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La voz de los que no están
Por Redacción Rosario - Friday, Sep. 13, 2013 at 4:09 PM

El ex detenido-desaparecido durante la última dictadura, Luis Megías, le pidió este jueves al Tribunal Oral Federal 1 (TOF1) de Rosario que cuando pronuncie el fallo del juicio por la causa Guerrieri II sepa “que no es solamente a estos acusados, sino que están dando justicia a mucha gente que no está acá”.

La voz de los que no...
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Ex militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en la década de 1970, Megías (57) declaró este jueves como testigo ante el TOF1 en el juicio oral por delitos de lesa humanidad que se le imputan a 12 ex militares y personal civil de inteligencia que actuaron en el Batallón 121 de inteligencia de Rosario durante la última dictadura.

Ante los jueces entrerrianos Roberto López Arango, Lilia Carnero y Noemí Berros, Megías brindó detalles de su detención, de las torturas que sufrió durante su paso por el centro clandestino de detenciones conocido como La Calamita y su posterior liberación.

Contó que fue secuestrado junto a su ex pareja Viviana Nardote (actual subdirectora del Museo de la Memoria de Rosario) el 3 de julio de 1977 en calle Zeballos entre Dorrego y Moreno, en pleno centro de la ciudad.

“Siento que paran varios autos, frenan de golpe, me agarran a mi y a Viviana, nos meten en auto, nos vendan los ojos, nos ponen un pie en la cabeza y comenzamos viaje”, relató.

“Nos dicen ‘se acabó todo, es la última vez que ven la calle’, que nos van a matar”, añadió el sobreviviente de la dictadura.

Megías narró su llegada al centro clandestino tras “unos 25 minutos de viaje” que realizó encapuchado.

“Me dicen que me desnude, me atan a un elástico de cama de pies y manos, me ponen un alambre en el dedo del pie atado en el mismo elástico. Comienzan a insultarme y me dicen que así van a tratar a todos los subversivos”, dijo el actual integrante del Colectivo de ex Presos Políticos y Sobrevivientes de Rosario.

Luego dio detalles de las torturas físicas sufridas y de las psicológicas: “Me dicen que van a violar a mi mujer, después la van a matar y después me van a matar a mi”.

El sobreviviente de La Calamita también contó que fue sometido a un simulacro de fusilamiento por hombres del Ejército que lo mantenían cautivo, a quienes no podía ver por estar vendado.

Finalmente Megías hizo un pedido puntual al TOF: “Quisiera pedir al tribunal, son muchos años de dar testimonio en distintos ámbitos de la justicia, y decir que para mi esto es posible por el apoyo de mi familia, mi esposa fundamentalmente a la que agradezco públicamente, y un montón de sobrevivientes, de familiares de sobrevivientes, y los compañeros que no están, como los 14 compañeros de la JUP de Derecho que han sido muertos, por todo eso pido que cuando se de el fallo, sepan que no es solamente a estos acusados, lo que están dando es justicia a mucha gente que no está acá, que nosotros humildemente hoy podemos ser la voz de ellos”.

Luego declaró su ex mujer, Viviana Nardoni, para quien aún “persiste la impunidad, porque con las condenas no pagan lo que hicieron”.

“Para terminar con la impunidad, los jueces tienen que hacerles decir a los imputados que hicieron con los cuerpos de los desaparecidos. Antes de eso, nunca estaremos en paz”, dijo la mujer.

Luego dio detalles de los tormentos sufridos, al señalar que “me desvisten y me tiran en un elástico antiguo y me aplican electricidad y me siguen preguntando cosas”.

“Yo se las adjudico a la perversión, porque me preguntaban sobre abogados de Buenos Aires que tendríamos escondidos. Yo no sé si pensar que no era a mí a quien querían preguntar, o si era parte del sistema cruel para que uno no sepa qué contestar”, dijo.

En la causa Guerrieri II están imputados por 27 casos de secuestro, tormentos, asociación ilícita y 14 homicidios Pascual Guerrieri; Daniel Amelong; Alberto Fariña; Walter Pagano; Eduardo Costanzo; Marino González; Ariel Porra; Alberto Pelliza; Ariel López; Andrés Cabrera; Carlos Sfulcini y Joaquín Guerrera.

Todos integraron como militares o PCI el Batallón de Inteligencia 121 de Rosario durante la última dictadura y fueron la fuerza operativa que coordinó los circuitos represivos de los centros clandestinos La Calamita, Fábrica de Armas Domingo Matheu, Escuela Magnasco, La Intermedia y Quinta de Funes.

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