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Calibán, la bruja y el capital
Por (reenvio) David Karvala - Thursday, Oct. 31, 2013 at 12:05 AM

Reseñas y críticas a "Calibán y la bruja", de Silvia Federici.

Este libro abarca tantas cosas que es imposible hacerle justicia en una breve reseña. (...) Muy brevemente, Federici presenta como elementos clave para la transición del feudalismo al capitalismo los cercamientos —la toma por parte de los ricos de las tierras comunes—; el colonialismo y la esclavitud; y la caza de brujas. Los dos primeros puntos son ampliamente reconocidos, aunque el libro tiene el mérito de rescatar importantes luchas, perdidas en el pasado. El tercer punto es más novedoso, y controvertido. Creo que hace un gran trabajo al explicar un fenómeno casi ignorado —como comenta la autora— por la historia.

Pero no convence su tesis global acerca de la centralidad de la caza de brujas para el auge del capitalismo. Aquí sólo cabe un esbozo de algunas discrepancias.

La principal tiene que ver con la propia concepción de la transición hacia el capitalismo. Para Marx, el surgimiento del capitalismo fue algo muy contradictorio. Por un lado, como escribió en El Capital, “el capital nace chorreando sangre y lodo… desde los pies a la cabeza”. Por otro, al hacer avanzar la producción, pone las bases materiales necesarias para una nueva sociedad más justa, y crea la clase trabajadora, que tiene el poder colectivo de establecer este nuevo mundo.

Federici sólo ve la primera parte: el capitalismo es simplemente “la contrarrevolución” ante “las posibilidades que habían emergido de la lucha anti-feudal: unas posibilidades que, de haberse realizado, nos habrían evitado la inmensa destrucción… que ha marcado el avance de las relaciones capitalistas.” (pág. 34).

Describe al capitalismo como “la respuesta de los señores feudales, los mercaderes patricios, los obispos y los papas”. En un argumento que es idealista, en un sentido filosófico, Federici presenta una transición del feudalismo al capitalismo conscientemente planificada por parte de “la clase dominante europea” —en realidad, toda una serie de grupos divididos en base a la clase y la nación— cuando fue más bien producto de una serie de luchas a muerte entre los representantes del viejo sistema y la naciente burguesía, ésta a menudo respaldada por las clases populares a las que luego traicionó.

Con esta visión unidimensional, la revolución inglesa del s.XVII —que cortó la cabeza al rey— se reduce a “la llegada al poder de los puritanos después de la Guerra Civil (1642-1649)” (pág. 126). Y estoy seguro de que los “señores feudales” que perdieron la cabeza en la revolución francesa de 1789 —ausente en el libro— no celebraron, ni mucho menos planificaron, la llegada de sus verdugos burgueses.

Y finalmente, está muy bien recuperar las luchas anti-feudales del s.XII en adelante, pero sugerir que éstas podrían haber llevado directamente a una nueva sociedad también es idealista. Para que todo el mundo pueda vivir mejor, no basta con buenas ideas y voluntad, también hacen falta los medios materiales. Estos medios faltaron en la Rusia revolucionaria, imposibilitando el socialismo en ese país (es significativo que Federici se refiera al bloque estalinista como “Estados socialistas”, pág. 21). En 1917 sí existieron las bases materiales en el ámbito global, y hoy aún más; pero en el s.XIII o XV, no.

Igual que la propia transición al capitalismo, la caza de brujas se presenta como una estrategia planificada. Federici es convincente cuando explica su enorme alcance, pero las terribles cifras —“en menos de dos siglos cientos de miles de mujeres fueron quemadas, colgadas y torturadas”— no confirman su tesis. Es innegable que la transformación de la opresión de las mujeres en la transición al capitalismo fue imprescindible para la nueva sociedad de clases (aunque sospecho que Federici pinta una imagen edulcorada de la vida de las mujeres bajo el feudalismo), pero no convence de que la caza de brujas fuera “uno de los acontecimientos más importantes del desarrollo de la sociedad capitalista y de la formación del proletariado moderno”. En parte, porque como ella demuestra, las cazas de brujas también afectaron zonas y épocas en las que la transición al capitalismo aún quedaba muy, muy lejos, como Castilla o México en el s.XVI. Un fallo del libro es que, al intentar abarcar tanto, mete tiempos y lugares muy diferentes en un mismo saco uniforme.

Dicho esto, se puede aprender mucho de este libro aun sin compartir su visión general.

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Respuesta de Manel Ros en La Hiedra a la crítica de David Karvala.

David en su reseña saca a relucir algunos aspectos de la obra de Federici que considera que no se demuestran bien en el libro y que como mínimo generan muchas dudas.

Básicamente los puntos de desacuerdo que pretendo discutir en este artículo son dos: la importancia de la caza de brujas en la transición al capitalismo como parte de la acumulación originaria y si esta transición fue una respuesta planeada de las clases dirigentes.

El debate sobre qué aspectos han tenido más relevancia en la acumulación originaria y por tanto en la aparición del sistema capitalista es largo, complejo y no se ha resuelto en más de cien años de marxismo. Por tanto no pretendo aquí dar una respuesta definitiva a la pregunta, sino esbozar algunas dudas respecto a la negación de Karvala de la importancia de la caza de brujas.

Para Marx lo más importante a nivel de acumulación originaria, o dicho de forma más clara, acumulación previa al capitalismo, fueron los cercamientos de tierras, básicamente la privatización de las tierras a través de su expropiación. Este proceso no era más que “el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción”, que a su vez incluye también el saqueo de las colonias y la trata de esclavos. El economista marxista Ernest Mandel cita al propio Marx cuando dice que “el descubrimiento de los países del oro y de la plata en América; el exterminio, la reducción a la esclavitud y el entierro en las minas de la población indígena; el principio de la conquista y del saqueo de la India oriental; la transformación de África en un territorio de caza comercial de pieles negras, fueron los procedimientos que caracterizaron la aurora de la época de producción capitalista. Estos idílicos procesos constituyen los momentos principales de la acumulación primitiva”. Aunque va más allá, diciendo que pese a ese reconocimiento se podría incluso afirmar que el filósofo alemán podría haber “subestimado la importancia del pillaje del tercer mundo para la acumulación del capital industrial en Europa occidental”.

Con esta afirmación pretendo remarcar la posibilidad de que Marx, a pesar de detectar muchos de los factores que propiciaron la acumulación originaria, pudo haber subestimado algunos. Entre ellos, el papel que tuvo el control del cuerpo de la mujer como única forma de reproducción de la fuerza de trabajo, ya fuera esclava o asalariada. Y es que cuando hablamos de caza de brujas hablamos de uno de los métodos que usaron las clases dirigentes de la época para controlar a las mujeres y por tanto su cuerpo. De hecho, el propio Karvala admite en su reseña la importancia de la opresión de las mujeres en la transición al capitalismo. ¿Por qué no aceptar entonces la caza de brujas, o mejor dicho el intento de controlar el cuerpo de las mujeres, como una parte importante de la creación de esta opresión? A lo que hoy se le dice bruja no era nada más que una mujer independiente y que se escapaba al control del estado. Marx en su análisis tiene poco en cuenta el papel de la reproducción de la fuerza de trabajo. Tener en cuenta los factores que reproducen el sistema capitalista, formen parte o no del trabajo asalariado, es fundamental para entender el sistema en su conjunto.

A nivel cuantitativo, algo a lo que Karvala también le da importancia en la reseña, la profesora de la UB y experta en historia de las mujeres, Isabel Pérez Molina, afirma que, a pesar de que es difícil contabilizar aún hoy en día la magnitud de los asesinatos de mujeres entre los siglos XIV y XVII, el período donde se desarrolla más la caza de brujas, los estudios que más reducen las cifras las sitúan en 200.000, mientras otros las sitúan en hasta nueve millones de mujeres3. Siempre es polémico tener en cuenta un aspecto de la transición al capitalismo de forma cuantitativa, pero lo que queda claro es que las cantidades de asesinatos no fueron pocas.

Contradicción o contrarrevolución

En cuanto al segundo punto, la transición del feudalismo al capitalismo fue un proceso dialéctico y, como tal, se deben tener en cuenta muchos aspectos que interactúan entre sí. Ni fue solo algo planificado hasta el último detalle por las clases dirigentes frente a las crecientes rebeliones, ni tampoco fue solo, como afirma Karvala en su reseña, una “lucha a muerte entre los representantes del viejo sistema y la naciente burguesía”. En ese sentido, aunque quizá se puede hacer una crítica a Federici por una excesiva hiper-politización de algunos de sus argumentos, el libro muestra de forma muy contundente como la clases dirigentes de la época construyeron durante todo este proceso una ideología, en el sentido marxista de la palabra, para tratar de sostener una serie de políticas encaminadas a consolidar su creciente poder. Y tal como afirma Federici, uno de los elementos principales fue “el control de las mujeres, de la reproducción, de su sexualidad y de su cuerpo”.

Los ejemplos del intento de las clases dirigentes de la época para tratar de controlar el cuerpo, no solo de las mujeres sino de ser humano en general, quedan muy bien reflejados a partir del análisis de las políticas aplicadas por parte de los estados y las iglesias, sostenidas muchas veces por los estudios de filósofos como Thomas Hobbes, que sin duda sentaron muchas de las bases actuales en las cuales se basa el capitalismo. Tal y como afirma el propio Karvala en su publicación Marxismo para anticapitalistas, “la ingeniosa solución, impulsada por respetables pensadores de la época como David Hume y Thomas Hobbes, fue inventar la idea de ‘diferentes razas’ […] De ahí empezó toda una industria de teorías racistas, que sigue hoy en la sociobiología y algunas aplicaciones de la genética”.

En una línea similar, el autor marxista Alex Calllinicos explica en su trabajo Racismo y clase que “la esclavitud no surgió del racismo; al contrario, el racismo fue la consecuencia de la esclavitud”. Curiosamente, Callinicos también señala a través de un texto del escritor y periodista marxista Peter Fryer que uno de los objetivos de la construcción de esta ideología era precisamente “en gran parte defensiva, como el arma de una clase que se sentía cada vez más atacada por su riqueza, su forma de vida y su poder”.

¿No podemos considerar todo esto como algo planificado para hacer frente a las cada vez más frecuentes rebeliones de las clases populares? No hay espacio aquí para desarrollar las múltiples formas de resistencia a esa transición, pero está claro que no fueron pocas. Y es que tal y como afirma Federici, “la primera máquina desarrollada por el capitalismo fue el cuerpo humano y no la máquina de vapor, ni tampoco el reloj”. Es decir que detrás del control del cuerpo humano en general, y del cuerpo de las mujeres en particular, existieron políticas concretas para controlar el cuerpo en todos sus aspectos.

Por falta de espacio no podré desarrollar una respuesta a otras de las críticas de Karvala al libro de Federici, como el debate sobre lo imprescindible del capitalismo y por tanto la pre-condición del desarrollo de las fuerzas de producción para la liberación humana. De todas formas, son debates que el libro de Federici pone encima de la mesa, que no están cerrados y que nos haríamos un flaco favor si así lo hiciéramos, porque si una cosa nos enseñó Marx y el marxismo es que sus teorías son una herramienta viva que en el momento en que paran de avanzar y de repensarse pierden todo su sentido.

El libro de Federici, más que una crítica al marxismo, se debe considerar como un análisis de la lucha de clases y por tanto de la historia, donde se incluye la visión de las mujeres pero en ningún momento de forma separada del sector masculino de la clase trabajadora. Federici tiene claro que es el capitalismo quien más se beneficia del trabajo de las mujeres y que eso acaba dividiendo a la clase trabajadora en su conjunto, produciendo lo que ella llama “acumulación de diferencias y divisiones”. Todo esto desde un análisis materialista de la historia, teniendo en cuenta las relaciones de producción y de clase y alejándose de las explicaciones transhistóricas del patriarcado y la opresión de las mujeres de algunas corrientes de pensamiento feministas.

fuente http://info.nodo50.org/Caliban-la-bruja-y-El-Capital.html

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"La caza de brujas revela aspectos constantes de las relaciones capitalistas"
Por (reenvio) Gaelx - Thursday, Oct. 31, 2013 at 12:07 AM

Entrevista a Silvia Federici para Nodo50

Charlamos con Silvia Federici, activista, investigadora y autora de "Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria" durante su reciente visita a Madrid, sobre temas como la caza de brujas, la privatización actual y los cercamientos de tierras modernos, los bienes comunales y el control sobre los cuerpos de las mujeres.

Una tesis incómoda: la caza de brujas no se trata de un vestigio de superstición medieval sino que supone un momento necesario para la acumulación originaria del capital.

“Creo que ha habido un fuerte empuje para disociar la historia del capitalismo, que siempre se ha presentado como una historia de liberación, emancipación, conquista de derechos, etc. de unos ataques tan horribles sobre la vida de las personas. Desde el inicio del siglo XIX se extiende la teoría de que, principalmente, la caza de brujas tiene que ver con la Iglesia, con la superstición medieval, aunque no existe evidencia histórica. Los pocos estudios que hay muestran que la caza de brujas se produce intensa y ampliamente en el siglo XVI, en un momento en el que las relaciones feudales estaban totalmente disueltas."

"Incluso hoy en día no se ha producido ese reconocimiento. Ha sido el movimiento de mujeres el que ha resaltado el continuo entre, por ejemplo, la caza de brujas y las prácticas esclavistas. El inicio de la esclavitud, la colonización, pertenecen al mismo contexto político, al mismo momento histórico. Y también a la fundación de la sociedad capitalista moderna. Pero no se ha asimilado. (…) [Cuando se trata esta parte de la historia en las escuelas] no pueden evitar explicar que el inicio de la sociedad moderna tiene mucho que ver con la colonización, con la conquista de América, pero se sigue eliminado la caza de brujas; no se admite que mujeres quemadas en la hoguera tengan nada que ver con el inicio del capitalismo.”

Una versión bastante extendida, al menos en la cultura popular, explica parcialmente el hecho de que entre el siglo XV y el XVIII se asesinase en Europa a entre 200 y 500.000 personas acusadas de brujería, cerca de un 80% de ellas mujeres [1], basándose en el uso de drogas alucinatorias, según aparece recogido en muchas de las confesiones. Pero como Federici nos recuerda, “realmente no sabemos lo que hicieron estas mujeres porque las confesiones eran realizadas bajo tortura. Así que esta interpretación no se basa en ninguna evidencia firme, es puramente especulativa.”

Entonces, ¿cómo podemos entender esta alucinación colectiva en la que toda una sociedad actuó durante varios siglos como si realmente existiera la brujería?

“Hay otras interpretación posibles, que yo prefiero porque tienen mucho más sentido teniendo en cuenta el contexto. Por ejemplo, la acusación de que estas mujeres volaban a encuentros secretos tiene mucho que ver con, para empezar, el miedo a estas reuniones, el miedo a las asambleas campesinas, de gente reunida, conspirando, que tenían lugar de noche porque cualquier cosa no legal tenía lugar bajo el manto de la oscuridad. La cuestión de volar también se relaciona con el fuerte ataque que tiene lugar en estos momentos contra la movilidad de las personas.” Recodemos que en estas fechas se producen de forma masiva en buena parte de Europa cercamientos (enclosure o, en un lenguaje actual, privatizaciones) de tierras, de las que se expulsa a grandes masas de población que se ven obligadas a vagar en busca de un salario y a las que se trataba de controlar fijándolas a un territorio. “Estoy muy inclinada a ver el horror que provocaba la idea de las mujeres volando por los aires, moviéndose a grandes distancias, como un ejemplo, un continuo de estos ataques sobre la movilidad.”

La globalización de la caza de brujas: América Latina en el siglo XVI, África en el XX

“Alguien ha señalado también -y resulta un detalle interesante a tener en cuenta- que las imágenes de las mujeres cubriéndose de ungüentos que nos ha llegado del siglo XVI podrían estar inspiradas en imágenes similares que se estaban representando de gente de las colonias americanas (“brujas”, médicos y chamanes de México y la región andina). Hacia mediados y finales del siglo XVI hay un cierto intercambio de imágenes y conceptos entre el proceso de colonización y la caza de brujas en Europa.” Es decir, las prácticas y discursos propios de la caza de brujas en Europa se exporta y aplica en los procesos de colonización de América en un “ir y venir discontinuo que configura y da forma a la caza de brujas en un nivel internacional” ya que esas “mismas técnicas de persecución y tortura se aplican en América y después se traen de vuelta a Europa.”

Las torturas y asesinatos de personas, principalmente mujeres y, entre estas, mayores bajo la acusación de brujería reaparece “a finales de los 80, durante los 90 y hasta la actualidad en varios países de África, en India, Nepal; ha habido casos de brujas quemadas en Papúa Nueva Guinea, incluso en Timor Oriental recientemente. Y estamos hablando de miles de mujeres en África, al menos veinte mil se han calculado, y también algunos varones, principalmente hombres mayores y niños.” “Sí, es algo que nunca hubiese esperado encontrarme.”

Como explica Federici, “esta situación ha ido de la mano de la globalización, de los ajustes estructurales, con los procesos de privatización de tierras y expulsión de la gente de ellas para su comercialización. Las mujeres han sido expulsadas de las tierras comunales y las tierras se reducen porque las compañías mineras, de agrocombustible, de negocios agrícolas llegan a acuerdos con los jefes locales y los gobiernos. Así que el sistema de tierras comunes, que prevalecía todavía en África, se está destruyendo. Una manera de resistir esto es que muchas comunidades de hombres están expulsando a las mujeres de la tierra. Así que este es el contexto, un contexto de privatización, expropiación y desplazamientos en el que tiene lugar esta caza de brujas. Que es un contexto muy similar al del siglo XVI y XVII.”

Los microcéditos como ejemplo de ofensiva neoliberal en África

Otro tema que preocupa a esta activista y sobre el que está investigando en la actualidad es “el ataque que organizaciones como el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales que representan al capital internacional están llevando a cabo contra cualquier forma de economía de subsistencia, que es un tipo de actividad que llevan a cabo principalmente mujeres, ya sea agricultura de subsistencia o comercio de subsistencia. (...) Existe un ataque ideológico y económico contra esto que devalúa y presenta esta actividad como la causa de la pobreza. Y voy a poner un ejemplo: el Banco Mundial ha llevado a cabo una campaña para mostrar que la agricultura de subsistencia es causante de la pobreza.” En un contexto en el que cada vez menos gente tiene acceso al trabajo asalariado, “la agricultura y el comercio de subsistencia significan la diferencia entre la vida y la muerte para centenares de miles de millones de personas.” Pero, en la lógica capitalista, “la tierra sólo es buena si sirve para ir al banco, pedir dinero, comprar bienes y con eso empiezas un negocio. Es una manera de comercializar con las relaciones sociales y situar bajo el control de los bancos y de las relaciones monetarias un montón de actividades que escapaban al capitalismo y servían de base para la autonomía de mucha gente; representan una manera de ser capaz de sobrevivir.”

En este sentido, Federici critica las políticas neoliberales ocultas en la práctica de los alabados microcréditos y disfrazadas de discurso sobre el empodramiento de las mujeres. “En realidad, en lugar de aliviar la pobreza, lo que la microfinanciación ha hecho es llevar toda esa esfera de actividades que tenía lugar al margen del mercado dentro del mismo y bajo el control de los bancos. De hecho, tras años de microfinanciación, tenemos un registro muy negativo, en el que muchas mujeres se ven cargadas de deudas que no pueden pagar. (…) Los préstamos se otorgan a grupos de mujeres -vecinas, amigas- que están creados previamente como un sistema de apoyo mutuo. Así que cuando les dan un préstamo al grupo, cada una de las mujeres es responsable. Si tú no pagas, yo te voy a perseguir, voy a ser la que te vigile y persiga. Así, has pasado de ser parte de mi grupo de apoyo a mi policía. Incluso se ha mostrado en muchas casos como esta es la causa del incremento de violencia entre mujeres porque cuando una no paga el resto van a ir a su casa, a criticarla e, incluso, a darle una paliza. Así que ha habido un incremento de la violencia, incluso de la violencia entre mujeres, como resultado de los microcréditos. (…) Veo esta caza de brujas como parte de este proceso más amplio de nuevos cercamientos. Supone la privatización de tierras y de relaciones sociales y afecta principalmente a mujeres porque se dirige directamente contra las formas de reproducción de subsistencia que no se orientaban hacia el mercado.”

La cuestión de los comunes se encuentra en el centro del debate actual porque representan una forma de poder ajena a las relaciones capitalistas

Silvia Federici empezó a interesarse por la cuestión de los comunes “realizando el trabajo de investigación para el libro, cuando me di cuenta de que la caza de brujas y el nacimiento del capitalismo eran una respuesta a la lucha que la gente había llevado a cabo en la Edad Media para emanciparse del poder de los señores feudales y, a la vez, en esa época, la gente tenía ciertas bases de poder porque tenían acceso a la tierra y la gestionaban de modo comunitario, lo que les permitía organizarse de una forma que desaparece con el inicio del trabajo asalariado. Si no tienes acceso a un salario, no tienes nada de lo que vivir. Pero en las villas feudales, siempre tenías algún tipo de acceso a los medios de reproducción. Entonces me empecé a dar cuenta de lo que suponían los comunes. Los bienes comunes no significaban únicamente un medio de subsistencia, de paliar la desigualdad, sino también todo un sistema de organizar las relaciones sociales; eran las bases para un tipo de vida democrática en el que la gente tomaba decisiones conjuntamente, mediante asambleas campesinas en donde la circulación de conocimiento se producía de forma colectiva. A su manera, los comunes son un cierto tipo de poder y es ahí cuando me di cuenta de que el capitalismo necesitaba acabar con ellos; no sólo apartar a la gente de la tierra sino destruir este tipo de relación comunal que implica que muchas formas de trabajo se realizaban colectivamente, incluyendo a las mujeres. La gente decidía conjuntamente cuándo sembrar, cuándo cosechar de forma colectiva. Y esto generaba unos lazos muy profundos lo que explica también que las luchas fuesen tan intensas y prolongadas.”

Un salto aquí y ahora: ¿Exigir derechos al Estado o autogestionar nuestras vidas en grupos de afinidad?

Para Federici, también en su contexto estadounidense se trata de una de las cuestiones que se encuentra ahora mismo en el centro del debate y que no puede responderse de forma general y unívoca. Se da la paradoja de que “al realizar demandas al Estado, lo estás legitimando y reconociendo como interlocutor válido” y, además, la prestación de “servicios o programas por parte del Estado implica un mayor control y no queremos que este organice nuestra vida. Nuestro poder es algo que tenemos que construir no desde abajo sino desde la base (not from below but from the ground). Claramente, cualquier poder que podamos tener va a ser el que construyamos, no el que nos otorgue el Estado.” Pero “de toda la riqueza producida por la gente, la mayoría está en manos del Estado. Así que, en cierto sentido, la cuestión es cómo reclamar esa riqueza sin darle al Estado el poder de organizar nuestra vida o validar su figura como protector y fuente de cohesión y bienestar social.” Insiste en que se trata de una cuestión fundamental que “solo puede responderse dependiendo del contexto específico. Hay que atender a cómo determinadas formas de lucha y de organización cambian las relaciones de poder, desequilibran el balance de fuerzas; si otorgan más cotas de poder al Estado sobre nuestras vidas o posibilitan que ampliemos nuestra autonomía para reclamar parte de nuestra riqueza.”

nota:
[1] Datos extraidos de Federici, S. "Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria". Ed. Traficantes de Sueños, 2010

fuente http://info.nodo50.org/La-caza-de-brujas-revela-aspectos.html

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Samhain
Por Wotan - Thursday, Oct. 31, 2013 at 1:02 PM

un feliz Halloween y Samhain para todas las brujas

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jajajaja
Por Noventista - Thursday, Oct. 31, 2013 at 9:06 PM

Halloween? Jajaja, para eso que vuelvan los 90 directamente......

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