Julio López
está desaparecido
hace 6423 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La familia Ferlatti: una historia de muerte y de reencuentro
Por Infojus Noticias - Thursday, Aug. 08, 2013 at 1:07 PM

7-8-2013|18:23|Explosión | Un niño de cuatro años llegó en brazos de una desconocida al Sanatorio del Niño de Rosario. Nadie sabía dónde estaban sus padres o si habían sobrevivido a la explosión. Enzo no lloraba, tampoco se quejaba por la herida en la cabeza. Cuando ya se hablaba de un “nene que nadie reclamaba”, apareció su familia. Esta es su historia.

La familia Ferlatti:...
s_100111_401_rosariorrrrrrr.jpg, image/jpeg, 480x320

Por: Cecilia Devanna

Después del gran estallido Enzo se quedó con una desconocida. Había pasado de brazo en brazo y cuando llegó a la guardia del Sanatorio del Niño no sabía dónde estaban sus padres, ni su abuelo, ni nadie. Solo escuchaba las sirenas, y veía correr sin parar a los médicos y enfermeros. Entre los nombres de los sobrevivientes apareció el de este chiquito de cuatro años “que nadie reclamaba”. Durante horas, para muchas personas, Enzo estuvo solo. A pocos metros sus padres se recuperaban de las heridas en el hospital de al lado. Su abuelo Domingo murió en el momento de la explosión.

Un día y medio después, Enzo está rodeado de regalos en la habitación del hospital. Fue lo primero que les mostró a sus padres, Andrea y Néstor, cuando finalmente se reencontraron.

El día de la explosión, los Ferlatti amanecieron tranquilos. Néstor se levantó un poco antes porque esperaba al encargado del edificio. Tenía que cerrar la llave de paso del gas. El gasista iba a hacer un arreglo y desde hacía días circulaban cartelitos en el edificio. “Había habido reclamos de vecino. Creo que había que cambiar una válvula”, recuerda con vaguedad.

Néstor no necesitó mirar su agenda para saber que estaba tan cargada como de costumbre. Médico ginecólogo y obstetra, reparte sus días entre la Obra social de los Encargados de Edificios y el sanatorio Delta. Desde el comedor, Andrea le comentó que había olor a gas. El olor se fue haciendo más intenso cuando, pasadas las nueve y media de la mañana, todo voló por los aires.

La fuerza violenta los movió de sus lugares. Primero el impacto dejó inconsciente a Néstor. Cuando volvió en sí lo único que atinó a hacer fue buscar a sus seres queridos e intentar salir. Salvarse. “Tenemos un Dios aparte”, dice varias veces cuando habla con Infojus Noticias desde la habitación del Sanatorio del Niño donde está con su familia. “Vivíamos ahí desde el año 2001. Era un lindo lugar”.

En la confusión, Néstor buscó a Enzo. Lo encontró tranquilo entre los escombros. “Salimos por la ventana, donde nos ayudó un rescatista”, explica. Andrea estaba aturdida. Las dos lesiones en el tímpano la habían dejado así. Néstor tuvo un traumatismo de cráneo leve. Cuando bajaron, Andrea le dejó encargado su hijo a una policía. La mujer se lo dio a una chica, que lo dejó en el hospital sin saber dónde estaban sus padres.

Los familiares de Andrea enfrentaban otra realidad. Su papá, Domingo Oliva, de 76 años, vivía en el departamento contiguo y murió por la explosión. Su madre se salvó: había bajado unos minutos antes a hacer unas compras.

Después de horas de incertidumbre, los Ferlatti encontraron a su hijo gracias al sistema de coordinación de emergencias. “Mi hijo mayor, de 19 años, lo ubicó y desde entonces estuvo con él, como otros familiares míos”, explica Néstor.

“El reencuentro con Enzo fue muy bueno, lindo. Enzito es un nene fuera de serie. Entero. Pidió varias veces por su mamá, pero sin caer en desesperación”, dice. “Te daría mi celular para que me ubiquen, pero me quedó arriba”, arriesga a modo de chiste. La alegría de saberse vivo hace que no piense demasiado en el mañana o en todo lo que ya no está. “Mi sobrina que vive en México nos va a prestar su departamento y un amigo nos ofreció lo mismo. Un 3 ambientes amueblado”. “Bueno, eso será por un tiempo y después veremos. Hay que ver el tema del seguro, también”, agrega cuando piensa un poco más.

Mientras habla por teléfono, se escuchan las risas y los cuentos de Enzo de fondo. En unos minutos dejará la cálida habitación que su hijo comparte con un bebé que llora en la otra cama. Néstor tiene que ir al velatorio de su suegro.

agrega un comentario