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Patentamiento de semillas: corporaciones y gobiernos en sintonía
Por reenvío red eco alternativo - Friday, Nov. 15, 2013 at 9:08 AM

Pensar en las semillas como un invento patentable solo es posible dentro del esquema mercantilista del capitalismo, en el que seis empresas semilleras controlan la producción de la mitad de las semillas de todo el planeta. La normativa internacional las avala y protege. En Argentina, Monsanto ha vuelto a la carga para presionar sobre la modificación de la actual Ley de Semillas. Red Eco Alternativo.

(Red Eco) Ciudad de Buenos Aires - Carlos Vicente se define ante todo como un militante ecologista. Integra GRAIN, una pequeña organización internacional que trabaja apoyando a campesinos y movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente. También es miembro de Acción por la Diversidad.
Entrevistado en el programa Los Locos de Buenos Aires – FM La Tribu, Vicente comenzó remarcando que es una aberración pensar que alguien pueda tener derecho de propiedad intelectual sobre la vida, sobre una semilla: “En toda la historia de la humanidad esto no ocurrió. Las semillas circulan libremente desde hace diez mil años y eso ha sido lo que permitió que hoy se alimente toda la humanidad”.
Hace apenas 50 años comenzó de la mano de las corporaciones la creación de sistemas de propiedad intelectual sobre la vida. Primero fueron los derechos de obtentor que es un sistema de “protección” de las obtenciones vegetales, una forma de derechos de la propiedad intelectual. Luego vinieron las patentes y todo esto posibilita que hoy una corporación se arrogue el derecho de propiedad sobre una semilla.
“Hoy en América Latina estamos viviendo una tremenda ofensiva que se multiplica. En Colombia, tuvo repercusión hace unos meses el hecho de que el gobierno destruyó unas semillas de arroz que tenían unos agricultores”, dijo Vicente. Esto fue posible porque Colombia había sancionado una ley en beneficio de las empresas que tenían el derecho de propiedad intelectual y que obligaba a los campesinos a que solo pudieran sembrar semillas certificadas. “Entonces el gobierno se las confiscó con la fuerza pública y las destruyó. Esto se puede ver en el documental 9.70”, agregó. (La historia de la semilla certificada en Colombia )

A nivel internacional se avanzó en el armado de un sistema normativo enunciado como de “protección” de las semillas pero que en realidad permite la apropiación monopólica para que las corporaciones se queden con el derecho de propiedad intelectual y hagan sus grandes negocios.
En este sentido, Vicente comentó: “A manos de los derechos de obtentor, se crea en los años 60 la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) que depende de Naciones Unidas y que se convierte en el órgano que dicta las leyes mundiales para actuar sobre las semillas. Tiene un enorme poder y creó una norma que es la UPOV 78 que se aplica en nuestra ley de semillas a pesar de que es anterior a esa norma. Además creó en el año 91, la UPOV 91 que es la que actualmente se está tratando de imponer en todo el mundo. Ya está vigente en la Unión Europea prohibiendo, a través de su aplicación, el uso de las variedades locales en ese territorio. De a poco están tratando de impulsarla en todos los países porque las normas UPOV son internacionales pero recién se aplican cuando cada país adhieren a UPOV, luego a UPOV 91 y luego crean legislación para adecuar la ley nacional a esas normas”, afirmó.
En Argentina hay una Ley de Semillas que establece derecho de propiedad intelectual y están avanzando en modificarla para impedir, entre otras cosas, que los agricultores guarden semillas para sembrar en la temporada siguiente. “Como Argentina es adherente a UPOV 78, entonces lo que se pretende con la modificación de la ley es crear una norma similar a UPOV 91 para que no se puedan volver a guardar semillas, para que se pueda registrar toda la biodiversidad con derecho de propiedad intelectual para las corporaciones y para limitar el uso de semillas campesinas”, explicó Vicente.
Monsanto está pidiendo en nuestro país patentes sobre plantas y esto significaría reconocer que esta empresa inventó una semilla, a pesar de que nuestra ley dice que está prohibido el patentamiento de plantas.
En Argentina y en el mundo es Monsanto a quien claramente podemos mencionar como el más grande entre los grandes. En nuestro país es ante quienes resisten en este momento las Madres de Ituzaingó y los vecinos del Barrio Malvinas Argentinas en la provincia de Córdoba. Hace más de un mes y medio que bloquean la entrada del lugar donde esta corporación intenta construir una planta.
Esta planta – cuya construcción está parada gracias a la lucha de los vecinos y las madres - será una semillera de maíz trasngénico, para procesarlo y obtener otra fuente de biocombustible junto con el aceite de soja que produce nuestro país.
Este bloqueo se sustenta además con una contrapropuesta que explica la recientemente formada Asamblea de Autoconvocados: “Fomentar y socializar técnicas de agroecología sostenible y natural, y formarnos colectivamente para la construcción de una alternativa al sistema depredador, extractivo y tóxico que las multinacionales y los poderes ejecutivos empresariales nos venden”.
Monsanto viene haciendo lobby en nuestro país desde hace al menos una década para que se modifique la Ley de Semillas de manera de tener seguridad jurídica para sus inversiones en transgénicos. Pero fue en junio de 2012, cuando la presidenta Cristina Fernández anunció en el Consejo de las Américas que producto de sus conversaciones con Monsanto la empresa realizaría inversiones en el país, en referencia a la planta en el Barrio Malvinas.
“Monsanto no es una sospecha que tenemos”, dijo Vicente, y recordó que pocos meses después de este anuncio presidencial, el ministro de Agricultura de la Nación, Norberto Yahuar , también hizo el suyo junto al presidente de Monsanto Argentina, Pablo Vaqueros. Dijo que se modificaría la Ley de Semillas para proteger a los inversores por “los grandes gastos que tienen” y al mismo tiempo anunciaba que se aprobaba una nueva soja transgénica (RR2 “Intacta”, resistente al glifosato e insecticida).
Cuando se hizo público el borrador de la modificación de la ley de semillas que estaba siendo negociado en secreto dentro del Ministerio de Agricultura por las grandes cámaras semilleras y los grandes terratenientes del país, el rechazo se extendió ampliamente en la sociedad . Diversas actividades, movilizaciones, charlas e incluso campañas de recolección de firmas, evitaron que entrara al Parlamento. Ante presiones de Monsanto, el secretario de Agricultura anunció que ni bien concluyeran las elecciones (de octubre pasado), el proyecto ingresaría al Congreso. En este marco, desde hace más de veinte días, un grupo de ambientalistas realiza un acampe en la Plaza de los Dos Congresos para exigir la salida de Monsanto de la Argentina y la no aprobación de esta ley.
Mientras tanto Monsanto mantiene su ofensiva obligando a los compradores de la nueva soja transgénica RR2 “intacta” a firmar un “contrato de regalías extendidas”.
Monsanto no es solo la empresa biotecnológica que controla el 90 por ciento de los transgénicos en el mundo sino que de ser una empresa química, en estos 30 años se ha convertido en una de las mayores semilleras del mundo. Hay seis empresas semilleras que controlan el 50 por ciento de las semillas en todo el planeta. “Es muy claro quién es el actor principal y lamentablemente ha tenido la complacencia del gobierno nacional”, afirmó Vicente.
Cuando se exigen derechos de propiedad “intelectual” pareciera que las semillas son un “invento” de unos pocos. Justamente al hablar de derecho de “obtentor” se intenta hacer referencia a que el vegetal es “obtenido” por alguien, como si alguien lo hiciese de la nada.
“Todas las semillas, incluso las transgénicas, nacen de las semillas campesinas. Nosotros decimos incluso que los campesinos han criado esas semillas y las semillas nos han criado a nosotros durante miles de años y que esa crianza mutua es la que ha permitido que hoy tengamos la diversidad de semillas que tenemos”, aseguró Vicente.
Para dejar bien en claro el panorama actual, la organización GRAIN explica: “Los intentos por privatizar las semillas continúan desplegándose globalmente de las manos de los gigantes corporativos del agronegocio. Detrás de ellos hay un objetivo claro de apropiarse de las semillas de manera monopólica y de convertir la práctica histórica y milenaria de mantener y reproducir semillas en un delito. Si algo ha cambiado desde entonces, es que las estrategias de privatización se han multiplicado y se han hecho más extremas y ambiciosas. Lo que empresas y gobiernos no esperaban es que simultáneamente se han multiplicado las resistencias desplegadas a nivel nacional y regional”.

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