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Sobre los cambios en el gabinete nacional
Por CORREPI - Friday, Jun. 14, 2013 at 10:19 PM
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La noche del 30 de mayo se anunció el primer cambio de gabinete nacional desde el inicio del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Agustín Rossi pasó, de presidir el bloque de diputados del Frente para la Victoria, a dirigir el ministerio de Defensa. Arturo Puricelli fue cambiado del ministerio de Defensa al de Seguridad, y la ministra saliente, Nilda Garré, fue destinada a un irrelevante puesto de embajadora ante el ministerio de Colonias yanqui, la OEA.

Entre varias enseñanzas que dejaron estos cambios, una de ellas fue la reacción de los medios de comunicación, tanto oficialistas como opositores: con distinta valoración, coincidieron en lo esencial: “Un enroque de piezas pero sin cambio de rumbo”, tituló Página 12; “Cambian los ministros, siguen los problemas” fue el encabezado del editorial del opositor Joaquín Morales Solá.

Otro aspecto en el que coincidieron fue resaltar que, con estos cambios, se saldaba la interna de Santa Fe en contra de Rossi. Esto, antes que se conociera que pusieron bajo su órbita a la flamante obra social de las fuerzas armadas y de la empresa de Fabricaciones Militares. Uno de los soldados más fieles de Cristina va a ser el encargado de decidir los destinos de más de 700 millones de pesos en un año electoral. Más que degradarlo, se lo ungió como jefe de campaña del FPV. Además, Agustín Rossi continuará la tarea ya delineada por Néstor Kirchner de “reconciliar a la sociedad con las fuerzas armadas”, esto es, de desarmar ideológicamente al pueblo frente a su verdugo histórico.

En el caso de Arturo Puricelli, los medios también volvieron a estar de acuerdo. Los oficialistas publicaron que se habría tratado de un reconocimiento, al nombrarlo en un área de mayor relevancia política; los opositores lo interpretaron como una ratificación ante denuncias de corrupción e ineptitud. Sea como fuere, no hay que olvidar que, en este caso, el gobierno repite la misma táctica que en otras áreas sensibles: el funcionario con más poder político no es el de mayor jerarquía. Así como en Economía, donde el ministro Lorenzino es una figura menor, y resaltan Kicillof y Moreno, en el ministerio de Seguridad la figura principal es Sergio Berni, que además es amigo de Puricelli desde hace 20 años. Los segundos aplican la política de gobierno y sus superiores jerárquicos son los fusibles que permiten que aquéllos continúen en sus cargos.

En el colmo de la exageración, los diarios opositores mostraron la designación de Nilda Garré como señal de una cruzada del gobierno contra la “prensa independiente”. Según estos medios, el gobierno busca quitar poder a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para tener manos libres para “ir por la libertad de prensa”, como si la existencia de esas instancias supranacionales pudiera ser la salvaguarda de algún derecho o libertad. El estado terrorista de Colombia sigue masacrando a su pueblo, pese a que existen varios juicios en su contra, caratulados como masacres, en la Corte de la OEA. El estado argentino no ha derogado la legislación que permite las detenciones arbitrarias policiales, pese a que así lo exige la sentencia del mismo tribunal dictada en el caso “Bulacio” en 2003.

También se señaló que la llegada de Puricelli al ministerio de Seguridad significará un retorno de la cooperación de nuestras fuerzas de seguridad con la DEA norteamericana. Esto es falso, ya que esa “cooperación” (en realidad, sumisión) nunca dejó de existir. Los represores se han entrenado con los yanquis desde 2003 sin solución de continuidad. En línea con la presidenta, que se había quejado de que los jueces dejan libres a los delincuentes apresados por la policía, Berni repitió la misma letanía y Puricelli aseguró que trabajará “para que la gente se sienta cada vez más segura y realmente se termine con este flagelo del delito”. Es decir, cabe esperar una profundización de las políticas de seguridad y de la represión.

El secretismo que rodeó a estos cambios demostró quién manda todavía en el gobierno: Cristina. A pocos días de retar a propios y a extraños por intentar tratarla como idiota, brinda otra muestra de que puede encuadrar a su tropa y que ésta le obedece, por el momento. Esta demostración no necesariamente es un indicio de fortaleza sino que puede significar todo lo contrario, un síntoma de debilidad. Lo cierto es que, por el momento, todos se cuadran. Por tanto, no cabe suponer que alguien más que la presidenta sea quien fije la política de gobierno, lo que a su vez implica señalarla como la principal responsable de todas sus consecuencias.

La ida de Garré no termina con el Proyecto X, con la infiltración a las organizaciones populares, con los operativos Centinela y Cinturón Sur, con la criminalización de los luchadores, con la entrega de perseguidos políticos a sus verdugos, con la existencia de presos políticos, etc., porque no es Garré la responsable primaria de esas políticas, sino la propia presidenta, en tanto despliega una práctica que es política de estado desde de 1983.

Como “bautismo” de su gestión, y mientras las fuerzas de seguridad argentinas concurren a un curso en la Escuela Iberoamericana de Policía para ponerse a tono con las formas de la represión continental, el nuevo ministro de Seguridad participó de la XXXIII Reunión de Ministros de Interior y Seguridad del MERCOSUR en Montevideo, Uruguay. Su objetivo expreso es “promover el intercambio de información (entre el MERCOSUR e INTERPOL) que contribuya en la lucha contra la delincuencia organizada trasnacional”. ¿Y si aprovecharan esos sistemas para encontrar a los policías prófugos, como el sargento Bonifacio Garay, asesino de Omar Lencina, que desde 1995 se esconde en Paraguay?.

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