Julio López
está desaparecido
hace 6402 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Robaron, huyeron, y no los atraparon
Por reenvío red eco alternativo - Friday, Sep. 06, 2013 at 9:18 AM

Después del supuesto escándalo que se desató hace un año por las actividades del “Vatayón Militante” (la agrupación kirchnerista dirigida por Víctor Hortel, entonces al frente del Servicio Penitenciario Federal, que supuestamente usaba presos para actos partidarios); la fuga de 13 internos de la cárcel de máxima seguridad de Ezeiza el 20 de agosto pasado, vuelve a instalar en la agenda mediática al Servicio Penitenciario Federal. Red Eco Alternativo.

(Darío Schapochnik – Red Eco) Argentina - El Servicio Penitenciario Federal (SPF) se rige por la Ley 20.146, publicada por el dictador Alejandro Agustín Lanusse el 18 de mayo de 1973. Si bien faltaba sólo una semana para el comienzo de la “primavera camporista”, la Ley responde claramente a una visión militarista de la cuestión carcelaria, que hasta el día de hoy no fue modificada un ápice.
De hecho, el artículo 10 dispone: “El nombramiento de Director Nacional deberá recaer en un Oficial Superior de las Fuerzas Armadas de la Nación, del Escalafón Comando y el de Subdirector Nacional en un Oficial Superior del Servicio Penitenciario Federal, del Escalafón Cuerpo General y del grado máximo”.
Además, con absoluto lenguaje militarista, la ley establece en su artículo 14 que al Director Nacional le corresponde “conducir operativa y administrativamente al Servicio Penitenciario Federal”.
Por su parte, los artículos 30 y 32 de la Ley determinan que la misión de los agentes penitenciarios comprende la realización de las funciones de seguridad y defensa asignadas a la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal; y que es obligatoria la cooperación recíproca de personal del SPF con las policías y demás fuerzas de seguridad y defensa; y con las fuerzas armadas.
En los 32 establecimientos dependientes del SPF hay un total de 10.134 internos. De ellos, 4.563 son condenados, y 5.517 son procesados.
Para atender a esta población, el SPF cuenta con 12.548 miembros, de los cuales 10.545 están destinados a “seguridad y rehabilitación del interno”. Vale decir: el SPF cuenta con 104 agentes por cada 100 internos. Y si tomamos al total del personal, penitenciario y administrativo, nos da que por cada 100 presos, hay 124 miembros del SPF. Un verdadero ejército de ocupación.
A “seguridad y rehabilitación del interno”, el presupuesto de 2013 destina 1.598.842.018 de pesos. En otras palabras: mensualmente, se dedican a cada interno 13.147 pesos.
A modo de comparación, según el Ministerio de Salud de la Nación, al 2004 en la Argentina había cada 10.000 habitantes, 32,1 médicos, 1,1 parteras, 5,1 farmacéuticos, 3,8 enfermeros, y 9,3 odontólogos. Según el Ministerio de Educación de la Nación, hay actualmente 605.271 docentes para atender a 9.870.509 alumnos en el sistema escolar (inicial, primaria y secundaria). Es decir: 6,13 docentes por cada 100 alumnos.
Siguiendo con las comparaciones, para “asistencia al paciente trasplantado”, este año se asignan 80.010.000 pesos para 1.750 destinatarios. Esto es, por mes a cada paciente trasplantado se dedican 3.810 pesos.
A “Desarrollo de la Educación Superior”, el presupuesto 2013 dedica 23.019.991.238 pesos para 1.461.602 de alumnos. En otras palabras: mensualmente, a cada alumno universitario se dedican 1.312 pesos.
¿Por qué esta enorme preeminencia de lo penitenciario a la hora de distribuir recursos humanos y económicos?
La respuesta nos la da el criminólogo italiano Massimo Pavarini en su libro del año 1980 “Control y dominación”, cuando explica el origen de la prisión: “A la brutal legislación penal de los siglos XVI y XVII le sigue progresivamente un complejo de medidas dirigidas a disciplinar a la población fluctuante y excedente a través de una variada organización de la beneficencia pública por un lado, y a través del internamiento institucional por otro. Surge una nueva política social que, sobre el único fundamento de la aptitud para el trabajo subordinado, discriminaba entre el pobre inocente (el anciano, el niño, la mujer, el inválido) y el pobre culpable (el joven y el hombre maduro desocupado): a las necesidades de supervivencia del primero se intentará hacer frente a través de la organización asistencial; para el segundo se usará la internación coactiva en el vasto archipiélago institucional que surgirá un poco por todas partes en la Europa protestante y también en la católica de los siglos XVI y XVIII. ¿Qué es y en qué consiste esta internación coactiva? Quien lleva en Francia el nombre de Hópital General, de Rasphuis y Spinhuis en Flandes, de Bridewell y Workhouse en Inglaterra, de Casa di Lavoro y Casa di Correzione en Italia, etc., cumple una idéntica función: socializar a la disciplina y a la ética manufacturera a quien era, por origen y educación, extraño. Así, en estos lugares, ociosos, vagabundos, pequeños transgresores de la ley, etc., serán obligados al trabajo, un trabajo ciertamente más duro y alienante que aquel que era posible encontrar en el mercado libre, para que el terror de acabar internados obligase a la fuerza de trabajo desocupada a aceptar las condiciones de empleo más intolerables. Con el tiempo, después, esta originaria institución sufrirá un proceso de especialización, y de esta forma de internación surgirá, a finales del siglo XVIII, también la penitenciaría para los transgresores de la ley penal”.

agrega un comentario