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Los métodos violentos de Atilra, una realidad que no se puede ignorar
Por Fuente: Primero Sunchales - Wednesday, Nov. 13, 2013 at 12:48 AM

04 nov,2013 - por 1erosunchales | La irrupción de la organización gremial en la vida política local obliga a la sociedad sunchalense a reflexionar cerca de sus métodos violentos, un fenómeno que hasta ahora fue ignorado de manera deliberada pero que subyace en la historia de la entidad.

Los métodos violento...
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El grupo de choque de la conducción nacional de Atilra en acción durante los graves enfrentamientos de Rosario. Por Fernando Garello - Como la mayoría de las organizaciones gremiales de la Argentina, Atilra hace un uso discrecional de la violencia. Desde el inicio de la conducción de Héctor Ponce, la institución se vio envuelta en hechos tan graves como la agresión al ex tesorero de la seccional Sunchales, Ítalo Palomeque; la expulsión del secretario adjunto del Consejo Directivo Nacional, Mario Mollar, quien fuera objeto junto a su familia de amenazas de muerte; la golpiza a la comisión interna de la planta de Parmalat en Carapachay y el más grave de todos, el intento de toma de la seccional Rosario, en diciembre de 2008, que dejó un muerto y decenas de heridos, además de grandes destrozos.

Si los métodos violentos de la organización conducida por Ponce fueron hasta ahora una cuestión de índole gremial, con la llegada Oscar Girard al Concejo, un empleado del secretario general, pasan a ser una cuestión de interés público, dado que los eventuales actos coactivos o coercitivos podrían afectar no solamente a facciones sindicales adversarias o a empresas lácteas, sino a toda la sociedad, incluidos sus representantes en el cuerpo legislativo.

Atilra tiene desde hace años una fuerza de choque que se utiliza de forma indistinta para presionar a empresas, disidentes internos que se atreven a disputar el poder de Ponce y sus acólitos y hasta para apoyar o a denostar políticos. La pregunta que la sociedad sunchalense no puede dejar de hacerse es si los garrotes de los muchachos de Ponce se levantarán contra los vecinos o los representantes opositores en casos de registrarse conflictos de intereses, una posibilidad que está siempre presente en el ámbito de los asuntos públicos. ¿Quién puede asegurar que al verse comprometidos sus negocios la patota de amarillo no reaccionará con la rudeza que la caracteriza?

Por lo pronto, el mismo día en que fue electo como representante por la minoría, el concejal Oscar Girard, se apuró en poner en marcha los métodos violentos que caracterizan a la organización gremial agrediendo verbalmente a un periodista que cubre desde hace casi dos décadas la actividad política y legislativa de la ciudad. El mensaje de Girard hacia mi persona fue muy claro: o informás y opinás como yo quiero o te insulto en público o te apaleo cuando estés solo y no haya testigos.

Por esos y otros motivos no menos prosaicos que la amenaza del garrote, la mayoría de los medios de comunicación y periodistas locales nunca se atreverán a cuestionar la conducción de Héctor Ponce, aun cuando esta incurra en excesos, abusos y agresiones que resultan imposibles de ocultar.  Sin embargo y pese a la autocensura generalizada que asegura la reproducción obediente de la versión edulcorada sobre el accionar del gremio que por ejemplo pretende desconoce el derroche permanente de fondos de los afiliados en la organización de espectáculos musicales y deportivos pretenciosos, a la conducción de Ponce le preocupa aquello que pueda decir un medio tan humilde como Primero Sunchales.

Por ejemplo Ponce y sus acólitos no quieren que se informe que puso a uno de sus empleados primero en la jefatura del PJ local y después en el Concejo Municipal o que la organización gremial muy probablemente financió una campaña proselitista caracterizada por el dispendio. La versión que se vende a los medios es que los fondos utilizados provinieron de la venta de pollos asados, una alternativa que causa todo tipo de humoradas en el grueso de la opinión pública local. “Ahora resulta que el negocio más rentable en Sunchales es la venta de pollos asados”, comentó a este periódico un afiliado que está en desacuerdo con el uso que se da a los fondos del sindicato y que no puede identificarse por temor a represalias.

Ponce tampoco quiere que los afiliados del resto de las seccionales del país se enteren que vuelca una importante cantidad de fondos de la organización gremial para financiar proyectos políticos en los que está implicado indirectamente a través de empleados, dirigentes y colaboradores. Por eso cualquier periodista o medio de comunicación que se interese en esos espinosos temas resulta peligroso y debe ser silenciado mediante los métodos que caracterizan a la conducción nacional de la organización.

Política del apaciguamiento

La conducción de Héctor Ponce no inventó nada en realidad puesto que no hace más que reproducir a nivel local la metodología de un proyecto político que busca dominar al conjunto de la sociedad y perpetuarse en el poder mediante el silenciamiento de cualquier voz disidente. Primero lo hizo en el gremio donde expulsó de manera violenta a todo aquel que pudiera cuestionarlo e impidió que se presenten listas que le disputen el poder, tal como denunció el propio secretario general de la CGT y ex aliado, Hugo Moyano. Ahora pretende hacerlo en las instituciones políticas de la ciudad siguiendo el modelo que a nivel nacional encabeza Cristina Fernández de Kirchner.

La experiencia indica que ante este tipo de modelos políticos dominantes lo peor que puede hacerse en tratar de apaciguarlos porque no se detendrán hasta conseguir sus fines que no son otros que sojuzgar a toda la sociedad, incluso a aquellos que los apoyaron. “En los regímenes despóticos ni siquiera se encuentran a salvo los funcionarios”, dijo hace tiempo un gran politólogo que se ocupó de estudiar las abundantes experiencias autoritarias de América. Por el contrario, en lugar de seguirles el juego e intentar apaciguarlos, los sunchalenses debemos reconocer los peligros a los que estamos expuestos y defender nuestras libertades y derechos.

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