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¿Quiénes están detrás del acaparamiento de tierras en el mundo?
Por LibreREd - publica Clau((i)) -
Saturday, Mar. 02, 2013 at 9:59 AM
Una mirada a algunas de las personas
que buscan llevar a cabo o apoyan los grandes acaparamientos de tierras
agrícolas a nivel mundial.
Todos los días
hay noticias sobre empresas que están comprando tierras agrícolas. Los
gigantes del aceite de palma de Malasia comprando plantaciones en
África Occidental. Los banqueros de Wall Street apoderándose de ranchos
ganaderos en Brasil. Hombres de negocios sauditas firmando acuerdos
sobre tierras en Filipinas. La última recopilación de datos sobre
acaparamiento de tierras señala que, desde el año 2007, un promedio
anual de 10 millones de hectáreas de tierra han sido acaparadas por
compañías extranjeras.
El asunto es que un pequeño número de
personas están apoderándose, cada vez más, de las tierras agrícolas del
mundo y del agua asociada a ellas, dejando poco o nada a los demás. En
la medida que el mundo se hunde cada vez más en una crisis alimentaria,
estos nuevos terratenientes serán quienes tendrán el dominio sobre
quiénes comen y quiénes no y sobre quiénes se beneficien y quiénes
perezcan en el sistema alimentario.
El acaparamiento mundial de tierras
de cultivo está ocurriendo sólo porque existen personas dedicadas a
ello. El número de acaparadores de tierras es pequeño, en contraste con
el gran número de personas desplazadas como consecuencia de su
accionar. En su mayoría son hombres, casi todos con experiencia en
empresas de agro negocios o bancos. Algunos de ellos se ubican en altos
niveles de gobiernos y agencias intergubernamentales y, a veces, en los
más altos niveles. Operan desde los grandes centros financieros del
mundo y frecuentemente se encuentran en reuniones de inversionistas en
tierras de cultivo, ya sea en Singapur, Zanzíbar o la ciudad de Nueva
York.
Pensamos que levantar un poco el velo
del secreto sobre quiénes son estas personas, podría aportar al debate
sobre acaparamiento de tierras. Por eso, hemos organizado una
presentación de diapositivas que informa sobre algunos de aquellos que
han estado realizando o apoyando el acaparamiento de tierras de cultivo.
Se trata de un grupo emblemático de
acaparadores de tierras, no de una nómina exhaustiva, Saber quiénes
están involucrados puede también ayudarnos a presionar a los
acaparadores de tierras para que se detengan. A continuación, les
ofrecemos los perfiles de algunas de las personas que están efectuando
o financiando grandes acaparamientos de tierras agrícolas alrededor del
mundo.
Jean-Claude
Gandur (Suiza), Propietario de Addax Bioenergy
En abril del
2012, los agricultores de Sierra Leona se reunieron en una asamblea de
comunidades afectadas por las grandes inversiones extranjeras en
tierras. Muchos participantes apuntaron al proyecto de 10.000 hectáreas
de caña azucarera operado por Addax Bioenergy, una empresa de etanol
propiedad del multimillonario suizo Jean-Claude Gandur.
“Hemos sido expulsados de nuestras
tierras sin compensación”, señaló Zainab Sesay, una mujer campesina del
área del proyecto. “Ahora no tengo tierra. El hambre está matando
gente. Debemos comprar arroz para sobrevivir porque ahora no lo
producimos.” indicó Zainab Kamara, otra campesina desplazada por el
proyecto Addax.
En su oficina central en Ginebra,
rodeado de su impresionante colección de arte y antigüedades, Gandur
cuenta una historia diferente explicando a los reporteros que este
proyecto cumple con los estándares sociales y ambientales definidos por
el Banco de Desarrollo Africano, la Corporación Financiera
Internacional del Banco Mundial y la Unión Europea. En efecto, más de
la mitad de los costos del proyecto de la compañía están cubiertos por
bancos para el desarrollo. “Es por eso que no me siento culpable de
hacer nada inmoral,” explica Gandur.
“Hemos sido expulsados de nuestras
tierras sin compensación”, señaló Zainab Sesay, una mujer campesina del
área del proyecto. “Ahora no tengo tierra. El hambre está matando
gente. Debemos comprar arroz para sobrevivir porque ahora no lo
producimos.” indicó Zainab Kamara, otra campesina desplazada por el
proyecto Addax.
En su oficina central en Ginebra,
rodeado de su impresionante colección de arte y antigüedades, Gandur
cuenta una historia diferente explicando a los reporteros que este
proyecto cumple con los estándares sociales y ambientales definidos por
el Banco de Desarrollo Africano, la Corporación Financiera
Internacional del Banco Mundial y la Unión Europea. En efecto, más de
la mitad de los costos del proyecto de la compañía están cubiertos por
bancos para el desarrollo. “Es por eso que no me siento culpable de
hacer nada inmoral,” explica Gandur.
Gandur construyó su fortuna, estimada
en 2.000 millones de dólares, comerciando materias primas y comprando
concesiones de petróleo en Nigeria y otros países africanos. En el año
2009, vendió su participación en el negocio petrolero y volcó su
atención hacia las tierras agrícolas en el continente. El combustible
es aún su centro de interés, pero ahora es el etanol y no el petróleo.
Para su primer gran proyecto, Gandur
eligió Sierra Leona, un país devastado por la guerra y donde la
desnutrición afecta a un tercio de la población. Este es un lugar
controversial para cultivar caña de azúcar para la producción de etanol
de exportación. La compañía no sólo ha tomado posesión de 10.000
hectáreas de tierra y bosque “fértil y con buen riego” desplazando la
producción de alimentos, sino que también les ha quitado el acceso al
agua a los agricultores río abajo. La plantación de caña de la compañía
utilizará el 26% del caudal del río más grande de Sierra Leona durante
los meses secos, de febrero a abril.
Gandur ha dicho que su proyecto de
etanol, que estará en plena operación en el año 2013, es “una buena
forma de retomar la agricultura en África”. ¿Pero, bueno para quién?
El grupo suizo Brot für Alle (Pan
para Todos), que realizó un análisis financiero básico de la empresa,
llegó a la conclusión que Addax llevaría a casa un retorno anual de 53
millones de dólares, cerca de un 98% del valor agregado por el
proyecto. Los más de 2.000 trabajadores mal pagados de la empresa sólo
recibirán el 2% del valor, en tanto que los dueños de la tierra que han
arrendado sus campos a la compañía, recibirían apenas un 0,2% del valor
agregado. Brot für Alle (Pan para Todos), señala que, en total, el
proyecto pagará menos de 1 dólar mensual a cada una de las personas
afectadas con el proyecto.
José Minaya (EEUU), Director
General del fondo Teachers Insurance & Annuity Association –
College Retirement Equities Fund (TIAA-CREF)
Trabajo
esclavo, robo de tierras indígenas, destrucción de bosques y sabanas,
son algunos de los sellos distintivos de la industria brasileña de caña
de azúcar.
Actualmente, gracias a la afluencia
de dinero en efectivo desde el extranjero, la industria ha prosperado
como nunca antes. Durante los últimos diez años, el área dedicada a la
caña de azúcar en Brasil casi se ha duplicado, pasando de 4,8 a 8,1
millones de hectáreas, el equivalente a 1.000 hectáreas de tierra
convertidas en plantaciones de caña diariamente. La mayor parte de esta
expansión está teniendo lugar en una sabana biodiversa, que es el hogar
de alrededor de 160.000 especies de plantas y animales, muchas de ellas
en peligro de extinción.
Los trabajadores brasileños también
están pagando los costos: la industria de la caña es una de las más
peligrosas, explotadoras y mal pagadas en las cuales trabajar. Y, en la
medida que la caña de azúcar se expande, la tierra pasa de la
producción de alimentos a las manos de los barones brasileños del
azúcar, en un país donde el 3% de la población ya concentra en sus
manos casi dos tercios de la tierra arable.
Los maestros y profesores en los
Estados Unidos quizás no lo sepan, pero sus ahorros para la jubilación
están siendo usados para lucrarse de la expansión de las plantaciones
de caña de azúcar en Brasil. Bajo la conducción del actual Director
General, José Minaya, TIAA–CREF, con sede en Nueva York y la
administradora de fondo de pensiones para maestros y profesores más
grande de Estados Unidos, ha canalizado cientos de millones de dólares
a un fondo que adquiere tierras de cultivo brasileñas y las convierte
en plantaciones de caña de azúcar.
El fondo se llama Radar Propiedades
Agrícolas. Fue creado por el productor de caña de azúcar más grande del
Brasil, Cosan, para identificar propiedades en Brasil que pudieran
adquirirse a precios bajos, convertirlas principalmente en plantaciones
de caña de azúcar y, en pocos años, venderlas con beneficios. Cosan,
que es dueña del 19% del fondo, administra las inversiones del fondo y
mantiene la primera opción para adquirir tierras antes que Radar las
ponga en el mercado. El otro 81% del fondo es de propiedad de TIAA–CREF
a través de su holding brasileño, Mansilla. A fines del año 2010, Radar
gastó 440 millones de dólares para adquirir más de 180 propiedades
agrícolas en Brasil, lo que suma 84.000 hectáreas, y tiene planes para
gastar otros 800 millones de dólares para adquirir, en el futuro
cercano, 60 propiedades agrícolas más, totalizando 340.000 hectáreas.
El portafolio de tierras agrícolas de
TIAA–CREF se extiende mucho más allá de Brasil. Desde el 2007, la
compañía ha gastado 2.500 millones de dólares en propiedades agrícolas
en todo el mundo convirtiendo cientos de miles de hectáreas en
Australia, Polonia, Rumanía y Estados Unidos en fincas industriales a
través de su subsidiaria, el Westchester Group.
El lema de TIAA–CREF, sin embargo, es
“Servicios Financieros para el Bien Común” y, en el 2011, se unió a
siete inversionistas institucionales europeos para lanzar los
Principios de las Tierras de Cultivo, un conjunto de cinco principios
que compromete a los firmantes a no involucrarse en acuerdos sobre
tierras de cultivo que dañen el medio ambiente o violen los derechos
laborales o humanos, o los derechos sobre tierras o recursos. La
experiencia sugiere que TIAA-CREF puede ser presionada para
desvincularse del acaparamiento mundial de tierras agrícolas.
Recientemente ha retirado inversiones en empresas que operan en Darfur
y, actualmente, es el objetivo de una campaña nacional para lograr su
desvinculación de empresas que se benefician de la ocupación israelí de
tierras palestinas.
Sai Ramakrishna Karuturi
(India), Gerente General y fundador de Karuturi Global Ltd
Cuando se habla de
acaparamiento de tierras en África, un nombre que se repite a menudo es
“Karuturi”. Sai Ramakrishna Karuturi, el “Rey de las Rosas” de la
India, hizo su fortuna cultivando rosas en África Oriental para los
mercados europeos. Actualmente está invirtiendo esos beneficios en su
próximo gran proyecto en África: la producción de alimentos.
Karuturi tiene grandes ambiciones.
Quiere establecer operaciones agrícolas en más de 1 millón de
hectáreas, principalmente en el sur de África, para producir maíz,
arroz, caña de azúcar y palma aceitera. “En 5 a 10 años más, me
gustaría ser visto y comparado con colegas como Cargill o ADM o los
Bunges del mundo” ha dicho. Hasta hora, ha tomado control de 311.700
hectáreas en Etiopía y está negociando otras 370.000 en Tanzania.
Además, planea un proyecto agrícola en la República del Congo y
explotaciones frutales y hortícolas en Sudán, Mozambique y Gana.
Karuturi llama a las tierras de
cultivo africanas “oro verde”. Es fácil ver por qué. Para cada hectárea
que dedica a la producción de arroz en su propiedad agrícola de
Gambela, Etiopía, está proyectando un beneficio anual de 650 dólares.
Anualmente, su empresa pagará por la tierra, el trabajo y el agua que
se utiliza, sólo 46 dólares por hectárea.
Sin embargo, las habilidades de
Karuturi como agricultor son cuestionables. Su primera cosecha de maíz
en Gambela fue destruida por una inundación que anegó su sistema de
riego causando daños por un valor de 15 millones de dólares y
requiriendo otros 15 millones adicionales para reforzarlo. Sin poder
poner todas las tierras en producción a tiempo, intentó subarrendar
parcelas a agricultores de la India sobre la base de reparto de los
ingresos, lo que provocó problemas con el gobierno etíope. Cuando
varios cientos de trabajadores indios llegaron al aeropuerto de Adís
Abeba, a fines de 2011, identificándose como operadores de maquinaria
para la explotación agrícola de Karuturi, el gobierno de Etiopía los
devolvió.
Las operaciones de Karuturi están muy
involucradas en conflictos de tierras, especialmente en Gambela. Según
un informe del Human Rights Watch del año 2012, el gobierno etíope
relocalizó por la fuerza a 70.000 personas oroginarias de Gambela
occidental en nuevos villorrios que carecen de alimento adecuado,
tierras de cultivo, cuidados de salud o infraestructura educacional,
con el fin de facilitar los proyectos agrícolas de gran escala de
inversionistas extranjeros, incluido Karuturi.
El informe señala que cultivos
pertenecientes a comunidades locales Anuak fueron arrancados sin
consentimiento para facilitar las operaciones de Karuturi y que a los
residentes de Ilea, un pueblo de más de 1.000 habitantes en el área
concesionada a Karuturi, el gobierno etíope les comunicó que serían
trasladados durante 2012 como parte de su “programa de villorrios”.
Karuturi, sin embargo, niega cualquier conexión entre las actividades
de su compañía y el programa de villorrios y señala que el informe es
una “basura” y “una visión occidental totalmente prejuiciada”. Incluso
niega que exista el programa de villorrios.
Calvin Burgess (EEUU),
Gerente General de Dominion Farms
Calvin Burgess
llegó a Estados Unidos desde Canadá en el año 1976 e inmediatamente
entró en el negocio de la construcción.
Rápidamente se hizo de un pequeño
imperio participando en todo tipo de proyectos, desde inmuebles hasta
prisiones, desde fábricas mexicanas de calcetines hasta explotaciones
porcinas.
Al acercarse a los 60 años de edad,
Burgess sintió que era tiempo de hacer algo “importante” en vez de sólo
“vivir una buena vida y morir como un tipo rico”. De manera que,
inspirado en las historias de una mujer de su iglesia que había vivido
un tiempo en Kenia, decidió ir allí y ver cómo podía lograr algún
impacto. Según Burgess, “Dios tiene planes para cada persona y yo pensé
que quizás esto era parte de su plan para mí”.
Burgess se instaló en el occidente de
Kenia, en un lugar llamado Yala Swamp. Su idea: establecer la finca
arrocera más grande de África – Dominion Farms – en 7.000 hectáreas que
adquirió bajo un contrato de arriendo por 25 años, renovables. Pero hay
un inconveniente: miles de personas viven, cultivan y crían ganado en
la misma tierra y dependen de la misma fuente de agua que esta
explotación.
Dominion Farms ocupa el 40% de Yala
Swamp, sin embargo, el embalse que la compañía construyó para regar sus
campos de arroz inundó una superficie mucho mayor e hizo prácticamente
imposible la crianza de ganado a las comunidades locales. Los
residentes en el área señalan, además, que el proyecto de Burgess
impide su acceso al agua potable y, a causa de la fumigación aérea
frecuente con fertilizantes y pesticidas, ellos y sus animales se están
enfermado.
De manera que los habitantes del área
han visto pocos beneficios: unos pocos cientos de trabajos mal pagados
y unos paquetes de compensación de aproximadamente 60 dólares por hogar
para aquellos que se van del área. No es de extrañar, entonces, que la
gente esté molesta y exija que Burgess y su empresa empaquen sus cosas
y se vayan. En agosto de 2011, Burgess presentó una denuncia a la
policía alegando que los manifestantes habían efectuado amenazas contra
su vida. “Cuando uno trata de ayudar a esta gente, todo lo que hacen es
quejarse”, señala Burgess.
Impertérrito con la oposición en
Kenia, Burgess se está expandiendo a Nigeria, donde ha adquirido 30.000
hectáreas en el Estado de Taraba, con el apoyo del ex Presidente
Olusegun Obasanjo. En el año 2009, Burgess anuncio que también tenía
inversionistas interesados en replicar su modelo de explotación
agrícola de Kenia en 17.000 hectáreas ubicadas en Liberia.
C “Siva” Sivasankaran
(India), Gerente General, Siva Group
C. Sivasankaran
es uno de los hombres más ricos de la India, con un patrimonio neto de
más de 4.000 millones de dólares.
Hizo la mayor parte de su fortuna
siendo pionero en las ventas a precios rebajados de computadores
personales, redes de telefonía móvil y servicios de internet de banda
ancha en India.
Sivasankaran mantiene un bajo perfil
público y rara vez da entrevistas públicas. Se dice que tiene “un
enfoque de big bang a la vida” y se le conoce por viajar por el mundo
usando su gran flota de aviones y yates privados, alojándose en las
suites presidenciales más caras.
Últimamente, Sivasankaran ha
desarrollado un interés por las tierras agrícolas. Empezó adquiriendo
importantes participaciones en varias empresas hindúes que han estado
adquiriendo tierras de cultivo en el extranjero: un 12% de
participación en Ruchi Soya, que tiene un contrato de arriendo de largo
plazo, por 50.000 hectáreas, en Etiopía; un 10% de participación en KS
Oils, que posee 56.000 hectáreas para producir aceite de palma en
Indonesia; y 3% de participación en Karuturi Global, que tiene una
concesión de 30.000 hectáreas de tierra en Etiopía.
El aceite de palma parece ser el
producto favorito de Sivasankaran. En el año 2010, compró una
participación minoritaria en Feronia, una compañía canadiense que
adquirió 100.000 hectáreas para la producción de aceite de palma y soya
en la República Democrática del Congo y luego, estableció una empresa
conjunta con la London’s Equatorial Palm Oil, tomando control del 50%
de las 170.000 hectáreas de la compañía en Liberia.
Actualmente, Sivasankaran está
ingresando más directamente en el sector. Creó la Biopalm Energy, una
filial de su empresa con sede en Singapur, Siva Group, y rápidamente se
hizo de 200.000 hectáreas en Camerún y 80.000 hectáreas en Sierra Leona
para producir aceite de palma y exportarlo a la India, donde será
refinado y vendido.
“Soy una usuaria de la tierra
comunitaria, vivo de la agricultura”, señala una mujer del distrito
Pujehun de Sierra Leona, donde Siva se ha apoderado tierras. “Pero
ahora, los inversionistas, esa empresa Biopalm [del Grupo SIVA] ha
llegado y el Jefe Supremo les ha entregado toda la tierra, incluso la
tierra que uso para cultivar, para recolectar leña, para las hierbas
medicinales, para todo. Ahora todo se ha ido. No tengo nada.”
En resumen, Siva tiene en su poder
756.000 hectáreas de tierras agrícolas, 670.000 de ellas en África
Neil Crowder (Reino Unido),
Gerente General de Chayton Capital
Neil Crowder,
quien se describe a sí mismo como “un ciudadano norteamericano bien
educado quien, hace cuatro años atrás, no era capaz de localizar Zambia
en un mapa”, dejó Goldman Sachs para cofundar Chayton Capital, un fondo
de capital privado que ha gastado 300 millones de dólares en
iniciativas agroindustriales en seis países africanos.
El proyecto piloto está en Zambia,
donde arrendó 20.000 hectáreas en Mkushi, a 14 años plazo. Su intención
es concentrar sus tierras en una sola operación llamada “Chobe
Agrivision”, dentro de un radio de 50 Km.
Crowder dice que el legado de su
empresa será “enseñar a los africanos las últimas técnicas de cultivo”,
antes de retirarse con un “18% de retorno de la inversión en dinero
efectivo”.
“No quiero defender el acaparamiento
de tierras y por supuesto que nosotros no estamos haciéndolo”, señala
Crowder. “Mi opinión es que África necesita modernizar su agricultura”.
Sin embargo, los agricultores locales
dicen que aún queda por ver los beneficios de la granja de Chayton
Capital o de otras granjas comerciales del área. “Hasta ahora, no nos
han ayudado”, señala Brighton Marcokatebe, un agricultor de la
localidad vecina de Asa.
En el evento que el descontento entre
los agricultores locales se convirtiera, algún día, en demandas por las
tierras bajo el control de Chayton, Crowder se ha protegido al
respecto. “El Banco Mundial ha protegido nuestros activos contra
riesgos políticos”, explica Crowder. “Pagamos una prima de seguro y nos
protegen contra expropiaciones. Nuestro seguro contra riesgos políticos
nos protege ante disturbios civiles.”
Michael Barton (Reino Unido),
Fundador y Jefe de Finanzas de Farm Lands of Africa (Tierras Agrícolas
de África)
Michael Barton le tomó gusto a los
beneficios que pueden lograse con las tierras agrícolas durante los
cinco años que fue Presidente de New Hibernia Investments Ltd, una
compañía creada por el corredor de propiedades inglés, Mark Keegan,
para comprar propiedades agrícolas en Argentina. Cuando la empresa de
Keegan vendió sus granjas con un tremendo beneficio en 2008, él y
Barton dirigieron su atención hacia África.
Reclutaron a un ex alto oficial de la
armada británica, el General Sir Redmond Watt y a Cherif Haidara, un
lobista malí muy relacionado con los círculos internos de poder de
África Occidental. Se centraron en Guinea, un país controlado por una
dictadura corrupta con millones de hectáreas de tierra agrícola.
Haidara, quien quedó a cargo de los fondos mineros de Guinea en octubre
de 2009, ya había ayudado a la empresa británica Sovereign Mines of
Guinea, con la que estaba relacionado Keegan, a obtener cinco
concesiones de oro con un total de 3.600 km cuadrados en las áreas
ricas en oro del país.
En esa época, Guinea estaba pasando
un momento político complicado. Lansana Conté, el dictador desde 1984,
había muerto en diciembre del 2008 y había sido reemplazado rápidamente
por una junta militar. La Junta mantuvo el poder desde el 24 de
diciembre de 2008 hasta el 21 de diciembre del 2010, con dos
presidentes en el proceso. Fue durante este periodo que el equipo de
Barton consiguió los acuerdos sobre tierras agrícolas.
El 16 de septiembre de 2010, con el
brigadier general Sékouba Konaté en el poder, Barton, a través de una
empresa de reciente creación llamada Farm Lands of Guinea (actualmente
Farm Lands of Africa – FLA), firmó dos acuerdos con el Ministro de
Agricultura de Guinea.
Estos acuerdos dieron a Land
&Resources, la filial de FLA en Guinea y propiedad en un 10% del
gobierno de Guinea, el arriendo por 99 años de más de 100.000 hectáreas
de tierra agrícola. A través de un protocolo posterior, firmado el 25
de octubre de 2010, mientras Konaté aún estaba en el poder, la empresa
de Barton se comprometió a censar y mapear casi 1,5 millones de
hectáreas para “prepararlas para su desarrollo por terceros, bajo el
régimen de arriendo por 99 años.”
FLA sostiene que, como compensación,
el Ministro de Agricultura le entregó los derechos exclusivos de
comercialización sobre las tierras “con una comisión de 15% pagadera al
finiquitar las ventas.” En suma, los tres acuerdos dieron a FLA el
control de 1.608.215 hectáreas, equivalente al 11% de la tierra
agrícola de Guinea. A fines del año 2011, FLA informó que sus
representantes habían estado prospectando tierras en Sierra Leona y
Gambia y que habían identificado, junto con el Ministro de Agricultura
de Mali, 10.000 hectáreas en la región de Office du Niger.
Eduardo Elsztain
(Argentina), Presidente de Cresud
“Antes teníamos
cultivos y vacas y frutales”, dice Sofía Gatica, de la comunidad de
Ituzaingó, Argentina. “Pero ellos destruyeron todo esto y plantaron
soya transgénica. Ahora, cuando fumigan la soya, también nos fumigan a
nosotros.”
La hija de Sofía Gatica murió a los
tres días de nacer por una falla renal causada por la exposición a los
agrotóxicos fumigados sobre las plantaciones de soya que rodean su
comunidad. La tasa de cáncer en Ituzaingó es 40 veces mayor al promedio
nacional.
Esta es sólo una de las tantas
comunidades que han sido devastadas por el auge masivo de la producción
de soya en Argentina, que siguió a la introducción de las semillas de
soya transgénica Monsanto resistentes al herbicida glifosato. Cada año
en Argentina, más de 50 millones de galones de agrotóxicos son
fumigados en forma aérea sobre los cultivos de soya.
La desgracia de unos ha sido la
bonanza de otros. Uno de los grandes ganadores con el auge de la soya
ha sido el hombre de negocios argentino Eduardo Elsztain, el mayor
propietario de tierras de cultivo del país y uno de los mayores
productores de soya genéticamente modificada.
En la década de 1990, George Soros
apoyó financieramente a Elsztain en la compra de una propiedad
subvaluada en Argentina, a través de su empresa familiar IRSA.
Rápidamente ganaron millones y decidieron usar parte de las ganancias
para adquirir Cresud, una empresa propietaria de alrededor de 20.000
hectáreas de tierras de cultivo.
Con otra inyección importante de
dinero por parte de Soros y la oferta pública en la bolsa de Buenos
Aires, Cresud expandió dramáticamente sus propiedades agrícolas.
A fines de 1998, era dueña de 26
fincas con una superficie de 475.098 hectáreas. Cuando Soros vendió sus
intereses en Cresud e IRSA, en 1999, Elsztain encontró otros
mutimillonarios para reemplazarlo, tales como Michael Steinhardt,
operador de fondos de cobertura en Wall Street y, el magnate canadiense
Edgar Bronfman.
Actualmente, Cresud acumula 628.000
hectáreas de tierras de cultivo en Argentina, en su mayoría destinadas
a la producción de soya transgénica y ganado. La compañía también
mantiene un plantel de engorda de ganado (feedlot) en la Patagonia como
parte de una empresa conjunta con la norteamericana Tyson, la empresa
de carne más grande del mundo. Elsztain está exportando agresivamente
el boom de la soya a países vecinos.
En los años recién pasados, las
filiales de Cresud han adquirido 17.000 hectáreas en Bolivia, 142.000
en Paraguay y 175.000 en Brasil, principalmente para la producción de
soya. Las actuales propiedades agrícolas de Cresud suman más de 962.000
hectáreas.
Susan Payne (Canadá),
Gerente General, Emergent Asset Management
Susan Payne es
una canadiense que trabajó para JP Morgan y Goldman Sachs antes de
embarcarse, con su marido británico David Murrin, en la tarea de tomar
posesión de grandes extensiones de tierras agrícolas fértiles en África.
Payne y la empresa británica de
Murrin, la Emergent Asset Management, establecieron African
Agricultural Land Fund (Fondo de Tierras Agrícolas Africanas) en el año
2007 y, desde entonces, han adquirido al menos 30.000 hectáreas en
Sudáfrica, Zambia, Mozambique, Swazilandia y Zimbawe. Aseguran que su
compañía es el mayor fondo agrícola en África.
Payne habla a menudo del trabajo
pionero que está realizando al invertir en tierras agrícolas africanas.
Algunos pueden atemorizarse ante los riesgos inherentes de apropiarse
de tierras fértiles en los países africanos -donde el hambre y los
conflictos son abundantes – y luego traer sudafricanos blancos para
administrar las fincas. Sin embargo, Payne y los que la apoyan, tales
como el Banco Toronto Dominion de Canadá, esperan grandes ganancias.
Payne ha indicado que los inversionistas en Emergent obtendrán retornos
anuales de alrededor de 25%.
En octubre del 2011, el equipo
formado por marido y mujer anunció que se estaban separando y
dividiendo Emergent. Murrin tomó posesión de Emergent Asset Management,
mientras Payne tomó posesión de Emvest, la empresa conjunta con el
Grupo RusselStone de Sudáfrica, que dirige la empresa de Emergent –
African Agriland Fund – y sus explotaciones agrícolas.
Dr. Hatim Mukhtar (Arabia
Saudita), Gerente General, Foras International Investment Company
Hatim Mukhtar, algún día podría
presidir la mayor explotación de arroz del planeta. Su compañía, Foras
International, está en plena implementación de un plan para producir 7
millones de toneladas de arroz en 700.000 hectáreas de tierra de riego
en África. En el año 2008, Foras empezó con una explotación piloto de
arroz en 2.000 hectáreas en Mauritania, luego arrendó 5.000 hectáreas
en Mali, en Office du Niger y firmó un acuerdo provisorio por 5.000
hectáreas en Senegal, en el valle del río Senegal. El estudio piloto en
Mali está terminado y Foras pretende aumentar sus operaciones a 50.000
o 100.000 hectáreas. En los tres países ya ha habido tensos conflictos
debido al acaparamiento de tierras en gran escala.
Foras está lejos aún de su meta de
700.000 hectáreas, pero Mukhtar ha firmado una gran cantidad de
acuerdos que ponen a su empresa muy arriba en la lista de
terratenientes a nivel mundial. Desde el año 2010, Foras se ha
apropiado de 126.000 há en el Estado Sennar de Sudán, a lo largo del
río Nilo, firmó un acuerdo con el gobierno del Estado de Katsina,
Nigeria, por un proyecto agrícola de 100 millones de dólares que se
iniciará con una explotación piloto de 1.000 hectáreas y está en
negociaciones con el gobierno de la República Rusa de Tatarstán por
10.000 hectáreas.
También está avanzando con un
proyecto de 22 millones de dólares para construir una enorme granja
avícola, verticalmente integrada, cerca de Dakar, Senegal, la que
producirá 4,8 millones de aves al año. Dos empresas que Mukhtar
contactó en un foro de negocios en Sarajevo, han sido contratadas para
desarrollar sus proyectos avícolas y ganaderos en África.
Detrás de Mukhtar están algunas de
las familias e instituciones más poderosas de los Estados del Golfo.
Foras es una compañía privada, pero opera como el brazo inversionista
de la Organización de la Conferencia Islámica (OIC), una organización
intergubernamental con 57 países miembros que se denominan a sí mismos
“la voz colectiva del mundo musulmán”.
Sus principales accionistas y
fundadores son el Banco Islámico de Desarrollo y varios conglomerados
de la región del Golfo Pérsico, incluyendo el Sheik Saleh Kamel y su
grupo Dallah Al Barakah, el grupo saudita Bin Laden, la National
Investment Companyn de Kuwait y Nasser Kharafi, quien está en el número
48 entre los más ricos del mundo y es propietario del Americana Group.
Theo De Jager (Sudáfrica),
Vice-Presidente de AgriSA
Theo de Jager,
vicepresidente de la unión de agricultores comerciales más grande de
Sudáfrica, AgriSA, es también presidente del comité de asuntos de
tierras de la organización.
Así es que ha estado profundamente
involucrado en la reforma agraria de su país e, incluso, ha perdido una
finca de su propiedad en este proceso. Pero recientemente De Jager ha
estado desarrollando una tarea diferente para su organización: ha
estado viajando por África buscando tierras que él y otros agricultores
sudafricanos puedan adquirir, en gran escala.
El primer triunfo de De Jager fue en
Congo Brazaville. El gobierno prometió a él y sus colegas agricultores
tanta tierra como pudieran querer en todo el país, junto con liberarlos
de derechos de importación, impuestos y restricciones a la repatriación
de las utilidades. De Jager y alrededor de 15 otros sudafricanos
establecieron una empresa llamada Congo Agriculture y negociaron un
contrato por 80.000 hectáreas con el gobierno. Las primeras 48.000
hectáreas se dividieron en 30 fincas para los agricultores sudafricanos
participantes. De Jager dice que ya ha elegido parcelas para sí mismo e
intenta producir palma aceitera, madera y ganado.
Sin embargo, el Congo podría ser sólo
un primer paso. Desde principios del 2010, AgriSA ha estado negociando
acuerdos sobre tierras con los gobiernos de 22 países africanos,
incluyendo Egipto, Marruecos, Mozambique, Sudán, Zambia e incluso Libia.
De Jager y la mayoría de los
agriculto1res sudafricanos involucrados en estos acuerdos no pretenden
vivir en la tierra que han adquirido. Contratarán administradores y
supervisarán sus negocios desde lejos. No es precisamente su
conocimiento sobre agricultura lo que los distingue de los pequeños
agricultores de los países donde han adquirido tierras, sino que su
acceso al capital y su integración con el sistema industrial de
alimentos. El mismo De Jager trabaja como agente de bienes raíces; se
inició como agricultor recién en el año 1997. Antes de eso, era agente
en el Servicio de Inteligencia Nacional, sirviendo como
“coordinador-jefe de información” en la oficina del Presidente P.W.
Botha durante la era del apartheid.
Banco Mundial
La crisis de precios de los alimentos
del año 2007 -2008 fue un desastre de relaciones públicas para el Banco
Mundial. Pocos meses antes que
los precios alcanzaran su punto máximo, el Banco seguía diciendo a los
gobiernos que la autosuficiencia alimentaria era un objetivo absurdo.
Sin embargo, en ese entonces,
los gobiernos de algunos de los principales países exportadores de
alimentos, preocupados por las necesidades de su gente, empezaron a
cerrar sus fronteras.
Los precios de los alimentos se
dispararon y estallaron revueltas desde Yaundé a Ciudad de México, en
países que habían seguido los consejos del Banco Mundial sobre la
eficiencia de los mercados mundiales y los peligros de apoyar la
agricultura local. Con países como Malasia realizando trueque de
alimentos, y con el número de personas con hambre llegando a su máximo
histórico al mismo tiempo que los gigantes del comercio de granos
también maximizaban sus ganancias, ¿quién podía seguir confiando en el
Banco?
Sin embargo, el Banco siguió con su
vieja canción: más agricultura de exportación, más inversiones
extranjeras.
Cuando la crisis estaba en su máximo,
estalló el acaparamiento de tierras a nivel mundial. Toda la inversión
extranjera que por décadas el Banco había prometido que podría ser el
instrumento para para paliar la pobreza y la inseguridad alimentaria,
estaba inundando los países del mundo.
Pero el problema evidente para el
Banco fue que el dinero iba tras las tierras de cultivo ocupadas por
campesinos y pastores, con el fin de producir cultivos alimenticios
para exportar desde países que ya estaban sufriendo una inseguridad
alimentaria severa.
Era difícil presentar este fenómeno
como una solución a la crisis alimentaria, especialmente cuando el
Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación, Jacques Diouf, ya había advertido sobre
el “neocolonialismo”, e incluso The Economist lo había llamado
“acaparamiento de tierras”.
El Banco decidió intentarlo de todas
maneras. Su respuesta: una serie de “principios para la inversión
responsable en la agricultura”, un informe mundial y un “centro de
conocimiento” que el Banco esperaba lanzar como la autoridad objetiva
en la materia.
Pocos se lo creyeron. Movimientos
sociales, organizaciones campesinas y ONGs denunciaron, inmediatamente,
que los principios del Banco eran sólo una distracción y no la
verdadera acción que podría detener el acaparamiento de tierras. Su tan
esperado informe fue un fracaso, con muy pocos datos nuevos que agregar
a lo que todos ya conocían y con un tibio apoyo a las “adquisiciones de
tierras en gran escala” por su potencial beneficio para todos, pese a
la concluyente evidencia contraria contenida en su propio informe.
El Banco no parece entender por qué
ha sido el centro de mucha de la oposición al acaparamiento de tierras.
Se trata simplemente de “ayudar a los pequeños propietarios a
integrarse al creciente interés por la tierra de cultivo”, señala Klaus
Deininger, especialista en política agraria del Banco.
Antonio L. Tiu (Filipinas),
Gerente General de AgriNurture Inc
En marzo del
2012, el embajador chino en Filipinas estuvo en Luzón Central cortando
la cinta de una finca de demostración de un nuevo híbrido de arroz.
Esto no constituye, sin embargo, un caso de cooperación internacional.
La finca es propiedad de Beidahuang -una de las compañías agrícolas más
grande de China y uno de los más agresivos “cazadores” de tierras de
cultivo a nivel mundial- y de su socio local AgriNurture. En lo
inmediato, las fincas de estas empresas en Filipinas, que suman 2.000
hectáreas, producirán semillas de arroz híbrido chino y proveerán de
ellas a los agricultores filipinos que firmen contratos de producción.
Eventualmente, las dos empresas planean producir arroz híbrido en sus
propias fincas. Señalan que podrían tener 10.000 hectáreas con cultivos
de arroz híbrido hacia fines del 2012.
Esta es sólo una de las empresas
conjuntas que AgriNurture ha establecido en los años recién pasados con
compañías extranjeras, para la producción de cultivos alimenticios en
Filipinas. La compañía también está asociada con el Gobierno del Pueblo
de Tianyang, Guangxi, China en una multimillonaria plantación de
plátanos que ya está en producción, en Mindanao y, también, tiene una
sociedad agrícola conjunta con el consorcio de empresas sauditas Far
Eastern Agricultural Investment Company, para adquirir 50.000 hectáreas
en Mindanao, para la producción de frutas y cereales.
AgriNurture (ANI) es propiedad de
Toni Tiu, un joven filipino-chino empresario y desarrollador
inmobiliario. Desde que creó la compañía en el año 2008, Tiu se ha
convertido en uno de los exportadores de alimentos líderes del país,
con especialidad en frutas frescas. Las exportaciones dan cuenta de
aproximadamente la mitad de los ingresos de la empresa y alrededor de
la mitad de esas exportaciones van con destino a China. Si bien
actualmente la mayoría del abastecimiento de la empresa proviene de
contratos de producción, Tiu desea desarrollar sus propias fincas y
hacer de ellas su principal fuente de abastecimiento. Tiene planes para
adquirir 5.000 há en diferentes partes del país para dedicarlas al
cultivo de frutas y hortalizas.
Tiu ha hecho crecer su compañía
cotizando en las bolsas de valores de Australia y Filipinas, y con la
colaboración del Banco Agrícola de Filipinas y el Departamento de
Agricultura, los que han financiado sus programas de contratos de
producción. Cada vez con más tierra bajo su control, ANI se ha
convertido en un objetivo para los inversionistas extranjeros en
tierras agrícolas. En el año 2011, el fondo de cobertura de Cargill,
Black River, que ha invertido cientos de millones de dólares
adquiriendo fincas en América Latina y Asia, compró un 28% de acciones
en AgriNurture.
Hou Weigui (China),
Presidente y Fundador de Zhongxing Telecommunication Equipment (ZTE)
“Nuestros proyectos
agrícolas en el extranjero están localizados principalmente en África y
el Sudeste asiático donde la agricultura local está relativamente
atrasada.” – extractado del sitio web de ZTE EnergyLa ZTE Corporation
es la compañía de telecomunicaciones más grande de China, con
operaciones en más de 140 países. Fue creada en el año 1985 por un
grupo de compañías estatales dependientes del Ministerio de Industria
Aeroespacial de China. Aunque se cotiza en la bolsa de valores de Hong
Kong desde el año 2004, ZTE está muy conectada con el gobierno chino.
Su mayor accionista es un holding,
propiedad conjunta de un instituto estatal de investigación electrónica
en Xi’an y una empresa estatal con nexos militares. En el año 2007, ZTE
empezó a prestar atención a la agricultura. Creó una nueva empresa, la
ZTE Energy, para invertir en producción de biocombustibles y alimentos
en China y para desarrollar explotaciones agrícolas en el extranjero
como parte de “el plan estratégico sobre agricultura en el mundo
elaborado por el gobierno central.”
Hou Weigui y su compañía están
avanzando, poco a poco, con planes para adquirir tierras agrícolas en
el extranjero. En el año 2008, ZTE adquirió 258 hectáreas en Menkao,
cerca de Kinshasa, en la República Democrática del Congo, para estudiar
el potencial agrícola cinco grados al norte y cinco grados al sur del
ecuador. ZTE estuvo tan satisfecha con los resultados obtenidos que,
durante el año 2010, compró otra granja de 600 há en el mismo país. La
empresa también administra varias explotaciones de cereales en Sudán y,
en Laos, tiene una concesión por 100.000 hectáreas, en la provincia de
Chapassak, para cultivar mandioca en asociación con la compañía local,
Dynasty Laos.
ZTE ha depositado grandes esperanzas
en la palma aceitera. Aunque ha dejado pendiente su proyecto de
plantación de palma aceitera en la República Democrática del Congo
“debido a que las condiciones para la inversión y la logística aún no
están maduras”, está avanzando con un programa en Indonesia y Malasia,
donde la compañía planea tener 1 millón de hectáreas en producción para
el año 2019. Actualmente, PT ZTE Agribussiness Indonesia y su socio
local, PT Sinar Citra poseen 10.000 hectáreas en Kalimantan y están
negociando 25.000 más.
Grain
Sábado, marzo 2,
2013
LibreRed