Julio López
está desaparecido
hace 6402 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

A 86 años de la ejecución de Sacco y Vanzetti
Por El Roble - Friday, Aug. 23, 2013 at 7:46 PM

23/08/2013 | El 23 de agosto de 1927 eran ejecutados en la silla eléctrica Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, acusados injustamente por de haber cometido el robo de una importante suma de dinero y asesinado a unos guardias de seguridad en South Braintree, en Massachusett.. Eran inmigrantes italianos que, como muchos otros de la época, arribaron a Estados Unidos en busca de trabajo. Pero además, eran activistas revolucionarios, eran anarquistas que luchaban por el fin de la opresión del hombre por el hombre.

A 86 años de la ejec...
400px-save_sacco_and_vanzetti.jpg, image/jpeg, 400x263

Por eso, por organizarse por lo que les parecía justo, es que durante siete años se les mantuvo abierta una causa que buscaba de fondo hacer escarmentar a todos aquellos que cuestionaban al capitalismo y lo combatían. Cuando fueron apresados en 1920 se les encontró materiales agitativos y un revólver. Esto tenía su explicación en las actividades que se estaban organizando en reclamo por un trabajador “suicidado” por la policía; y el viejo revólver, por el estado de autodefensa permanente al que eran empujados los activistas sociales, dada la fuerte persecución que sufrían.

El juicio se mantuvo plagado de irregularidades y con un juez –Thayer- abiertamente reaccionario y xenófobo, proclive en todo momento a sentenciar a estos obreros. Durante todo el proceso fue quedando en claro que las acusaciones eran un pretexto. De lo que se los quería culpar era de socialistas, se los quería juzgar por revolucionarios.

Hay que entender el contexto histórico: el estallido de la triunfante revolución rusa y el fin de la primera Gran Guerra obligaban a la burguesía a reconstruir y reforzar su hegemonía, así como lograr la estabilidad al interior de las naciones para poder recobrar el impulso económico. Esto implicaba la domesticación de la clase trabajadora –represión de las organizaciones sindicales- para poder imponerle ritmos competitivos de trabajo, lo que se traduciría en el recrudecimiento de la lucha de clases. Una de las formas que encontró la burguesía para esta “pacificación” fue la deportación sistemática de inmigrantes (entiéndase: activistas sindicales y sociales), amparándose en que eran portadores de ideas radicales.

La detención y el posterior proceso judicial de Sacco y Vanzetti levantaron, durante sus siete años de duración, huelgas y manifestaciones de solidaridad a lo largo y ancho del planeta. En Massachusetts y otras partes se organizaron comités de apoyo; distintas personalidades de la cultura, como Unamuno, Orwell y Einstein, pidieron la libertad para los dos trabajadores anarquistas; demostraciones de apoyo en Tokio, Ámsterdam, Londres, París, Buenos Aires, Johannesburgo, Ginebra, etc. Desde el primer momento la solidaridad de clase se hizo presente mediante colectas, charlas, se comunicaba el “paso a paso” del juicio desde los periódicos de izquierda. Quedaba claro entonces que no era un simple juicio, sino que se trataba de un ataque a la clase trabajadora en su conjunto y a aquellos que levantaban las banderas anti capitalistas.

En 1921 desde de la cárcel, Sacco y Vanzetti escribían: “Todo trabajador, como siervo del capitalismo, afronta millones de veces la muerte en el cumplimiento de sus tareas. No tememos la muerte, pero nos rebelamos angustiados al pensar que debemos morir por un delito que no hemos cometido, por un hecho que no tiene ningún significado social. Desde los primeros años de nuestra juventud hasta el momento de la detención dimos nuestro tiempo, nuestras fatigas y los medios que ganábamos penosamente a la educación de los trabajadores, preparándolos para el día que el proletariado sepa emanciparse. (…) Si vamos a la silla eléctrica iremos, no porque se haya demostrado que somos culpables del delito que se nos atribuye, sino por nuestros ideales. E iremos permaneciendo fieles a nuestros principios, los cuales, si hoy son rechazados y combatidos, mañana dominarán la vida. (…) No queremos morir inútilmente. Si hemos de morir, haced al menos que nuestro sacrificio contribuya a abrir el camino a un mundo en el que no existan más las clases dominantes, sofocando las aspiraciones de la libertad.

 

La ejecución de Saco y Vanzetti nos enseña hasta dónde puede llegar el capitalismo cuando se ve seriamente cuestionado.

Hoy, a casi noventa años de estos hechos, el sistema sigue mostrando los dientes a los trabajadores que intentan levantar la cabeza.

Como es el caso de los petroleros de Las Heras que, tras las protestas que reclamaban por el injusto impuesto a las “ganancias”, se les quiere cargar la muerte de un policía pidiendo la prisión perpetua. No es casual ni el sitiamiento policial que se llevó acabo entonces en la ciudad santacruceña, ni la dureza que muestra la justicia de la provincia de los Kirchner. El juicio contra Darío Cuatrihuala, Hugo González, José Rosales, Alexis Pérez, Ramón Cortez y Juan Pablo Bilbao busca asustarnos, busca el escarmiento para quienes cuestionamos las ganancias de los capitalistas. Por eso pedimos la absolución de los compañeros. Y por eso la importancia de las marchas para presionar, los festivales para juntar dinero, por eso las pegatinas y volanteadas. Por eso es tan importante toda forma de expresar solidaridad. No solo porque son inocentes y merecen estar libres, sino además porque el triunfo de este reclamo es un triunfo para toda nuestra clase.

Como le dijese Sacco a su hijo en una carta enviada días antes de su ejecución: “podrán muy bien crucificar nuestros cuerpos, como ya lo hacen desde siete años, pero no podrán destruir jamás nuestras ideas, que permanecerán aun más bellas para las generaciones futuras”.

Por Gabriel

agrega un comentario