Julio López
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Alertan sobre el uso de envases de agrotóxicos para almacenar agua
Por reenvío red eco alternativo - Friday, Oct. 04, 2013 at 7:45 AM

El Centro de Estudios e Investigación Social "Nelson Mandela" Chaco difundió un documento, que lleva la firma de su director Rolando Núñez, que fue elaborado en base al recorrido efectuado en distintos parajes del interior de la provincia, en el que se alerta sobre la utilización por parte de familias campesinas de envases de agrotóxicos para el acarreo de agua.

(Por Centro de Estudios e Investigación Social "Nelson Mandela") - Chaco - Fabricantes, distribuidores y sembradores de envases tóxicos
"Encontramos cientos de envases de agroquímicos desparramados y acumulados en el campo; y, lo más grave, es que hallamos muchos envases tóxicos en las viviendas de las familias campesinas pobres o humildes, que los están re-utilizando para abastecerse y conservar agua para consumo humano, para sus pocos animales y para los quehaceres de la casa. Por la larga sequía que azota una gran parte del territorio chaqueño los campesinos re-utilizan más envases de agroquímicos, lo que agudizan los riesgos y daños sanitarios y ambientales.
Esta vez el recorrido comprendió los predios rurales ubicados entre Concepción del Bermejo, Pampa del Infierno, Los Frentones y Río Muerto. Para mencionar uno de los casos extremos, visitamos la casa de Carlos Hudec, en el paraje Pampa Unión, ubicado entre Concepción del Bermejo y Pampa del Infierno. Es increíble la cantidad de envases de agrotóxicos que colonizaron su casa y su entorno extendido. Dijo que eran de fertilizantes. No hay lugar libre de agroquímicos en su hogar. Desde el pozo de agua, ubicado a trescientos metros de la vivienda, pasando por la cocina y el baño, se acumulan y diseminan los recipientes tóxicos. Desamparada ante el arsenal químico, la esposa de Hudec falleció hace poco de cáncer de garganta, según refirió este campesino que no se dedica a la agricultura. Su hogar está rodeado de chacras transgénicas cercanas, que son de propiedad de grandes productores sojeros, que masivamente usan pesticidas y fertilizantes y que no aseguran el destino final de los envases, quizás adiestrados en la impunidad.

Graves problemas sociales, sanitarios y ambientales
Los graves problemas sociales, sanitarios y ambientales que provoca el uso masivo de agroquímicos se profundizan y perduran como consecuencia de la acumulación de sus envases por la falta de soluciones para su manejo. En general, es riesgosa la disposición final de tales recipientes, lo que ha permitido que se constituyan en potenciales fuentes de daños para las salud humana y para el ambiente. La población más expuesta y el ambiente más sometido es el rural, especialmente aquellos que se encuentran dentro de la frontera agropecuaria, mayoritariamente transgénica. Sin embargo, hasta ahora la problemática que generan los envases de agrotóxicos no ha sido integralmente abordada desde el origen de los pesticidas y fertilizantes hasta la disposición final ambientalmente adecuada de los mismos. La realidad es claramente negativa. En la práctica diaria, la disposición final de los envases tóxicos está a cargo del productor rural, que no generó una solución confiable y no contaminante.

Residuos peligrosos que no son monitoreados
Mayoritariamente no se cumplen las normas regulatorias, a pesar de que los envases de agroquímicos fueron calificados como residuos peligrosos por haber contenido sustancias tóxicas. Se le suma la posible toxicidad derivada de su misma composición química y el manejo inadecuado para la disposición final. Se agregan los vacíos legales, que son muy graves y que permiten los destrozos sociales, sanitarios y ambientales que se multiplican por el mal manejo y destino de los recipientes tóxicos, que cuentan con etiquetas de plástico, colocadas por presión pero no pegadas, por lo que es fácil que sean retiradas o que se rompan. Cuando los envases son abandonados a campo, las etiquetas se desprenden por la acción del sol y del viento, con lo que se potencia su peligrosidad tóxica. Además, no se monitorea la producción de estos recipientes, ni se hace un seguimiento continuo del ciclo de vida de los mismos, a pesar de su alta peligrosidad tóxica y contaminante. No se monitorea la integridad de los envases, etiquetas y marbetes de los productos. Tampoco se controla el uso, re-uso, reciclado de los mismos, ni la aplicación de los materiales de fabricación. No se someten los envases a los tratamientos adecuados para su posterior disposición final.

Mal destino final
Los fabricantes de agrotóxicos y los organismos estatales que debieran asegurar el cumplimiento de las normas recomiendan que una vez finalizada la tarea del triple lavado se proceda a la inutilización de los envases vacíos, perforando los fondos de los mismos, para luego colocarlos en depósitos transitorios. Indican que tales depósitos estén lejos de las explotaciones agropecuarias, cubiertos con materiales que impidan los efectos del viento y agua, bien resguardados. Aconsejan que la eliminación de los envases existentes en los almacenamientos transitorios sean realizados en centros de acopios o empresas habilitadas para tal fin, que reúnan condiciones de seguridad e higiene, que no existen. Sin embargo, salvo muy pocas excepciones, no se cumplen ninguna de estas recomendaciones. Los productores, y quienes trabajan para ellos, no perforan los envases. Muchos los dejan tirados en las chacras, principalmente en las cortinas vegetales, mientras que otros los acumulan a cielo abierto o los queman, también a cielo abierto o los entierran en pozos de poca profundidad, sin ningún tipo de tratamiento. Luego de estar expuestos a la intemperie durante cuatro años o más, los envases tóxicos terminan por cuartearse y romperse, continuando con sus efectos contaminantes porque no se neutralizó el principio activo.

Riesgos y daño a la salud y al ambiente
Gradualmente se deterioran las condiciones de salud de las familias campesinas, fundamentalmente las que viven dentro de la frontera agropecuaria. No se puede negar la contaminación ambiental. Las poblaciones más expuestas y vulnerables son los minifundistas, pequeños productores y familias campesinas pobres o humildes porque no tienen como defenderse de la agresión que deriva del uso de agrotóxicos y de los envases.
A pesar de las recomendaciones, no se realizan los triples lavados de los envases de los productos fitosanitarios y fertilizantes, por lo que quedan los remanentes tóxicos de los agroquímicos. Muy pocas personas respondieron que conocían el triple lavado. Algunos escucharon esas palabras. Sin embargo, es muy simple la realización del triple lavado, que consiste en enjuagar tres veces el envase vacío hasta que solo queden trazas de los agroquímicos. Se debe llenar el envase con agua hasta una cuarta parte de su capacidad, luego se coloca la tapa y se debe agitar con fuerza. El agua utilizada se debe volcar en el tanque de la pulverizadora para que sea utilizada en la aplicación sobre el cultivo o el suelo.

Sojización del campo y población de alto riesgo
No existen prácticas preventivas. Sin embargo, se puede representar la magnitud de los riesgos sanitarios y ambientales derivados de los descartes de los envases. Es posible establecer un diagnóstico en base a la tasa de uso por litro, cultivos y hectáreas para determinar la población más vulnerable, de alto riesgo, sobre las que lamentablemente no se realizan acciones de prevención, por lo que quedan expuestas a los efectos de los agroquímicos y de los residuos peligrosos que genera la utilización de tales productos.
No se realizan evaluaciones sobre el uso de los agroquímicos y el manejo de sus envases; no se efectúan estudios epidemiológicas locales; no se realizan estudios toxicológicos, dosajes y bio-ensayos en aguas y suelos donde se aplican agrotóxicos y de los componentes que los acompañan, como son los coadyuvantes y antiderivas; no se analizan los agroquímicos utilizados en todo el ciclo de comercialización, ensilado, transporte y los residuos que quedan sobre los granos; no se mejoran los registros hospitalarios y no se cruzan las informaciones.
En definitiva, los desmontes, las prácticas agrícolas y la ineficiencia en la actividad de control por parte del Estado generaron riesgos sociales, sanitarios y ambientales. La fuerte expansión de la frontera agropecuaria, fundamentalmente de la mano de la soja, ha provocado un aumento sostenido en el uso de los agrotóxicos. Queda claro, entonces, que no contamos con una estrategia de gestión en el manejo de los agroquímicos y de los envases, a pesar de los mortales efectos tóxicos para la salud humana y contaminantes para el ambiente y la biodiversidad".



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