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Comparación entre la guerra Irak-Irán y la futura guerra entre Colombia y Venezuela
Por Cucho Nery - Saturday, Apr. 27, 2013 at 11:26 PM
chuchonery@gmail.com

COMPARACION ENTRE LA GUERRA IRAK-IRAN Y LA FUTURA GUERRA ENTRE COLOMBIA Y VENEZUELA

COMPARACION ENTRE LA GUERRA IRAK-IRAN Y LA FUTURA GUERRA ENTRE COLOMBIA Y VENEZUELA.

Por Chucho Nery

PRIMERA COMPARACION

En 1979 se da el triunfo final de la llamada Revolución Iraní (dada a conocer a través de los medios capitalistas como "islámica), un amplio y hetereogéneo movimiento que incluía a todos los sectores del antiguo imperio persa (la eterna "amenaza a la incipiente democracia de la Grecia Antigua", según los historiadores burgueses), y que debido a las presiones de "Occidente", y sobre todo, a la guerra entre los dos países (1980-1988), se vio forzada a radicalizarse y cuya dirección política principal pasó a manos del clero nacionalista o "ayatolas".

Las principales causas de esta revolución social fueron las mismas que en todo país que se ve forzado a vivir bajo el modo de producción capitalista: la explotación económica de sus recurso petroleros y de la fuerza laboral iraní por parte de las transnacionales de EE. UU. y el Reino Unido, llevándose los beneficios fuera del país y dejando a su paso la miseria; la dominación política bestial por parte de su marioneta de turno, el Sha de Irán Mohammad Reza Pahlavi, quien después de derrocar en 1953 al líder patriota Mohammad Mosaddeq, por el imperdonable pecado de pretender nacionalizar sus recursos petroleros, impuso un brutal régimen basado en la tortura y la represión policial contra todos los movimientos sociales que apoyaban esas medidas, armados por supuesto con el moderno arsenal que para la época le proporcionaban sus amos democráticos y "civilizados"; la discriminación racial contra el pueblo pobre iraní por parte de sus élites gobernantes, comenzando por los odiosos miembros de la familia real, invitados permanentes de la revista "Hola", desprovisto aquél de cualquier derecho a una vida digna dentro de su propio país y sometido al desprecio público en sus medios de comunicación, las pocas veces que aparecían en ellos; el genocidio militar cometido por su propio ejército contra todo tipo de oposición y contra sus vecinos, especialmente los iraquíes, quienes fueron utilizados como carne de cañón para contener los alcances político-sociales de la revolución; y la alienación propiciada por el clero y medios de comunicación oficialistas, que legitimaban con su silencio y sus manipulaciones el injusto orden social establecido y sostenido por las potencias extranjeras.

En 1998 se da el triunfo de la llamada Revolución Bolivariana en Venezuela, producto transhistórico de todas las revoluciones sociales y políticas en Sudamérica y el resto de países subdesarrollados, tan amplia y heterogénea como pudo haber sido la revolución iraní y que se ha visto radicalizada progresivamente por la constante guerra económica, política y mediática por parte de las potencias capitalistas y sobre todo por el golpe de estado de abril de 2002, y el sabotaje petrolero de diciembre del 2002 y enero del 2003, patrocinados originalmente por EE.UU., pero que contaron con todo tipo de apoyos del resto del mundo "occidental".

Las causas que han originado y al mismo tiempo han hecho crecer en cantidad y en calidad a la revolución venezolana son las mismas que provocaron la iraní, puesto que ambos países nacieron y siguen "viviendo" en el capitalismo, con la diferencia que en Venezuela no existió una realeza pero sí ha existido una patética lumpen-burguesía mercachifle que siempre ha vivido de la teta del estado y que siempre ha intentado, inútilmente, llevar un estilo de vida parecido al de la realeza, con consecuencias vergonzosas para todos los venezolanos.

SEGUNDA COMPARACION

A partir de 1974 las corporaciones petroleras occidentales que perdieron sus privilegios en Irán comenzaron a construir progresivamente el contrapeso político-militar que necesitaban para "contener" a la revolución iraní, que amenazaba con esparcir su nacionalismo y espíritu de auto-determinación por todo el Medio Oriente, en la persona de Saddam Hussein, un mediocre miembro del Partido Baath Árabe Socialista de Irak, otro país sometido a los designios de intereses extranjeros, grande en territorio y en recursos petrolíferos, fronterizo con Irán. Para tener una idea de la catadura moral, intelectual y política que todo lacayo debe poner al servicio de semejantes intereses, baste saber que Saddam Hussein fue condecorado dos veces por el Reino de España, una vez en 1974, nada más y nada menos que por el mismísimo dictador Francisco Franco, con la Gran Cruz de Isabel la Católica, por el petróleo enviado a la Madre Patria a pesar del embargo de la OPEP, y la segunda en 1978, cuando recibió la Orden del Mérito Civil.

Una vez consolidado en el poder en 1979, al mando de otra "revolución", el laico gobernante de la antigua Mesopotamia, conocida por los historiadores burgueses como la "Cuna de la Civilización", armado hasta los dientes por sus amos imperialistas europeos y estadounidenses atacó a su vecino y hermano Irán, con quienes tenía más en común que con "Occidente", como el idioma árabe, su cultura, su historia y su pasado y presente colonialista, imperialista y capitalista. Ejemplo de esto último fue la Organización del Tratado Central o Pacto de Bagdad, fundada en 1955, integrada por Irán, Irak, Pakistán, Reino Unido y Turquía para contener a la URSS y disuelta oficialmente en 1979, debido a la influencia del Nasserismo y a las alianzas que los soviéticos fueron forjando progresivamente, al calor de la Guerra Fría entre "Oriente" y "Occidente", las guerras intra-imperialistas y las luchas de clases a nivel nacional e internacional.

A tal grado llegó la desesperación de las corporaciones petroleras y sus elites políticas que le dieron a Hussein armas químicas y misiles de largo alcance para hacer el mayor daño posible al pueblo iraní, que de manera soberana estaba decidiendo su futuro, después de siglos de dominación por los imperios de turno. Con todo y eso, los iraníes resistieron valientemente y expulsaron de su territorio a los invasores iraquíes, a pesar del apoyo moral, mediático y logístico de países como Arabia Saudita, Francia y hasta la misma URSS con que contaron los últimos.

Casi desde la llegada al poder del Presidente Hugo Chávez, líder de la revolución venezolana, las corporaciones petroleras que paulatinamente iban perdiendo sus privilegios atacaron mediáticamente con todo su arsenal ideológico al soberano y democráticamente electo gobierno bolivariano debido a las primeras medidas de corte reformista, en el marco de la legalidad democrático-burguesa heredada del puntofijismo, que comenzaban a lesionar las bases jurídicas y políticas que sostenían al capitalismo en Venezuela. Pero cuando estas medidas pasan de ser meras reivindicaciones (sostenidas en causas históricas acumuladas y nunca satisfechas por el propio sistema capitalista) a ser cambios estructurales en todos los niveles y como consecuencia de ello se da la radicalización del ataque de las elites burguesas nacionales y mundiales con el golpe del 2002 y el sabotaje petrolero del 2002-2003, que al final fracasaron, y debido a este rotundo fracaso precisamente, se comienza a construir la contraofensiva político-militar más concreta y contundente para contener los efectos de la revolución bolivariana, al pasar de su etapa reformista a su actual etapa socialista, primero en la persona de Alvaro Uribe, presidente de la vecina y hermana Colombia del 2002 al 2010, fundador de grupos paramilitares financiados con el narcotráfico controlado por EE.UU. a través de la DEA, quien autorizó legalmente el año 2009 la construcción de siete bases militares en suelo colombiano, luego del fracaso del envío de más de 150 paramilitares el año 2004 para asesinar al presidente de Venezuela; y más recientemente en la de Juan Manuel Santos, antiguo Ministro de la Defensa durante la presidencia de Uribe.

Para no ser menos que Saddam, el 13 de enero de 2009, Uribe fue condecorado por el entonces presidente de EE.UU. George W. Bush con la Medalla de la Libertad, por su "contribución especialmente meritoria a la seguridad y los intereses nacionales de los Estados Unidos". Por su parte el pobrecito Santos todavía no hace méritos para ser reconocido por imperio alguno.

A través del Plan Colombia, concebido en 1999 (el mismo año en que Chávez llegó al poder mediante elecciones democráticas y legítimas), EE.UU. y otros países han financiado al país vecino con miles de millones de dólares en armas y apoyo logístico supuestamente para eliminar el narcotráfico y la guerrilla, que por cinco décadas ha luchado por liberar a ese país de la esclavitud capitalista mediante la lucha armada, lo único que han logrado es controlar el flujo de capitales aportado por ese ilegal pero lucrativo negocio para financiar ese mismo plan y otros semejantes en América Latina, formando y entrenando tropas paramilitares que han sido desplegadas en las guerras de Irak (1991 y 2003), Afganistán, Centroamérica, Libia y otras partes, como parte de la privatización y mercenarización de las guerras imperialistas contra los pueblos del mundo.

TERCERA COMPARACION

Después de su fracaso en contener la revolución popular iraní, que produjo grandes y dolorosas bajas en ambos lados, afectando sus economías e incluso su gobernabilidad interna, a un envalentonado Hussein no le quedó más remedio que buscar un premio de consolación, para acallar las críticas internas que amenazaban con despojarlo del poder, a pesar del apoyo irrestricto de EE.UU.. ¿Y cuál fue ese premio? Nada menos que Kuwait, una monarquía constitucional vecina que a lo largo de sus vaivenes históricos formó parte de los imperios de turno bajo la forma de califatos, provincias o protectorados, como también lo fue en su momento Irak. La consecuencia de este atrevimiento, impulsado por el poderío militar logrado gracias al financiamiento occidental, fue la denominada por los historiadores capitalistas como "Primera Guerra del Golfo Pérsico" de 1991, una vulgar anexión imperialista de un antiguo aliado que se volvió loco con las armas que tenía en sus manos y que no se suponía que debía alterar las fronteras neocoloniales dibujadas e impuestas por los amos del mundo desde hace siglos. El precio a pagar por Hussein, y sobre todo por los iraquíes fue muy alto, porque después de esta, donde se tuvo que replegar de su vecino invadido y resistir un embargo internacional total vino la segunda y definitiva invasión, justificada en el ataque a las Torres Gemelas del año 2001, para apoderarse definitivamente del petróleo que yace bajo las ruinas de la antigua Mesopotamia y borrar del mapa un grave error estratégico, como quien dice, se eliminaron dos pájaros de un sólo tiro fulminante, pero al alto precio de dejar un país en ruinas, sembrado de cancerígenas municiones de uranio empobrecido que amenazan con extinguir todo signo de vida orgánica en ese país.

Ante los estruendosos fracasos de todas las ofensivas mediático-militares echadas sobre suelo venezolano y ante el consecuente pero imprevisto por ellos reforzamiento de la moral y convencimiento de los venezolanos en la construcción y defensa de su socialismo bolivariano, produciendo sus consecuentes perjuicios en la economía y la estabilidad social del país, no nos cabe la menor duda que las marionetas de turno en Colombia y sus amos neocoloniales en EE.UU. tienen planeado una última acción desesperada contra su vecino y hermano en la forma de una cruenta guerra de tipo convencional, empleando todo su arsenal bélico de última generación desde las siete bases que se comenzaron a construir desde el año 2009, a pesar que esto signifique la inestabilidad política y económica de toda Sudamérica, y tal vez de toda América Latina.

Para que esto sea viable política y militarmente, el estado colombiano debe pasar de su actual condición democrática, aunque sólo sea formalmente, a una condición autoritaria que guarde algunas formalidades legales ante la "opinión pública" internacional, para lo cual dudamos que el actual presidente Santos reúna los requisitos, por lo que el futuro archienemigo de Venezuela en suelo bolivariano aun no tiene nombre. Este tipo de cambios no se logra de la noche a la mañana, como lo demuestra el ritmo que han llevado las "conversaciones de paz" con lo que queda de la guerrilla (pues Uribe le hizo un buen trabajo al futuro "contenedor", que bien podría ser él mismo, si vuelve a lanzarse), depende también de la fase en que se encuentra la construcción de las siete bases militares, la política interna en los EE.UU., como sus próximas elecciones, la profundización de sus crisis económica terminal, su incesante pugna con sus competidores y enemigos reales: China y Rusia, y el avance indetenible de la ALBA, Unasur y la Celac.

Aunque no nos cabe duda que el pueblo venezolano y su gobierno están en capacidad de repeler tal acción, a un alto precio para ambas partes, nos preocupa las consecuencias posteriores de esa victoria en lo económico y social, pues sobre todo esto van a influir situaciones y desarrollos a nivel mundial sobre los cuales no tenemos mucho control, como los precios del petróleo, el resquebrajamiento de las alianzas tan duramente forjadas por el Comandante Chávez, bloqueos, embargos, sanciones, y demás avatares de la diplomacia internacional.

Dependerá de la cohesión interna en Venezuela, de la madurez política de su pueblo, de la formación teórica revolucionaria socialista de los cuadros de vanguardia y de la fortaleza de su economía.

Por el lado colombiano vaticinamos que, luego de la derrota que le propinará el pueblo venezolano, ante el dolor lógico y los deseos de revancha o compensación su futuro gobierno democráticamente autocrático busque, al igual que Hussein, un premio de consolación, como se lo puede ofrecer la recuperación de sus derechos marítimos sobre el archipiélago de San Andrés en el Mar Caribe, redistribuidos por la Corte Internacional de La Haya a finales del 2012, o la recuperación de su antigua y perdida "Provincia del Itsmo", hoy República de Panamá, separada quirúrgicamente por la potencia neocolonial gringa en 1903 y reparada dicha pérdida con la suma de veinticinco millones de dólares en 1922, a través de la ratificación del tratado Thompson-Urrutia por parte del Congreso de los EE.UU.

A estas alturas los colombianos deberían saber que sus amos gringos no son muy pacientes que digamos con semejantes muestras de atrevimiento, como lo demostró con el caso iraquí, por mucho dinero que inviertan en sus guerras fratricidas o por muchas condecoraciones que otorguen a sus marionetas de turno. Lo que vendría entonces sería una devastadora invasión sobre suelo colombiano, con la vieja y manida excusa de la "pacificación" o "democratización" de las Américas, en un giro inesperado del Plan Colombia, que pasaría a llamarse Plan América, con sus consiguientes "Pactos de Bagdad", o de México, Brasilia, o cualquier potencia emergente que se ofrezca como "mediadora", esperando su justa recompensa imperial en el futuro.

De la misma forma que la verdadera razón para la invasión de Irak fue el petróleo, la futura guerra Colombia-Venezuela y la venidera invasión a Colombia para pacificar a América del Sur, con la bendición del Papa argentino, tendrá como justificación real ponerle las garras a los recursos energéticos y naturales que en su suelo esperan pacientemente por su explotación. Como siempre, ellos pondrán las armas, nosotros los muertos, si es que urgentemente los pueblos oprimidos del mundo no nos unimos y enfrentamos a nuestro verdadero y común enemigo: el capitalismo mundial en franca agonía, pero que por esa misma condición se hace más peligroso que nunca.

Lo bueno es que si esta sombría predicción se materializa el mundo entero sabrá quienes eran los verdaderos tiranos autoritarios militaristas en América del Sur, y quiénes eran las verdaderas amenazas para la paz, la democracia y los derechos humanos en este continente.

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