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¡Mamá comprame! Algunas estrategias para enseñar el consumo responsable
Por (reenvio) Natalia Trenchi - Sunday, Mar. 10, 2013 at 12:19 AM

Lejos estoy de proponer una crianza en el más austero ascetismo. Igualmente lejos estoy de aceptar que buena parte de nuestros niños (independientemente del poder adquisitivo de sus familias), hoy estén dominados por el consumismo.

Los niños de hoy son un grupo codiciado por los vendedores de objetos ya que son grandes consumidores. No sólo juguetes, también electrodomésticos adaptados para ellos, champúes, golosinas, alimentos y muchos etcéteras los tientan y presionan.

El verdadero peligro del consumismo no está en que gasten demasiado dinero de sus padres ni en que los expongan al papelón de la rabieta pública, sino que poco a poco y sin que nos demos cuenta, los niños se pueden ir transformando en consumidores consumistas. El consumismo implica consumir cosas no necesarias, en buena medida por efecto de la presión social o de la publicidad. El consumismo es mucho más peligroso de lo que puede parecer. El riesgo de terminar creyendo que los objetos pueden darnos la felicidad o aumentar nuestra valía personal puede llevar a las personas por caminos de comportamientos inadecuados y de empobrecimiento interior.

Esos productos consumidos irreflexivamente son de uso muy fugaz, rápidamente sustituibles por otros, también innecesarios, y poco perdurables. Es como si el poseer un objeto lo privara del encanto que tenía antes de poseerlo. Buena parte del problema radica en que se compran cosas por los motivos equivocados: a veces esperando todo lo que la propaganda les promete, otras para sentirse más feliz o importante o para sentirse que se pertenece a determinado grupo.
En todos estos casos la excitación de la compra se diluye pronto, generando un estado de mayor insatisfacción.

Si a los niños los dejamos solos en esto, o peor aún si promovemos su consumismo irreflexivo, los estamos exponiendo a riesgos peculiarmente severos. Es necesario educarnos para educarlos y poder enseñarles a consumir de manera responsable y consciente. La propuesta no es dejar de comprar ni evitar darle gustos posibles, sino poner los objetos al servicio del bienestar de las personas y no al revés.

Es importante no desperdiciar las oportunidades que la vida nos presenta para explicarles a los niños el verdadero valor de las cosas. Cuando se valora un pequeño objeto por el recuerdo que nos evoca, o porque perteneció a alguien importante, les enseñamos qué hace realmente valiosas a las cosas. Es saludable enseñarles a darle sentido a los regalos que se intercambian, no por su valor económico sino porque fueron hechos o comprados pensando realmente en alegrar a la persona que lo recibe. No importa que el buzo tejido por la abuela no sea de marca ni aparezca en la tele, lo que importa es que fue tejido laboriosamente por sus manos pensando en dar abrigo a un ser muy querido.

Cuidar los objetos simplemente porque no queremos malgastar el dinero, no porque los adoremos, es otra manera de enseñarles una relación saludable con ellos. Reparar y reciclar no es lo que la presión del mercado indica, pero sí lo que necesita nuestro castigado mundo.

Algunos de los muchos tips posibles:

• El ejemplo sigue siendo un poderoso maestro: si los adultos cambiamos de modelo de celular simplemente porque podemos hacerlo y salió un modelo nuevo, estamos demostrándoles a los niños que la decisión no pasa por la necesidad sino por cumplir con designios materialistas. Si no queremos que tomen el “use y tire” como filosofía de vida, no se los enseñemos. Dar el ejemplo de buenas estrategias implica por ejemplo, salir al supermercado con una lista de lo que se necesita o se planea comprar y ajustarse a ella; utilizar los objetos mientras sirven para lo que fueron diseñados, más allá de su modernidad o de lo que acabe de comprarse el vecino, hacer un uso racional de los recursos naturales.

• No compren todo lo que piden. Ayúdenlos a pensar y a elegir. Lo que hoy hagan por una simple caja de chicles, es un ensayo importante para fortalecer habilidades que les permita encarar de la mejor manera decisiones futuras. Mantenerles viva la capacidad de desear y de esperar por algo es necesario si queremos hijos emocionalmente fuertes.

• Cuando nos piden para comprar algo con lo que no estamos de acuerdo o no nos parece conveniente, muchas veces salimos del paso con evasivas o diciendo que no tenemos dinero. Esa respuesta hace parecer que el único condicionante para comprar algo es la disponibilidad económica, lo que seguro que no es lo que queremos enseñarles. Conviene decirles los verdaderos motivos por los cuales no compramos: o porque es innecesario, o porque es dañino, o porque simplemente no queremos acceder irreflexivamente al mandato del marketing. Seguramente no sea el camino más fácil, pero si el que enseñe mejores cosas a los niños.

• No los atiborren de objetos desde la cuna. El mejor juguete para un bebé es su cuerpo y el contacto con otra persona. Para estimularle su desarrollo no es necesario rodearlos de plásticos con ruido. El mundo en general y los objetos simples que le vaya interesando explorar serán su mejor estímulo.

• No les favorezcan la posesión de demasiados juguetes. La saciedad no genera ni mejor desarrollo ni mayor felicidad. Más que tener todo lo que quieren, es mejor guiarlos para que quieran lo que tienen.

• Nunca los traten de alegrar ni de solucionar problemas con objetos. Hay mejores maneras de salir de los momentos difíciles que a través del consumo, y es nuestro deber orientarlos hacia las pautas de enfrentamiento saludables.

• No consuman en exceso, y siempre que sea posible no consuman objetos que dañan el medioambiente. Generen en sus hijos la conciencia por el cuidado del planeta.

fuente http://www.mujermujer.com.uy/columnas/153_mama-comprame/

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