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Perú: Esperanza o humor ¿cuál se pierde al último?
Por Herbert Mujica Rojas - Wednesday, Aug. 14, 2013 at 9:36 PM
hcmujica@gmail.com

Si la fe -esperanza- mueve montañas, el buen humor -certeza de Perogrullo- hace la vida más transitable, deliciosamente bromística, orlada de risas y carcajadas. Leí alguna vez que los descubrimientos científicos certifican que la musculatura asimila mejor los ejercicios si hay el proverbial buen talante. (Estoy casi seguro que quien inventó el aserto, tiene las mismas razones que yo: incapacidad perenne de pago, faltriqueras con anemia recurrente y un desprecio enorme y categórico por el dinero).

Perú: Esperanza o hu...
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Perú

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
15-8-2013

Esperanza o humor ¿cuál se pierde al último?
http://www.voltairenet.org/article179832.html?var_mode=recalcul

Hay un debate mundial al cual no somos ajenos: ¿es la esperanza la última tabla vital o es el humor? Dicen los unos que sin humor no hay esperanza; los otros exclaman que la esperanza genera avenidas, entre aquellas, el humor. Pero como para los que estamos al vaivén de la voluntad pagadora de nuestros clientes, es imperativo el buen humor que nos fleta la esperanza que algún día podamos cobrar.

La patrona con su lógica implacable refunfuña: tu sonrisa de oreja a oreja no persuadirá a la compañía telefónica, ladrona entre ladronas, de no cortar el servicio si NO se paga. No carece de fuerza el argumento y hay que decir también que los aparatos fijos sólo transmiten las llamadas de quienes quieren que les paguen. Entonces si no hay línea o salida o entrada ¡que se frieguen!

Si la fe -esperanza- mueve montañas, el buen humor -certeza de Perogrullo- hace la vida más transitable, deliciosamente bromística, orlada de risas y carcajadas. Leí alguna vez que los descubrimientos científicos certifican que la musculatura asimila mejor los ejercicios si hay el proverbial buen talante. (Estoy casi seguro que quien inventó el aserto, tiene las mismas razones que yo: incapacidad perenne de pago, faltriqueras con anemia recurrente y un desprecio enorme y categórico por el dinero).

Años atrás, en un seminario alguien dijo que él no amaba el dinero, que era repugnante y que si bien no traía felicidad, sí que evitaba unos intensos dolores de cabeza. Algo de verdad debe haber, de lo contrario algunas disciplicentes migrañas y jaquecas no habrían avisado por estos días, sus malestares y achaques.

Pero no nos desviemos hacia recovecos de infinitos colores. La polémica es entre esperanza y buen humor. ¿Acaso no podrían ser términos complementarios? Para albergar cuitas en torno a la esperanza hay que poseer buen humor como herramienta y escudo. Verbi gracia: el cliente NO te paga, por tanto, tú tampoco. Te acuerdas de la mamita de aquél y a quien tú le tienes facturas pendientes incurre en la amabilidad de mencionar a tu madre, a tu tía, a tu prima y a tu esposa. Diría que este asunto de deudores es muy inclusivo ¡en un santiamén todos resultan en la memoria y con gran elocuencia de términos (léase dicterios)!

El que posee buen humor se ríe si un gato, en el colmo de su ronroneo desde los techos, derrama su líquido y lo empapa olorosamente. ¿Podría el esperanzado igualar el talante de calma y asimilar la ducha gatuna? Sospecho que habría hecho lo posible por obsequiar al gato con varias patadas. ¡No es para tanto! ¡No todos los días a uno lo orina un minino!

Hay diferencias entre el de buen humor y el esperanzado. El primero maneja una filosofía sencilla y no condena a sus deudores; el segundo basa su credo en que los que deben, pagarán pero como forma y anhelo ético per se. El uno sonríe, el otro mira el horizonte y hacia arriba (y todo va bien hasta que el gato vagabundo aparece y ya hemos hablado de sus hazañas).

¿Es la esperanza o el buen humor lo último que se pierde? Da pra falar suelen decir los brasileros y portugueses. Por cierto, aprovechemos un instante para lanzar otra pregunta: ¿ha visto alguna vez un brasilero triste? Los portugueses cantan fados que repican tonos algo melancólicos. En cambio la herencia africana en Brasil produjo una auténtica raza de café con leche, mucho movimiento y alegría a raudales. Retornemos entonces al leit motiv de esta cantata.

Con buen humor, aunque no pague teléfonos, luz, tarjetas, bancos, gasolina y otras numerosísimas deudas, persisto feliz y casi siempre contagio de esta situación a los cobradores. Alguna vez con deliciosa ironía en uno de mis juicios, mi abogado defensor, Guillermo Olivera Díaz, dijo literalmente refiriéndose a mi margesí de riquezas: "A Mujica NO le van a sacar ni un cobre aunque lo pongan cabeza abajo". (Afirmo que deben creerle porque me conoce y usualmente sabe lo que dice).

Hasta hoy he tenido esperanza en todas las personas a las que he comunicado ideas e iniciativas, a mi juicio muy interesantes y rentables; he persistido con esa fe procurando alentar dinámicas creadoras y procuradoras de recursos; he hablado con empresarios de alto nivel y hombres y mujeres de negocios populares, a uno que otro he conseguido entusiasmarles. Cierto que no del todo y hay que aceptar que después de la cincuentena uno pierde eficacia y dones persuasivos. Pero mi buen humor sigue invívito, capaz de desarmar al más furioso cobrador y ponerlo a pensar en que mejor es reír que amargarse. Entonces la conclusión es casi automática: ¡Qué viva el buen humor!

Como en las películas: Todo parecido con la vida real, es pura coincidencia. Aunque no lo son los días que grafican fechas de pago para el común de los mortales en este país.

¡Si no fuera por el buen humor......................... !

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