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Locos de la Casa Rosada
Por Dr. Oscar Abudara Bini - Saturday, Nov. 16, 2013 at 5:00 PM
drabudarabini@yahoo.com.ar

Se discute la forma de concebir el diagnóstico supuesto de hybris para dos presidentes argentinos

LOCOS DE LA CASA ROSADA

Dr Oscar Abudara Bini,
Médico psiquiatra , psicoanalista

El Diagnóstico de hybris, locura fue realizado al presidente Kirchner por el Dr. Mariano Grondona y a la actual Presidente Cristina Fernández de Kirchner por el Dr Nelson Castro. Ambos son adecuados y pueden aceptarse al trasmutarse el carbón de la denigración por el diamante de una locura homérica. Estos cambios se advierten luego de ponerlos “patas para arriba” mediante una reversión epistemológica.
La locura del carbón es demencia común, la del diamante revela a la Hybris con la que los griegos caracterizaban al momento pasional, dionisíaco de los personajes de epopeya. Le debemos a Nietsche distinguir en la épica, al momento apolíneo o sabio y al pasional o dionisíaco.
Hurgando en la estela histórico política de estos dos presidentes argentinos, los doctores Grondona y Castro descubrieron una roca negra y sucia. Esta deja de ser carbón si con cincel y orfebre adecuado se descubre que es diamante. A este trabajo con las personas, Freud lo analogaba a la escultura.
Las celebridades históricas son objeto de dos tipos de diagnóstico, la locura de un qualunque devenido colifato y la Hybris griega de los grandes. El desatino común lo vemos en la vulgaridad diaria de todos y cada uno, sostenido la Hybris están Ulises, Gilgamesh, Mahabarata y nuestros Tupac Amarú y Caupolicán amén de otros criollos que referiremos mas adelante.
Freud se ocupó del presidente norteamericano Wilson y para retratar celebridades de la historia mundial, los psiquiatras españoles Vallejos Nágera padre e hijo escribieron sus libros “Locos Egregios”. Le debemos al Dr Ramos Mejía, un estudio tan peyorativo como el de Grondona y Castro sobre la mayoría de los protagonistas de la historia argentina.
Veamos un paciente ejemplar cuyo genio y figura es relevante para latinoamericanos y del mundo entero, para entender de cerca la hybris o locura de un grande.
Hace 200 años, un joven oficial argentino viajó a las sierras cordobesas a morir desahuciado por tuberculosis. Una noche, embriagado por el opio necesario para contener la tos perruna, alucinaba sin saber que sus cuidadoras lo observaban. Moviendo delirantemente las sábanas de su jergón y empapado en el sudor de la fiebre, gritaba alucinado “si Aníbal atravesó Los Alpes con elefantes, yo cruzaré Los Andes a mula”. Una cuidadora le expresó a la otra “está loco”. En respuesta, la segunda dijo “si es la locura de un hombre común no pasará a mayores, pero en este caso solo Dios sabe qué puede suceder”.
El loco mejoró de su tuberculosis y mediante estratagemas políticas logró ser gobernador de Cuyo. Imaginemos que en este lugar consultó a un psicoanalista, contándole que “soñaba con cruzar Los Andes, libertar Argentina, Chile y Perú y luego unirse con Bolívar y fundar una Patria Grande”. El psicoanalista debería haberle dicho “ si fuera Grondona o Castro lo denunciaría a Buenos Aires porque está para chaleco de fuerza pero, si Lacan hubiera nacido le aconsejaría que se calle la boca”.
Deberíamos cambiar para este argentino, el nombre mojigato de “santo” de la espada por el de Loco de los Andes o Primer Soñador de una Patria Grande. Su locura no fue individual sino folie á deux, locura de a dos, compartida con Simón Bolívar.
Tiempo después una historia argentina recién desenterrada nos presenta otro Loco Gravis. Corría el año 1833 y la fragata norteamericana USS Lexington había arrasado Malvinas a sangre y fuego. Las autoridades argentinas regresaron al continente y en aquellas soledades quedó un gaucho mal entrazado y analfabeto que reconquistó la soberanía argentina a lanza, facón y boleadora conduciendo un ejército de tres gauchos y cuatro indígenas.
Antonio Rivero o Loco Primal de Malvinas sostuvo su imperio durante meses hasta que, abandonado por Buenos Aires fue derrotado por tropas inglesas.
Jueces británicos aterrorizados por la posibilidad de que el gaucho les hiciera un alegato peor que el de Fidel Castro tras el asalto al Moncada, desistieron de juzgarlo por crímenes comunes aunque tenían toda la chance de lincharlo como a Saddan Hussein y Kadafi. Duplicando la torpeza, mandaron al gaucho de regreso a la Argentina junto a Charles Darwin, sólo Dios sabe qué diálogo pudieron sostener gaucho y científico en el barco que los traía a estas tierras.
Diagnósticos de Locura se hicieron a jóvenes soldados cuando dieron cátedra de honor y gloria en 1982, alucinados en la repetición de la gesta de Rivero. Al igual que en 1833, el rol de los EEUU en esta guerra ha quedado por completo entre bambalinas, excepto en el libro “Malvinización y Desmentirización”, la tesis del hijo de Víctor Hugo Morales, la tesis del Dr Mariano Bartolomé y el trabajo ciclópeo de Virginia Gamba, Federico Bernal y el comodoro Ruben Moro. Este último fue piloto de combate en Malvinas, redactor del Informe Rattembach y es el historiador de Malvinas mas estudiado por norteamericanos e ingleses, aunque desconocido por los argentinos.
“Científicos” argentinos taparon a estos soldados con barro y negrura, logrando el asco masivo necesario que permitió garantizar por un tiempo, que tales carbones eran “chiquillos extraviados en una guerra”. Gracias al cincel del almirante Sandy Woodward jefe de la task force británica pasaron de carbones a diamantes.
El alto mando británico, cediendo a su honor de guerrero, reconoció el ser diamantino de estos soldados del modesto país que los derrotó en 1763, 1806, 1807, 1833 y 1846. El almirante Woodward también reconoció, que estuvo a punto de una rendición inminente el 25 de mayo de 1982 y ganó la guerra por un pelo a principios de junio.
A estos gauchos Riveros de 18 años y a los halcones de veintitantos de la fuerza área, les corresponde strictu sensu el diagnóstico de Locos de Malvinas. Uno de ellos Ismael Poltronieri, peón analfabeto de campo, tiene su propia película, “Héroe de dos hermanas” y cualquier lector inquieto podrá saber por qué es el soldado mas condecorado de la gesta de 1982. Pierre Closterman el piloto de combate mas famoso de la segunda guerra, escribió una elegía que terminó configurando un himno en homenaje a la hybris de nuestros aviadores en esa gesta.
Los Locos de Malvinas encarnan el diamante que los emparenta con la demencia de 15 mujeres, que en 1977 iniciaron un desfile que aún no termina, en la plaza mas histórica de Buenos Aires. A pesar de las operaciones de disociación que todavía se practican, el pueblo argentino y de otros lares, hermana Locas de Plaza de Mayo con Locos de Malvinas.
Muchos colegas de mi afecto personal y merecido prestigio se molestaron con justa causa ante los diagnósticos que los doctores Grondona y Castro colocaron sobre genio, estilo y figura de los presidentes Néstor y Cristina. Entendían el sesgo canalla del mochuelo y no les faltaba razón, pero las cosas son mas complejas.
Hegel señaló que el mucamo no reconoce al héroe a quien después de limpiarle excrementos ayuda a vestir uniforme y medallas. Esta puede ser la perspectiva de un edecán del general San Martín limpiando sangrantes esputos tuberculosos, momentos antes del combate épico de Chacabuco.
No basta con ser mucamo para ser canalla, es menester tener estatura y envidia de un insecto. Esta disquisición entre mierda común y altura épica no es de siempre ni para todos. Cuando un rey defecaba en público, sus cortesanos aplaudían con mas regocijo que nosotros cuando el bebé amado hace popó. No se precisan los conocimientos de David Ricardo ni Marx sobre el secreto del valor de la mercancía, para entender que la mierda de un monarca no es la misma que la caca de un bebé.
¿Qué Erinias griegas o Furias romanas disparan el diagnóstico de Locura sobre presidentes argentinos nacionales como Irigoyen; Perón, Néstor y Cristina? La demencia es generada por la épica de alguien que acomete a lo “normal” de lo que un momento socio histórico define compulsivamente como políticamente correcto. Si con tal empellón el loco tiene éxito grita ensordecedoramente y urbe et orbi que “El rey está desnudo”. Esto enloquece a todos y desestabiliza grandes poderosos.
La ofensa del Loco tiene forma terrenal de políticas de revaloración de la Nación, pero en otro andarivel configura un crimen de lesa majestad. Esto último, causando herida grave a un poder omnímodo desestabiliza dioses terrenales, en un modus operandi que explican los humoristas mejor que los médicos:


Si repasamos las “locuras” realizadas por ambos moradores de la Casa Rosada, tomaremos conciencia de que para mas de la mitad de la población eran políticas de recuperación nacional. Para el Poder con mayúsculas afianzado en la Argentina por décadas no eran transformaciones terrenales sino delitos de lesa majestad y ofensa a dioses consagrados. Teniendo en cuenta los actos “demenciales” de Néstor y Cristina, podemos aceptar que se los instituya como Locos de la Casa Rosada, gracias al diagnóstico de hybris efectuado por los doctores Grondona y Castro.
Superado el enojo inicial, deberíamos agradecer la iniciativa de estos formidables enemigos, gracias a ellos terminamos de entender la estatura épica de las transformaciones llevadas a cabo en la Argentina. Asimismo y retrospectivamente podemos aceptar que hubo otros “locos” embriagados por el sueño de hacer transformaciones para una Patria Grande. Esto forzosamente nos llevará a aceptar la normalidad de la corrección política de gobernantes de patria pequeña desde Rivadavia a Fernando de la Rúa, pasando por Carlos Menem.
Para avanzar en el conocimiento del tema, recordemos cuando el psicoanalista Hugo Chávez Frías diagnósticó al presidente Bush. Dijo mi prestigioso colega que el norteamericano tenía primero el olor de un cadáver político y segundo suficiente demencia para llamar a un psiquiatra. En tercer lugar y completando una triaca medieval postuló la presencia de Lucifer en lo demoniaco de Bush. Después de las jugarretas que hizo al pobre Bush junto a Néstor Kirchner en Mar del Plata, el comandante Chávez nos mostraba en el presidente norteamericano, la diferencia entre el político moribundo y el demente de decisiones que habían destrozado medio planeta.
Le faltó precisar el sesgo mefistofélico de aquel Bush que decía tener comunicación con Dios para saber quién había tumbado las Torres Gemelas.
La locura épìca no es patrimonio de líderes históricos. En ocasiones sale de la Casa Rosada y abarca un pueblo, como bien “diagnosticó” mi colega Marcos Aguinis, considerando que el negro carbón de la identidad argentina, goza en ser repugnante y atroz encanto. Coincide este psicoanalista con nuestras auto denigraciones y martirilogios mas vulgares, afirmando que la desmesura nos lleva a pretender vendernos como valiosos diamantes cuando nuestro precio real es el de un trozo de carbón, apenas útil para cocinarnos en la parrilla de nuestra inmolación.
Consúltese al Dr Arturo Jauretche sobre la terapéutica que necesita esta locura colectiva, para separar carbón y diamante en la identidad de los argentinos.
Respecto de la hybris de la Casa Rosada nos mantendremos a la espera de la inspiración de los poetas. Quizás mañana un Horacio Ferrer nos cante “Loca ella, loco el” con los nombres de Juan y Eva , Néstor y Cristina, cuatro personajes de talla homérica en lugar de dos.

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