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La "protesta espectacular"
Por Pedro Antonio Honrubia Hurtado / rebelion.org - Friday, Oct. 11, 2013 at 9:32 AM

La "protesta espectacular" como modo de protesta social característico de las primeras décadas del siglo XXI

"Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser... lo que es 'sagrado' para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad. Mejor aún: lo sagrado aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión, hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el colmo de lo sagrado."

Con esta cita de Feuerbach, comienza Guy Debord su famoso libro sobre la “sociedad del espectáculo”, en cuyos tres de los primeros cuatro epígrafes nos dice que:

1 Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos.

2 Todo lo que era vivido directamente se aparta en una representación.

3 El espectáculo se muestra a la vez como la sociedad misma, como una parte de la sociedad y como instrumento de unificación. En tanto que parte de la sociedad, es expresamente el sector que concentra todas las miradas y toda la conciencia. Precisamente porque este sector está separado es el lugar de la mirada engañada y de la falsa conciencia; y la unificación que lleva a cabo no es sino un lenguaje oficial de la separación generalizada.

4 El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes.

Debord desarrolla luego toda sus tesis abarcando los diversos escenarios sociales y culturales en los que el “espectáculo” se ha convertido en la vivencia generalizada de la mayor parte de las personas que habitan la sociedad, un mundo donde las representaciones de la realidad, las ilusiones, los shows y las imágenes espectaculares, toman valor absoluto y reemplazan a la sociedad misma en cuanto percepción del mundo y de la vida que los sujetos tienen dentro de tal sociedad. Otros autores, previamente, habían expresado ideas similares aludiendo a conceptos como el hombre –y la sociedad- “unidimensional” (Marcuse), y posteriormente el concepto “simulación”, impulsado por pensadores como Baudrillard, se ha convertido en un elemento clave para ciertos sectores de la filosofía postmoderna.

El espectáculo es así, de cara al normal funcionamiento de nuestra sociedad, la sustitución de la forma real que las cosas presentan en la realidad misma por la imagen que de ellas se pueda transmitir socialmente, independientemente de cuánto se puedan asemejar éstas a tal realidad en sí misma. Es más, es el cambio dado en la importancia que tienen los significados de las cosas-en-sí mismas desde el contenido que la cosa-en-sí expresa o pudiera haber expresado antaño socialmente, a lo que sea capaz de expresar la cosa hecha imagen, representación, simulación de tal cosa-en-sí. Lo que importa , a nivel significativo, ya no son los hechos en sí, sus formas y sus contenidos en cuanto tales, sino el alcance que tal cosa pueda tener en su versión espectacular, en su representación –simulada o mediatizada- como imagen. Tal hecho se ha convertido en elemento constitutivo de nuestra sociedad actual, siendo la propia sociedad la que logra legitimarse socialmente al presentarse de tal modo en sociedad: “Cuando la ideología, que es la voluntad abstracta de lo universal y su ilusión, se encuentra legitimada por la abstracción universal y por la dictadura efectiva de la ilusión, como sucede en la sociedad moderna, ya no es la lucha voluntarista de lo parcial, sino su triunfo. De ahí que la pretensión ideológica adquiera una especie de exactitud luminosa y positivista: ya no se trata de una opción histórica, sino de una evidencia”, dice Debord en el epígrafe 213 de su libro.

El espectáculo, pues, está presente en todos los ámbitos de la vida. Las experiencias cotidianas están condicionadas por el espectáculo y las propias emociones que los seres humanos son capaces de desarrollar en el ámbito de sus relaciones sociales, responden a formulaciones más o menos explícitas de lo que han aprendido previamente a experimentar de tal o cual forma debido a las representaciones espectaculares de las que se han alimentado desde niños.

Incluso los espacios más íntimos, los que creemos más propiamente nuestros, aquellos donde nuestros sentimientos emergen, diríase, desde el corazón, están condicionados por la forma espectacular en la que éstos mismos sentimientos se han dado en aquellas representaciones espectaculares de las que hemos rellenado nuestra sed de conocimientos y desde las que hemos sido capaces de vivir como propias las experiencias ajenas representadas en esas escenas espectaculares.

Ejemplos de esto lo tenemos, por ejemplo, en la forma que la mayoría de personas, especialmente de las generaciones nacidas en las últimas cuatro o cinco décadas, tienen de vivir sus relaciones amorosas o la sexualidad, condicionados por lo que se ha podido aprender y aprehender a través de las representaciones espectaculares del amor y la sexualidad que la industria capitalista nos brinda vía historias de amor en cine, series de televisión o literatura de masas por un lado, y la pornografía de masas, por otro.

Las emociones, de hecho, son parte fundamental en la recreación del espectáculo: ellas son capaces de determinar en sí mismas hasta qué punto el espectáculo es o no efectivo. Mucho más cuando de lo que hablamos es de emociones de tipo “social”.

Las emociones sociales son aquellas que van asociadas a los hechos sociales, esto es, aquellos hechos que son capaces de generar un debate social, y que son experimentados por la persona no desde su propia vivencia efectiva, sino desde su posición como espectador de un algo que se desarrolla en su entorno social de referencia. Las emociones que la ciudadanía desata en relación a las protestas sociales, entran dentro de esta categoría de emociones. Y el espectáculo se ha convertido en la fórmula por excelencia de las mismas en este comienzo del siglo XXI. La protesta espectacular es ya una de las principales y más efectivas formas de protesta social de la que disponen los ciudadanos y ciudadanas -así como los poderes fácticos que en determinados momentos pudieran estar interesados en promover algunas de estas formas de protesta- para hacer llegar sus mensajes de protesta al global de la sociedad, así como, principalmente, de generar debates al respecto de las mismas y las temáticas sociales que abarcan.

Podemos definir este tipo de protesta espectacular, como aquella protesta social donde el acto en sí mismo de protesta es reemplazado por la imagen que los activistas implicados en la misma pretenden transmitir de tal acto, esto es, donde la cosa-en-sí es reemplazada por la imagen espectacular en la que se acaba por convertir tal cosa. Son acciones impactantes, realizadas con una masiva presencia de medios de comunicación o con la intención de tener una cobertura masiva en tales medios -aunque en ocaciones sea solo por derivación-, capaces de desatar emociones intensas en la ciudadanía, así como de generar un debate amplio y abierto que abarca diversas temáticas colaterales y que va mucho más allá de la acción en sí.

Estas acciones de protesta pueden ser realizadas tanto por pequeños grupos de activistas como por la acción de grandes masas, y pueden o no estar precondicionadas de antemano al cumplimiento de unos determinados objetivos concretos. Son acciones que automáticamente sirven para convertir en tema de impacto social la temática abordada en las mismas, así como todos los elementos directa o indirectamente relacionados con ellas, tanto a nivel de formas, como de contenidos, así como, en el plano individual, respecto de lo que las llevan a cabo, debates a nivel de su identidad como personas y de su participación en determinados colectivos u organizaciones sociales. El impacto que generan, de hecho, se debe finalmente más a todo el debate que son capaces de movilizar, y la exaltación de las emociones sociales que implican, que por los actos en sí mismos. Los medios de comunicación, las redes sociales, y otros elementos mediáticos del estilo, tienen, en origen o por derivación, formando parte de las acciones mismas o como acompañantes necesarios, un presencia fundamental en las mismas.

Acciones como las realizadas por FEMEN en el Congreso defendiendo el derecho al aborto, las del SAT en los supermercados Mercadona y Carrefour, las movilizaciones de los mineros en Asturias, la huelga de controladores de 2011, la campaña de escraches protagonizada por la PAH o las acampadas originales del 15-M, entran dentro de esta categoría. De hecho, prácticamente todas las acciones sociales que han sido capaces de generar debate mediático y social en los últimos años en el estado español, han sido protestas de este tipo espectacular. Aunque posteriormente se hayan visto acompañadas por toda una serie de protestas de tipo más clásico, tales como marchas obreras, manifestaciones, pintadas, recogida de firmas o búsqueda de expresiones por la vía electoral.

Por supuesto, la protesta espectacular no necesariamente es una protesta de izquierdas. Puede ser también utilizada, y de hecho lo es -tal vez incluso con más efectividad que para la izquierda a nivel general-, por la derecha, para reivindicar sus propias protestas en contextos donde gobierne la izquierda o donde haya gobiernos que hagan políticas contrarias a sus reivindicaciones conservadoras.

Sin ir más lejos, la derecha española realizó toda una serie de protestas de este tipo durante la primera legislatura del gobierno de Zapatero, en contra del proceso de negociación con ETA, el matrimonio homosexual o la anterior reforma de la conocida como “ley del aborto”. Recientes acciones llevadas a cabo por la extrema derecha, como la que realizaron durante el pasado 11 de septiembre en la biblioteca Blanquerna de Madrid durante la celebración de un acto de la Generalitat, entran también dentro de esta nueva categoría de acciones espectaculares, cuya finalidad se centra más en la imagen que pretenden transmitir con ellas, que en la acción en sí.

Las conocidas “revoluciones de colores” que se llevaron a cabo durante la década pasada en determinados países de Europa del este, así como el intento de llevar a cabo acciones similares en países con gobiernos progresistas de América Latina, se han centrado principalmente en la realización de este tipo de acciones, perfectamente coordinadas y organizadas para alcanzar el objetivo final buscado.

Cuatro son, pues, los elementos que componen estas estrategias de protesta social. El acto en sí mismo, la cobertura mediática, el impacto emocional y el debate multipolar que consiguen abrir socialmente en base a todo lo anterior, alimentándose cada elemento de los otros y generando un efecto simulado del acto en sí mismo, una representación espectacular de tal acto, que es en sí la protesta espectacular.

Podemos, en consecuencia, calificarlas de diferentes tipos, atendiendo a los distintos elementos que la componen y la relación dada entre los mismos:

1 Protestas espectaculares de impacto inmediato: Serían aquellas destinadas a generar un debate inmediato en la sociedad, en relación a temas de actualidad que ya en ese momento están siendo previamente debatidas en sociedad. En ellas, la acción en sí misma se realiza ante la presencia del mayor número posible de medios de comunicación, abarcan temas que generan un impacto emocional inmediato y abren de inmediato un extenso debate social sobre la problemática en cuestión.

Estas protestas pretendidamente rápidas y fugaces, y sus efectos sociales se diluyen a los pocos días o semanas, si bien el tema general de debate sobre el que se haya incidido, puede perdurar más allá de su relación inmediata con el acto en sí mismo, pero ya como debate general, no como debate sobre tal acto y sus consecuencias.

Acciones como las de Femen en el Congreso, la huelga de los controladores, la campaña de escraches de la PAH o la acción de los fascistas en Blanquerna, entran dentro de esta categoría de acción y efecto inmediato.

La protesta pone su acento en lo inmediato y se realiza con el apoyo central de poder contar con la cobertura y presencia inmediata, durante la realización del acto mismo, de gran cantidad de medios de comunicación, así como de la generación inmediata de un debate al respecto que se irá diluyendo en sus efectos, y dando paso a otros debates relacionados, con el paso -también inmediato- del tiempo.

2 Protestas espectaculares de impacto emocional: Buscan principalmente generar un impacto emocional en la ciudadanía, capaz de generar, a través de ello, un debate sobre la acción en sí misma que se sostenga en el tiempo y se mantenga, sobre las mismas bases de debate e impacto emocional, una vez el acto deja de ser de actualidad mediática.

Se apoyan en los medios de comunicación, pero en origen no es necesario que cuenten con una gran presencia de medios, el impacto masivo sobre los medios les vendrá por derivación, una vez que la ciudadanía se ha interesado por la acción y se ha introducido de lleno en el debate. Los medios sirven de refuerzo a esta primera tendencia que se da de facto tanto en la acción en sí como en el debate inicial que genera.

Acciones como las del SAT en los supermercados, las movilizaciones de los mineros o las acampadas originales del 15-M, entran dentro de esta categoría.

De hecho, las primeras acampadas del 15-M fueron seguidas por un número relativamente pequeño de personas, siendo la acción de desalojo llevada a cabo por la policía en ciudades como Madrid o Granada, así como del debate inmediato que tanto las acampadas iniciales como todas las acciones que de ellas se derivaron a continuación (desalojos, etc.) generaron, lo que acabó por convertirlas en acciones de masas y permitió abrir el escenario espectacular que abrieron. Con el tiempo, los debates que allí se abrieron se han seguido asociando al 15-M y, aunque con menor impacto social, se han mantenido de actualidad. Frases como “democracia real ya”, “no hay pan para tanto chorizo”, “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”, quedarán para siempre vinculadas al 15-M, y cada vez que haya una movilización que use esos lemas o las formas que asumieron las acampadas originales, el 15-M retomará a la memoria colectiva. Las caretas del personaje de V de Vendetta con la que muchos manifestantes se echaron a las calles, más allá de ser un símbolo vinculado al colectivo Anonymous, es también un claro ejemplo de hasta qué punto determinados actos de protesta, como estos del 15-M, han adquirido un aspecto espectacular.

La primera de las acciones espectaculares del SAT, por su parte, la que se llevó a cabo en el Mercadona de Écija y en el Carrefour de Arcos de la frontera, donde los sindicalistas andaluces expropiaron carros con productos de primera necesidad, contó in situ con una presencia de medios de comunicación muy limitada, y solo después de haberse generado un profundo debate social sobre tales acciones con la reproducción agregada de diversos medios que en un primer momento no estaban presentes en el lugar del acto, alcanzaron el impacto emocional y el nivel de debate que lograron alcanzar.

De hecho, el sindicato ya había realizado acciones similares, al menos en lo que se refiere a su rapidez, capacidad de movilización y organización, en otros lugares (ocupación de la sede de Canal Sur o de la estación del AVE en Sevilla, del aeropuerto en Málaga, de las instalaciones de la inmobiliaria Osuna y un BBVA en Granada, de diversas fincas en distintos puntos de Andalucía, etc.), que bien podrían haber originado una reacción popular similar, pero la poca cobertura que tales acciones tuvieron en los medios, así como el poco impacto emocional que lograron generar en la ciudadanía en su conjunto, las hicieron pasar sin apenas resultados significativos para los objetivos del sindicato o del mensaje que se pretendía lanzar.

La acción del Mercadona y todo lo que vino después en relación a él, sin embargo, no solo ha conseguido que el sindicato haya crecido exponencialmente en sus niveles de popularidad (conocimiento por parte de la ciudadanía), sino que consiguió abrir un profundo debate sobre la pobreza en Andalucía (y el resto del estado español) que ha perdurado hasta la actualidad, y que inevitablemente, en lo relacionado con el hambre y la mala distribución de la comida, ha quedado para siempre vinculado al SAT. Aunque el acto de sacar comida de un supermercado ya se había realizado con anterioridad por diversos colectivos sociales y sindicatos anarquistas, en adelante cada vez que un acto así se lleve a cabo, será el SAT, y no estos otros colectivos, quienes retomen a la memoria colectiva. Igualmente, sus principales líderes, aunque siquiera participaron directamente en la expropiación, quedarán para muchos años vinculados a tales actos y se les identificará, para bien o para mal, con ellos.

Algo similar podríamos decir de las acciones de los mineros en 2012. Si bien su objetivo era luchar por su puesto de trabajo, y en ningún caso se apoyaron de inicio en los medios de comunicación, todo lo que las envolvió y las rodeó, incluyendo las propias formas de lucha y la iconografía que desarrollaron, con aquellas frases de impacto tipo "si nuestros hijos no tienen para comer, los vuestros sudarán sangre", o las barricadas a pie de carretera entre fuego, petardos y pasamontañas, sumado al consecuente debate que generaron, y las emociones que fueron capaces de movilizar socialmente (a favor y en contra), hizo que entraran dentro de lo espectacular. Por ello, más de un año después, en el imaginario colectivo, seguimos asociando su lucha con toda aquella iconografía y puesta en escena, pese a que en las carreteras de Cádiz y otros sitios, se hayan podido dar escenas similares con posterioridad.

De hecho, volviendo con el 15-M, cuando en estas protestas se han dado imágenes de lucha con alguna de esta iconografía de lucha, que alguna vez ha ocurrido, o en alguna huelga general, el hecho no es lo determinante en la imagen que la sociedad percibe de las protestas (por más que los medios en manos del capital lo hayan intentado), esta queda subsumida entre el global de imágenes que las representan como acción global de protesta espectacular, en el caso de los mineros, no, en el caso de los mineros es parte fundamental de la visión y la comprensión que la ciudadanía tiene de esa protesta.

En eso reside el efecto del impacto espectacular emocional: en crear asociaciones entre los responsables de las acciones en sí y de los debates generados por las mismas, pero no a través de la acción en sí mismas, sino de la imagen espectacular de tal acción que se transmite de las mismas a partir de su realización y que, finalmente, acaban por reemplazar a la acción en sí misma, perdurando en la memoria colectiva y siguiendo generando debates asociados incluso mucho tiempo después de su realización. 15-M, SAT y mineros lo consiguieron, cada uno a su manera, de lleno, y eso sigue teniendo efectos en la actualidad.

3 Protestas espectaculares de alcance predeterminado: Son aquellas que ya antes de su realización buscan satisfacer un objetivo concreto y predeterminado, que se insertan dentro de una estrategia colectiva en la cuales unas acciones se acompañan a las otras, y cuya finalidad es acabar por confluir en la satisfacción del objetivo conjunto. El uso de los medios de comunicación (que incluso podrían formar parte de la acción coordinada como elemento fundamental), el impacto emocional que generen, y el debate que abra socialmente, debe ir, a diferencia de los casos anteriores (donde diferentes opiniones confrontan entre sí), en una única dirección, y la realidad debe ser representada, ante los ojos del mundo y de la propia sociedad afectada, en un sentido único, alcanzando tal discurso “unidimensional” el grado de realidad absoluta, al menos en apariencia de cara a la mayoría social.

Un ejemplo paradigmático de esta estrategia podría ser lo vivido del 11 al 13 de septiembre de 2002 en Venezuela, con el intento de golpe de estado a Chávez, que, entre otras cosas, fue basado en la realización de algunas de estas acciones de protesta espectaculares, y que solo sobre la base del apoyo de los medios, el impacto emocional que la manipulación de determinadas imágenes generó y el debate condicionado a que dio lugar, pudo triunfar momentáneamente.

Es, asimismo, el paradigma de lo efectivas que pueden llegar a ser estas acciones de protesta espectaculares, cuando es capaz de combinar a todos los elementos de tal manera que lo que en realidad es una simulación espectacular de la realidad en sí misma, toma aspecto de única realidad posible.

En esta nota, donde se recogen lo que los medios de comunicación privados venezolanos emitieron en los momentos inmediatamente anteriores y posteriores a la “caída” de Chávez el 11 de abril, se puede observar a la perfección como el espectáculo asume el grado de realidad única y se convierte en la realidad en sí misma, generando impacto emocional y un debate social de sentido único, y logrando convertir lo que en realidad es una simulación de la realidad en sí misma, en la única realidad posible:

http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/49596-venezuela-11-de-abril-de-2002-un-golpe-de-estado-mediático-y-en-directo.html

Las conocidas como “revoluciones de colores” formarían parte también de esta categoría. Los manuales realizados a tal efecto para poder llevarlas a cabo, que son conocidos y compartidos por los impulsores de las mismas a pie de calle, así como las formas que asumieron sus concretas realizaciones en diversos países del mundo, así lo atestiguan.

Como en el caso anterior, en ellas se funden medios de comunicación interesados en que el objetivo se pueda ver realizado, un fuerte impacto emocional y un debate social que adquiere sentido único, siendo el resultado de todos estos factores, un resultado que si bien parte de algo meramente construido como espectacular, adquiere un carácter muy real: el derrocamiento del gobierno y su sustitución por otro acorde a lo buscado por quienes impulsan estos proyectos de protestas espectaculares. En el siguiente documental, se puede igualmente comprobar lo dicho:

http://vimeo.com/33840020

Así, la protesta espectacular es ya, de facto, una de las principales formas de protesta social que existen en la realidad de nuestros días, siendo utilizada, aunque con objetivos y estrategias distintas, tanto por movimientos de izquierdas, como de derechas. Es la protesta característica de nuestros días, la que más capacidad de movilizar masas tiene en la actualidad, y la derecha ya nos ha demostrado que puede llegar a ser efectiva no sola para generar debates, sino, incluso, para derrocar gobiernos y realizar “revoluciones”.

Si bien, es cierto, tal hecho no se puede aislar de otros factores fundamentales en tales procesos, tal y como es el caso del tradicional ¿de parte de quién está el uso de la fuerza o la estructura militar de un estado?, convendría que la izquierda no dejase a un lado este panorama social que reina y está vigente en la actualidad, tratando de pensar que no es efectivo de cara a su lucha cotidiana.

Actos como los del SAT en los supermercados o los de Femen en el congreso, demuestran que sí lo es. Otros como el de la huelga de controladores, demuestran cuán importante puede ser que el pensamiento único, el impacto emocional que genere un determinado debate, no consiga imponerse como única realidad posible para la mayoría social (pues, de ser así, es imposible “vencer”), y las movilizaciones tipo 15-M, en comparación con las revoluciones de colores, lo que nos enseñan es que ciertamente hay semejanzas entre ellas, pero también una concreta y definitiva diferencia: mientras las revoluciones de colores las diseñan, apoyan e impulsan quienes tienen los medios de comunicación de masas a su servicio, la fuerza policial y militar de respaldo y el poder económico bajo su dominio, actos como el 15-M nacen de la lucha de clases, de las condiciones materiales, de los problemas del pueblo, y si nos empeñamos en pensar que no es así, tal vez llegará el momento en que se lo pongamos en bandeja a quienes tratarán de hacer uso de esas protestas espectaculares para imponer un pensamiento único en favor de una única realidad posible: la del poder.

También, pues, por esta vía, y lo de Blanquerna no es más que una pequeña demostración, el peligro del fascismo asoma la cabeza. No seamos nosotros quienes le permitamos que, por no querer comprender la realidad de nuestros tiempos, sus formas y sus contenidos, acabe pudiendo sacar el cuerpo entero.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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