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(poesía) El Gran Boscoso
Por (reenvio) Eugenio Castro - Thursday, May. 30, 2013 at 1:17 AM

Estoy allí donde los remolinos de repente se forman, donde la niebla espontánea brota, donde el aire inapreciablemente quema. Estoy allí donde todo es ajeno y una presencia anónima a nuestro lado causa el efecto de un beso incalculable, provoca un escalofrío que obedece, más que a una impresión de pavor a lo desconocido, a la voluptuosidad de una emoción desconocida. Yo habito allí donde lo desconocido se torna voluptuoso. Yo soy el allí donde por primera vez se llega.

Negra, la naturaleza del aire en su canto.
Y son entero que pronuncia, y hiende:

El Gran Boscoso,

viento que pasa y borra al hombre,
y le devuelve su presencia absoluta.
.

Se le reconoce porque el latido
de su corazón incorpora voz al silencio.
El silencio que a modo de fuego de San Telmo,
sobre el palo alto del encuentro,
estalla entre los ojos y lo que miran.
.

Alma en vilo,
guarda en sus ojos una brasa legendaria.
Sus ojos, en los que se abre perenne
la geografía de la noche
y los soles que el día niega.
Sus ojos, en los que todo
lo que muy vivamente se reconoce
vale por lo que muy vivamente
se desconoce.
.

Las calles le andan.
Los bosques le habitan.
Esposo de la niebla
y la niebla misma.
Su sombra es el beso
que borra la memoria.
A su paso las ciudades recuperan
su condición boscosa,
incorporando en lo cotidiano
beneficios de desprendimiento.
.

Toda la belleza de lo ignoto
entre los pliegues de su frente.

Todo el horizonte inflamado
de las regiones baldías.
.

Presencia de lo que no está,
el Gran Boscoso late al fondo
que se abre entre la letra S y la letra Q
de la palabra bosque.
Allí donde caminados
los primeros cincuenta metros
ya nadie se recuerda.
.

Mientras tanto la negritud persiste,
promete al ojo su exuspesura.
.

Densa como la umbra luz
de la palabra,
la noche adquiere la cualidad
de esas piedras cuyo brillo y destellos
continúan emitiéndose
en condiciones de total oscuridad.
Todos sus atributos,
todas sus propiedades,
fulguran en la mirada de El Gran Boscoso,
apenas rasgo incierto
de su identidad:

El Gran Boscoso es anónimo,
El Gran Boscoso irrecuperable.

Mas en algunos momentos
en que se me ha aparecido
he creído en él reconocer
a un pariente íntimo del Capitán Nemo,
a un análogo del Superior de los Pájaros.
Aunque esto es mucho suponer.
Y no obstante, no obstante,
como en éstos,
un rasgo de distinción
caracteriza su gusto
por frecuentar horas desiertas,
lugares comunes,
derrames de luz,
hoyos de sombra que el sol alto
cava en el suelo
para que nuestros pies se pronuncien,
cimas sobre las que se enuncia
el tiempo de las quemaduras
y sus huellas hermosas.
.

Nada de esto indica
que El Gran Boscoso
sea un fantasma.
Ni mucho menos un misterio.
Fuga de su propio reflejo,
él es un genio que dice.
Es entonces cuando sus palabras,
como un canto de ballena,
trazan sobre la vida afín
la formación de las fallas.
De las fallas tal y como
se configuran en la luz
que describe en su vuelo,
durante su danza de cortejo,
la luciérnaga en celo.
O como esa otra manifestación
espectral y verde
que en el horizonte dibujan,
antes de desaparecer,
tras las aguas del mar,
el sol y su luz.

Porque El Gran Boscoso,
lobo del alma que al fin se asegura
su festín incalculable, dice.
Su voz así crece por los corredores
del aire y remonta por el hueco que libera,
pasillo abierto en el espacio que queda
entre la exclamación de la palabra bosque
y su imagen a veinte centímetros de la boca
que la pronuncia:

morada aérea alzada sobre el confín de la palabra,
con sus muros deslumbrando hasta lo libre
porque en ella germina la flor más azul del mundo,
prodigioso corazón fúlgido de espejos infinitos
que hasta el vacío multiplican, y despojan,
y devuelven con su temblor
a los que en ellos se contemplan
su presencia más allá de sí mismos.

El Gran Boscoso es eso.

fuente http://www.gruposurrealistademadrid.org/eugenio-castro-el-gran-boscoso

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