuba.”
Se trata de una extraordinaria enseñanza metodológica que los supuestos “trotskistas a lo Galicia” todavía hoy traicionan día tras día, pretendiendo que una instancia organizativa supranacional (a esta altura, patéticas sectas pequeñoburguesas, cuantitativa y cualitativamente irrelevantes, que se esconden tras jeroglíficos de siglas) decida la política concreta (la aplicación concreta de los principios generales) en países tan disímiles como Francia, Argentina o Libia. Jorge Spilimbergo, desde la perspectiva del socialismo revolucionario de la Izquierda Nacional, identificó esta aberración metodológica advirtiendo que se confunde el internacionalismo teórico-político con el internacionalismo político-organizativo. El primero es correcto porque deriva de la naturaleza mundializada del orden capitalista, del carácter trasnacional de sus leyes, en tanto que el segundo es erróneo porque no advierte el carácter contradictorio y dialéctico de esa mundialización.
Pero esta apreciación de Trotsky referida a Cuba debería ser examinada con cuidado, puesto que pareciera en primera instancia contradecirse con aquellas “razones internacionales” de las que le hablaba un tanto crípticamente a Galicia .