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Perú: ¿De qué "unidad nacional" hablan?
Por Herbert Mujica Rojas - Sunday, Dec. 15, 2013 at 9:48 PM
hcmujica@gmail.com

La unidad nacional será clarín de victoria, epopeya amorosa en calles y plazas, anuncio preclaro del nuevo amanecer peruano cuando los de abajo y los de arriba, hagan tremolar una sola bandera rojiblanca, un solo sentimiento en defensa del gas y el agua, un solo corazón en la forja esforzada de una Nación que procure la complementariedad con Chile con prevalencia de la dignidad, con las excusas recibidas por los crímenes cometidos y en el momento en que nos persuadamos que eso será posible para tener y hacer un Perú libre, justo y culto.

Perú: ¿De qué "...
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Perú

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-12-2013

¿De qué "unidad nacional" hablan?
http://www.voltairenet.org/article181522.html?var_mode=recalcul

Así como la pobreza no puede ser eliminada por un decreto supremo, resolución legislativa o buena voluntad del precario habitante de Palacio, la unidad nacional no es un anhelo que tenga que ver con la volición episódica de oportunistas encuadrados en el Perú formal. Hay, ciertamente y conozco a varios de sus emisores, hombres de voluntad acerada y querencia imbatible para con la Patria.

La unidad nacional no se impone, se construye pacientemente, de abajo a arriba, con el hombre y mujer de la calle, con el campesino de muy lejos y alturas gélidas, con el ambulante que recorre calles y jirones, con el guardián de edificios que conoce quiénes los vecinos y de qué nacionalidad son, con el diplomático que tiene que renunciar a creerse un fuera de serie por encima del resto y que no es más que un simple funcionario al que le paga el pueblo, con el pequeño empresario que sabe que si adviene la invasión masiva de productos más baratos y amparados por gobiernos claudicantes se va a a la ruina, con el periodista que estudia y declina las coimas complementarias de su ralo sueldo, con el empresario que tiene que incluir en la creación de riqueza al trabajador esforzado al que a veces explota por mandato de leyes con nombre propio, con todo aquel que comprenda que hay dos palabras de orden para cualquier negociación geopolítica: ¡agua y gas! Y, ciertamente con los integrantes de las fuerzas armadas, primera línea de defensa en casus belli.

El Perú formal de los intelectuales a la carta, o de ONG o de quiosco, es el que vivimos hoy. De boca para afuera se invoca y se protesta la "unidad nacional" no obstante que sus sitiales y negocios son inmutables en rentabilidad y rotación. Verbi gracia: ¿no ha reparado amable lector quiénes son los juristas, estrategas, internacionalistas, formadores de opinión, que se pasean de canal en canal, de radioemisora en radioemisora y vierten sus "profundos" conocimientos en blanco y negro en medios impresos? ¿no son los mismos desde hace largos lustros? El decir bobadas, en países como Perú, no es en modo alguno, un demérito. En naciones civilizadas habrían merecido ya la fulminante obliteración de cualquier sitio.

Con singular giro, humildad ratificada y pensamiento simple, hemos dicho antes que:

"Perú no está compelido a dar respuesta a ninguna otra nación. Tiene sí que construir la unidad nacional en torno a intereses soberanos comunes y en la procura de un desarrollo enérgico, científico, con justicia social y reparto democrático de la riqueza, para sus 30 millones de habitantes. PERU TIENE QUE RESPONDERSE A SI MISMO y esa circunstancia está pendiente desde 1879, año de la aciaga fractura que representó la guerra de rapiña que nos planteó Chile.

Las circunstancias de librar batalla jurídica, al margen del resultado en La Haya, plantean el dulce y fragoroso reto de comprender que ¡por fin! hay una posibilidad de sintonizar al cuerpo social peruano en torno a intereses comunes, imprescindibles y unificadores. Por tanto Perú, su Estado y cualquier gobierno, tienen que responder a su colectivo ciudadano que son todos los peruanos e ingresar con moderna estampa al reto contemporáneo de la paz y la complementariedad con los otros Estados latinoamericanos.

Al hombre y a la mujer comunes ¡nadie los toma en cuenta! Los sucesivos gobiernos, una vez apoltronados en la silla administrativa de Palacio, prescinden del ciudadano y hacen, no pocas veces, papelones entreguistas, vergonzosas claudicaciones e impresentables desempeños a todo nivel. La Cancillería parece olvidar que será la ciudadanía, con o sin uniforme, la que afronte y sufrague cualquier dinámica, en los diferentes campos de batalla y que por tanto, merece ser parte opinante y militante de cualquier esfuerzo." Perú, su propia Respuesta
http://perusupropiarespuesta.com/peru-su-propia-respuesta/

El Perú formal desde el Estado y todos los gobiernos impulsa arquetipos indigestos y para eso cuenta con los miedos de comunicación, el Congreso y las herramientas que están en el Poder Judicial, el que no pase por el aro es "ignorado", "muerto en vida" y, a lo más, llamado "loquito", "desubicado", "orate". ¿Cuántos hombres de prensa valiosos y de pensamiento propio están fuera de circulación en los medios que se dicen nacionales y son, casi siempre, estrictamente limeños?

Meses atrás, preguntamos, de repente con candorosidad inocente: Contra invasor: ¿marca Perú, lomo saltado y derechos humanos?
http://www.voltairenet.org/Contra-invasor-marca-Peru-lomo?var_mode=calcul y afirmamos:

"La indefensión militar de la Patria no es ningún secreto, años de descuido, planteamientos aberrantes, concepciones burdas, han logrado hacer precarísimas nuestras extensas fronteras contra la invasión de cualquiera que desee hacerlo. Y hay precedentes históricos.

No sólo eso. Al habitante se le embute la especie que vive en un país con cifras económicas espectaculares y que lleva la delantera a otros muchos. Lo que no se le dice es que poco o nada de esos guarismos mayestáticos le benefician o le hacen un ciudadano incluido y con derechos en la bonanza.

Y las supercherías contribuyentes y publicitarias no cesan su encanto timador de buenas voluntades, de suerte que la Marca Perú con su logotipo, el lomo saltado y el cebiche, nos prometen con más restaurantes y enriquecidos cocineros la panacea divina capaz de solucionar los gravísimos problemas de desigualdad e injusticia social que tradicionalmente fracturan a la Nación.

El invasor, al quebrantar fronteras de manera violenta, agredir a los habitantes, perseguir a los incómodos de opinión discrepante con su tropelía, romper la cadena de mando democrático que se da cada país ¿no estaría violando los derechos humanos de 30 millones de peruanos? La seguridad individual sería una quimera, la colectiva una ilusión, la judicatura manejada a cañonazos y la quintacolumna al servicio de la bota foránea, nuevamente, nos devolvería al sempiterno estado de somnolencia y estupidez cotidianas de lamentar, luego de los hechos, por causa de qué no tomamos las previsiones y cómo no anticipamos lo que se veía venir desde mucho atrás.

Los partidos políticos que debieran ser escuelas de líderes son hoy apenas vulgarísimas factorías que producen burócratas hábiles para escamotear leyes y enriquecerse a costa de los impuestos que paga la gente. El Congreso alberga decenas de ganapanes, con excepciones minoritarias, que hesitan mucho para entender que su representación es más bien ficticia que real y que no sirven casi para nada. Ayer nomás y en este gobierno el de Ollanta Humala, hemos visto cómo se condonan S/ 9 millones de soles a ex parlamentarios. No pocas de las organizaciones de la sociedad civil apuntan a otros temas, con especial acento en los derechos humanos y descartan automáticamente cualquiera referido a una invasión militar por fuerza extranjera."

La unidad nacional, la auténtica, no la cosmética del Perú formal y epidérmico, NO se enuncia como parte de la pirotecnia verbal a que son tan fanáticos los mediocres políticos peruanos. Tampoco se la improvisa, mucho menos se la siente porque, sabido es, que cuando el barco se hunde o cuando las papas queman, las ratas abandonan el navío. Y la historia tiene muchas crónicas sobre estas tropelías con nombre y apellido que los historiadores plásticos se han encargado de disimular o "ignorar".

La unidad nacional será clarín de victoria, epopeya amorosa en calles y plazas, anuncio preclaro del nuevo amanecer peruano cuando los de abajo y los de arriba, hagan tremolar una sola bandera rojiblanca, un solo sentimiento en defensa del gas y el agua, un solo corazón en la forja esforzada de una Nación que procure la complementariedad con Chile con prevalencia de la dignidad, con las excusas recibidas por los crímenes cometidos y en el momento en que nos persuadamos que eso será posible para tener y hacer un Perú libre, justo y culto.

¿Algún medio se atreve a publicar esta singularidad de opinión? Salvo la amable acogida de La Razón, el resto parece detestar todo lo diferente a sus cacareos más bien grises que disímiles o novedosos. Entonces ¿de qué "unidad nacional" hablan?



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