Julio López
está desaparecido
hace 6429 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La izquierda independiente en Bolivia: “Marcha” y su relato “estilo 678”
Por Octavio Crivaro - Tuesday, May. 21, 2013 at 11:41 PM

mayo 21, 2013 | Con la retirada, con descontento y con bronca, de los combativos mineros de Huanuni de las calles de La Paz, y con la aceptación por parte de la conducción de Trujillo de la propuesta de bajar a 30 los años de trabajo necesarios para jubilarse los mineros, demanda parcial pero muy sentida, todo indica que culmina la primera etapa del enfrentamiento de los trabajadores bolivianos con el gobierno de Evo Morales, un enorme fenómeno político que no se detiene (ni menos sus repercusiones).

La histórica huelga de la COB, que enfrentó la política sobre de jubilaciones del gobierno de Evo, previsiblemente iba a colocar a la izquierda independiente en un brete. Y lo hizo. Frente a una lucha en defensa de jubilaciones dignas y, en general, contra un régimen previsional que pone los costos sobre los hombros de los trabajadores, dos artículos del portal Marcha defendieron al gobierno boliviano que en dos semanas de conflicto atacó el derecho a huelga, aseguró que descontaría los días de paro, amenazó con cerrar la mina de Huanuni (¿socavón que para, socavón que cierra?), y encarceló más de 400 luchadores. Un salto a la derecha. Un sector de la izquierda independiente, lamentablemente, acompañó esta política antiobrera del MAS, bancando puntualmente una medida que copia (o emparcha) la política previsional de los gobiernos neoliberales y del propio Sanchez de Losada

cob

DEFENDIENDO LAS MIGAJAS

La articulista de Marcha no deja dudas: en un artículo con un título intrigante estilo voz en off de 678, sembró dudas. “Una huelga que no es lo que parece”. Es decir: parece una huelga, pero es una oscura acción destituyente. El duhaldismo no existe como corriente internacional, lo sabemos. Pero lo que viene a la cabeza al leer este titular maquiavélico es el clásico e inefectivo apotegma kirchnerista: “fue Duhalde, atrás de una huelga obrera está la derecha”.

En su defensa de la política de Evo Morales, la argumentación de los artículos llega al ridículo. Aunque reconoce que las reservas estatales de dólares nunca fueron tan cuantiosas (producto de la participación estatal en el negocio de los hidrocarburos), se compra el argumento bien neoliberal de que “una jubilación al 100% no tiene asidero en la realidad ni política ni económica del país”. En realidad, lo único que no tiene asidero es un sistema de jubilaciones que se sustenta con aportes “solidarios” de los trabajadores, en lugar de que lo hagan solo los aportes patronales (y estatales).

El discurso del gobierno de Evo atacó a supuestos sectores “privilegiados” de la clase trabajadora es un discurso divisionista más propio de la derecha que de un gobierno supuestamente “popular”. ¿Privilegiados los mineros, que trabajan en las peores condiciones de insalubridad y que cuentan con índices de mortalidad superiores al promedio? La misma cantinela que estamos acostumbrados a oír de referentes de la derecha.

En realidad no existen sectores privilegiados y otros castigados de la clase trabajadora, sino distintos sectores de “castigados”. La propia cronista de Marcha afirma que después de 7 años de gobierno de Evo, la precarización laboral y el empleo en negro afecta al 75% (¡75% luego de 7 años!) de la clase trabajadora. ¿Porqué deben ser los trabajadores los que se hagan cargo de esta brutalidad social de la que son víctimas? ¿Porqué una clase trabajadora de conjunto esquilmada cuando está activa, tiene que financiar la miseria de jubilaciones cuando pasa a retiro? ¿No es este un precepto claramente neoliberal? Sí. Es, de hecho, una lógica similar a la que utiliza el kirchnerismo para justificar el impuesto a la ganancia, oponiendo a los asalariados en blanco con los sectores más pauperizados. Estos sectores, sin embargo, no son víctimas de los mineros bolivianos ni de los trabajadores en blanco argentinos, sino de los empresarios que mantienen la desocupación y la precarización, al amparo del Estado. Evo ataca a los sectores más movilizados de la clase trabajadora porque banca a los empresarios. No porque se solidarice con los más pobres.

COBERTURA “ANTIGOLPISTA” PARA UNA POLÍTICA ANTIOBRERA

Luego, para justificar el supuesto golpismo de los “privilegiados” mineros y maestros de Bolivia, la corresponsal vincula al paro de la COB boliviana con el “contexto” del golpe derechista y sojero en Paraguay y de la derecha empresarial venezolana. Perdiendo toda seriedad política y todo análisis de clase más o menos fiable, el “oficialismo” de Marcha lleva al colmo de confundir un paro obrero con movimientos reaccionarios de las clases que fueron acumulando poder a la vera de los gobiernos “progresistas”. En Paraguay fueron sojeros los golpistas. Terratenientes que se fortalecieron a tal punto de querer deshacerse de un presidente con el que llenaron sus bolsillos, pero al que comenzaron a ver como un límite. En Bolivia, por el contrario, no son cámaras patronales sino organizaciones sindicales con tradición combativa reciente y “currículum” revolucionario probado. No reclaman la defensa de  privilegios sino demandas profundas y justas  como jubilaciones que no sean miserables. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿A tal punto llega el desprecio o desinterés por los procesos que vive el movimiento obrero?

HACEN POLITICA Y USAN DINAMITA”. BIENVENIDOS A BOLIVIA

En un colmo de una visión con olorcito gorila y de desconocimiento de toda tradición boliviana, la cronista siembra sospechas sobre la “coincidencia” entre la huelga lanzada por la COB y la fecha de lanzamiento del Instrumento Político de los Trabajadores por parte de la COB. Álvaro García Linera, fue más lejos, y en un discurso más propio de un Aníbal Fernández andino que el de un intelectual que se denominaba marxista, atacó conspiraciones con “tufillo trotskista”. Otros funcionarios van más lejos aun y le ponen nombre propio a ese apellido tan trillado para atacar procesos de ascenso obrero: atacaron a los trotskistas de la LOR-CI, compañeros del PTS en Bolivia.

Hay un punto en el que tiene razón la periodista de Marcha: no es casual que la huelga y el lanzamiento de un PT emerjan concomitantemente, de la mano. Es la orientación política de Evo, claramente a favor de grandes empresarios, de  Repsol, de las FFAA, y de sectores de la pequeño burguesía como los cooperativistas mineros y un sector cooptado de los campesinos, la que viene acelerando, primero, la actividad sindical de los trabajadores y, segundo, el paso de la experiencia sindical a la actividad política.  Es el desprecio del MAS hacia los trabajadores y sus organizaciones el que empujó a la poderosa clase obrera, y su corazón minero, a consolidarse como una oposición social y política por izquierda a Morales, todo lo contrario que la derecha escuálida venezolana. La cronista, en un colmo de paranoia (y de desconocimiento histórico), como prueba irrefutable de la conspiración golpista, cita que encontraron una ambulancia con explosivos. Esto ya es risueño. Evidentemente la compañera desconoce que es una tradición de décadas que los mineros se movilicen con una de sus herramientas de trabajo: los cartuchos de dinamita. El comentario de la compañera cae en la clásica justificación estatal, calumniante de las luchas obreras y populares, como las que vimos el 26 de junio de 2002, entre otras tantas ocasiones.

TUS GOLPISTAS DE 2013 SON LOS HEREDEROS DE LOS REVOLUCIONARIOS DE 1952

Pero lo que falla no es el análisis de este conflicto en particular, sino la lectura de la historia boliviana en general. Los compañeros de Marcha, en su ataque al derecho de los trabajadores a poner en pie organizaciones políticas propias, ignoran (o tiran a la basura) una tendencia que no existe recién desde la fundación del IPT, sino desde que la heroica clase trabajadora boliviana protagonizó la más grande revolución proletaria en Suramérica, la de 1952, cuando pusieron en jaque al régimen burgués y antipopular de la Rosca. Las tesis de Pulacayo, el armamento minero, y la derrota que sufrió el Estado boliviano por parte de los mineros, permiten concluir que si los compañeros de Marcha se oponen a que los trabajadores se organicen y luchen con independencia política, deberían tirar al tacho la tradición revolucionaria del 52. Estimamos y sabemos que hay compañeros e incluso referentes de la izquierda independiente que se oponen a semejante aberración.

Efectivamente Evo ataca con saña a los mineros, porque busca separar a los obreros y en particular a los mineros, de uno de sus principales aliados para pensar una verdadera salida de fondo a los padecimientos del pueblo boliviano: los campesinos. Como lo fue en Rusia en 1917 y también en Bolivia en 1952, la unidad de la clase obrera boliviana con los campesinos pobres y pueblos originarios, es el quid de la cuestión de la revolución. En realidad no decimos nada nuevo que no hayan dicho Trotsky o Mariátegui, pero esto es exactamente lo opuesto al bloque de clases que postula Evo: llevar a los campesinos detrás de sectores capitalistas mayores (como Repsol), para oponerlos a los trabajadores, como iba a suceder en la movilización del jueves. La izquierda independiente cita a Mella, pero su política es más propia de un tibio peronismo o de un anémico nacionalismo frentepopulista. Evo y su frentepopulismo también marginan los profundos reclamos de los campesinos y otros sectores populares no obreros. La Renta Dignidad que reciben millones de campesinos y cuentapropistas que no cuentan con jubilaciones, es de apenas de 250 bolivianos. Los trabajadores, y sus direcciones, deben plantear, en lo sucesivo, la importancia de una renta universal acordada con organizaciones populares y campesinas, como forma de derrotar las pérfidas maniobras del MAS para dividir a los sectores populares. Toda política revolucionaria debe plantear la unidad entre trabajadores y campesinos, alrededor de esta medida y todo un programa de reformas estructurales que incluya el reparto de la tierra para campesinos pobres y pueblos originarios. Esto, hoy, empieza por rechazar los ataques antiobreros de Evo, que Marcha asumió como propios.

ALMEYRA: UNA POSICION MAS SENSATA, QUE SIN EMBARGO NO ESCAPA DEL ATOLLADERO

A diferencia de esta velada (o no tanto) condena de los artículos del portal Marcha a la huelga obrera, Guillermo Almeyra se opuso a considerar la protesta obrera como una acción golpista y a la base social de la COB como una “oligarquía”. También sostuvo que medidas políticas como el gasolinazo, la represión al TIPNIS y otras, empujaron a parte de su base social del MAS a la oposición. Esta posición es suficiente para que todos los sectores de la izquierda latinoamericana que defiendan el derecho a huelga de cualquier sector obrero con demandas justas, expresemos este apoyo de manera activa, frente a todo ataque estatal.

Sin embargo, Almeyra discute contra posiciones “ultraizquierdistas que sólo ven la película de la historia en blanco y negro, vociferan diciendo que el gobierno de Evo Morales es represivo y sirve al capital extranjero”, y plantea una distinción sutil de que el de Evo es un gobierno que reprime, pero no un gobierno represor. Esta visión, a esta altura, más que una película parece una foto color sepia, que no quiere ver que crecientemente el gobierno de Evo fue asumiendo posiciones más reaccionarias. El giro a derecha que se expresó en el gasolinazo, en la represión a TIPNIS, etc., fueron capítulos de una historia que permite entender (y por ende no sorprenderse) de dónde viene la hostilidad contra los sindicatos, el rechazo al reclamo jubilatorio, y la represión y detención de decenas de trabajadores. Recostarse en empresas como Repsol (a la que apoyó en medio de la discusión sobre la “expropiación” en Argentina), en el Ejército (al que viene de darle la Embajada argentina), y oponer a los campesinos contra la COB, expresa una derechización cuya profundidad, creemos, Almeyra subestima.

Almeryra considera al gobierno de Evo como producto de una revolución democrática, en lugar de el desvío frentepopulista de un proceso revolucionario que solamente podía frenarse combinando represión con adocenar a uno de los líderes conciliadores que dieron los enormes movimientos obreros, campesinos y originarios que enfrentaron a gobiernos como el de Mesa y Sanchez de Lozada. El proceso abierto en el movimiento obrero no es un mero fenómeno corporativo o sectorial, sino un cambio cualitativo en la situación política boliviana: el pase a la oposición de los trabajadores asalariados, la fractura de un sector importante de su base social, por la política pro statu quo de Evo. ¿Ante la crisis capitalista, se abrirá la perspectiva de la unidad entre los trabajadores y sectores de campesinos e indígenas, que superen los límites de gobiernos frentepopulistas que solo limitan las aspiraciones populares? Más allá de los tiempos, no dudamos que sí.

La izquierda independiente, en su abanico de posiciones, debe reflexionar si se encontrará a la par de los gobiernos obreros y populares, o haciendo una defensa conservadora de Estados que se oponen a los reclamos y la autoorganización de los trabajadores y el pueblo pobre.

agrega un comentario