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Transporte público, una prioridad olvidada por los dirigentes
Por (reenvio) Claudio Serrentino - Thursday, Jun. 27, 2013 at 6:54 PM

Ya no quiero escuchar más. No quiero ver más. ¿Por qué? Porque estoy aburrido de cotejar siempre la misma noticia: estamos como estamos, por la ineptitud de los que gobiernan.

Si hay hambre, si hay desocupación, si faltan viviendas, si la salud pública y la educación nunca alcanzan y cada vez son de peor calidad, si al sueldo se lo devora la inflación, si nos acecha la inseguridad, si viajamos mal… La respuesta es la misma; la triste, lamentable conclusión, es que no tenemos dirigentes que estén a la altura de las circunstancias.

Y no me refiero solamente a la “dékada ganada”, sino a las tres décadas que lleva la joven democracia, e incluso las experiencias democráticas anteriores. Hablo puntualmente de los transportes en general, y particularmente del -otra vez- fatal ferrocarril Sarmiento, seguimos viajando como ganado. No cambió nada.

Sí. Después de la tragedia de Once ví que están cambiando las vías y los durmientes (a la altura de Villa Luro y Floresta). Que le están prestando más atención a las barreras. Que volvieron a pintar los vagones. Pero… ¡no alcanza!

Anunciaron obras varias veces, que nunca se iniciaron, siquiera. Cortaron cintas, le pusieron nombre a la tuneladora que iba a perforar el suelo para mandar el tren por abajo… ¿Y…? Hace cinco años –o más, ya perdí la cuenta- prometieron la instalación de los cercos antivandálicos. Todavía no está completa la instalación, ni siquiera en Capital… No se puede ser tan descarado.

Al final, voy a terminar pensando que en la Argentina, los únicos que supieron brindar un buen servicio del ferrocarril, fueron los ingleses. Y lo digo con dolor.

¿Cómo puede ser que no sepamos administrar los trenes, hacerlos andar bien. lograr que los pasajeros viajen cómodos y lleguen a horario, después de sesenta y pico de años de la estatización?

En 1948, el Presidente Perón convocó a una movilización en la Plaza de Mayo para anunciar que les compraba los trenes a los ingleses. Desde entonces para acá, sólo hubo degradación del servicio, impulsada desde el Estado o las privatizadas. En el medio, “lavados de cara”, maquillaje, o peor: “ramal que para, ramal que cierra”, como amenazó –y concretó- el entonces Presidente Menem.

Y mis palabras no son “vendepatria”. Hablo desde mi experiencia personal como pasajero durante 53 años. Esa experiencia, me dice que hay tres generaciones de dirigentes que nunca pensaron al ferrocarril como una solución del problema del transporte de personas y de mercaderías. No supieron cómo, o no quisieron. Fueron incapaces.

Nunca se interesaron por la problemática, nunca vieron el rédito político (inmenso, una fortuna en votos) de lograr que millones de personas viajen en buenas condiciones. Es más: ellos -los dirigentes- no utilizan el transporte público para movilizarse, es incómodo, pierden tiempo. Prefieren los autos oficiales. O incluso, los helicópteros.

Ayer, después de la nueva tragedia de Castelar, un amigo me dijo que este gobierno prefiere pagar subsidios –no sólo del transporte, sino también a través de planes sociales- para que la gente lo apoye.

Y yo pienso: ¿no sería mejor que, en lugar de comprar voluntades a cambio de unos pesos, lo hiciera a través de obras? Yo votaría a este gobierno, si compruebo cotidianamente que invierte para que viajemos mejor. Sin grupo, sin propaganda de lcd en las estaciones en el entretiempo del “fútbol para todos”.

Estoy harto del verso. Quiero seriedad y responsabilidad.

Porque desde que tengo uso de razón, que los ferrocarriles son una versión dramáticamente real del “tren fantasma” del Ital Park. Nunca los ví en condiciones más o menos aceptables.

Cuando ocurrió la tragedia de Once (donde murieron 51 personas), Cristina removió de la Secretaría de Transporte a Juan Pablo Schiavi. Se suponía que debería llegar alguien que conociera la problemática en profundidad, y que tuviera la capacidad de elaborar un plan para mejorar ostensiblemente el transporte público.

Pero Schiavi fue suplantado por Alejandro Ramos, un hombre que no se sabe por qué cualidades llegó a su cargo, ya que en su curriculum (disponible en http://www.transporte.gov.ar/content/cv_Ramos/) no se menciona ni una sola vez la palabra “transporte”.

La carrera política de Ramos fue meteórica: en 2004, fue coordinador del Gabinete de la Municipalidad de Granadero Baigorria; en 2005, asumió el cargo de Secretario de Cultura, Deporte y Promoción Social de esa Ciudad; en 2006, Concejal; y entre 2007 y 2012, Intendente (al ocupar el cargo a nivel nacional, tomó licencia). Granadero Baigorria es una localidad santafesina que está a 160 kilómetros de Rosario, su población es de algo más de 32.000 personas. Recién en Febrero de 2013, una línea de colectivos empezó a recorrer sus calles.

¿Qué experiencia tiene Ramos para ocupar un cargo con semejante responsabilidad? Cristina, o Randazzo, deberían explicarlo.

Este gobierno ya lleva 10 años en el poder, y lo único que logró en materia de transporte es que se llenaran de plata los concesionarios y los contratistas.

Los laburantes, esos seres anónimos que desde su pequeño o gran lugar, SON LOS AUTÉNTICOS CONSTRUCTORES DE ESTE PAÍS, están abandonados a su suerte, puestos en riesgo. Desprotegidos por aquellos que, cuando se suben a la tarima, aseguran que su máxima preocupación, son ellos.

fuente http://la-bocina.com.ar/web/ultimas-noticias/2013-06-14-tren/

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