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Gabriela vivió desamparada, y ahora quieren que lo pague con la cárcel
Por Fuera del Expediente - Wednesday, Nov. 20, 2013 at 11:19 AM

19 noviembre 2013 | Tiene 23 años y está acusada por homicidio calificado cometido en perjuicio del hombre, con quien estaba en pareja desde los 11 años y que la violentó de todas las formas posibles. Sin embargo, para el fiscal, el asesinato fue producto de una “gresca” entre personas que “solían agredirse mutuamente.”

Por Laura Loncopan Berti

Gabriela se juntó con “Capelo”- Eduardo Huenufil- a los 11 años, pero lo conocía desde los 8. La madre de la niña realizó la denuncia en ese momento y Capelo la amenazó con un revólver. Al poco tiempo él comenzó a ejercer violencia. Le pegaba, le tiraba la comida caliente en la cara.

A los 15 años transitó el embarazo de su primer hijo. Los ataques no cesaron. Capelo la llevaba a la barda, la desnudaba, volvía a pegarle y la obligaba a tener relaciones sexuales. Ella se escapaba. Vivía en hogares. Capelo la buscaba. La encontraba y se la llevaba, nuevamente bajo amenazas.

En 2008 Gabriela fue derivada al Servicio de Prevención en Violencia Familiar. Un año antes su hijo había sido internado en el hospital Bouquet Roldán por los golpes recibido por su padre. Capelo intentó matarla, la lesionó con cuchillos y cadenas. La ató con alambres y prendió fuego la casilla donde vivía.

¿Denunció los hechos? Sí. Siempre que pudo hacerlo. En el expediente consta que: “pidió ayuda a comisaría 18 pero no le ofrecieron ninguna protección y la descalificaron por haber sido una chica en situación de calle”.

¿El Estado sabía que estaba en riesgo su vida? Sí. Pero actuó con negligencia. En junio de este año la jueza Maria Fabiana Vasvari, titular del juzgado de Familia Nº4 de Neuquén, convocó a una reunión interdisciplinaria pues manifestó que si no intervenían con rapidez “Huenufil terminaría matando a Gabriela.”

En la reunión estuvieron presentes representantes de la defensoría de los Derechos del Niño y el Adolescente, del Servicio de Violencia, del centro de salud de San Lorenzo Norte, del ministerio de Desarrollo Social y la fiscal adjunta de la Unidad de Delitos cometidos mediando Violencia Doméstica y de Género. Se gestionó trasladarla a otro barrio, pero el ministerio demoró 45 días en hacer efectivo el pago del dinero para el alquiler. En ese lapso retomaron el contacto, algo propio en los procesos de violencia.

El 10 de septiembre, a las 19.45 aproximadamente, en la Toma 2 de Mayo, Gabriela se defendió de Capelo y lo mató. Según el relato del fiscal Horacio Maitini el hecho se da “en el marco de una discusión verbal que luego se transformó en un enfrentamiento”. Gabriela declaró que volvía de la escuela junto a sus hijos (tuvo una segunda niña con él) porque el mayor no había tenido clases. Se lo encontró. Ella no quería irse con él pero comenzó a insultarla hasta que sacó un cuchillo y lo acompañó. Decidió escaparse junto a los niños, pero él la alcanzó.

“En la mano tenía un pedazo de ventana, un pedazo de vidrio con el que le cortó la cabeza, salió la vecina y le dio la nena (…) Capelo en un momento se cayó porque estaba borracho y ahí se dio cuenta que tenía el cuchillo en el bolsillo de atrás, se quería parar y mientras ella trataba de impedirlo pero alcanzó a agarrarla de la ropa y cortarle el brazo con el cuchillo, le tiraba puntazos. Hubo varios intentos de sacarle el cuchillo y en uno de ellos lo logró, él se paró y ella le decía correte correte que me voy a mi casa. Cuando Capelo encontró el pedazo de vidrio, lo agarró y la empezó a encarar mientras ella con el cuchillo en la mano le decía que no se acerque que no le quería hacer nada. Él le tiraba manotazos con el vidrio y ella también lo hacía con la mano pero sin mirar porque estaba asustada y nunca pensó que se iba a acercar tanto. Siempre que peleaban y ella agarraba algo para defenderse Capelo siempre le decía “dale puta, si no te da la sangre” y él sabía que ella no le iba a hacer nada, entonces él se acercaba y le pegaba o la cortaba igual.”

La mujer y sus hijos se quedaron junto al cuerpo hasta que llegó la policía.

Para Maitini no existió defensa alguna: “hubo una gresca entre las partes, que ambos habían estado consumiendo bebidas alcohólicas y que habitualmente solían agredirse mutuamente, pues así lo relatan los vecinos. Que la imputada (…) fue lesionada con elemento filoso, compatible con arma blanca o vidrio, también se encuentra acreditado (…) como así que la muerte de Huenufil fue producto de la lesión punzo cortante oval”.

Agregó: “este Ministerio no es ajeno a problemática de violencia crónica vivenciada por la imputada y de la cual se dieron amplias referencias en el desarrollo del presente libelo, no obstante estas situaciones conforme pericia psiquiátrica, solo derivaron en un cierto debilitamiento de sus frenos inhibitorios y de una mayor dificultad para controlar sus acciones, pues el discernimiento y control sobre sus actos, dice la pericia, se encontraban conservados”.

Requirió la elevación a juicio y la acusó por homicidio calificado: “no se evidencia en principio, ninguna causa de justificación y/o inculpabilidad”.

La defensora Ivana Dal Bianco solicitó que se encuadre el caso como legítima defensa y se dicte el sobreseimiento de Gabriela. 

Quien debe expedirse es el juez Cristian Piana.

Dal Bianco consideró que el fiscal ha omitido deliberadamente “toda la prueba que está adjuntada a este expediente, en el que se demuestra la historia de violencia a la que fue sometida por parte de Huenufil, que incluyó golpes, intentos de homicidio, abusos físicos, psíquicos y sexuales” y que “resultan ser para el Fiscal una “cosa habitual”, solo comprensible esta visión con quienes naturalizan la violencia hacia las mujeres y desconocen toda la bibliografía especializada en la temática”.

Maitini colocó a Gabriela y Capelo como pares. Ese día discutieron y una se impuso en la pelea. No ubicó el caso en el contexto de la violencia sexista que hace eje en las relaciones de poder y el sistemático disciplinamiento de un sexo sobre otro.

Ahora, ante la demora de todos los mecanismos de protección de derechos, llega la respuesta punitiva para Gabriela. La única que se aplica con prontitud y severidad.

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