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El derecho al acceso a una educación pública de calidad
Por Ana Leal - Monday, Jun. 24, 2013 at 11:22 AM

Son las 6:20 am, en la radio un periodista comunica una posible orden de desalojo para los estudiantes del colegio Cassaffousth (hace más de dos semanas han “tomado” el establecimiento reclamando mejoras edilicias; los últimos días otras escuelas del nivel medio han apoyado esta medida). Una noticia que para muchos se traduce en “un par de loquitos que piensan que van a solucionar el mundo haciéndose los rebeldes” o “los jóvenes deben ir a estudiar y no a meterse en ese tipo de cosas”; es para otros, el desafío diario de asistir todos los días a clases. El mismo periodista informa que la temperatura está en dos grados y que la máxima del día no llegará a 13 –algo normal para esta etapa del año-.

El derecho al acceso...
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Como de costumbre, preparo mis libros, exámenes y llego a las 7.30 a un colegio público; atravieso los grandes pasillos hasta llegar a un curso en donde me esperan los pequeños de primer año. Esas caritas medio dormidas te miran e intentando conquistarte con una frágil sonrisa te dicen: “profe… está muy frío, hoy no hagamos nada… no podemos escribir con guantes…” o “podemos corrernos de la puerta ya que no tenemos vidrios y entra mucho viento frío”. Las aulas son muy grandes, los techos muy altos, no hay vidrios en muchas ventana ni puertas ni pensar en tener calefacción. Esta escena se repite en numerosas aulas y pasillos; los miembros de la comunidad educativa ya estamos acostumbrados a lidiar con este tipo de cosas junto a los alumnos de los cursos más avanzados -y más experimentados en el tema- quienes con papeles afiches, cartones ( con los que tapan los huecos de las aberturas), sillas y mesas (con las que traban las ventanas para que no se abran) intentan hacerle frente a las bajas temperaturas y a la precariedad edilicia con la que conviven cotidianamente.

Antecedentes sobre esta problemática hay muchos y variados durante estos últimos años y, como factor común, han tenido como protagonistas a los mismos estudiantes que reclaman por el respeto a su derecho de acceso a la educación pública y de calidad. Este último concepto no se agota en que el adolescente asista todos los días a clases, tenga en donde sentarse y un docente frente al curso. Deben garantizarse las condiciones mínimas para llevar adelante el proceso enseñanza-aprendizaje como seguridad y salubridad.

La educación para cualquier país es un factor estratégico en la creación de una forma de vida más democrática, participativa e igualitaria y en el acceso de todas las persona a las mismas posibilidades más allá de su condición socioeconómica. A su vez, es un motor de cambio social que le permite a un Estado obtener mayores ventajas competitivas en el mundo producto de una mano de obra altamente calificada (lo que debería traducirse en un crecimiento y fortalecimiento del tejido social); entre otros.

Las políticas públicas en materia de educación e infraestructura en Córdoba tienen una asignatura pendiente con la comunidad educativa –especialmente con aquellos que reclaman por condiciones dignas que garanticen su acceso a la educación pública y el de las futuras generaciones-. Lo preocupante de la situación no es que los alumnos duerman en “su colegio” como una forma de hacer escuchar un reclamo legítimo sino que el sector gubernamental y otros sectores sociales han naturalizado este conflicto y no ha sabido brindarle una solución real hasta hoy.

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