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Lo que el 27 nos dejó
Por MIR Argentina - Wednesday, Nov. 13, 2013 at 9:07 AM

Balance de las elecciones legislativas.

4/11/2013


Lo que el 27 nos dejó

Las PASO dejaron planteado un escenario con rasgos “novedosos” en relación el período político que se abrió en el 2002. El desgaste del ciclo K se expresó electoralmente, en su mayoría, en un caudal de votos capitalizado por la oposición patronal, sin una variable visible de centro izquierda. Como contraparte, un crecimiento importante –la “elección histórica” –, de la izquierda trotskista de vocación anticapitalista, expresada en el FIT.

La centroizquierda que no fue

Los partidos de izquierda que intentaron ocupar el lugar de la centroizquierda, cuyas expresiones más elocuentes fueron el MST y el PCR en alianza con Unidad Popular (De Gennaro, CTA-Verde), sufrieron una derrota ejemplar. Pareciera que el mismo Pino Solanas intuía en este marco político, que esa centroizquierda no tenía por dónde hacerse carne cuando decidió saltar hacia la derecha, en los brazos de Carrió. No pudieron ocupar ese vacío, quizás porque el agotamiento con el kirchnerismo incluye cierto agotamiento con la centroizquierda y porque pagaron el precio de sus alianzas, ya que llegaron debilitados y ausentes del mapa político al haberse diluido previamente en la experiencia del FAP. No parece, entonces, que la centroizquierda (FAP) haya quedado vacante, sino más que ésta tendió a sincerarse, buscando darle cuerpo al espectro del 8N, convertirse en su continente político.

Camina parecido

Quienes parecen haber sufrido la misma lectura son Camino Popular, en el que Marea Popular y Buenos Aires para Todos, junto con otras fuerzas, jugaron su suerte a ocupar esa vacante, con un discurso que pretendió ser novedoso, pero no pudo cuajar socialmente. El llamado a “caminar distinto”, difuso, que privilegia una especie de “todo está por hacerse”, tampoco tenía un sujeto social esperándolo. La estética de lo alegre y lo agradable, que suponen una construcción política en climas de crecimiento, no pudieron hacer mella en un contexto de enorme desgaste económico y social, que pedía un programa más claro de lucha y un discurso acorde con la necesidad de los combates que se avecinan.

Ensayos

La izquierda independiente, por su parte, intervino electoralmente, aunque fragmentada y en experiencias locales. Fue el caso del FPDS en Rosario, de Patria Grande en La Plata y del FROP en Chepes (La Rioja). Estas primeras experiencias, positivas desde el punto de vista de la vocación política, son aún divergentes y es difícil ver si pueden corresponder a un mismo planteo estratégico. Lo cierto es que fue un factor común, en este arco, comenzar por lo más pequeño y cercano, afincándose en la experiencia propia de base, intentando proyectarla políticamente.

El FIT

Sin duda, la gran sorpresa electoral. Ya hemos señalado anteriormente, desde el 2011, nuestras diferencias con cómo se encaró todo el proceso del FIT: primero, su armado por necesidad (oportunamente presentado como la batalla contra una ley “proscriptiva”) que lo sigue limitando a un Frente electoral, sin perspectiva de poder ser un verdadero frente organizador de amplios sectores sociales y políticos, y que fue incapaz de intervenir como Frente en casi ningún aspecto relevante de construcción o en la lucha de clases. Segundo, debido a esta “necesidad” de pasar el piso de las PASO, la configuración de una campaña lo más despojada posible de contenido anticapitalista.

En este año, el FIT, una vez reconstruido para el proceso electoral, ya no podía echar mano al carácter proscriptivo de la ley y decidió concentrarse en una consigna atractiva electoralmente (el salario de un diputado igual al de una maestra), buscando captar un voto de castigo a los políticos burgueses, a la vez que un programa esencialmente reivindicativo, mayormente de tipo sindical-económico. En este sentido, una de las características más llamativas es que su campaña no sólo no cuestionó (no lo intentó), de alguna manera, la relaciones sociales capitalistas en sí, sino que ni siquiera se cuestionó a la misma democracia burguesa, horizonte político que nadie buscó resquebrajar propagandísticamente.

A esta decisión política se le debe sumar el propio desgaste del kirchnerismo y el hecho evidente de que, en su disputa con aquél, los sectores fortalecidos de la oposición patronal vieron con complacencia la pérdida de votos del gobierno nacional por izquierda y no desplegaron, desde los medios masivos, una campaña macartista. Más bien, lo contrario: los medios acogieron con cierta gracia el “fenómeno”.

El FIT tendrá 3 diputados nacionales (Mendoza, Salta y Buenos Aires). También tendrá diputados y senadores provinciales y concejales. Recibirá, como es de esperar, una enorme presión legal burguesa que buscará llevarlo hacia una política adaptada en los contornos de la democracia parlamentaria. El superar los límites del fenómeno mediático requerirá sacarse de encima el lastre del sectarismo hacia las restantes organizaciones anticapitalistas, porque sin la movilización de conjunto, será una oportunidad desaprovechada, que no hará sino repetir la experiencia ya fracasada del MAS en los ochentas.

Este análisis, no obstante, no empaña el hecho no menor de que el FIT supo construirse como la única alternativa nacional electoral de izquierda ni la importancia de que dicho programa reivindicativo se haya hecho conciencia en miles. También es relevante que sea una izquierda clasista la que encabece dicho fenómeno, así como el gran despliegue militante y de adhesión que generó para fiscalizar sus votos.

Desde esta convicción creemos que fue acertado llamar a votar al FIT en general y que es necesario seguir de cerca esta experiencia, porque en la conciencia de miles, esta es “la izquierda”.

Y por casa…

Por nuestra parte, no podemos ser autocomplacientes señalando con detalle el límite ajeno, puesto que se tratan de enormes desafíos en los que podemos cometer los mismos o peores errores. En este sentido, entendemos que la nueva izquierda, en general, tiene que asumir las limitaciones de no posicionarse claramente como una alternativa anticapitalista y dejar de lado cualquier tentación de que un discurso lavado es lo mismo que un discurso creativo. Debemos seguir avanzando en la construcción de un partido revolucionario a la vez que constituir un frente de estructura nacional, con capacidad de intervención política, y no simplemente una cáscara electoral. Para esto, los trabajos de base no pueden ser la excusa para frenar un desarrollo nacional y la elaboración de una propuesta y un diálogo de alcance de masas. Este frente político y social peleará sin duda, también, en la arena electoral. Y deberá hacerlo en búsqueda de unidad con toda la izquierda anticapitalista consecuente. Este camino nos exige determinación, capacidad autocrítica y superación ideológica y práctica.

Daniel Hernández

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