Julio López
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El Kirchnerismo y la "cuestíon indígena"
Por marxista-arbolitista - Saturday, Jul. 06, 2013 at 7:28 PM

...el neoindigenismo "nacional y popular" del Frente para la victoria.

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http://lavaca.org/recuadros/el-debate-de-fondo/


La presidenta dijo que estamos politizando la lucha de los pueblos originarios. Lamentamos sus dichos, porque nuestra lucha por los desaparecidos es política, porque los desaparecieron por razones políticas. Estamos contentos con los juicios a los genocidas, pero luchamos por los derechos humanos de todos. Nos da vergüenza que la presidenta no tenga sensibilidad para recibir a estos pueblos.

(Nora Cortiñas, madre de plaza de mayo)

…Mucho es lo que se ha discutido últimamente sobre la política del Frente para la Victoria respecto de los pueblos originarios. Actualmente, incluso, la prensa oficialista ha comenzado ya no a decir que es una deuda del modelo -el famoso “sabemos que falta mucho”-, sino a deslegitimar las luchas de los mismos, tratando de desprestigiar a los liderazgos que la encabezan. Acaso sea porque estas luchas han desnudado los límites “otros” de aquella tan mentada “profundización del modelo”.
En este sentido, bien vale la pena traer a colación el diálogo de Cristina con los representantes indígenas que realizaron aquella famosa marcha del bicentenario (una suerte de malón de la paz del siglo XXI. Ver Link), varios de los cuales, se manifiestan abiertamente en apoyo “al modelo”. Cualquiera que tenga una sensibilidad más o menos progre y que esté mínimamente (in)formado en historia no podrá sentir más que vergüenza ante el discurso de la presidenta en tal ocasión -burguesamente frívolo, racialmente pedante, nacionalistamente falaz-. Y si su sensibilidad “progre” ya ha sido embotada por el derrotero de “la década ganada”, al menos este documento le servirá para entender la peculiaridad del neoindigenismo nacional y popular en lo que tiene de “benefactor”, mas también, de represivo.
No pretendo explayarme sobre el mismo, solo señalar que durante su “relato”, Cristina situará a los pueblos originarios (a despecho de lo dicho por Milagro Salas), no como pueblos preexistentes al Estado argentino -como ya es constitucional desde 1994-, sino como meras colectividades culturales similares a la de los inmigrantes europeos. Paso seguido, se da el gusto de recordarles (¡luego de que estos le señalaron todos los desalojos que vienen padeciendo, y del incumplimiento general de las leyes que garantizan su propiedad territorial-comunitaria!) que viven en un Estado de derecho en el que deben respetar las leyes y, sobre todo, el sacrosanto “derecho de propiedad”. Que, según su decir, ella no invento sino que “viene desde hace mucho tiempo” (¡como si las formas jurídicas indígenas -por decirlo así-, no fueran anteriores a su querido Estado de derecho y su “derecho de propiedad”!. ¡Y todo esto dicho en defensa de ese payaso Nacional y popular como es tinelli!). Luego les señala que no son los únicos “olvidados”, “excluidos”, “marginados” o “discriminados”, situándolos como cualquier otro ciudadano de la república y omitiendo -como lo hará durante todo su discurso- que se trata de pueblos sometidos por la misma (cosa que por lo demás, ya le habían señalado en más de una oportunidad sus interlocutores, al referir a que no es una cuestión “de pobreza”, sino que se trata, más bien, de una “deuda histórica” de la República Argentina con los pueblos a los que sometió).
Sin solución de continuidad, “la presidenta de todos los argentinos”, les niega -con una argumentación que puede confundir a algún autonomista medio despistado- cualquier tipo de reforma del Estado que implique una participación de los “pueblos originarios” en el poder político nacional (y eso que lo que se pide apenas si puede considerarse como una reforma transicional hacia un estado multiétnico o plurinacional). Por lo demás, se advierte aquí, la idea de “estructura comunitaria” que intenta codificarse en el nuevo código civil. Aquí, otra vez se manifiesta el carozo del asunto, Cristina, con su “honestidad” brutal, entiende, simplemente, que el Estado debe procurar que los pueblos originarios “vivan mejor sin perder su cultura”. Omite, otra vez, el problema de la soberanía territorial-comunitaria de los mismos y los vuelve a situar como meras colectividades culturales (de allí que tampoco haya entendido lo de no festejar el 12 de octubre, conviertiéndolo en una nueva celebración, la del “día de la diversidad cultural”).
De remate, se atreve -luego de que se le ha indicado que para los pueblos indígenas “el progreso”, tal y como va, solo ha aportado despojos y matanzas- a querer convencerlos con los “espejitos de colores” de la posmodernidad (desalojos, represión, desertificación, etc. por celulares. Una verdadera vergüenza. Aunque comprensible viniendo de alguien que entiende que el consumo -el consumismo y el subconsumo más bien, ese que a su manera critico la Milagros- es el fin de toda economía). Por fin, Cristina tiene la pedantería de hablar “de historia completa”, “de una sola historia”, y de echarle en cara a los representantes indígenas las muertes de otros ciudadanos venidos de Europa y hasta de los “30. 000” desaparecidos. Aquí la cosa ya toma ribetes alarmantes. Cristina no solo omite todo lo que significó la conquista del desierto y del chaco, sino todas las masacres y despojos que padecen los pueblos originarios hasta su gobierno. Y omite la pequeña diferencia de que tales masacres significan el exterminio y perdida de soberanía de nacionalidades preexistentes. En fin, una vergüenza.

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