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Paraguay: El Estado somos pocos
Por Vane.Jerus - Sunday, Apr. 28, 2013 at 8:36 PM
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Columna satírica de Nicolás Morás que refuta el postulado "El Estado somos Todos".

Paraguay: El Estado ...
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Michael Moore a veces asusta a nuestros colegas de Estados Unidos. Convengamos que aquéllos que somos el Estado, somos pocos; pero, ya sea en coreano o en inglés británico, nos gusta decir que “El Estado somos todos”.

Insistentemente este cineasta reincide en su labor de atacar los daños colaterales del sistema económico en el que vivimos; claro que no se da cuenta que con sus pros y contras es lo mejor que tenemos… nosotros, los funcionarios y directores de corporaciones que tanto amamos a las naciones no seríamos nada sin él.

Pero al terminar cada película los muchachos se tranquilizan y vuelven a comer popcorn, porque la propuesta de Moore para curar la enfermedad es inyectar el mismo virus de distinta cepa: más intervención estatal en los asuntos sociales y económicos. Siempre.

Acá la llevamos mejor todavía: Jorge Lanata tal vez esté convencido de que el caso Fariña – Elaskar – Báez va a deteriorarnos… y eso es ser iluso. Ni aunque lo pasen todos los canales durante todos los días hasta las elecciones nuestros intereses más importantes se verán afectados; si bien hoy en día puede ser el peronismo y su estructura nuestra casa, nuestra única patria es el estado.

El Estado es el medio que usan los criminales impunes para asesinar militantes, desaparecer chicos en democracia, envenenar indígenas en el norte, perseguir minorías, instalar mineras contaminantes, destruir los espacios naturales sin consentimiento de nadie, confiscar los sueños de los más necesitados… un Robin Hood a la inversa que se basa en el monopolio de la fuerza, pero por sobre todas las cosas, en la confianza que la gente nos da como rectores de la sociedad.

Los medios y periodistas del Grupo Clarín congeniados en representar a la oposición entran en un juego de deterioro contra el oficialismo, pero todos los oficialistas lo somos nada más de profesión. Mientras no nos convenga ser “opositores” seremos oficialistas del gobierno de turno. Los únicos que terminan la carrera son los presidentes, y allá ellos a sus palacios de vacaciones o al destino que se les antoje, al bronce, a alguna visita a un juzgado… o a las dos cosas como nuestro querido Lula el estadista. Al fin y al cabo, Magnetto es nuestro socio y por eso ni en 5 años ni en 10 le haremos daño. Nos queremos en secreto y no somos tan crispados como para perder al principal órgano político de los últimos 40 años.

Ni hablar del Poder Judicial, que es el encargado de encarcelar a la gente que nos incomoda y soltar la que nos conviene. Nunca nos falló, nunca le fallaremos. Esto no es cuestión de jueces corruptos o incorruptibles; todo juez ocupa un rol que necesitamos y sus salarios y privilegios lo expresan.

En el mundo “capitalista”, los funcionarios y los grandes empresarios tenemos, como dice Moore, una hermosa historia de amor. Mayoritariamente ellos nos dicen qué quieren y nosotros les regalamos leyes, decretos, concesiones, sentencias, subsidios, prohibiciones, mediaciones en conflictos, publicidad implícita, inflación, crédito barato, guerras… en fin, ¡Lo que necesiten! Cualquier cosa con tal de que no tengan que someterse a sindicatos horizontales, la naturaleza descentralizadora de un verdadero mercado libre y quemarse con el fuego de los oprimidos resueltos a independizarse de nosotros.

A cambio, ellos nos dan fortunas, las exportan al resguardo de la opinión pública, promocionan la necesidad de que nosotros existamos, o a veces fingen pelearse con nosotros, nos nombran consejeros de sus lobbies cuando nos retiramos… o incluso asumen la responsabilidad de nuestras acciones. Cuando su consorcio estatal está en problemas, hay que rescatarlo. Entonces cualquier mediano empresario del poder ocupará la celda que le corresponde a Cris.

Nosotros procuraremos seguir eliminando la posibilidad de ahorrar, cerrando las fronteras y obligando a las masas a consumir productos carísimos en el nombre de la industria nacional. Cada vez con más amor. Aunque 5 millones de ciudadanos protesten por la inseguridad, hambre o cualquier otro capricho de pobres, sus representantes estamos encargados de tareas mayores, de construir un brillante futuro… para una minoría.

En Francia hace mucho tiempo había un periodista que se llamaba Federico Bastiat. Él nos torturaba denunciando todo lo que hoy les cuento en esta cartita, y junto con otro señor muy chinchudo, Proudhon, se convirtieron en diputados. Al poco tiempo, murieron los dos pobrecitos. Y aprendimos en todos los continentes a corromper a los pequeños partidos. Cuando se trata de conservar el poder la globalización se adelanta siglos.

Mientras ustedes, los ciudadanos, cambien a un gobierno por otro e incluso compren los espejos de colores de distintos Modelos, los poderosos estamos a salvo.

A menos que apaguen la TV, se dediquen a cuestionar cómo realmente nos manejamos y se rebelen contra nosotros, sus servidores públicos.

Pero eso no va a pasar, no.

¿No?




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