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Repatrian a la “mujer mono”
Por Fuente: Miradas al Sur - Tuesday, Feb. 26, 2013 at 5:20 PM

Julia Pastrana nació en Sinaloa en 1834 y fue paseada por Europa como un 0bjeto de exhibición. Darwin se interesó por ella y hasta Marco Ferreri le dedicó un film. Una artista logró que sus restos fueran devueltos desde Noruega.

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Los restos de Julia Pastrana, conocida en el siglo XIX como la “mujer mono” y exhibida en ferias en Estados Unidos, Canadá y Europa como una atracción circense propia de la época, descansan en paz en su tierra natal después de una odisea de 150 años.
El cuerpo de esta mujer indígena que nació en 1834 en el estado mexicano de Sinaloa con una deformación genética e hipertricosis –un mal que hace crecer gran cantidad de pelo–, fue enterrado el pasado martes en el cementerio del pueblo Sinaloa de Leyva, con un huipil (un vestido, en lengua náhuatl) bordado con su nombre y cabellos de mujeres indígenas mexicanas, mientras una banda tocaba música tradicional de la región. Antes, se había oficiado una misa en la iglesia local. “Julia Pastrana ha vuelto a casa”, dijo el alcalde Saúl Rubio Ayala. “Ha vuelto a nacer entre nosotros, para que nunca más una mujer se convierta en un objeto comercial”.
Concluía así una larga lucha de más de ocho años entablada por la artista visual Laura Anderson Barbata, cuya obra incluye fotografía, video, dibujo y escultura. Radicada en Oslo, ella conoció la historia y emprendió una batalla legal por lograr la repatriación. “Quería entender por qué mantenían a Julia en una especie de limbo. Ni era sujeto de investigación ni había sido enterrada”, contó al diario mexicano Reforma en 2011.
Satisfecha con haber concluido de la mejor manera su gestión, Anderson eligió destacar que las autoridades noruegas “reconocieron su parte en las faltas a la ética y la integridad a la persona de Julia, y con este gesto muestran el cambio que se puede generar por medio del diálogo. Es complejo el tema, pues de alguna manera heredaron esta situación y, por su parte, durante años no se atendió de manera seria, sino hasta ahora”, dijo. Y añadió que la conciencia de organismos e instituciones puede cambiar a través de esfuerzos de individuos.
La universidad donde desde 1997 habían permanecido los restos de Julia entregó -en la ceremonia de “despedida” realizada en la capilla del hospital de la institución académica- un programa de mano que dice que con esta repatriación tienen “la esperanza de que ella pueda finalmente ser enterrada de una manera digna y respetuosa”. Allí la embajadora mexicana en Dinamarca, Martha Bárcena Coqui, recibió formalmente el ataúd. “Ustedes saben que tengo sentimientos encontrados”, dijo la embajadora. “En un sentido, creo que ella tuvo una vida muy interesante y quizá disfrutó visitar y viajar y ver todos esos lugares, pero al mismo tiempo creo que debió haber sido muy triste haber viajado a todos esos lugares pero no como un ser humano, sino como una exhibición, algo extraño”.
Jan Bjaalie, que encabeza el Instituto de Ciencias Médicas Básicas en la Universidad de Oslo, dijo que estaba feliz de finalmente poder darle algo de sentido a esta historia. “Hoy, es casi incomprensible que un circo utilice cuerpos para propósitos de entretenimiento. El suyo fue usado de una manera que hoy reprobaríamos por completo”, expresó. Antes del acto, Laura Anderson y el doctor Nicholas Márquez-Grant, investigador asociado de la Universidad de Oxford, fueron las únicas personas que la vieron para confirmar sus restos y atestiguar su estado. “Está completa”, aseguró Laura. Se había dicho que había perdido sus extremidades luego de un robo en esta universidad, pero no es así. “Sí tiene sus extremidades, está completa. Un brazo sí estaba desprendido, pero estaba completo y se veía el hueso en la parte de arriba”, dijo. Además comentó que Pastrana “está maltratada y deteriorada por el tiempo y todo lo que ha experimentado su cuerpo”.
En paralelo a la restitución, el Instituto Nacional de Medicina Genómica de México (Inmegen) ofreció a la universidad noruega colaborar en un proyecto en el que también participa un investigador de Oxford, cuyo fin es elaborar la secuencia del genoma de Pastrana y determinar las causas de su enfermedad. Esta repatriación representa un símbolo de un movimiento más amplio entre los museos e instituciones académicas que consintieron devolver restos humanos acumulados durante la colonización europea de América Latina, África y Asia.
Cientos de miles de restos han abandonado instituciones culturales en Estados Unidos, Europa y Australia desde que empezó esta masiva repatriación a finales de la década de 1980, cuando una nueva generación de antropólogos y curadores arqueólogos comenzaron a debatirse por los legados coloniales de sus disciplinas.

UNA HISTORIA PARTICULAR. En sus gestiones para convencer a las autoridades noruegas, Anderson Barbata supo que Pastrana fue bautizada en la religión católica y que en su juventud había trabajado como sirvienta para importantes familias de Sinaloa, pero no queda claro cómo llegó a Estados Unidos. Algunas fuentes aseguran que fue comprada por Francisco Sepúlveda, administrador de la Aduana de Mazatlán (Sinaloa), y una vez en Nueva York, su intérprete, el estadounidense Theodore Lent, la cortejó y convenció para que se casaran, asumiendo así el control de su vida. Con él recorrió buena parte de Europa en un espectáculo en el que era presentada como “la mujer mono”, “la mujer más fea del mundo” o “la indescriptible”, en el que demostraba sus dotes artísticas bailando y cantando en varios idiomas. Más que un fenómeno, era una artista talentosa que cantaba en inglés, español y francés. “Julia tenía una voz de mezzosoprano, tocaba la guitarra y era bailarina. Se le conocía por su amor al prójimo y por su generosidad a proyectos de beneficencia”, contó la artista. Dado el fenómeno, obviamente atrajo la atención de reputados científicos de la época, e incluso Charles Darwin se refirió en uno de sus libros al caso de esta mujer: “Era una extraordinariamente fina mujer, pero tenía una gruesa barba y frente velluda. Fue fotografiada y su piel puesta en exhibición. Pero lo que nos concierne es que tenía en ambas quijadas, superior e inferior, una irregular doble hilera de dientes. Una hilera colocada dentro de la otra, de lo cual el doctor Purland tomó una muestra. Debido al exceso de dientes su boca se proyectaba y su cara tenía la apariencia de la de un gorila”.
Su huela cultural no termina ahí: un siglo después inspiró la película italiana La donna scimmia (La mujer simio, titulada en castellano Se acabó el negocio), dirigida por Marco Ferreri y protagonizada por Ugo Tognazzi y Annie Girardot.
Julia Pastrana nació en 1834, en algún lugar no precisado de Sinaloa. Fue encontrada en brazos de una muchacha llamada simplemente Espinosa, que pertenecía a una tribu de indios americanos y de la cual se separó por razones desconocidas. Esta mujer sostenía que la pequeña (entonces de unos dos años de edad) no era su hija; pero siempre demostró tenerle un gran afecto. La rara enfermedad que caracterizaba a la menor hacía que le brotara cabello lacio en todo el cuerpo. Tenía además la nariz y los labios muy grandes, y una hilera doble de dientes. Espinosa se casó, y bautizó a la niña con el nombre que sería conocida por el resto de su vida. Falleció a los 26 años tras dar a luz a su hijo, que nació con la misma enfermedad y murió poco después. Su esposo vendió ambos cuerpos a la Universidad de Moscú, aunque luego los recuperó y continuó haciendo giras para exhibirlos por todo el continente.
Los restos fueron comprados en 1921 por el empresario noruego Haakon Lund, dueño del mayor parque de atracciones del país, que continuó mostrándolos durante décadas hasta que las críticas a semejante “espectáculo” lo obligaron a concluirlo. Así los restos acabaron en un depósito. De ahí fueron robados en 1976 y recuperados por la Policía noruega, aunque sólo el cuerpo de Julia estaba en condiciones para ser trasladado al Instituto de Medicina Forense de Oslo.
Años después, fue trasladado a una ubicación mejor en el Instituto de Ciencias Médicas Básicas. Las autoridades noruegas conservaron esos restos como sujeto de investigación científica pero en 2008 reconocieron que nunca se había realizado estudio alguno. Finalmente, luego que las autoridades mexicanas realizaran una petición formal, el Comité Nacional para la Evaluación e Investigación en Restos Humanos de Noruega decidió finalmente devolver el cuerpo. La socióloga cultural inglesa Tiffany Jenkins, autora del libro Impugnación de restos humanos en colecciones de museo: la crisis de la autoridad cultural y una de la mayores expertas globales en el tema resumió el sentido de este hecho en una frase. “Es el símbolo de una disculpa.” .

Los huesos del genocidio indígena, en La Plata
La restitución de restos arqueológicos de los pueblos originarios argentinos, parte de las colecciones de distintos museos nacionales de ciencias naturales, sigue en debate aunque existe un marco legal que lo reglamenta y avala. La ley nacional 25.571, sancionada en 2001, establece que “los restos mortales aborígenes (sic) deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades que los reclamen”. Además menciona que si permanecen en los museos “deben ser tratados con el respeto y consideración que se brinda a todos los cadáveres humanos”. En mayo de 2010, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reglamentó la ley mediante el decreto 701/10 y dispuso que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) sea el encargado de “coordinar, articular y asistir” las restituciones de los restos. En este contexto, la acción directa del colectivo Guias (una organización autoconvocada de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata que integra la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina), resultó decisiva para que se lograra que dejaran de ser exhibidos en las vitrinas del Museo de la capital bonaerense. El objetivo del colectivo es, según se presentan, “terminar con su cosificación como sujeto colonizado y sometido, integrarlo en el contexto histórico identificándolo como sujeto social, definiendo el verdadero carácter de su lucha de resistencia, y entendiendo ésta como un conflicto entre iguales.” Por su acción, hubo tres restituciones importantes de la institución platense: en 1994 se devolvieron los restos del cacique mapuche Inakayal; en 2001 del cacique ranquel Panguitruz Guor (Mariano Rosas); y en 2010 de la niña Aché Kryygi (Damiana), junto el cráneo de un hombre Aché N.N. “Hubo un proceso de cosificación de las personas por el cual se las fue convirtiendo en objetos: en un cráneo, en un cuero cabelludo, en un esqueleto, etc. Nuestro trabajo consiste en descosificarlos, devolverles sus identidades como sujetos de derecho para que puedan ser devueltos a sus comunidades y enterrados, o lo que su pueblo disponga”, indicó Fernando Miguel Pepe, coordinador del colectivo Guias.

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