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Contracultura y ciberactivismo. Derrumbando los mitos del fetichismo digital
Por David García Aristegui Y Laura T. Montero * - Sunday, Apr. 07, 2013 at 6:47 PM

Martes 30 de octubre de 2012 Capítulo perteneciente a la obra colectiva "¿Y ahora qué? Impactos y resistencia social frente a la embestida ultraliberal", editado por Libros en Acción.

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El origen militar de internet

«La RAND Corporation, la primera fábrica de ideas de la América de la guerra fría, se enfrentó a un extraño problema estratégico. ¿Cómo se podrían comunicar con éxito las autoridades norteamericanas tras una guerra nuclear? La América postnuclear necesitaría una red de comando y control enlazada de ciudad a ciudad, estado a estado, base a base. Pero sin importar cómo esa red estuviera de protegida, sus líneas y equipos siempre serían vulnerables al impacto de bombas atómicas. Un ataque nuclear reduciría cualquier red imaginable a pedazos.» Bruce Sterling

Es usual que cuando se habla de Internet se aluda de manera recurrente a su supuesto origen militar. Otros inventos o tecnologías como las conservas, el microondas, la gabardina, el reloj de pulsera... o el más reciente GPS, en mayor o menor medida vienen de las necesidades de los ejércitos. Pero nadie parece tener que aclarar y recordar constantemente el origen militar de estas herramientas tan útiles [1]. Pero con Internet esto sí sucede de manera habitual, ya que ese supuesto origen militar de la red de redes es muy útil a los discursos de corte tecnófobo que maneja gran parte de la izquierda clásica.

Lo primero que hay que aclarar es que cuando hablamos de Internet, aludimos en realidad a la World Wide Web (WWW), que es la que nos posibilita navegar por páginas web a través de enlaces. Internet en sentido estricto alude, en cambio, a las redes que permiten que accedamos a las páginas web desde el navegador de nuestro ordenador. Al igual que en un ordenador pueden correr sistemas operativos distintos (Windows, MacOs, Linux...), en Internet antes de la WWW hubo otras maneras de organizar la información (como el ahora desconocido Gopher). Haciendo otra analogía, la WWW serían las normas de tráfico e Internet sus carreteras. No hay ninguna duda de que el origen de la WWW no es en absoluto militar: se creó en 1989 por Tim Berners-Lee y Robert Cailliau, con el objetivo de mejorar la comunicación entre investigadores, mientras trabajaban en el el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial, el CERN.

Pero no pasa lo mismo con esa red heterogénea que es Internet, por lo que recogemos aquí las ideas fundamentales de un texto cuya primera versión data de 1996, que intenta aclarar ciertos malentendidos sobre Internet. Quienes desarrollaron ARPANET, la primera red de ordenadores y por tanto la antecesora de Internet, planteaban algo ahora elemental pero que entonces no lo era en absoluto: el poder interconectar ordenadores de investigadores y científicos entre sí. El objetivo era el mismo que posteriormente la WWW: que los ordenadores de esos investigadores pudieran compartir recursos e información. Que ARPANET la financiara una agencia del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, marca para muchos como militar el origen y desarrollo de Internet. Además, algunas ideas que se utilizaron en la pionera ARPANET, basadas en trabajos de Leonard Kleinrock, se desarrollaron también en paralelo y de manera independiente -como tantas veces pasa en la ciencia- en la RAND Corporation.

Esto ha reforzado el mito militarista: la RAND Corporation es un think tank estadounidense, muy habitual en textos con teorías conspirativas, donde trabajaba Paul Baran, un ingeniero eléctrico que estaba interesado en el estudio de redes. La motivación principal en sus estudios era el temor a que un ataque nuclear pudiera destruir las estructuras de defensa de EEUU, y de ahí su interés en redes descentralizadas, idóneas para seguir funcionando en caso de ataques. En ARPANET se perseguía, al igual que en otros ámbitos académicos, el objetivo de conseguir mejorar el intercambio de información a través de redes de ordenadores descentralizadas, rápidas y flexibles, y no un diseño específico para que esas redes sobrevivieran a una hipotética guerra nuclear. El mito sobre el origen militar de Internet es un mito interesado, que se transmite y fomenta desde hace tiempo para argumentar más fácilmente las críticas sobre la actividad política y el uso intensivo que hacen de las TIC muchas redes activistas.

No hay que dejar la crítica tecnológica a “ludditas” y tecnófobos

«Una alianza flexible de escritores, hackers, capitalistas y artistas de la Costa Oeste de los Estados Unidos ha conseguido definir una ortodoxia heterogénea para la próxima edad de la información: la ideología californiana. Esta nueva fe ha surgido de una singular fusión entre la bohemia cultural de San Francisco y las industrias tecnológicas de Silicon Valley. Promocionada en revistas, libros, programas de televisión, sitios web, grupos de noticias y conferencias en red, la ideología californiana combina promiscuamente el espíritu despreocupado de los hippies y el fervor empresarial de los yuppies. Esta amalgama de contrarios se ha logrado gracias a una fe profunda en el potencial emancipador de las nuevas tecnologías de la información. En la utopía digital, todo el mundo será rico y popular. » Richard Barbrook y Andy Cameron

En su libro “Contra el rebaño digital” [2], Jaron Lanier reactualiza la caracterización y medios de propagación de lo que Barbrook y Cameron denominaron ideología californiana. Describían una mentalidad y una ideología de exaltación del individualismo y las enormes posibilidades del “hágaselo usted mismo”, mezclado con un discurso para valientes emprendedores digitales, prácticamente indistinguible del darwinismo social. Lanier nos alerta en su trabajo sobre los peligros de un “totalitarismo cibernético” o “maoísmo digital”, compuesto según él en la actualidad por el universo de las licencias Creative Commons, el “copyleft” y el sistema operativo Linux, las redes sociales de la web 2.0 y el intercambio masivo de contenidos en redes P2P (redes entre pares, en castellano). Ese “totalitarismo cibernético” se percibe sobretodo en sitios de referencia para (no sólo) los angosajones, prácticamente desconocidos para el público español (Boing Boing, TechCrunch, Slashdot) pero con sus equivalentes en Europa y en el estado español (Menéame, los populares blogs de Hipertextual o Weblogs SL, Barrapunto...), además del ingente intercambio de información que se da en las redes sociales.

Lanier plantea dos cosas bien interesantes en torno a la crítica de ese “totalitarismo”. Por un lado, que las críticas al impacto del uso masivo de internet, en el actual contexto tecnológico y social, no deberían hacerse desde posturas tecnófobas o primitivistas. Lanier asume explícitamente que la crítica tiene que ser desde la propia realidad de inmersión digital que se da en muchas partes del mundo. Por otro, denuncia cómo se ha asumido de una manera en general totalmente acrítica el que grandes inversiones de capital riesgo hayan fomentado una nueva cultura digital, en la que se combina una suerte de potlatch obligatorio de contenidos digitales junto a una inmersión total e inmediata, prácticamente sin filtros, de la juventud en redes sociales corporativas, donde se facilitan desde espacios de pseudoanonimato a verdaderos panópticos digitales con efectos en el “mundo analógico” bien tangibles (despidos por ejemplo), como son en la actualidad las masivas redes y comunidades de usuarias/os de Twitter y Facebook.

Muchos personajes que se veían y se ven como verdaderos hijos de la contracultura hippie, como el recientemente fallecido Steve Jobs (fundador de Apple y un visionario tecnológico) ejemplifican a la percepción esa ideología de contornos difusos y de apariencia contradictoria, pero de presencia evidente en los discursos hegemónicos en torno a Internet y el mundo digital, que Lanier expone de manera provocadora como “totalitarismo digital”. Ese “totalitarismo” hegemónico y muchas veces amoral se concreta de muchas formas: insultos, humillaciones y despidos masivos en Apple (en aras de conseguir productos de consumo masivo), verdaderos linchamientos mediáticos (una simple entrada errónea en Twitter puede tener efectos devastadores para personajes públicos, son muy celebradas las suplantaciones) o discursos sobre qué hacer con industrias supuestamente obsoletas como la del disco que harían sonrojar a la Patronal más neoliberal de cualquier sector. La confusión reinante es, por desgracia, heredera de algunos aspectos de la contracultura.

Contracultura: del hacker o alternativo al emprendedor

«El folclore consiste en ciertas ideas universales que han sido traducidas a una cultura local. Por ejemplo, muchas culturas tienen la imagen del Astuto, así que el Astuto puede considerarse universal, pero aparece de distintas formas, cada una apropiada al ambiente cultural. Los indios del sudoeste americano lo llamaban Coyote, los de la costa del Pacífico lo llamaban Cuervo. Los europeos lo llamaban Reynard de Fox. Los afroamericanos lo llamaban Br’er Rabbit. En la literatura del siglo veinte aparece primero como Bugs Bunny y luego como el Hacker.» Neal Stephenson

Neil Stephenson planteaba al Hacker, una de las figuras más míticas de la sociedad en red, como en realidad un arquetipo universal y previo a Internet. Amoral, excesivo e impactante, es una figura que cobra importancia a la vez que la tecnología, y no necesariamente por méritos propios, si no por su valentía y audacia (¿un emprendedor, en definitiva?). Está bien tener presente a la figura del Astuto/Hacker a la hora de juzgar a personajes como por ejemplo Steve Jobs. Consumidor habitual de LSD en su juventud y devoto coleccionista de absolutamente cualquier grabación de su adorado Bob Dylan, pronto despuntó sabiendo cómo comercializar ideas geniales de otras personas. Jobs empezó su carrera vendiendo primero una caja azul para realizar llamadas gratis, desarrollada por Steve Wozniak, y luego los Apple I y II diseñados y desarrollados también por éste. Nunca tuvo problemas en reconocer que el ya mítico interfaz gráfico del Macintosh era un robo de trabajos previos de la compañía Xerox.

Pero paradójicamente, al final de su vida era un ferviente defensor de la propiedad intelectual y un patentador casi compulsivo, pero dirigía Apple con mano de hierro (después de unos años de exilio) por la cifra simbólica de sólo un dólar al año, sólo por el placer de introducir nuevos inventos en el mercado (ya era millonario gracias entre otras cosas a la empresa de animación Pixar). Su conexión con el ámbito contracultural hippie facilitó a Jobs el desarrollar su innegable intuición para comercializar productos, además crear necesidades tecnológicas donde antes no existían (siempre alardeó de no necesitar nunca estudios de mercado), al generar una robusta e impagable imagen corporativa asociada a valores iconoclastas y rebeldes: “al construir ordenadores al alcance de cualquiera le estoy dando poder a la gente. Pueden acceder a la información ellos mismos. Y eso va a provocar más cambios que cualquier ONG” [3]. Los lemas más exitosos e impactantes en su momento de Apple fueron alusiones a 1984 de Orwell (en un anuncio de corte cyberpunk, donde una atleta era perseguida por antidisturbios) y posteriormente el “piensa diferente”.

La ensoñación rebelde que se daba en torno al consumo de productos como el Macintosh tenía su equivalente en el estado español, no precisamente por la penetración de tecnologías extranjeras en su momento caras y poco asequibles, si no en torno a la Cultura de la Transición. Las y los emprendedores de la contracultura de aquí encontraron en las industrias culturales su modelo de negocio (que en algunos casos, dura hasta nuestros días), revestidos de (al igual que los Macintosh) de una cierta aureola de sana rebeldía y libertad. Pero no había un consenso total respecto a ese (auto)engaño tardofranquista: Alfonso Sastre denunciaba muy lúcidamente que “(...) hoy por hoy vivimos (…) bajo un reinado de grafómanos, silbadores, microfónistas y analfabetos. Situación en gran parte diseñada, seguramente, en los laboratorios de las transnacionales de la cultura o de la contracultura (que de ambas formas puede decirse). En esos laboratorios ha tenido que dibujarse el mecanismo por el que muchas gentes -y jóvenes a porrillo- creen rebelarse contra el sistema por medio de los actos con los que lo obedecen (…). No sé, no sé, pero silbando, devorando micrófonos y escribiendo paparruchas no parece que se pueda llegar muy lejos” [4].

¿Es aplicable esto total o parcialmente al uso que se hacía y se hace de productos de Apple? ¿Y en la actualidad, en la participación política a través de la cooperación en espacios colaborativos o redes sociales, sea desde un Windows, un Linux o un iPad? Pronto nos adentraremos en estas cuestiones.
De las distopías cyberpunk a un espacio sospechosamente parecido al mercado

«Wikipedia sería así el paradigma por antonomasia de una extraña utopía liberal donde la cooperación surge como por arte de magia de la mera concurrencia en un espacio límpido –sospechosamente parecido al mercado, por cierto– de individuos autónomos sin otra relación que una comunidad de intereses». Cesar Rendueles

Hay muchos más Astutos relevantes en la historia de Internet además de Jobs, pero por razones de espacio sólo vamos a analizar someramente dos más de ellos. El primero es otro exponente de la contracultura, John Perry Barlow. Letrista del grupo hippie Grateful Dead en sus inicios, es realmente conocido por ser un comprometido defensor de las libertades civiles en Internet, siendo uno de los fundadores de la Electronic Frontier Foundation y el autor de la “Declaración de Independencia del Ciberespacio”. En el estado español asociamos el término libertario al anarquismo y a la CNT, pero en EEUU lo libertario se asocia a corrientes ideológicas y personajes en las antípodas del anarquismo ibérico (por ejemplo, se caracteriza a Milton Friedman como un libertario). Barlow, caracterizado a veces como un “ciberlibertario”, ha colaborado a nivel político tanto con el Partido Republicano como en el Partido Demócrata, y ahora lo hace con el Berkman Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard. La antes citada ideología californiana, de la que Barlow es uno de sus máximos exponentes, es la que sienta las bases de los discursos que pretenden superar la prentendidamente desfasada dicotomía entre izquierda y derecha. Barlow ha colaborado con Republicanos, Demócratas, movimientos por los derechos civiles y por la libertad de expresión.

Un amigo personal de Steve Jobs y con enorme peso en el mundo de la tecnología como es Larry Ellison (fundador de Oracle) o Jimmy Wales (fundador de la ahora importantísima Wikipedia) también son relacionados con la ideología californiana y el utopismo tecnológico. Saltando de nuevo el charco, los diferentes Partidos Pirata que surgen en Europa, y la red de Democracia Real Ya y el movimiento 15M del estado español -tres iniciativas surgidas y desarrolladas en este siglo XXI en Internet- recogen de manera consciente o inconsciente gran parte de los postulados de esa ideología. Plantean que en este nuevo contexto social y tecnológico es innecesario de posicionarse como de izquierdas o de derechas, y que su lucha es, en el caso del reciente 15M una lucha “de los de arriba contra los de abajo” -lema muy común en estos días, asumido incluso por ideólogos de la nueva extrema derecha como Ernesto Milá [5]-. Una de las herencias de la contracultura es el intentar trasladar toda la polisemia englobada en el término liberalismo a Internet, liberalismo económico incluido, por supuesto.

El último Astuto del que vamos a hablar es el ahora celebérrimo Julian Assange, antiguo hacker de gran prestigio conocido en la escena como Mendax, y cuyas andanzas de la época están bien documentadas en la hagiografía “Underground”. Assange, muy influenciado en sus orígenes [6] por la contracultura cyberpunk, es es ahora celebérrimo por todo lo relacionado por el caso Wikileaks. Tiene fama de poseer personalidad similar a la de Steve Jobs (algunos ex-compañeros de Wikileaks lo retratan como autoritario y egocéntrico), y de conseguir ser una celebridad a costa de la información que le filtró el soldado Bradley Manning, a día de hoy en la cárcel y con una posible pena de muerte pendiente sobre él. Probablemente Assange se ve a sí mismo como la atleta del distópico anuncio cyberpunk de Apple en 1984 antes citado, un héroe peleando sólo contra el Gran Hermano. Pero Assange, a pesar de las enormes diferencias entre la contracultura hippie y el cyberpunk, también parece que se mueve exactamente en los mismos parámetros políticos que la ideología californiana. Al igual que Barlow, es un luchador por las libertades civiles, pero cuando es preguntado por el mercado y el capitalismo contesta:

“¿Diría de Vd. que es partidario del libre mercado?
Sin la menor duda. Tengo una opinión menos definida respecto al capitalismo, pero me encantan los mercados. [...] ¿Cómo encajan las filtraciones dentro de todo ésto?
Dicho de manera sencilla, para que exista un mercado, tiene que existir información. Un mercado perfecto requiere una información perfecta” [7].

Pero afortunadamente no todo el activismo en la red está contaminado por la ideología californiana, la izquierda y muchos movimientos sociales se hicieron hueco en Internet desde el primer momento.

notas:
[1] Idea de Igor Sádaba en el ciclo “Radical Community Manager” http://nocionescomunes.wordpress.com . accedido el 20-11-2012
[2] Su edición original “You are not a gadget” es de principios del 2010, por lo que respecto a algunos temas ha quedado un poco desactualizado. La edición española “Contra el rebaño digital” es del 2011
[3] "El Steve Jobs que nadié conoció”
[4] “Silbadores, microfonistas y analfabetos”
[5] "Entrevista a E. Milà sobre el 15M" http://infokrisis.blogia.com/2011/1 ... accedido el 19-01-2012
[6] “In conversations with Julian Assange”
[7] “Wikileaks: Del abate Barruel a Jeremy Bentham”

Segunda parte del capítulo perteneciente a la obra colectiva "¿Y ahora qué? Impactos y resistencia social frente a la embestida ultraliberal", editado por Libros en Acción.

Okupas en las redes: servidores alternativos, Indymedia y hackmeetings

«Frente a actores institucionales (Estado, partidos, etc.) que monopolizan los espacios públicos y los mass media clásicos, movimientos como el de okupación desarrollan sus propios medios de competencia simbólica gracias a tecnologías accesibles como Internet. A su vez, estas estrategias van metamorfoseando y recombinando algunos de sus rasgos esenciales, adaptando gran parte de sus recursos a la potenciación de sus interacciones comunicativas. Es decir, el movimiento evoluciona al encuentro de técnicas y tecnologías que le son necesarias para subsistir frente a correlaciones de fuerzas desventajosas. Es, en este sentido, que cobra significación el paso de okupas a hackers. Un proceso que da lugar a un nuevo movimiento social, muy vinculado física y políticamente con el movimiento de okupación y de los centros sociales más desarrollados de las grandes metrópolis.» Igor Sádaba y Gustavo Roig

A pesar de ser comunes los reparos a las nuevas tecnologías, la izquierda siempre ha tenido una relación constante y muy interesante con éstas. Vamos a hablar en esta parte de tres proyectos claves para entender el ciberactivismo y la presencia de izquierda y movimientos sociales en la red, por fuera de redes sociales corportativas que es por donde operan mayoritariamente nuevas redes como Democia Real Ya o el 15M, a pesar de los intentos por trasladar debates y materiales a N-1.

El servidor alternativo para organizaciones y web de contrainformación Nodo50 [1] dió sus primeros pasos contra la celebración del encuentro que FMI y Banco Mundial realizaban en Madrid en 1994. Organizaciones como Sur, Aedenat o Sodepaz... desarrollaron en el 94 el "Foro 50 años bastan", una contracumbre de denuncia de las organizaciones de Bretton Woods. En aquel momento Internet era algo sólo al alcance de académicos y centralizado por RedIris de CSIC. Nodo50 comenzó siendo una Bulletin Board Systems, antes de saltar a la WWW en 1996. El paso de Nodo50 a Internet fue la cristalización local de un proyecto estratégico de la izquierda a nivel mundial: a través de la red GreenNet (el equilavente de Nodo50 en el Reino Unido) se convocó a distintos proyectos del estado español, para trasladarles la propueta de la APC (Association for Progressive Communications). La APC, constituída en sus orígenes en el verano de 1990 por siete redes alternativas, planteaba un sistema mundial de acceso a Internet para colectivos y organizaciones de izquierda, con una estructura de un único nodo miembro por Estado. Así las cosas, distintas iniciativas del Estado español recogieron la propuesta de la APC y GreeNet y acordaron federarse en IPANEX (acrónimo de Iepala, Pangea, Altercom, Nodo50, Eusnet, y Xarxaneta), cuyo proceso de constitución y federación en la APC concluyó a mediados de 1997. Nodo50 es el proyecto que más se ha consolidad y que ha llegado hasta nuestros días como referente de los colectivos de izquierdas antes del 15M.

Un proyecto de los movimientos sociales que no podemos dejar de nombrar es la red de Indymedia. El Independent Media Center (Centro de Medios Independientes ) es una red global por desgracia ahora bastante en desuso, comparado con los niveles de participación que llegó a tener a principios de la pasada década. Esta red fue creada en 1999 durante las manifestaciones contra la cumbre de la OMC en Seattle, y se extendió rápidamente en paralelo a las contracumebres que organizaba lo que a nivel mediático se caracterizó como movimiento antiglobalización. Indymedia se organiza como una red de distintos centros de medios independientes que se organizan por países, ciudades u otro tipo de regiones, de manera análoga a lo que hacía la APC. La red de Indymedia fue la primera en facilitar la publicación abierta en Internet, verdadero anatema en la época, posibilitando que la información fluyera con gran rapidez, al poder colgarse ésta sin filtros previos. Del modelo de publicación abierta y multimedia de Indymedia, desarrollado en paralelo a los primeros blogs, se apropiaron muchas empresas (de Youtube o Flickr a las actuales redes sociales), siendo esta iniciativa determinante en cómo está configurada la red en la actualidad. Con un poco más de esfuerzo, antes de los teléfonos móviles y Twitter, las y los activistas colgaban las crónicas y fotos de las acciones acudiendo al Centro de Medios más cercano. Indymedia ha experimentado incautaciones de servidores (la más reciente en Grecia) y sus colaboradores ha sufrido infinidad de ataques. El más grave fue en en 2006: Esteban Zurita, Emilio Alonso Fabián y el colaborador de Indymedia Bradley Will (que estaba grabando el vídeo el conflicto) fueron asesinados a tiros en una barricada, durante la huelga de profesores de Oaxaca.

Finalmente, los movimientos sociales impulsaron después de los servidores alternativos y la red Indymedia los hacklabs (espacio físico de investigación de temas relacionados con Internet, las nuevas tecnologías etc. normalmente en centros sociales) y los hackmeetings (encuentros de hacklabs y proyectos relacionados). Por lo menos en europa, hay que resaltar que siempre ha habido una escena hacker alejada de la ideología californiana y las utopías liberales tecnofílicas, vinculada a movimientos sociales como el de okupación (movimiento a su vez muy influenciado en distintos aspectos por la contracultura hippie). Afinales de los 80, llegan los primeros ordenadores a ciertos sectores de la izquierda radical europea, de manera fundamental a Italia (la European Counter Network o ECN11, vinculada a centros sociales okupados), Holanda (Hacktic y De Digitale Stand) y Alemania (el Chaos Computer Club), dándose un proceso de consolidación a mediados-finales de los años 90, donde empizan a surgir servidores alternativos y se estructuran redes como la APC. Sindominio, escisión de Nodo50 (“Por qué Nodo50 ha dejado de interesarme”), ha sido el servidor alternativo de referencia para la mayoría de centros sociales okupados, y muchos de sus integrantes tuvieron un gran peso en el desarrollo del primer nodo de Indymedia en el estado español, así como en los primeros hacklabs y hackmeetings que se desarrollaron. Posteriormente, la red de hackmeetings fue muy importante en todas lasluchas contra la Ley Sinde, uno de los pilares del estallido del 15M [2].

La red nos hará iguales (y libres). Género e identidad digital

«Empecemos por preguntarnos: ¿cuál ha sido y es la intervención de las mujeres en el territorio de la red?, ¿es el cyborg una creación realmente transgenérica?, ¿es la red todavía un espacio configurado a la medida de los intereses de dominación masculina o existe un activismo feminista consciente y capaz de establecer su territorio autónomo (su TAZ) en este nuevo espacio?, ¿tiene género la www, o es ella la disolución de todos los géneros? Pero seguramente no es ni una cosa ni otra, sino su implosión, un virus activo de creaciones polivalentes, multifacéticas, en un campo de pruebas privilegiado que diseña inevitablemente nuestro futuro.» Ana Martínez-Collado

Frente a la reticencia más o menos generalizada entre otros movimientos sociales de corte clásico al uso de Internet como herramienta de lucha social, desde los primeros años de la década de los 90, una buena parte del movimiento feminista en todo el mundo corrió a transformarse en ciberfeminismo. Las primeras experiencias de activismo feminista en la red encuentran en el arte (net.art) un campo de experimentación en el que la ironía, la parodia y la actitud osada e iconoclasta servían de vehículo al núcleo central de las reivindicaciones de los diversos feminismos “analógicos”. Además, autoras como Sadie Plant preconizaban que la red era no sólo un espacio de libertad ilimitada sino que la metáfora de la matriz digital simbolizaba una desjerarquización absoluta, un vacío lleno de posibilidades e, incluso, la feminización total de la tecnología. Parecía, según Plant, que la alianza entre mujeres, máquinas y nuevas tecnologías desembocaría de forma casi automática en una verdadera liberación de la mujer [3].

Si aceptamos que “la ciberfeminista (...) es una mezcla única entre activista, ciberpunki, pensadora y artista” [4] es fácil entender que, en el estado español, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se considerasen más como un medio, una herramienta adecuada para consolidar ideas, luchas y alianzas preexistentes que como un espacio intrínsecamente nuevo en el que participar. La blogosfera, esa cosa que parecía tan moderna y que con tanta rapidez ha quedado anticuada, como en un limbo entre la web estática y la 2.0, fue un espacio que las mujeres, no sólo feministas, ocuparon rápidamente para, como señala la bloguera Ptqk “compartir experiencias, crearnos redes de apoyo mutuo, visibilizarnos unas a otras y, sobre todo, soñar con la posibilidad de una revolución que siempre nos decepciona.” Las actitudes “ciberoptimistas” consideraban Internet como un espacio de total libertad donde el anonimato de las identidades virtuales permitirían a las mujeres y otros categorías sociales no hegemónicas participar en igualdad de condiciones y lograr por fin el reconocimiento, capacidad de influencia y establecimiento de una agenda e imaginario propios que no se había conseguido alcanzar en el, al menos, siglo previo de articulación del movimiento feminista. Pero ni las TIC ni Internet se han imaginado, creado y desarrollado en un espacio ideal totalmente aséptico, ajeno a las categorías, prejuicios y costumbres de quienes las han creado y las usan. Detrás de los nicknames hay cuerpos sexuados atravesados por múltiples variables sociales (clase, etnia, edad, capacidad funcional, etc.) que no escapan a las dinámicas de la dominación previas.

A pesar de la rapidez en adoptar el uso de Internet y sus posibilidades por parte de buena parte del movimiento feminista y efervescencia de propuestas tanto prácticas como teóricas con la primera gran extensión de las conexiones domésticas a Internet, parece que el ciberfeminismo más activista ha sido un fenómeno totalmente 1.0 que no ha sabido o no ha querido adaptarse a los nuevos formatos de red social o red colaborativa. Existen actualmente algunos exponentes destacados de feminismos 2.0 en la red, pero estos tienen un carácter más cultural o periodístico, un corte más amable y divulgativo, que lo que se entiende tradicionalmente por activismo feminista. Quizá, como afirma Jaron Lanier (de nuevo en “El Rebaño Digital”), la rigidez de los diseños estandarizados de los perfiles en las redes sociales ya no ofrecen la ilusión de libertad absoluta que permitía a las primeras mujeres ciberactivistas expresar sus inquietudes, deseos, críticas y creaciones sin todo el peso del constreñimiento capitalista y patriarcal sobre ellas.

Twitter-revoluciones y (des)politización de las redes sociales

«La revolución no será televisada, será tuiteada.» Pancarta de la Acampada Sol.

A veces se olvida que las tecnologías de la comunicación no dejan de ser instrumentos, canales por los que hacer fluir la información. Si bien es cierto que hasta cierto punto “el medio es el mensaje” y que, por la propia naturaleza de la herramienta, no son lo mismo los contenidos que se publican en un blog, en el muro de Faceboock o en Twitter, ninguno de estos espacios (corporativos, no lo olvidemos) determina el carácter político o revolucionario de las ideas ahí vertidas o de las comunidades que se crean en su seno. Si Internet no es neutro ni ajeno al contexto en el que se ha creado y desarrollado, las redes sociales lo son aún menos.

Dicho esto, es innegable que el uso actual que mayoritariamente se hace de las redes sociales rompe, hasta cierto punto, la separación patriarcal y propia del activismo tradicional entre lo público y lo privado. Cuando Internet se empieza a extender a los hogares, es común que una misma persona asuma identidades diferentes para las diversas lista de correo, foros y servicios que utiliza. Hoy en día, y especialmente después de la propaganda mediática a Twitter durante la Primavera Árabe y el 15M, parece normal que ese mismo perfil que cubre minuto a minuto las asambleas y manifestaciones, comente también sus películas favoritas, suba fotos de su gato y se queje cuando está resfriado.

Mucho antes de la jornada de lucha global del 15 de octubre de 2011 y mucho antes del auge de la web 2.0, en fechas tan tempranas para la breve historia de la red como 1998, ésta fue el medio a través del que se coordinó una Marcha Mundial de Mujeres para denunciar la situación de pobreza y violencia contra las mujeres en todo el mundo y a favor de los bienes comunes. Un pequeño grupo de mujeres quebecquenses lanzó la propuesta a través de la red y con una relativa rapidez (teniendo en cuenta la penetración de Internet en esas fechas) se organizaron marchas en múltiples ciudades del mundo. Resultado: un movimiento mundial de mujeres que pasa de la red a la puerta de Naciones Unidas en menos de 2 años, con 5 millones de firmas y atravesando 159 países.

En definitiva, ni Internet ni ninguna herramienta tecnológica nos hará más libres, al igual que no nos ha hecho más iguales ya que “han sido diseñadas para acelerar el consumo, no para alimentar la revolución” [5]. Pero cuidado con confundir el continente con el contenido y aferrarse a una interfaz determinada: son empresas privadas interesadas en hacer negocio con los contenidos (políticos de cualquier signo o totalmente intrascendentes) que generas.

A modo de conclusión: contracultura y ciberactivismo

Internet, ese espacio del que se recuerda constantemente su origen militar, una supuesta utopía neoliberal tanto para la cooperación como para emprendedores tecnológicos, un campo de batalla más para las organizaciones políticas y los movimientos sociales. Diferentes contraculturas previas (la utopía hippie, cyberpunk) o asociadas al origen de internet (el hacking...) han configurado los usos activistas de la red tal y como la conocemos ahora. Las herramientas que se utilizaron durante el ciclo de movilizaciones de principio de siglo en torno a las contracumbres (servidores alternativos e Indymedia), precisamente cuando empezaba a llegar Internet masivamente a los hogares de las partes más privilegiadas del globo, los proporcionaron los propios movimientos sociales. En ese contexto, en la red se daba intercambio de información, coordinación en las redes activistas e incluso se generaba identidad colectiva, antes de la existencia de las redes sociales [6]. Pero los movimientos sociales que han ido apareciendo con posterioridad se caracterizaban por una paulatina disminución del peso de los colectivos y movimientos sociales clásicos (No a la Guerra, 13M, V de Vivienda) junto al uso intensivo de internet, pero utilizando recursos gratuitos y corporativos.

El máximo exponente de como las organizaciones políticas se han quedado en cierta medida “aisladas” (si es que eso es posible en internet) en sus servidores alternativos y webs ha sido la explosión del 15M, un movimiento que desde el principio opera y se desarrolla primero en Facebook y luego en Twitter, es decir, en redes sociales corporativas. Las organizaciones políticas tanto clásicas como alternativas, los sindicatos, los movimientos sociales... han perdido todo el peso en esta sociedad 2.0, por lo que las personas que se quieren implicar en política lo hacen directamente a través de estas redes, sin colectivos de referencia y sin filtros [7]. Pero empieza producirse un fenómeno curioso: por una parte, los colectivos y movimientos sociales mantienen sus webs y espacios propios, y además los difunden a través de redes sociales corporativas, que posibilita unas audiencias impensables para estos colectivos en sus canales habituales (de fuera y dentro de la red). Por otro, redes “nativas” de Facebook como Democracia Reall Ya o sectores del 15M empiezan a vislumbrar (muy influídos tanto por los hacktivistas como miembros de otras organizaciones “clásicas” que operan en el 15M) los problemas de las redes sociales corporativas: falta de control y privacidad en los datos subidos a la red, falta de flexibilidad para organizar los contenidos y nula cobertura frente a posibles acciones judicilaes o represivas.

Como hemos resaltado en varios párrafos [8], una de las peores influencias de algunos aspectos la contracultura americana de los 60/70 es la que llega vía la ideología californiana, que maquillan discursos herederos del darwinismo social. El optimismo acrítico o fetichismo tecnológico, así como la pérdida del eje de referencia izquierda-derecha, son dos lacras a superar en el seno de las nuevas redes surgidas en torno al 15M. ¿Si no hay ni izquierda ni derecha, con qué legitimidad se puede criticar un Gobierno de tecnócratas, por ejemplo? Las redes y movimientos sociales previos al 15M, por su parte, deberían tener la suficiente cintura política para, sin renunciar a sus señas de identidad ni a su ideología, conserguir convenger paulatinamente con estas nuevas redes tan peculiares en lo ideológico y en lo organizativo. Vivimos un escenario en que, sobretodo a causa del torrente de información e intercambio que se da en la red, los colectivo clásicos quedan totalmente desdibujados, como quedó superado en su momento Indymedia. No así las asambleas y las formas de organización colectiva horizontales y cooperativas, que han sufrido un auténtico boom en el último año. La redes de antes y de después del 15M tienen mucho que aprender unas de las otras, esperemos que la convergencia -ya que hay consenso en la horizontalidad y el uso intensivo de internet- desde una perpectiva de izquierdas llegue lo antes posible.

notas:
[1] “La inconfesable historia de Nodo50”
[2] “Del canon al 15-M”
[3] Plant, Sadie. Ceros + Unos: Mujeres digitales + La nueva tecnocultura. Destino, 1998.
[4] Galloway, Alex “Un informe sobre ciberfeminismo. Sadie Plant y VNS Matrix: análisis comparativo”
[5] Twitter was Not Designed to Speed Up the Revolution, It was Designed to Speed up Consumption
[6] “Del tam-tam al doble click: una historia conceptual de la contrainformación”
[7] Con matices: nuevas redes como la de Democracia Real Ya son uno de los nuevos referentes en lo que a activismo en la red se refiere.
[8] Resaltamos el “algunos”: el antimilitarismo, ecologismo y feminismo del movimiento hippie siguen y seguirán siendo siempre plenamente revindicables

* Pertenecientes a la Asamblea de Nodo50

Fuente Madrid: Presentación del libro ¿Y ahora qué?
http://info.nodo50.org/Contracultura-y-ciberactivismo.html

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