Las amenazas, la cultura y la coordinación represiva
Por Néstor Kohan - Herramientas -
Monday, Jun. 03, 2013 at 10:53 AM
Esta nota, con pedido de difusión,
fue recibida el día 24 de mayo de 2013.
La incluimos en
Herramienta web nº 13 no sólo en respuesta a dicho
pedido, sino también
y sobre todo para expresar un enérgico repudio a las
amenazas y calumnias
contra Néstor Kohan, a quien hacemos llegar
nuestra plena
solidaridad.
Aldo Casas, por el Consejo de redacción de
Herramienta.
Por Nestor Kohan*
¿Ya no hay coordinación represiva en Nuestra América? ¿Se acabó el Plan Cóndor?
¿Se disolvieron los aparatos de inteligencia vinculados al Terrorismo de Estado?
¿Los grupos de ultraderecha son un triste recuerdo del pasado? ¿Vivimos en una
democracia plena?
Cada quien responderá esas
preguntas como quiera o como pueda.
En estas líneas me limito
a hacer públicos y denunciar hechos puntuales que, ¿por qué no admitirlo?, me
generan cierta preocupación.
En Argentina estamos acostumbrados
a la vigilancia de los aparatos de inteligencia. Ya son parte del “folclore
político” doméstico. Nos escuchan los teléfonos, nos leen los correos electrónicos,
nos fotografían las asambleas, nos filman en las movilizaciones. Todo el mundo
lo sabe. Los recientes casos, tristemente célebres, del oficial de inteligencia
de la policía federal Américo Balbuena, infiltrado más de una década en la agencia
de noticias alternativa Rodolfo Walsh, así como el “proyecto X” de inteligencia
de la Gendarmería sobre organizaciones populares son tan sólo la punta del iceberg.
Es lo que apenas salió a la luz. ¿Y todo lo que no se ve? Sólo alguien demasiado
ingenuo o completamente desinformado puede imaginar que esto es producto de
la “paranoia”.
El aparato de inteligencia
y represión del estado opera a través de múltiples vías. Puede consultarse con
provecho el libro de Gerardo Yung SIDE, La Argentina secreta (Buenos Aires,
Planeta, 2006), donde aparece la descripción del modo de operar del aparato
de inteligencia argentino (dirigido y equipado directamente por la CIA de los
EE.UU. y el MOSSAD de Israel) sobre el movimiento popular, sus militantes y
sus intelectuales. Uno de los tantos departamentos de la central de inteligencia
de Argentina está dedicado, obviamente, a la informática. Utilizan tecnología
de punta, en gran parte proveniente de Israel. Desde allí interceptan mensajes,
escuchan, miran y, ¿por qué no?, arman páginas y blogs en la web.
En ese clima político han
aparecido últimamente una serie de páginas de Internet destinadas a contrarrestar
a las agencias de información alternativa. Se presentan como gestionadas en
forma “amateur” por individuos sueltos o viejitos reaccionarios. Pero por la
cantidad de información que manejan, el seguimiento al detalle, día y hora,
de movimientos sociales, partidos políticos e incluso individuos, sería imposible
que una o dos personas puedan mantenerlas funcionando en forma “amateur”. Es
evidente que hay un aparato detrás, una organización de vigilancia colectiva
que intenta operar con información de inteligencia sobre la opinión pública.
Quien sospeche que esto es “paranoia” que siga disfrutando de su ingenuidad.
En una de esas páginas,
titulada Catapulta, me acusan con nombre y apellido, incluyendo fotografías
de mi persona y tapa de mis libros, de ser un “escritor guerrillero” aduciendo
como prueba haber publicado un libro sobre El Capital de Karl Marx y mi participación
durante una década en la Universidad Popular que promovieron las Madres de Plaza
de Mayo. Cada vez que publican artículos o notas sobre Néstor Kohan las ubican
en la sección “Conociendo al enemigo”. En una de ellas pretenden señalarme como
“brazo político de las FARC” (referencia a la insurgencia de Colombia, hoy en
diálogos de paz en la Habana, Cuba) junto al profesor de economía Jorge Beinstein,
ya que ambos pertenecemos al Movimiento Continental Bolivariano (MCB). Véase
http://www.catapulta.com.ar/?p=2629
Esta página de ultraderecha
argentina disfraza su tarea incluyendo “notas color” donde acusan a la Iglesia
del Vaticano de ser “demasiado liberal” y otras tonterías similares, pero el
eje habitual de sus informaciones son, invariablemente, el seguimiento al detalle
de las actividades de la izquierda y de las organizaciones populares.
“Acostumbrado” a nuestra
ultraderecha criolla y a sus servicios de inteligencia siempre rodeándonos,
dejé pasar esas publicaciones, no sin cierta preocupación.
Un tiempo después de que
apareciera mi fotografía en la sección “Conociendo al enemigo” de Catapulta,
viajé a México a un seminario internacional organizado por el Partido del Trabajo
(un partido legal e institucional, con representación parlamentaria) y al llegar
al aeropuerto de México oficiales de Interpol me retuvieron el pasaporte y me
llevaron a su oficina. No pasó nada grave. Me devolvieron el pasaporte. ¿Para
qué hicieron eso? Nunca lo supe.
Luego fui a Santiago de
Chile a presentar la edición chilena de mi último libro sobre el pensamiento
teórico del Che Guevara y sus cuadernos de lectura marxista. En el aeropuerto
de Santiago, a la hora de sellarme los documentos, comenzó un extenso interrogatorio
sobre el contenido de mis clases, los amigos chilenos que me irían a recibir,
mis contactos políticos y una serie infinita de preguntas policiales muy detalladas.
Me exigían datos sobre las universidades que visitaría. Salí de ese interrogatorio
y les pregunté a otros pasajeros si les habían hecho preguntas. Nadie que tomó
el mismo vuelo que yo había sido interrogado.
Y ahora me encuentro, de
pura casualidad, buscando información en Internet, con una nueva y amarga “sorpresa”.
Allí utilizan una fotografía
mía donde estoy dando una conferencia sobre Karl Marx en Europa. Estos agentes
de inteligencia la retocan y la trucan, al peor estilo del stalinismo (que retocaba
las fotos donde Trotsky aparecía al lado de Lenin, borrándolo), reemplazando
los símbolos de una organización política de Santiago de Compostela (Galiza,
Estado español) por el escudo de las FARC-EP de Colombia.
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Fotografía original
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Fotografía trucada:
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Todo el mundo sabe que en Colombia las amenazas de muerte y los asesinatos
políticos selectivos estuvieron y están a la orden del día. El caso del profesor
Renán Vega Cantor, autor de una gran cantidad de libros sobre historia y Premio
Libertador en Venezuela ha sido uno de los más recientes (hasta donde tenemos
noticias). Renán Vega vino a la Argentina escapando de ese acoso político
y esas amenazas de muerte y recibió la solidaridad de muchísimas personalidades
políticas, intelectuales, revistas, cátedras y organizaciones estudiantiles.
Lo mencionamos porque es el más cercano y el más reciente del que tenemos
memoria.
También sabemos que la clase
dominante colombiana no sólo ha amenazado, asesinado y reprimido dentro de su
propio territorio nacional. No hace demasiado tiempo el intelectual y dirigente
político Narciso Isa Conde, también integrante del Movimiento Continental Bolivariano,
recibió un atentado —afortunadamente frustrado— en su país, República Dominicana.
Como hacían los militares argentinos de Videla o los chilenos de Pinochet, esta
gente vigila, amenaza, mata y asesina incluso más allá de sus fronteras.
Por eso dejé pasar las (falsas)
notas acusatorias de los servicios de inteligencia de Catapulta. No le di mayor
importancia a las “anécdotas” de Interpol en México y al rarísimo e inesperado
interrogatorio de la policía en Chile. Pero cuando me encuentro ahora con esta
burda maniobra de la inteligencia militar colombiana, creo que es hora de hacerlo
público. Porque acá hay una coordinación represiva. Estas “coincidencias” no
son casuales. Exactamente la misma información (falsa, trucada) y el mismo montaje
comienzan a aparecer en fuerzas represivas de países distintos.
En la acusación fraguada,
malintencionada y pérfida a la que hago referencia, los agentes de inteligencia
colombianos pretenden señalarme como “uno de los principales ideólogos de las
FARC en este momento”. ¡Qué delirio, Dios mío! Estos fascistas no sólo son reaccionarios
de ultraderecha, además tienen graves problemas mentales. ¿Cómo se imaginan
que alguien que vive en Argentina, a miles de kilómetros de Colombia, puede
ser un ideólogo de una organización de otro país? Como se han quedado sin los
viejos cuentos del “comunismo que viene de Moscú o de Pekín”, ahora inventan
ideólogos… argentinos. No puedo menos que reírme. Parece un chiste (malo) de
argentinos. Los argentinos no sólo han puesto un Papa en el Vaticano, también
controlan a las FARC de Colombia. ¡Qué delirantes!
Y no sólo eso, me acusan
afirmando lo siguiente “y desde las páginas electrónicas de la organización
narcoterrorista “tira línea” [Néstor Kohan] sobre lo que debe ser el comportamiento
de los terroristas en el proceso de La Habana”. ¡Qué subestimación tiene esta
gente de la insurgencia colombiana! ¿Un movimiento social y político con miles
de integrantes, que hace 60 años que lucha en su país, necesitaría que alguien
“le tire línea” sobre los problemas colombianos? Ni siquiera tengo datos empíricos
de la economía colombiana, de la propiedad de su territorio, del desarrollo
de su industria, de los niveles de su comercio exterior. No conozco ni siquiera
las provincias colombianas. ¿Cómo “tirar línea” sin vivir ahí ni conocer a fondo
un país? ¡Qué delirantes!
En su nota macartista y
fraudulenta no se ahorran nada. Me acusan de “terrorista” por haber colaborado
durante muchos años con el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. ¿Quién en
su sano juicio piensa hoy que los campesinos brasileños son “terroristas”? ¿Detrás
de estas acusaciones no estará la inteligencia de EEUU?
Los milicos de Catapulta
me acusan de “terrorista” y “guerrillero” por haber colaborado durante una década
con las Madres de Plaza de Mayo (colaboración absolutamente gratuita, agrego…
para evitar malentendidos: jamás cobré un solo peso).
Los milicos de Colombia
me acusan de “terrorista” por haber trabajado junto a los campesinos de Brasil
y por sugerir que lograr la paz en Colombia es muy difícil debido al terrorismo
de estado de su clase dominante.
Como “pruebas” incluyen
dos notas mías, pequeñísimas. (Estos lúmpenes a sueldo del estado ni siquiera
se tomaron el trabajo de leer los libros míos que ellos citan como un pecado
gravísimo). Una es sobre la paz en Colombia —que ellos rechazan, pues apuestan
a la guerra y a la solución militar del conflicto— y otra es sobre una vieja
biografía del escritor Arturo Alape del que hice una reseña bibliográfica hace
15 años.
Sobre la primera nota, “La
paz en Colombia”, ni siquiera me había enterado que la agencia de noticias alternativa
Anncol la había publicado. Tuve que pinchar el link de los fachos para enterarme…
porque el original salió en una página española. Si Anncol rebotó esa nota,
¿qué problema hay? ¿Es pecado?
Sobre la segunda nota, citan
un pequeñísimo texto que escribí en los años 90 sobre una biografía de Arturo
Alape sobre Marulanda (buenísima, la recomiendo, la publicó editorial Planeta)
que un dirigente sindical argentino nos había regalado, hace como 15 años, a
mi padre y a mí. Una biografía literaria que hasta incluye elementos de ficción.
La biografía se titula Tirofijo: Los sueños y las montañas. Este texto sobre
la biografía de Alape fue escrito en la década del ’90 y lo incorporé al libro
Pensar a contramano. Las armas de la crítica y la crítica de las armas. Buenos
Aires, Nuestra América, 2007, pp.289-290. Como los fachos no leen libros gordos,
porque es mucho trabajo, se tomaron de ese texto donde comparo a las FARC-EP
de Colombia con el EZLN de México, trazando analogías y diferencias. Sí, también
viajé a México y participé en un encuentro del zapatismo (EZLN) en 1996. ¡Qué
pecado mortal!
¡Néstor Kohan defiende la
rebeldía del pueblo colombiano! ¡Gravísimo! ¡Llamen a la Inquisición! También
defiende a los campesinos de Brasil y a los indígenas de México y estuvo muchos
años junto a las madres de plaza de mayo. Podrían haber agregado otros “pecados
mortales”. Tuve el honor de conocer a Fidel Castro y a Hugo Chávez. También
pude entrevistar a Evo Morales. Michael Löwy (brasileño, de inspiración trotskista-guevarista)
prologó dos libros míos. Armando Hart Dávalos (cubano, fundador del Movimiento
26 de julio junto a Fidel) prologó otro texto mío. Osvaldo Bayer (argentino
y anarquista) también prologó un libro mío. ¿Y qué? ¿Piensan identificar, marcar
y amenazar de muerte a todos ellos? Soy amigo de muchos marxistas de España,
Francia e Italia. ¿Piensan cruzar el mar e ir a “marcarlos” al otro lado del
agua?
En las acusaciones de estos
militares y agentes de inteligencia hay solo un dato cierto. Formo parte del
Movimiento Continental Bolivariano… Es verdad. ¡Y a mucha honra! Es más, acabo
de escribir un libro entero dedicado a Simón Bolívar y nuestra independencia
(Una lectura latinoamericana). ¿Está mal? ¿Tanto miedo le tienen al fantasma
de Simón Bolívar?
Como parte del Movimiento
Continental Bolivariano hemos compartido un montón de clases y seminarios de
estudio con la bandera de Simón Bolívar detrás nuestro (y del Che Guevara, ya
que nuestra Cátedra de Formación Política lleva su nombre). Clases donde han
participado muchos jóvenes estudiantes, trabajadores de fábricas recuperadas,
piqueteros, y militantes populares compartiendo el conocimiento con profesores,
escritores, intelectuales y pensadores como Osvaldo Bayer, Vicente Zito Lema,
Atilio Boron, Jorge Beinstein, Claudio Katz, el embajador de Palestina en Argentina
y varios dirigentes piqueteros. También participaron profesores brasileños,
uruguayos, bolivianos, cubanos, venezolanos y chilenos. Las fotografías de esas
clases y debates con estos profesores e intelectuales están en Internet. Nunca
las ocultamos. ¡Todas clases públicas! ¿Piensan “marcarlos” y callarlos a todos?
Más allá de lo personal,
quiero hacer una reflexión mínima sobre las preguntas del comienzo. ¿Desapareció
el Plan Cóndor? ¿Ya no hay coordinación represiva a escala continental? ¿Los
servicios de inteligencia y los aparatos de “seguridad” (qué palabra engañosa…)
no se pasan información, no coordinan la vigilancia, no articulan el seguimiento
y la represión?
Sus concepciones, que lamentablemente
no quedaron recluidas en el pasado, continúan operando con objetivos precisos:
1) Aniquilar por la fuerza
a todo movimiento social rebelde, desde los tímidos movimientos urbanos y rurales
que sólo se proponen reformas puntuales, hasta la insurgencia. Todos son enemigos.
Para ellos todos son “terroristas”.
2) Aislar a los rebeldes:
el famoso “sacarle el agua al pez” que en los ’60 promovieron los franceses
en Argelia y los norteamericanos en Vietnam, doctrinas que luego se aplicaron
a rajatabla en Nuestra América. Que los rebeldes se queden solitos, aislados,
sin que nadie opine, sin que nadie hable, sin que nadie vea nada.
3) Golpear a la cultura
de la rebeldía y al pensamiento crítico, considerados como “núcleo central del
adoctrinamiento subversivo-terrorista” (según el teórico militar argentino Osiris
G. Villegas: Guerra revolucionaria comunista [Buenos Aires, Pleamar, 1963; primera
edición de la Biblioteca del Oficial del Círculo Militar Argentino, 1962]).
La cultura es el germen de las revoluciones… por eso en ese espacio hay que
vigilar, amedrentar, golpear y si es posible, aniquilar.
4) Demonizar, satanizar
y generar Terror entre la juventud, el estudiantado, la intelectualidad, los
periodistas, las abogadas, los profesores y las profesoras. ¡Qué nadie hable!
¡Qué los escritores no se animen a escribir! ¡Qué nadie investigue nada! ¡Qué
los libros no circulen ni se lean!
5) Sentar las bases de los
futuros asesinatos selectivos. En Colombia lo vienen haciendo desde hace décadas.
La Triple A argentina (Alianza Anticomunista Argentina) comenzó igual, señalando
futuras víctimas. Amenazando. “Identificando”. Marcando.
No quiero ser pesimista.
Tengo ganas, tengo deseos que las cosas cambien. No me gusta la cultura “dark”
ni hago el culto de la melancolía. Pero tampoco soy ingenuo.
No creo que los aparatos
de represión de este continente se hayan transformado en dulces monjitas o inocentes
carmelitas descalzas. En Argentina, con formas “democráticas” desapareció Julio
López, testigo contra los asesinos militares. Hasta el día de hoy… “nadie sabe
nada”.
No creo en la sonrisa hipócrita
del presidente Obama. Cuanto más sonríe, más golpes de estado hay. ¿Qué pasó
en Honduras? ¿Y en Paraguay? ¿Se desmantelaron las nuevas bases militares estadounidenses
en Colombia? No, no le creo a Obama. Es un rubio disfrazado de afrodescendiente.
Es más de lo mismo. Su multiculturalismo es una mercancía de shopping que nada
tiene que ver con el totalitarismo de su american way of life que nos pretende
imponer de mil maneras, cada día más sutiles, vigilancia, control y represión
incluida.
No le creo al presidente
Santos ni al ex presidente Uribe. Parece que entre ellos están peleados. La
página de inteligencia militar que me “marca”, me señala y amenaza, critica
a Santos, seguramente a favor de Uribe. No conozco esa interna política de Colombia
ni me interesa. Los nazis también se peleaban entre ellos pero a la hora de
matar, asesinaban todos juntos.
Cuando me encuentro ante
estas publicaciones amenazantes me acuerdo de algunos viejos, queridos y admirados
desde mi adolescencia.
Jean-Paul Sartre, por ejemplo,
en medio de la histeria colonialista francesa y europea, se animó a defender
los derechos a la rebeldía y a la insurgencia del pueblo de Argelia. No eran
demonios, tenían derechos, dijo Sastre fumando su pipa. No merecían ser torturados,
violados, asesinados. Sartre se puso en contra a todo el mundo, pero continuó
defendiendo a los rebeldes. ¡Y bien que hizo!
Bertrand Russell, viejito,
arrugado, completamente canoso, admirador de Leibniz, amante de la matemática
y la lógica simbólica, se sobrepuso a las amenazas y no dejó un minuto de condenar
la injusta guerra de Vietnam. Incluso lo metieron preso, pero siguió ejerciendo
la solidaridad con la gente humilde y los pueblos rebeldes, brutalmente quemados
y arrasados por el napalm de los marines norteamericanos.
Eric Hobsbawm, viejito judío
rodeado de la flema y la neblina inglesa, al hablar de la insurgencia colombiana
y el pueblo de Marulanda, no dudó en escribir que “En Colombia se vive la movilización
campesina más grande de todo el hemisferio occidental”. No los nombraba como
“terroristas” sino como campesinos movilizados.
Noam Chomsky, neurótico
obsesivo fascinado por las estructuras del lenguaje y las formas de racionalidad
humana, escribió en su libro Estados Canallas. El imperio de la fuerza en los
asuntos mundiales(Cambridge, South End Press, 2000; Buenos Aires, Paidos, 2001)
que la insurgencia colombiana no constituye una banda de delincuentes, secuestradores,
bandoleros y forajidos y, menos que nada, una “narcoguerrilla terrorista” sin
ideología. ¿También lo van a marcar e identificar como “apologista de las FARC”?
¿También lo van a amenazar? ¿Van a ir a fotografiarlo hasta su casa en Estados
Unidos?
Al enterarme que estos milicos,
policías y aparatos de inteligencia me señalan con nombre, apellido y fotografías,
me cuesta dormir. Mentiría si dijera que no tengo miedo. Sería una bravuconada
tonta. Sólo alguien delirante puede no aferrarse al principio de realidad. Si
quieren generar miedo, lo logran. La cuestión es qué hacemos nosotros con nuestros
miedos. ¿Nos sometemos? ¿Nos anulamos como sujetos? ¿Dejamos de ser quienes
somos? ¿Dejamos de escribir? ¿Abandonamos las clases de formación política?
¿Nos callamos la boca frente a la larga mano del terrorismo de estado?
Max Horkheimer decía “La
lealtad a la filosofía significa no permitir que el miedo disminuya nuestra
capacidad de pensar”. Y tiene razón. Todavía hoy tiene razón. Hegel, otro gigante
del pensamiento, en su Fenomenología del espíritu escribió que “Solo si se pone
en juego la vida, se conserva la libertad”. Y nuestro querido Rodolfo Walsh
cerraba su carta a los mugrientos asesinos, terroristas de estado: “sin esperanza
de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso
que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”. Por la
misma época de Rodolfo Walsh, en plena dictadura militar de Videla, mi padre
fue amenazado de muerte, tuvo que irse de la casa y andar escondido. Nunca dejó
de ser quiera era. No pudieron con él.
Así que no dejaremos de
hacer lo que hacemos. Seguiremos estudiando y escribiendo, continuaremos con
las clases itinerantes de formación política, no dejaremos de investigar ni
de denunciar los crímenes del terrorismo de estado.
Buenos Aires, 24 de mayo
de 2013
http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web-13/las-amenazas-la-cultura-y-la-coordinacion-represiva
* Kohan, Néstor . Docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires.
Ha sido jurado en el Concurso Internacional Casa de las Américas. Autor de numerosos
libros entre los cuales mencionamos a Marx en su (Tercer) mundo (1998), Deodoro
Roca, el hereje (1999), De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino
y latinoamericano (2000), El Capital: Historia y método (2002).
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