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René Caro: “Estábamos todo el día tirados, esperando la muerte sin saber por qué”
Por Redacción 351 / Republica CMI Cba. - Friday, Apr. 05, 2013 at 12:20 PM

Durante la jornada 25 brindó testimonio René Caro, ex dirigente sindical y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. En segundo término atestiguó Silvio Viotti, víctima del llamado “Operativo Escoba”.

El primer testigo de la jornada fue René Caro, secuestrado el 24 de marzo de 1976 cuando se desempeñaba como Secretario General del Sindicato del Caucho. Además, Caro militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores.

La noche del 24, un grupo de tareas vestido de civil irrumpió en la casa de Caro y lo secuestraron junto a su compañera Amanda Assaudurian. La pareja fue trasladada al centro clandestino La Perla.

Al llegar al lugar, les colocaron un número y a partir de ese momento dejaron de tener nombre. “El día que llegamos estábamos vendados y esposados, era un infierno de gritos y lamentos. Órdenes y contra órdenes. Entramos a un lugar donde perdimos todas las capacidades, yo no era más Caro, era el número 78”, recordó.

“El primero que habló con nosotros fue Vergéz, nos mostró una lista de gente a detener en Córdoba. Nosotros éramos parte de esa lista. Había una gran euforia porque habían detenido a varios dirigentes gremiales”.

La pareja fue alojada en “la cuadra”. A los pocos días, René recibió su primera sesión de tortura. “Me llevaron a una oficina en donde estaba Tejada, que era un tipo sumamente violento. Él me dijo que ellos eran parte del Comando Libertadores de América. En ese lugar me torturaron terriblemente”, afirmó.

Luego de varios días y sesiones de torturas, a Caro le informaron que por orden de Barreiro no lo iban a golpear más. Efectivamente así fue, a partir de ese momento lo hacían recorrer la cuadra mostrándole secuestrados para que él los reconociera. Durante su estadía en “la cuadra”, Caro presenció los primeros traslados. Vio cómo se llevaban detenidos que nunca más volvieron. Ellos sabían que los “trasladaban” para matarlos.

“Estábamos ahí, todo el día tirados esperando la muerte. Sin saber por qué, no habíamos hecho nada más que pensar distinto”.

Según el testigo, a la “la cuadra” llegaba gente todo el tiempo, gente que conocían y gente que no. Lo que era común es que nadie sabía por qué estaba ahí pero todos sabían cuál era el final, “esperábamos la muerte. Eso fue el sistema que impusieron, así funciona un campo de concentración”, enfatizó.

Un día se enteraron de que Menéndez iba a visitar el lugar y les dijeron que todos tenían que estar de punta en blanco. “El día que vino recorrió ‘la cuadra’ pero no lo pudimos ver porque estábamos vendados. En ese momento sobraban taquicardias, infundía un terror indescriptible”, recordó Caro.

Otra anécdota fue el día 25 de mayo de 1976. Ese día el personal de La Perla les hizo cantar a los secuestrados el Himno Nacional Argentino y, mientras lo cantaban, les gritaron que canten bien fuerte la parte final… “O juremos con gloria morir”.

El testigo recuerda que en numerosas ocasiones Barreiro lo sacaba de “la cuadra” para conversar, le hacía preguntas y discutían de política. “En una de esas charlas, me dijo que Vergéz estaba a punto de largarme, pero que me iban a llevar a Buenos Aires para largarme allá”, comentó.

Finalmente, Caro fue trasladado en auto a Buenos Aires los primeros días de junio de 1976. El encargado de su traslado fue Vergéz. El testigo recuerda que ese día hacía mucho frío y él no tenía ropa, así que le dieron un gamulán marrón que seguramente había sido de otro compañero.

Al llegar a Buenos Aires lo alojaron en un cuartel, donde permaneció unos pocos días atado y vendado en un lugar muy pequeño donde no entraba parado. “A los días me sacan vendado del cuartel y me trasladan a otro lugar. Yo creía que era el final, tenía mucho miedo. Después me enteré que era el famoso Pozo de Banfield. En ese lugar estuve un mes”, declaró.

El 24 de julio, Caro fue trasladado desde el Pozo de Banfield hacia Capital Federal, donde recuperó la libertad vigilada. En ese momento, Vergéz le dio dos números telefónicos a los que tenía que llamar para reportarse cada diez o quince días. Caro decidió quedarse un tiempo en Buenos Aires en la casa de un primo y después se mudó a Santa Fe a la casa de sus padres.
El operativo escoba

En agosto de 1977 fueron detenidos en Mar del Plata muchos militantes de Partido Comunista Maxista Leninista (PCML). En ese momento, los captores lograron obtener información bajo tortura y llegaron a un importante miembro de la organización. A partir de ahí los represores planificaron el “operativo escoba” que consistía en capturar a todos los miembros del PCML en todo el país.

Juan Mogilner e Irene Gavalda eran un matrimonio que militaba del Partido Comunista Marxista Leninista y realizaban trabajos sociales en Oncativo. En ese mismo pueblo vivía junto a su familia Silvio Viotti, que tenía 16 años de edad. “Mi papá entabló una muy buena relación con el matrimonio por la coincidencia política. Debido a esto, los tres decidieron compran en sociedad una quinta en Guiñazú que luego utilizarían como sede del partido”, narró Viotti.

El 6 de diciembre de 1977 fue el día elegido por el Ejército para llevar adelante el “Operativo Escoba”. Menéndez decidió adelantarse un día porque corría el rumor de que en la quinta de los Viotti había una importante suma de dinero que el Partido había recibido desde China.

Así, la tarde del 5 de diciembre se montó un importante operativo en la quinta donde fueron secuestrados Juan Mogilner, Irene Gavalda y sus hijos. Menéndez decidió correr el riesgo de hacer fracasar el operativo a nivel nacional a cambio de apropiarse del botín.

Esa misma noche, Silvio regresó de Córdoba a la quinta acompañado por Francisco Vijande, también dirigente del PCML. “Al llegar vimos muchos autos en la entrada y pensamos que el partido había convocado a una reunión. En ese momento nos interceptan hombres armados y vestidos de civil”, comentó.

Ambos fueron introducidos en la casa y comenzaron los golpes. Sus captores buscaban información y les decían que cantaran porque ya habían caído todas las cabezas del partido. Desde la quinta fueron trasladados a La Perla y Silvio quedó alojado en una sala, vendado y maniatado.

“Yo no tenía nada que ver con la organización y no sabían qué hacer conmigo, además la presión internacional era muy fuerte en ese momento porque corría el rumor de que en los centros había menores secuestrados”.

Sus días en La Perla transcurrieron entre golpizas, torturas y amenazas. Ahí vio como el resto de los miembros del partido fueron cayendo uno por uno, y soportó escuchar la tortura y vejación de los secuestrados.

El 15 de diciembre Silvio fue trasladado hasta las inmediaciones de la terminal de ómnibus y le dijeron que recuperaba la libertad. En ese momento decidió volver en colectivo a su casa familiar en Oncativo.

Al día siguiente, un grupo de tareas volvió a detener a Silvio en su casa de Oncativo, pero en este caso fue trasladado a La Ribera. Allí recibió terribles golpizas y vejaciones. Estuvo alojado un tiempo en “la cuadra” de La Ribera, donde la rutina eran los feroces interrogatorios. “En ese lugar (La Ribera) pasé mucho hambre, con 16 años perdí 20 kilos en 3 meses”, recordó.

El 25 de marzo de 1978, Silvio recibió la noticia de que iba a quedar en libertad. Ese día fue trasladado junto a otros detenidos, entre ellos su padre, y liberado frente al edificio del Tercer Cuerpo del Ejército. Decidió volver a nuevamente a su casa familiar y retomar sus estudios secundarios.

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