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Mirta Iriondo: “la solidaridad con los compañeros me ayudó a sobrevivir”
Por Redacción 351 - Friday, Apr. 26, 2013 at 9:39 AM

La testigo estuvo secuestrada en La Perla. Durante su cautiverio tuvo la posibilidad de ayudar a mitigar el dolor físico y atender las necesidades de sus compañeros torturados.

 

Mirta Iriondo: “la solidaridad con los compañeros me ayudó a sobrevivir”

Por Nicolás Siadis | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: gentileza Manuel Bomheker y Será Justicia

Mirta Iriondo fue secuestrada el 19 de abril de 1977 en Buenos Aires junto a su compañero Luis Fabbri. En ese momento tenía 22 años y era militante de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO). Luego de su captura fue llevada al centro clandestino de detención conocido como “el Vesubio“, en donde soportó no solo torturas físicas sino también vejaciones sexuales.

El 28 de abril de ese mismo año, Mirta fue sacada del Vesubio junto a Fabrri y a un matrimonio y subidos a un avión. “Pensé que me mataban, ya habíamos escuchado en el Vesubio sobre los vuelos de la muerte”, recordó.

Su destino no era la muerte sino el infierno. Ese avión trasladó a Mirta al horror de La Perla. Al llegar vio por primera vez a Servanda “Tita” Buitrago, una detenida a la que los militares hacían trabajar de enfermera. “Tita me baño y me cambió de ropa”, comentó.

Luego del baño y el cambio de ropa, llegó la bienvenida. Mirta fue llevada a una oficina en donde estaban los hoy imputados Acosta y Díaz, quienes le dijeron que ya estaba condenada a muerte y que ellos iban a decidir cuándo matarla.

La testigo narró que “Tita” la curaba y cuidaba luego de las torturas. Hablaban entre ellas y estrecharon un vínculo basado en la desesperación. “Tita necesitaba alguien que le ayudara a atender a los secuestrados. Ella logró convencer a Acosta de que no me traslade nuevamente a Buenos Aires y de que me deje ahí ayudándola”, relató.

El testimonio de Mirta es muy importante ya que su relación con “Tita” le permitió tener un contacto más fluido con el resto de los secuestrados. Ellas curaban las heridas de los torturados, los bañaban, repartían la comida y limpiaban las oficinas luego de los interrogatorios.

Así, en su reconstrucción del horror de La Perla, Mirta recuerda con gran precisión a muchos compañeros de cautiverio y las terribles sesiones de torturas.

“Cuando llegaban a La Perla, las primeras horas eran crueles. Golpes y picana. Ellos pensaban que era el momento clave para sacar información”.

Recuerda la primera vez que vio al imputado Vergéz. “En mayo del ’77 llegó a La Perla Vergéz con un grupo de secuestrados que supuestamente pertenecían al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Entre los detenidos estaban Elmira Santucho, los hermanos Mopty, María Victoria Roca y el Lole Vergara”.

La testigo pudo presenciar los tormentos aplicados a la mayoría de ellos. Recuerda que el imputado Barreiro le arranco del cuello un crucifijo de oro a María Victoria Roca, para posteriormente torturarla.

En el caso del Lole Vergara, Mirta escucho los brutales golpes que el imputado Manzanelli le aplicó con un palo. “Lo golpeaba con mucha furia, se escuchaban los gritos del Lole y el ruido del palo que le golpeaba el cuerpo. Cuando lo trajeron nuevamente a la cuadra estaba prácticamente desarmado. Tita trató de ayudarlo y a mí me mandaron a limpiar la oficina que había quedado llena de sangre”, recordó.

“Mantener los sentimientos era vital para poder sobrevivir a la deshumanización a la que éramos sometidos en ese lugar. Mantener el afecto y la solidaridad con los compañeros.”

El día 29 de mayo hubo varios traslados de secuestrados que nunca más volvieron. Mirta sostuvo que los traslados eran comunes y ellos sabían que iban a la muerte. Durante todo su relato, la testigo fue narrando el destino que corrieron muchos de los secuestrados. Uniendo nombres con hechos, hizo una descripción pormenorizada del accionar represivo en La Perla.

Mirta fue liberada en octubre de 1978 y en ese momento decide irse a vivir a la casa de una compañera. La testigo tenía en ese momento un embarazo de 7 meses producto de su relación, durante el cautiverio, con otro secuestrado llamado Héctor Kunsman.

En julio de 1979, Miriam, Héctor y sus hijos viajaron a Brasil bajo el régimen de refugiados políticos.

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