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Sobre el neocolonialismo energetico nuclear y no convencional
Por Movimiento Antinuclear Zaráte y APCA - Wednesday, Jul. 10, 2013 at 4:24 PM

Documento expuesto en el Congreso Internacional Socioambiental de Rosario, por el Mov. Antinuc. Zárate y APCA.


Artículo 41 - Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radiactivos.

Hoy, 28 de junio de 2013, en acuerdo al artículo 41 de la Constitución Nacional manifestamos nuestra profunda preocupación y rechazo absoluto a los acuerdos bilaterales sobre energía nuclear e hidrocarburos no convencionales, llevados a cabo en el marco de la Conferencia Internacional Ministerial sobre Energía Nuclear en el Siglo 21, en San Petersburgo, Rusia, entre el ministro de planificación Julio de Vido, la CNEA y el subsecretario de Energía de EE.UU., Daniel Poneman. Estos se concretan en continuidad al fallo de la Corte Suprema Argentina, que anula el embargo internacional a la petrolera Chevron, y al pacto De Vido–Weretilneck, para permitir, rápidamente, enriquecer uranio en el Complejo Tecnológico Pilcaniyeu en Rio Negro.
El gobierno nacional ha iniciado de manera unilateral el llamado a licitación para la construcción de nuevas centrales nucleares, eludiendo nuevamente la instancia previa y obligatoria de consulta popular, que desde un punto de vista moral, se vuelve imprescindible para evitar imponer a numerosas poblaciones del territorio argentino a un riesgo mortal no asumido por ellas mismas. La lista de interesados es amplia e incluye a la corporación estatal Rusa Rosatom, que competirá por la construcción de una central de uranio enriquecido junto a Korea Electric Power Corp. (Kepco), China National Nuclear Corporation (CNNC), la francesa Areva y las estadounidenses Westinghouse y General Electric. También se prevé la construcción de otras centrales nucleares de uranio natural y agua pesada mediante la cuales se intentará dar lugar a la participación del sector nuclear nacional, lamentablemente, experimentado en la materia a través gestiones caracterizadas por un alto grado de irresponsabilidad que nos dejan hasta el día de hoy, un pasivo irremediable, como ser la contaminación del acuífero Puelche (Buenos Aires) o la miles de toneladas de colas de uranio sin remediar en Mendoza.

La energía nucleoeléctrica, diseñada e impulsada en un principio dentro de una estrategia de poderes para un nuevo posicionamiento geopolítico de países, mediante el desarrollo de armas nucleares, ha cumplido un dolorosísimo ciclo de muerte y destrucción en todo el planeta, llevando a esos mismos países a encrucijadas técnicamente imposibles de desactivar. En este marco, bajo una nueva relación de colonialidad, los países dominantes y con más desarrollo en estas áreas, se vinculan con aquellos emergentes mediante la transición de los mismos modelos productivos y procesos tecnológicos que ya han fracasado en sus países, condenando a sus propios habitantes. A la masacre de Chernobyl, se le suma hoy la incógnita de Fukushima, en donde el impacto inevitable del próximo terremoto puede dispersar una radioactividad 50 veces aun mayor al terminar de destruirse la pileta de enfriamiento en la que se encuentran 1500 barras de combustible gastado, postergados, como en la mayoría de las centrales del mundo, al no existir un verdadera solución para los residuos. El complejo industrial nuclear, de este modo, al no poder predecir las próximas dinámicas de tensiones sociopolíticas y las variables ambientales ( y sus combinaciones) no sólo para la próxima generación sino para los próximos cientos de años, eterniza el genocidio del planeta exponiéndolo a cantidades industriales de uranio contaminante en todas sus formas (desde la diseminación de material radioactivo en la minería de cielo abierto hasta llegar a las poblaciones civiles masacradas con armas revestidas de uranio empobrecido, basura residual del proceso de obtención de energía eléctrica)
La hidrofractura es una técnica de extracción de gas y petróleo de la roca madre que perpetua el modelo civilizatorio de dependencia del hidrocarburo, fuente de energía no renovable. Ya demostró en muchos países sus efectos ecocidas e incontrolables con respecto al tratamiento de las aguas de reflujo, compuestas por químicos nocivos, y a las fugas de hidrocarburos que, después de la fractura, al subir, llegan a contaminar de manera no remediable las napas, los acuíferos y las aguas superficiales. Es por eso, que en muchos países se prohibió o se suspendió su desarrollo. Para nosotros, la proliferación de estas tecnologías, éticamente inaceptables, representan una clara decisión política de desprecio y pisoteo de los derechos de las generaciones presentes y futuras, de vivir en un ambiente sano. Así, se impone en nuestro país un modelo de matriz energética propio de las últimas décadas de los EE.UU., que tiene como principal actividad, el fracking y la energía nuclear.

La peligrosidad de un avance simultaneo en estos dos sectores energéticos se manifiesta en primera instancia frente a la imposibilidad de tratamiento de residuos altamente tóxicos y contaminantes que ellos producen y también con respecto a la cercanía entre las centrales nucleares y los yacimientos, como en el caso de Entre Ríos y Atucha, combinación letal, si sabemos que los terremotos son la consecuencia de la fractura hidráulica. Por otro lado, para garantizar el abastecimiento de las centrales nucleares se reactivan muchos proyectos mineros de extracción de uranio que amenazan nuestros territorios
¡Exigimos otro tipo de matriz energética ya! Que reemplace la actuales nuclear, hidrocarburífera y de biocombustibles (que promueven los monocultivos transgénicos), por fuentes de energías renovables, limpias y libres! ¡En defensa de nuestro planeta y de la biodiversidad!

Movimiento Antinuclear Zárate- Campana y Asamblea Permanente del Comahue por el Agua (APCA)

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