Julio López
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La década neoliberal, 1989 - 2001 Segunda parte: aspectos políticos
Por PRML - Saturday, Oct. 05, 2013 at 4:57 PM

Carlos Menem había ganado las elecciones en base a una impronta de caudillo popular. En su campaña se escuchaban conceptos tales como “salariazo” y “revolución productiva”. Su prestigio como dirigente del PJ, sumado al furioso golpe al pueblo que significó la hiperfinflación, fueron los elementos que pavimentaron el camino para la aplicación de cambios de fondo sin una gran oposición en los primeros años.

La década neoliberal...
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Lo que quedó de la democracia

La aplicación de las grandes transformaciones que se preparaban requería de una concentración de poder similar a la de una dictadura, pero en el marco de un gobierno electo constitucionalmente. Y así fue: la discrecionalidad para actuar con la que contó el Ejecutivo fue una constante en el período. Los conocidos “decretazos” fueron haciendo del Congreso una simple escribanía de lo que se decidía en la presidencia. Este fenómeno tuvo su primer jalón en las condiciones que negociaron el PJ y la UCR para la entrega adelantada del poder. Con la renuncia de Alfonsín, Menem asumiría unos meses antes de hacerlo la mayoría parlamentaria de su partido.
Para salvar esa situación, se acordó que los legisladores radicales votarían sin discusión las leyes de Emergencia Económica y de Reforma del Estado, -pilares de la transformación neoliberal- que le otorgaban amplias
facultades al nuevo gobierno.
Lo curioso del caso es que a raíz del “sinceramiento” de Menem -quien reconoció que si en campaña decía cuál era su plan no ganaba las elecciones- se produjeron fracciones en el bloque peronista: es decir, lo que hubiera sido un debate trabado entre los legisladores electos por el pueblo salió como
por un tubo gracias al acuerdo de los dos grandes aparatos políticos.
La “adecuación” de la democracia a los nuevos tiempos continuó con la reforma de la Suprema Corte de Justicia en 1990, en donde el oficialismo maniobró para imponer jueces afines, en lo que se denominó la “mayoría automática”. Más tarde, en 1993, se consumó un nuevo acuerdo entre el PJ y la UCR: el Pacto de Olivos, que redujo el mandato presidencial de seis a cuatro años con posibilidad de una reelección. Desde el radicalismo siempre se señaló que la rúbrica a este pacto fue una concesión al menemismo dada su manifiesta voluntad de
avanzar en su proyecto reeleccionista aun sin acuerdo con la oposición, lo que potencialmente ponía en peligro la estabilidad institucional. Lo cierto es que con su conducta, el partido de Alfonsín fue cómplice del plan perpetrado por Menem, y la institucionalidad
democrática quedó todavía más lejos de la verdadera voluntad popular.

La resistencia popular

Las reformas estructurales causaron choques con el movimiento obrero.
Los hubo particularmente fuertes en los primeros años del menemismo, pero los mismos se vieron aislados por
el apoyo con el que contaba el gobierno en ese entonces y por la traición de la burocracia sindical que, buscando conservar su poder y tratando de sacarle tajada a los nuevos negocios, colaboró con las privatizaciones y los despidos masivos. El peso de la desocupación produjo una gran desmovilización entre los trabajadores del sector privado, que vieron reducidas sus acciones de lucha en relación a
otros períodos.
De las luchas contra las privatizaciones, se destacaron la huelga telefónica del ‘90 y las dos huelgas ferroviarias del ‘91 y el ‘92, todas ellas derrotadas.
Entre los estatales, la pelea contra la reducción del sector y por retrasos salariales generó numerosos conflictos.
Sobresalió también la lucha de los docentes contra la transferencia de escuelas a las provincias, contra las
reformas educativas y por aumentos de salario. Acaparó una atención que excedió al sector la “carpa blanca” de 1997, que generó una gran movilización en todo el país, a pesar de la dirección conciliadora que impuso la conducción de CTERA.
El movimiento sindical, reunificado durante el gobierno de Alfonsín, volvió a dividirse en esos años. La CGT
quedó bajo el mando del sindicalismo empresarial de los “gordos”, aliados a la entrega menemista. Un sector de la burocracia tomó distancia del gobierno y en 1994 creó el Movimiento de Trabajadores Argentinos, más tarde devenido en CGT rebelde. Su referente fue el camionero Hugo Moyano.
Un tercer sector, también distanciado del gobierno y de orientación más reformista formó en 1991 el Congreso de Trabajadores Argentinos -luego
Central de Trabajadores Argentinos- con peso principalmente en estatales y docentes.
De todas maneras, la colaboración de la CGT con el gobierno no fue lineal.
Temas como los ataques a los convenios colectivos de trabajo y el avance de la flexibilidad laboral produjeron
fricciones con el sindicalismo oficialista, que se vio forzado a tomar medidas de fuerza. En total, hubo durante el gobierno de Menem nueve huelgas
generales llamadas por las distintas centrales sindicales.
A su vez fue muy dinámico en aquellos años el movimiento por los Derechos Humanos. La indignación generalizada que causaron los indultos del ‘89 y del ‘90 hizo que se redoblara la exigencia de juicio y castigo a los militares genocidas. Los organismos de DDHH, principalmente las Madres de Plaza de Mayo, gozaban de un gran poder de convocatoria, que se veía reflejado en las marchas de aniversario del golpe de Estado. También comenzaron los “escraches” a milicos y colaboradores impulsados por HIJOS.
Un quiebre en la situación de masas fue el Santiagazo de 1993. Fruto de la aplicación de un ajuste brutal, en
Santiago del Estero estalló una pueblada en donde fueron blancos de la furia popular los símbolos de los tres poderes del Estado y varias casas de dirigentes políticos. Aun con sus límites marcados por la espontaneidad de las acciones, el Santiagazo marcó un
punto de inflexión en la relación de las masas populares con las mediaciones institucionales.
Al calor de esos sucesos comenzó a forjarse la organización del movimiento de desocupados. El mismo se inició en las ciudades del interior otrora industriales castigadas por las privatizaciones y su consecuencia de despidos. Allí se generalizaron los cortes de ruta, en los que participaba gran parte de la población de cada lugar. Además de la medida en
sí, en los piquetes se desarrollaban asambleas que reforzaban esta idea de la deliberación popular salteando la representación propia de la democracia burguesa. Los cortes derivaron en fuertes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y en varios casos decantaron en nuevas puebladas.
Los más destacados fueron los de Cutral Co y Plaza Huincul (Neuquén) en el ‘96, Tartagal y Mosconi (Salta) en el ‘97, el Puente General Belgrano (Corrientes) en el ‘99 -ya bajo el gobierno de De la Rua- y nuevamente Tartagal y Mosconi en 2000 y 2001.
De las provincias del norte y del sur, la organización de los desocupados se propagó a la periferia de las grandes ciudades, siendo muy importantes los
piquetes del Gran Buenos Aires, en donde se destacó la iniciativa de partidos de izquierda y de sectores ligados a la CTA.

Recambio electoral, fractura por arriba y rebelión

Las dificultades económicas y el incremento de la lucha popular encendieron las luces de alarma en las clases
dominantes. Lo más sano para la continuidad del régimen era un recambio electoral. La debilidad que arrastraba la UCR fue subsanada con una alianza con los sectores disidentes del PJ y otros partidos menores. De esta forma, la Alianza (UCR - FREPASO - PS - PI, etc) se alzó como continuidad para el modelo neoliberal, pero presentándose ante la población como una alternativa “progresista” y poniendo el centro en terminar con la corrupción, a la que se señalaba como fuente de todos los males.
Pero la Alianza no contaba con elementos como para contener una situación explosiva. La profundización
del ajuste y la represión, la sumisión al FMI, la aprobación de la reforma laboral que profundizaba la flexibilización, fueron todas medidas que rápidamente alejaron al nuevo gobierno de las expectativas que había generado en un principio, mientras que la lucha popular no le dio tregua en ningún momento. Los cortes de ruta se multiplicaban, y durante 2001 se contaban de a cientos por mes. En esos dos años
hubo la misma cantidad de huelgas generales que en las presidencias de Menem. También estaban en ascenso las luchas del movimiento estudiantil, que peleaba contra las reformas educativas y los recortes presupuestarios.
Las representaciones de la pequeña y mediana empresa, que se habían ubicado en oposición al menemismo, ratificaron esa posición. La aplicación del
“corralito” en 2001 puso a la pequeña burguesía urbana de punta contra el gobierno y los bancos: se sucedieron los escraches a entidades bancarias y
comenzaron los cacerolazos.
Este fue el momento elegido por una fracción dentro de la gran burguesía que venía tomando cuerpo en esos años. Ligada a la UIA y fogoneada políticamente por el PJ, planteaba un nuevo reparto sobre la base de salir de la convertibilidad, devaluar la moneda para bajar costos empresarios y renegociar con el FMI. La “patota devaluacionista” fogoneó los saqueos en las barriadas de las grandes ciudades. El gobierno dictó el Estado de Sitio, en un intento de apagar el fuego
echándole nafta. La rebelión popular que comenzó la noche del 19 de diciembre de 2001 y se extendió durante el día 20, coronó un ciclo que se venía gestando desde el Santiagazo del '93, al tiempo que abrió paso a una nueva situación política: los de arriba
no podían y los de abajo no querían seguir como hasta entonces.

PRML

PARTIDO REVOLUCIONARIO MARXISTA LENINISTA

http://www.prmlargentina.org

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Órgano de prensa del PRML
Por PRML - Saturday, Oct. 05, 2013 at 4:57 PM

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Neoliberal Mentira
Por yoyo - Saturday, Nov. 16, 2013 at 10:40 PM
pijacorta@hotmail.com

El neoliberalismo utilizado en argentina es de la escuela de chicago.En realidad no hay una rama del liberalismo, es simplemente una corriente que no tiene una base cientifica.No se puede decir que en los 90 argentina fundo el neoliberalismo porque ya existia.
Podes ser No liberal o Liberal, pero Neoliberal No, porque no existe, es un invento de la escuela de chicago.

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Muy buena
Por Noventista - Sunday, Nov. 17, 2013 at 12:40 AM

Pero yo quiero decir que ese período fue la gloria, y con el gran estallido del 2001 fue la frutilla del postre, todos saliendo a la calle para que se vayan todos, genial.

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No entiendo
Por Noventista - Sunday, Nov. 17, 2013 at 12:43 AM

Quién dice que en Argentina se fundó el neoliberalismo en los 90? No creo que se haya fundado en la Argentina, y si se fundó, fue con la última dictadura militar.

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jajajajaja
Por doktor bressano - Sunday, Nov. 17, 2013 at 1:26 AM

En C5N están pasando todo el historial gatero de il Carlo, jajajajaja.

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