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“El trabajo precarizado y sus múltiples formas” una entrevista a Ricardo Antunes
Por FPDS Corriente Nacional - Thursday, May. 02, 2013 at 12:44 AM

fpdscorrientenacional ⋅ abril 30, 2013

“El trabajo precariz...
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¿Cómo podemos definir al “trabajo precarizado” hoy en día?

El trabajo precarizado tiene múltiples formas y diferentes modos de ser. Esta crecientemente intensificado en sus ritmos y tiempos, y está desprovisto de reglamentación clara, insertándose por eso, en el universo del trabajo sub-contratado, tercerizado, part-time, o sea, toda una gama enorme de trabajos que se expanden en escala global. Son aquellos trabajos relativamente menos  formalizados y reglamentados, por ejemplo los trabajos tercerizados (con su enorme gama y variedad), las falsas “cooperativas” patronales, los “micro-emprendimientos”, el “trabajo voluntario” impuesto compulsivamente, que se utiliza como nuevo y bello mecanismo de explotación intensificada y ampliada, inclusive combinando formas de auto-explotación del trabajo.

 

¿Podemos decir que el trabajo, en el sistema capitalista, ya nació “precarizado” dadas las pésimas condiciones de trabajo en la Europa de los siglos XVII y XVIII, y fue tornándose “formal” con la ampliación de derechos gracias a la lucha de los trabajadores?

Si, nació fuertemente precarizado. Véase la magistral crítica de Marx en El Capital, en particular el capítulo sobre La lucha por la reglamentación de la jornada de trabajo. Por eso la precarización es un proceso, puede aumentar y disminuir, pero en cierto sentido siempre existirá en el capitalismo.

En el mundo actual el capitalismo y sus gobiernos procuran destruir ese derecho conquistado en estos últimos dos siglos, procurando utilizar cada vez mas estas modalidades de trabajo precarizado y marcado por la informalidad, para ampliar así las formas generadoras de valor, de riqueza y de lucro capitalista, bajo la apariencia de no-valor. Es por eso que el capital se arma de nuevos y bellos mecanismos de intensificación y de explotación del trabajo, precarizando e intensificando los niveles de explotación del trabajo en escala global.

 

¿En qué medida, hoy en día, el sistema capitalista necesita del trabajo precarizado?

Como la concurrencia entre las empresas capitalistas (las transnacionales incluidas) es inmensa, la tendencia a la precarización hoy es mucho mayor de lo que era entre los años 1945/68. Es por eso que en pleno siglo XXI, hay jornadas de trabajo, en San Paulo, que llegan a diecisiete horas de trabajo por día, en la industria de confección, a través de trabajadores inmigrantes bolivianos o peruanos controlados por patrones coreanos o chinos, mostrando un rostro poco visible y brutal de la llamada “globalización”, que configura modalidades de trabajo inmigrante en los límites de una condición degradante.

Existe también, sólo para dar algunos ejemplos, la expansión de un trabajo precarizado, semi esclavo y/o esclavo también en agronegocios de azúcar, donde cortar más de diez toneladas de caña por día es común en San Paulo, siendo que en el Nordeste de Brasil ese número puede llegar hasta 18 toneladas diarias.

En nuestra América Latina hay mujeres trabajadoras domésticas que llegan a realizar jornadas de noventa horas por semana, teniendo no más que un día de franco al mes, como dijo Mike Davis en su libro Planeta Favela.

Eso se expande porque el capitalismo atraviesa su fase más destructiva: desde los inicios de los años 70 el capitalismo viene asentando esa lógica de destrucción en relación a la naturaleza, en relación al trabajo. El patrón de acumulación capitalista, estructurado bajo el binomio taylorismo/fordismo está siendo substituido (o mesclado) por formas productivas flexibilizadas y desreglamentadas, de las cuales la llamada acumulación flexible y el toyotismo son ejemplos y que ocurren en plena vigencia de la practica neoliberal, privatista, desreglamentada y “finacierizada”.

Las palabras de Marx, escritas hace más de 120 años, son emblemáticas: en el volumen III de El Capital, cuando trata la Economía en pleno empleo y la utilización de los residuos de la producción, él escribió: “El capital  tiene tendencia  a reducir necesariamente el trabajo vivo directamente empleado, a acotar siempre el trabajo requerido para fabricar un producto y, por lo tanto, a economizar lo más posible el trabajo vivo directamente aplicado. Si observamos de cerca la producción capitalista (…) verificamos que procede de manera extremamente parsimoniosa con el trabajo efectuado, corporificado en mercaderías. Mientras tanto, más que cualquier otro modo de producción, rebaja seres humanos, desperdicia carne y sangre, dilapida nervios y cerebro”, generando “desperdicio de vida y de salud en los trabajadores”. (Marx, El Capital, Vol. III, 1974, p. 97 e 99)

Es una lógica destructiva que se expresa cuando descarta parcelas enormes de fuerza mundial del trabajo, donde millones se encuentran realizando trabajos parciales, precarizados, en la informalidad o desempleados, tornándose todo todavía más superfluo.

Eso pasa porque, al eliminar los residuos de la producción, el capital utiliza cada vez menos trabajo estable, substituyéndolo por más trabajo precarizado, que se encuentra en enorme expansión en el mundo agrario, industrial y de los servicios, así como en las múltiples interconexiones existentes entre ellos, como en la agroindustria, en los servicios industriales o en la industria de servicios. La eclosión generalizada del desempleo estructural en escala transnacional, así como de la informalidad y su consecuente precarización es la expresión más virulenta de esta destructividad que afecta profundamente al mundo del trabajo, en Argentina, en Brasil, en México, en fin, en todas partes, dada la mundialización del capital.

 

¿Como ese problema aparece específicamente en América Latina, dado que aquí hay un mayor grado de explotación de la mano de obra?

Acabo de publicar, en Brasil, un nuevo libro, con el título O Continente do labor, que espero poder publicar en Argentina también pues él trata del tema del trabajo en América Latina. En nuestro continente tenemos más que la explotación del trabajo. Aquí tenemos la vigencia de la súper explotación que retroalimenta duramente la valorización del capital. En la particularidad del capitalismo latinoamericano, subordinado al capitalismo central, vivimos algo más intenso que la explotación del trabajo, porque aquí aparece la súperexploración del trabajo, simbiosis llevada al límite entre la extracción de la plusvalía relativa articulada con la plusvalía absoluta.

Como indico Ruy Mauro Marini, nuestra economías transforman parte del “tiempo necesario de consumo del operario” en un “tiempo de acumulación de capital” (Marx), forma particular de reproducción capitalista en la periferia. La  nueva división internacional del trabajo, que presenciamos en las últimas décadas, se desenvolvió a partir de ese condicionante estructural.

Las largas jornadas de trabajo, la creciente  intensidad de la explotación de la fuerza de trabajo, la reducción del tiempo de consumo del trabajador, son expresiones de ese cuadro que conforma la súperexplotación del trabajo.

 

¿Cómo la lucha contra el trabajo precarizado se conjuga con la lucha por transformaciones sociales más profundas o con una lucha socialista?

Como menciono en el libro O Continente do labor, las posibilidades de socialismo en América Latina deben ser pensadas como parte de un proceso que no se limita a su espacio nacional. El mayor desafío es buscar la ruptura con la lógica del capital en escala simultáneamente nacional, continental e mundial. Países como Brasil, México, Argentina, entre tantos otros, tienen el papel de revelar este escenario, visto que se constituyen en polos importantes de la estructuración mundial del capital y, por otro lado, tiene un contingente significativo de fuerzas sociales y políticas de trabajo, tiene luchas y movimientos sociales de gran importancia.

Y la lucha de la clase trabajadora, o de lo que denominamos como la clase que vive del trabajo, tiene un papel vital. La transnacionalización del capital obliga todavía más a la clase trabajadora y las luchas populares a combatir por la reducción de la jornada de trabajo y por la ampliación de los derechos sociales (articulando así las dos puntas de lanza de la clase trabajadora, contra las divisiones impuestas por el capital); las batallas contra la privatizaciones del agua, del petróleo y el gas, por las preservación de la naturaleza, contra la propiedad privada (inclusive la propiedad intelectual). En fin, es imperioso comprender hoy cuales son las cuestiones vitales para la humanidad que vive de su trabajo.

Claro que se torna imperiosa una fuerte articulación internacional en las luchas para fortalecer las formas de confrontación. Esto se da porque a la mundialización de los capitales corresponde, cada vez más, una mundialización de las luchas sociales y del trabajo.

Como la clase trabajadora en el mundo contemporáneo, en su nueva morfología, es más compleja y heterogénea, es decisivo avanzar también en sentido de pertenencia de clase, contra las innumerables fracturas, objetivas y subjetivas, impuestas por el capital, además de tener una concepción ampliada  de trabajo y de clase trabajadora.

El entendimiento de las conexiones entre clase y género, entre trabajadores “estables” y trabajadores precarizados, entre trabajadores nacionales e inmigrantes, entre trabajadores de etnias diferentes, entre calificados y sin calificación, entre trabajadores jóvenes, entre empleados y desempleados, en fin, entre tantas fracturas que el capital impone para la clase trabajadora, se torna fundamental responder a través de un movimiento social y político de los trabajadores y de las trabajadoras, en busca y realización efectiva de un nuevo proyecto socialista en este siglo XXI. Y entender las conformaciones de la clase trabajadora hoy en su nueva morfología  es cuestión crucial para el socialismo.

Estas luchas cada vez más asumen la forma de movimientos contra la completa mercantilización del mundo, contra la totalitaria “mercadorizacion”  de todo lo que se produce, procurando confrontar cada vez más el capital y su sistema de metabolismo social destructivo. Y esas luchas serian más potentes mientras más sean luchas extra-parlamentarias e extra-institucionales.

Junto con la eclosión de luchas y levantamientos populares en la India, Rusia, Corea, Indonesia, entre otros países que no están directamente en el centro del mundo capitalista, constituyen una gama de fuerzas sociales populares y de trabajo, capaces de impulsar un proyecto que tenga como horizonte una organización socialista de nuevo tipo, renovada y radical, bastante diferente de los emprendimientos revolucionarios intentados en el siglo XX.

 

 

* Ricardo Antunes. Profesor titular de Sociología en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas (IFCH) de la Universidad de Campinas, Brasil (Unicamp). Hizo su maestría en Ciencia Política en el IFCH de la Unicamp (1980), se doctoró en Sociología en la Universidad de San Pablo (1986) y es docente libre en Sociología del Trabajo por el IFCH de la Unicamp (1994). Trabajó un año como investigador visitante en la Universidad de Sussex, Inglaterra (1997-98). Ha dictado numerosos cursos, seminarios y conferencias en universidades de América Latina y Europa y participado en congresos de su especialidad. Es autor de Adeus ao trabalho?, editado en español (¿Adiós al trabajo?, Buenos Aires, Herramienta, 2ª edición, 2003); A rebeldía do trabalho, O novo sindicalismo no Brasil, Classe operária, sindicatos e partido no Brasil, O que é sindicalismo? y Crise e poder. En el año 2007, Los sentidos del trabajo. Ensayo sobre la afirmación y la negación del trabajo, Herramienta – TEL. Actualmente, coordina las colecciones Mundo del Trabajo de Boitempo Editorial y Trabajo y Emancipación de Editora Expressão Popular. Colabora regularmente en revistas y diarios de Brasil y otros países. Participa activamente en las revistas Margem esquerda (Brasil), Latin American Perspectives (Estados Unidos), Proteo (Italia), Asian Journal of Latin Americana Studies (Corea) y Trayectorias (México). Integra el consejo asesor de la revista Herramienta.

 

** Entrevista realizada por Dafne Melo, militante del Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional.

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