Julio López
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Lo que se ignora sobre Albert Einstein
Por Press - Sunday, Jan. 12, 2014 at 8:17 AM

Albert Einstein, se apropió de la Formula: -E=mc^2-

Lean Ustedes estimados Lectores, de los tantos embustes escondido a la Humanidad, y de comos esos han deformados a placer, la realidad de los echos; En las Ciencia, de estos últimos cien años.-

Einstein y la Bomba Atómica
todo el trabajo “famoso” de Einstein de 1905 fue una manera distinta de llegar a resultados que ya se sabían de antemano, la cual manera distinta adolece de grandes pifias lógicas e incluso matemáticas. Einstein jamas hubiera sido famoso por este trabajo. Lo fue por el eclipse de 1919 cuando Eddington “probó” la segunda teoría de Einstein, la General de 1915, de que la luz se desviaba por la gravedad del Sol. Sabemos que Eddington “manipulo” los datos, y de 24 placas fotográficas sólo tomó 6 a favor de Einstein, y abandonó diez que favorecían a Newton. Y la diferencia entre Einstein y Newton al respecto era sólo un factor de dos, pues Newton también predice que la luz se desvía por la gravedad.

Las ecuaciones de la Relatividad Especial se denominan “Transformaciones de Lorentz”, porque fue Lorentz quien las obtuvo en 1904, un año antes que Einstein. Y la famosa ecuación, E=mc2, (mal llamada la cuna de la bomba atómica), fue “obtenida” por Einstein en un apéndice al trabajo de 1905, a modo de conjetura, y cometiendo un círculo vicioso en la “prueba”. Lean el libro “Concepts of Mass” de Max Jammer, ex-rector de la Universidad Hebrea de Bar-Illan, donde literalmente dice que: “La ecuacion E=mc2, la mas famosa ecuación científica jamas proyectada, fue obtenida por Einstein “begging the question”, es decir, como “peticion de principio”.

Einstein supuso lo mismo que había que probar. El primero en darse cuenta de esta anomalía fue Herbert Ives, en 1950. O sea que pasó casi medio siglo antes que nadie se diera cuenta del fraude lógico-matemático de Einstein. ¿Como fue esto posible? Sencillamente, por el “culto a Einstein” y a su (ilegítima) ecuación. En el capitulo 12 de un folleto que publiqué el año pasado menciono a los precursores de la ecuación que llegaron a E=(3/4)mc2. Sobre todo al italiano Olinto de Pretto que en 1903 exactamente calculó E=mc2 y determinó la increíble energía contenida en un kilogramo de carbón. La familia de Pretto se reía de esta “locura”. Al parecer Einstein conoció la ecuacion a través de un suyo amigo Michel Besso, colega de Augusto de Pretto, que trabajaba en los ferrocarriles reales de Italia, el cual Augusto era tío de Olinto de Pretto. Entonces Einstein con sus malicias, buscó la manera de “demostrar” la ecuación. Pero la pifia lógica demuestra que era un plagio.

Igualmente plagió a Lorentz, pues los dos resultados principales de Lorentz, (la dilatación del tiempo y la contracción del espacio), fueron introducidos subrepticiamente por Eistein en su “demostración” de 1905. Y esto lo reconoce hasta Arthur Miller, gran admirador de Einstein. En definitiva, a Einstein le dieron el premio Nobel de Física en 1921, no por la Relatividad, sino por el efecto fotoeléctrico . Y aun aquí Einstein lo único que hizo fue: aplicar el descubrimiento de Planck, de 1900, de que la energía luminosa está “cuantificada”, en unidades equivalentes a E= h.f, donde h es la famosa “constante de Planck” y “f” la frecuencia de la luz (el color).

Algunos consideran a Einstein “fundador” de la Mecánica Cuántica, debido a este efecto fotoeléctrico, pero lo cierto es que Einstein jamás aceptó los postulados de la Mecánica Cuántica, iniciados por Niels Bohr, por Heisenberg y por Schroedinger. La interpretación probabilista que se le dió a todo esto disgustó a Einstein enormemente, (fue cuando dijo que “Dios no juega a los dados con el Universo”) y por ello Einstein quedó relegado al olvido en Princeton. Mientras, su fama se extendía públicamente por todas partes (por razones pueriles o políticas y culturales), el mundo científico, sobre todo los nuevos “jóvenes cuánticos” ya no le hacían caso.

Por eso cuando Szilard y Teller fueron a verlo a Princeton en 1939, para que firmara una carta que ellos (no Einstein) habían escrito para convencer a Roosevelt que iniciara el proyecto Manhattan, la construccion de la primera bomba atomica, Einstein les dijo:”Why do you come to me? I am an old fool”. Pero los húngaros Szilard y Teller “explotaron” la fama de Einstein para convencer a Roosevelt. Al cabo de los años Einstein lamentó profundamente haber firmado la dicha carta, y la consideró como la “mayor tragedia de su vida”. Supuestamente, Einstein era pacifista, y ya lo vemos: fue el “pillar box” de la bomba atómica(frase que el propio Einstein usó: pillar box, o sea, un “pie de amigo”.

Lo que se dice , por tanto, es en parte verdad, pero teóricamente hablando, aquella ecuación no es la cuna de la bomba atómica como obsesiva-mente sostienen muchas enciclopedias en el mundo. Se trascriben en un libro publicado de: Francisco Javier Mùller, todos los descubrimientos que ACCIDENTALMENTE tuvieron que ocurrir para que se llegara a la bomba: la radiactividad en 1896 por Becquerel; la transmutación artificial, por Rutherford en los 1910; el neutrón, inesperadamente descubierto por Chadwick en 1932, y sobre todo la inesperada fisión del uranio y su subsiguiente reacción en cadena , descubierta en 1939 en Alemania, por Lisa Meitner (una mujer) y dos químicos, Fritz Strassman y Otto Hans. De suyo Lisa se tuvo que exiliar, antes de publicar los resultados, huyéndole a Hitler (como todos los científicos judíos que como Einstein, Szilard, Teller, Wigner, etc tuvieron que hacer lo mismo).

Cuando Strassman y Hans publicaron el descubrimiento en la revista “Nature” lo hicieron, como dijeron ellos mismos, “con toda cautela, pues siendo nosotros químicos dudábamos si publicar o no, un descubrimiento revolucionario en la Fisica”. Y era “revolucionario” porque ningún físico esperaba que el Uranio se “partiera” literalmente en pedazos (Cadmio, Krypton, etc) para generar la reacción en cadena. Como dijera entonces Niels Bohr: “we have been all fools “, porque los físicos, todos, estaban equivocados. Buscaban los elementos “transuránicos”, (mayores que el Uranio) y la realidad los tomó por sorpresa: la fision produce átomos menores que el Uranio, no mayores.

La propia reacción en cadena fue una sorpresa, y cuando Bohr le comunicó a Einstein en 1939 la noticia de que este proceso podría convertirse en una explosión mamuth, el famoso Einstein NO LO CREYÓ. Lean esto en la Enciclopedia Británica, dónde dice que “Einstein remained skeptic”. O sea, que 34 años después de haber “descubierto” su “famosa” ecuación, todavía Einstein pensaba que NO ERA POSIBLE UNA BOMBA ATOMICA!!!!.
Así y todo, como dije, Szilard lo convenció. Fue, pues, Szilard el verdadero padre de la bomba atómica . Y también ¡¡por ciencia ficción!!. Había leído la novela de Wells de 1913 “The World Set Free”, dónde un piloto cogía una bomba atómica con sus manos y la lanzaba por la ventanilla de un avión sobre Berlin. Szilard se obsesionó con esta idea, y tanto pensó que un día, atravesando una calle en Londres en 1933, se le ocurrió, en su mente, la posibilidad de la reacción en cadena. Por eso podemos imaginar el sobresalto, cuando se enteró del descubrimiento alemán en 1939, en la tierra de Hitler, el monstruo anti-humanidad que comenzaba la 2da guerra mundial.

Por eso movió cielos y tierra, y al no tener acceso a la Casa Blanca, se le ocurrió “usar” la fama de Einstein para convencer a Roosevelt. El resto es historia. Fermi encabezó el proyecto hasta 1942 en Chicago, y luego Oppenheimer en Alamo Gordo, Nuevo Mexico, hasta 1945, cuando se logró la primera prueba exitosa. Los científicos quedaron tan estupefactos al verla que uno por uno, empezando por Szilard, querían cancelar el proyecto. Pero todo fue en vano. Los militares (general Groves) no daban su brazo a torcer, y así, después de morir Roosevelt, con Truman en el poder, y ya rendida Alemania en la primavera de 1945, Truman aprobó lanzar la bomba el 6 de Agosto sobre Hiroshima, a las 8:17, día de la Transfiguracion del Señor (¡¡Que ironía!!) y sobre una poblacion con muchos civiles. (De hecho, cayó cerca de un colegio).
Esa es la historia en forma resumida.

La conclusión:
La bomba atómica no fue el resultado de ninguna teoría establecida, sino de innumerables descubrimientos, todos ellos fortuitos e inesperados.
El autor de su supuesta”cuna” fabricó mal la cuna (la ecuación). Fueron otros los que obtuvieron dicha fórmula (entre ellos De Pretto), y a pesar de eso, la “cuna” no fue el origen de la bomba.
Heisenberg llega a decir en su libro “Physics and Philosophy” que es un “common misconception” pensar que la energía atómica viene de una transmutación directa de la masa en energía según la ecuacion E=mc2. ¡NO es así!. Más bien viene de la simple repulsión eléctrica entre los protones del núcleo. Lo que sucede es que la ecuación se puede usar para calcular los resultados energéticos, pero de ninguna manera contiene la “causa” o la “explicación” de dicha energía.

¿Cual es, pues, la responsabilidad de Einstein?

Puramente política: el haber firmado la carta a Roosevelt. De no haberlo hecho, otros físicos al final hubieran logrado la influencia; así como fueron otros físicos los que realmente construyeron la teoría de la relatividad especial y de la mecánica cuántica, sin cometer las pifias lógicas y matemáticas de Einstein, explicables únicamente porque Einstein quiso pasarse de genio creador y original, cuando lo único que hizo fue usar los resultados de otros sin mencionar las fuentes. En cierto sentido, pues, esta “miseria” plagiarista de Einstein lo exonera de haber sido el padre de la bomba atómica.
Pero el “gran público”, se “traga el cuento” de que Einstein fue el padre de la ciencia en el siglo XX. Y por tanto, con sana lógica, lo “acusan” de crear el aparato mas mortífero que la humanidad jamás haya visto, “en nombre de la ciencia”.

Vemos pues que la realidad jamás es “blanco y negro”. Ningún científico jamás ha hecho nada que no sea basado en los predecesores. Todos tienen la honestidad de dar crédito a los que lo merecen. Pero Einstein nunca dio créditos a nadie. Sus admiradores lo aplauden por esto. Sus detractores son más realistas, y sencillamente ven el plagio detrás de sus supuesta” presunta” “maravillosas intuiciones”.

Einstein El Gran Ladròn del XX Siglo

Los mitos pueden levantarse y crecer sobre la verdad o, por el contrario, surgir sobre la mentira. Este último caso es de Albert Einstein. Reconocido hoy por el sistema dominante de valores como el adaliz de la paz y de la bondad humana, y reputado por casi todos como el más grande de los sabios conocidos que en el mundo han sido, su aureo brillo no es más que una vulgar apariencia. Presentado como líder de la modernidad y de los tiempos futuros, Eisntein no fue más que un pequeño bribón.
“Este niño es retrasado”

El dictamen del doctor cayó como una losa sobre la pobre Pauline, madre del pequeño que con cuatro años apenas balbuceaba alguna palabra suelta. Años después nacería su hermana Maya, mucho más despierta e inteligente, y que llegaría a acomplejarle influyendo notablemente en su carácter retraído y en su gran capacidad de resentimiento, en sus pésimas calificaciones escolares, etc…, pero también, por aquello de la “ley de compensación” de Jung y Adler, en ese deseo íntimo y profundo de notoriedad y afirmación (incluso de revancha) que le acompañará toda su vida, y que siempre tratará de disimular con un forzado aspecto inocente e inofensivo. Cada nuevo fracaso hará crecer en él su resentimiento y rebeldía. Así, todavía impúber, acusará a “la máquina educativa alemana” de haberle engañado con creencias religiosas falsas (aunque tampoco le valdría la fe judía de sus padres), o falsificará, ¡¡¡ a los 15 años !!!, un certificado médico para no acudir a clase, e incluso renunciará a los 17 años a la nacionalidad alemana para eludir el servicio militar.

Ya de adulto él mismo reconocerá “no haber pertenecido nunca a mi país (Alemania), ni a mi propia casa, ni a mis amigos ni a mi familia”, sino tan sólo a la “tribu” (el movimiento sionista), como a él mismo le gustaba decir. Quizás por ello no le importó dar a su hija mayor Lieserl en adopción, sin volver a preocuparse de ella en todo el resto de su vida, ni abandonar a su hijo Eduard, que era enfermo mental, en un psiquiátrico de Suiza sin nunca más volver a interesarse por su salud o su destino, ni maltratar de forma habitual a sus otros hijos tal y como siempre han reconocido, ni abandonar a su familia tras regalar a su mujer todo un rosario interminable de humillaciones y adulterios, regalo con que también obsequió a su segunda esposa, Elsa, etc. En fin, quien desee conocer la edificante vida privada del “Genio” leerá con provecho el libro de Roger Highfield y Paul Carter titulado The privates lifes of Albert Einstein.

El hombre que había cambiado cuatro veces de nacionalidad (alemana, suiza, alemana de nuevo, británica y norteamericana), se lamentaba de la siguiente forma: “Quizás mi destino es que siempre me presenten como una bestia negra: soy un judío para los alemanes y un científico alemán para los ingleses”.
Lo más triste de todo es que a sus 17 años el pobre Albert Eisntein se siente relegado, sólo, socialmente inadaptado y fracasado en su más íntima vocación: llegar a ser un músico virtuoso.

A pesar de pertenecer a una rica familia judía que pudo pagarle las mejores escuelas de música de Munich, Milán y Aarau (Suiza), donde aprenderá el elitista método pestalozziano, a esa edad se dará cuenta que nunca pasará de ser un violinista mediocre. Había que buscar otra cosa. Tenía que triunfar en la vida como fuera. ¡Sí, eso es! Sería un sabio profesor de matemáticas. Y a pesar de los pésimos resultados obtenidos en sus estudios secundarios, logrará al año siguiente ingresar en la prestigiosa Escuela Politécnica de Zurich.

“Nunca seré doctor”

Pero como las matemáticas no eran su fuerte, se inclinará por la física, logrando licenciarse en 1900 con una nota de 4´91, un aprobado raspado con la necearia décima por encima del mínimo suficiente para no suspender, siendo su tesina o memoria de licenciatura la que alcance la calificación más baja de todas. Al año siguiente presentá la tesis doctoral, pero será rechazada. Cambia entonces de tema y se pone manos a la obra, pero resulta otra vez de nuevo un rechazo. “¡Estoy harto, nunca seré doctor!”, escribía en 1903 a uno de sus amigos.

Sin embargo, su paso por la Politécnica de Zurich no resultará infructuoso. Enseñaban allí, por ventura para él, científicos de la talla de Weber, Wolfer, Hürdwig, Pernet o del gran matemático Herman Minkowski (el compilador de la teoría del espacio cuadrimensional y verdadero autor de la teoría de la relatividad especial). Además, allí conocería a su mujer, Mileva Maric…

Entretanto, Einstein ha comenzado a trabajar en la Oficina Comercial de Patentes de Berna y, aunque sólo lo hace en calidad de técnico de 3ª categoría, eso le permitiría relacionarse con los científicos más importantes de la época y se familiarizará con los éxitos de los nuevos inventos, aumentando su deseo de triunfar. Al fin, en 1905, consigue ablandar al tribunal con una tesis “breve, anodina y carente del menor interés” (según comentó uno de los tribunos), titulada Una nueva determinación de las dimensiones moleculares. ¡¡¡ Cinco años para un trabajo de 29 páginas con ideas plagiadas de aquí y de allá !!!

Pero el momento es propicio, idóneo para triunfar, porque el monolítico edificio de la física clasica de Newton se resquebraja por momentos, hace aguas por todos sitios, tocado en su línea de flotación. Además, como él no es nadie, al aventurar hipótesis no arriesga ningún prestigio. Así que, animado por este cúmulo de cosas, el bueno de Albert se enfrasca en el estudio de los grandes del momento: Mach, Lorentz, Weber, Maxwell, Boltzmann, etc., y saca sus propias conclusiones. Pero a veces la lectura de estos grandes físicos era abstrusa, difícil, caragada de detalles matemáticos. ¿Cómo logró nuestro héroe salir del atolladero una vez y otra careciendo, además, de los conocimientos matemáticos precisos e imprescindibles? Esta es una pregunta que se han hecho legiones, pero que en verdad tiene una fácil respuesta…

1905, “annus mirabilis”

Año en verdad “milagroso” aquel de 1905 para el joven Einstein. Al menos así lo han calificado todos su hagiógrafos. Mas, ¿por qué?
Gracias a su relación con el Nobel Wilhelm Wien, jefe de redacción de la prestigiosa revista “Annalen der Physik”, nuestro genio logra publicar la tesis doctoral antes mencionada seguida de otros cuatro artículos que trastornarán el mundo de la física en particular y toda la epistemología en general.
Uno de los artículos (Un punto de vista keurístico sobre la producción y propagación de la luz), donde relacionaba la hipótesis de los “quanta” de Planck (aunque sin citarle, como era su costumbre) con el “fenómeno fotoeléctrico” de Lenard, le hará acreedor en 1922, nada menos, ¡¡¡ al premio Nobel de física !!!

En realidad se le quería premiar por otro artículo titulado Cuerpos movidos electrodinámicamente, donde esbozaba la teoría de la relatividad especial, ya antes expuesta y por separado por Maxwell, Lorentz, Kaufmann, Cherenkof, Poincaré y, sobre todo, por Minkowski, su antiguo profesor de Zurich; pero teniendo en cuenta la poca credibilidad de que gozaba dicha “teoría” entre la comunidad científica, y también porque dicha teoría tenía un número indeterminado de “padres” y no podía ser atribuída a una persona en particular, se juzgó más prudente atribuírselo por la cuántica.

Aunque el espaldarazo definitivo como “Pontiphex Maximus” de la conciencia universal no le llegará hasta el año 1922 con el Nobel, de hecho, aquellos cuatro artículos de los “Annalen” le dieron un “cachet” y una popularidad inusitada. En todos los círculos científicos e intelectuales de Europa y de América no se hablaba de otra cosa que del joven Einstein y de su “teoría” de la relatividad. Lo más difícil ya estaba hecho. Había dado con la clave de su tiempo; en una época en que los valores absolutos (amor, honor, patria, familia, Dios…) empezaban a cobrar renovada fuerza en la Europa continental, la idea relativista (aceptable en sí misma), derivando hacia el relativismo subversivo que patrocinará con éxito nuestro “genio”, conmocionará las conciencias y se revelará como un filón inagotable, como el “deus ex machina” de la causa liberal-capitalista y progresista.

Einstein, al fin, había llegado. Ahora le ofrecían explicar la “Teoría de las radiaciones” en la Universidad de Berna. Y aunque no pueda decirse que sus comienzos como profesor fuesen particularmente brillantes (el primer año sólo se matricularon cuatro alumnos en su asignatura y al año siguiente sólo lo haría uno, el lituano nacionalizado alemán Max Stern), no fue óbice para que, de forma inmediata, se le ofreciera, gracias a los oficios de su buen amigo Kleiner, una plaza de “Privatdozent” en la Universidad de Zurich. Después vendrían Praga, Zurich de nuevo, Berlín, etc.

Año “milagroso” en verdad aquel de 1905, pues ni en los años anteriores ni posteriores a esa fecha volverán a tener sus trabajos ni la altura, ni la originalidad, ni la brillantez (ni tampoco, ojo, el estilo literario) alcanzados por esos cuatro artículos de los “Annalen der Physik”. Mas a nadie se le oculta que detrás de todo milagro siempre se encuentra un misterio.

¿Cuàl era, pues, el misterio de Albert Einstein?

Mileva Einstein, nacida Maric

El primero en sorprenderse por la calidad y la originalidad de aquellos trabajos fue Hermann Minkowski que, como profesor suyo que fue, conocía bastante bien las limitaciones de su antiguo alumno. “¿Einstein? Si hubiera sido Grossman -se decía-, o Wegener, o esa chica tan lista de Mileva… Pero Einstein… que se “fumaba” las clases…”

Sin embargo, “factum est illud”, y Einstein era su autor… Hasta que en febrero de 1990, en la reunión anual de la American Asociation for the Advancement of Science (AAAS, Asociación Americana para el Avance de la Ciencia), estalló la bomba. El físico Evans Harris Walker, de Aberdeen (Maryland), y la filóloga Senta Troemel-Ploetz, de la Universidad de Bonn, analizando de forma separada y bajo sus respectivos criterios los trabajos publicados por Einstein en los “Annalen der Physik” en 1905, así como la correspondencia privada entre Einstein y su esposa Mileva, llegaron a la sorprendente conclusión que, tanto las geniales ideas atribuídas al primero, así como el tremendo trabajo de formulación matemática, pertenecían en realidad a su esposa Mileva Einstein, nacida Maric.

Esto explica el sorprendente “bajón” que sufre la obra einsteiniana, tanto en cantidad como en calidad, a partir justamente de 1919, fecha de la separación del matrimonio Einstein. A partir de entonces, Albert siempre trabajará asociado con otros físicos (como Podolsky, Bose, Nathan, Rose, De Sitter, Infeld, Hoffman, etc.), dando muestras además de una dependencia continua y manifiesta en lo que a formulación matemática se refiere (matemáticos asalariados que trabajaron para él fueron Grossman, Groumer, Lanczos, etc.) Ernst Strauss recuerda cómo, cuando no entendía algún desarrollo matemático, solía decir: “estoy convencido, pero no convencido”. Se podrían escribir miles de anécdotas que acreditarían fehaciente-mente el juicio de Evans H. Walker cuando dice: “Mileva era mayor que él e inicialmente la líder en iniciativa especulativa”. Recordemos cómo, por aquel entonces, estudiaba muy poca gente, pudiendo Einstein ingresar fácilmente y ¡¡¡ graduarse !!! en la prestigiosa Politécnica de Zurich. Sin embargo, Mileva, a la sazón única mujer del curso, tuvo que “dar la talla”, resultando incomparablemente más inteligente y brillante que él. Ambos tenían en común la afición por los clásicos de la física, al igual que un acusado problema de relación social (Mileva era coja de la pierna derecha), lo cual les acercó sentimentalmente. El bribón de Einstein pronto se dio cuenta de que aquella chica era una mina” y que, trasladando sus ideas a otros campos (filosofía y política, principalmente), podían tener un buen mercado. De esta forma, aprovechado sus relaciones y contactos entre la constelación de grupúsculos y cenáculos sionistas, progresistas y mundialistas a los que pertenecía (”Patria Nueva”, “Amigos de la Nueva Rusia”, “Liga del Padronazgo en pro de un Gobierno Mundial”, etc.), le hará encumbrarse.

Un detalle bastante revelador aportado por Senta Troemel-Ploezt es que, cuando Albert y Mileva se separaron en 1919, el decreto de divorció inclúyó la cláusula de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en los “Annalen der Physik”, debía entregárselo íntegramente a Mileva. Y así fue que tres años después Albert Einstein entregó el dinero del premio Nobel a su ex-esposa. Pero lejos de tratarse de un gesto de la proverbial magnanimidad atribuida a “San Alberto Einstein” por sus biógrafos, lo fue en realidad por imperativo legal, y elemental justicia, toda vez que, como pudo demostrar Mileva ante el juez, Einstein se había estado apropiando desde desde el periodo inicial de las relaciones (vivieron juntos cinco años antes de casarse) de todos los trabajos e inventos que ella había realizado, valiéndose para ello de su puesto en la oficina de patentes, para patentarlos con su propio nombre e, incluso, ¡¡¡ a nombres de terceros !!!, sin figurar- Mileva, en ellos para nada, pues, como solía decir el “Genio”: “Yo no me imagino a una mujer Galileo, ni Kepler, ni Miguel Ángel”.

Pero este asunto no era nuevo, la doctora Troemel-Ploetz, ha demostrado además cómo todo este “affair” fue ya denunciado treinta años antes por el físico serbio y amigo del matrimonio Einsten, Abraham Joffe (Mileva era hija de padres serbios emigrados a Suiza), en un libro en donde testimoniaba haber visto, él mismo, los apuntes y los originales de los manuscritos más tarde publicados en los “Annalen der Physik”, escritos con la caligrafía de Mileva Maric.

El simple hecho de que estos sucesos no afecten a la enmarca-ble figura de “El Genio”, sino que ni siquiera trasciendan y pasen inadvertidos para el gran público, así como el protagonismo alcanzado en la prensa diaria sólo comparable con el ostracismo al que son condenados los científicos disidentes del Dogma, la complicidad de revistas científicas tenidas por “serias” en este feo asunto, así como las cantidades astronómicas de dinero que gasta Alemania detrás de este asunto, que algo muy gordo y muy turbio se mueve detrás del mito de Einstein.

Como dice el profesor Thruillier en la revista “La Recherche” (nº 96, enero 1996, pág. 16): “Todo acontece como si la física relativista fuera, en un dominio particular y concreto, la realización de un programa mucho más amplio: construir un mundo “suprarersonal”, un mundo situado más allá de nuestras sensaciones y nuestras percepciones, pero dotado de una realidad superior”.

Sólo recordemos el papel que en todo este entramado ha jugado el “Council on Foreing Relations” (CFR) de los EEUU, así como la Trilateral.

“Mein Führer ist Cain Weissmann”

Decía Max Weber en El científico y el político que “quien hace política pacta con los poderes divinos o diabólicos que acechan en torno al poder… quien busque la salvación de su alma y de los demás se arriesga por el camino de la política, porque el genio de la política vive en tensión con el dios del amor”. En relación con esta idea, Isidro-Juan Palacios, en la revista “Punto y Coma”, decía que, “también la actividad científica, fuente mágica de poder, ha sido usada por el hombre como vía de usurpación y de autonomía en relación con el espíritu, y por eso también se ha diabolizado”. Parece como si ambas reflexiones hubieran tenido, consciente o inconscientemente, a Einstein como punto de referencia.

“Einstein -reconoce un relativista como Eddington- abolió el infinito, modificó ligeramente sus ecuaciones para hacer que el espacio a grandes distancias resultase curvo, hasta quedar cerrado”. Y William Popperll, de la Universidad de Columbia, dice que “la luz es para Einstein el nuevo Único, el Absoluto en un mundo donde todo lo demás es relativo”. Y recapitulando diremos que puesto que ya no existen ni el espacio ni el tiempo por separado, sino el espaciotiempo, es decir el movimiento unido a la velocidad, éste es el concepto fundamental de la física relativista. Por eso ya no hay en el mundo ni reposo ni paz.(…)

El “Genio” atómico había pedido en una carta enviada a Roosevelt la utilización masiva de la bomba de uranio sobre Alemania insistentemente, y no sólo el 2 de agosto de 1939 (antes del estallido de la II Guerra Mundial) como se ha dicho, sino también el 7 de marzo de 1940. “Sólo el poder organizado -había dicho para justificarse- puede hacer frente al poder organizado”. Exactamente la misma frase (y en la misma lengua alemana) que Hitler había pronunciado seis años antes, sólo que éste, que iba muy por delante en investigación y tecnología nuclear que el resto de los países, había prohibido expresamente su uso.

Cuando Einstein asistió en 1921 a una convención sionista en Nueva York, proclamó ante diez mil correligionarios: “Mein Führer ist Cain Weissmann. Folge Ihn. Ich habe Gesprochen” (Mi líder es Cain Weissmann. Síganlo. He dicho”).
Como se ve, “todo es relativo”, sólo depende desde donde se posicione cada uno.

Anexos al artículo

1) Contumancia einsteiniana

En una jugosa e interesante velada (que Heisemberg nos relata en su libro Diálogos sobre la física atómica) celebrada en casa de Böhr en 1932 en Copenhague, Oskar Klein preguntaba lo siguiente a Böhr:

Klein – “¿No es extraño que Einstein tenga tantas grandes dificultades en aceptar el papel del azar en la física cuántica? (…) ¿La rechaza sólo porque el azar es básico en ella?”
Heisemberg – “…es justamente ese carácter básico el que le perturba. Que no sepamos, por ejemplo, cómo se mueven dentro de un puchero lleno de agua cada una de las moléculas de agua, es algo evidente. Por eso, los científicos tenemos que aplicar en este caso la estadística, de modo parecido a como, por ejemplo, lo hace una sociedad de seguros de vida con sus asegurados… En la física clásica se había admitido que se podía seguir el movimiento de cada molécula y determinarlo según las leyes de la mecánica newtoniana… Pero las cosas no suceden así en la mecánica cuántica. No podemos observar sin perturbar el fenómeno que obsevamos, y los efectos cuánticos de esta perturbación llevan por sí mismos a una indeterminación del fenómeno que queremos observar. Esto es lo que Einstein se niega a aceptar. Él considera que se deberían decubrir en el futuro determinados nuevos parámetros de determinación del acontecer… pero esta pretensión es, sin duda alguna, falsa”.

Böhr – “…no estoy plenamente de acuerdo con eso de que la observación perturba el fenómeno. Más bien debería hablarse de la imposibilidad de objetivar el resultado de la observación, tal como se hacía en la física clásica: distintas situaciones de observación son complementarias entre sí, lo cual quiere decir que se excluyen (o complementan mutuamente), que los resultados de una no pueden compararse unívocamente con los de otra… La complementariedad es un aspecto central de la descripción de la naturaleza que había existido siempre, especialmente en la forma dada por Gibbs, pero a la cual no se había prestado la atención suficiente; mientras que Einstein siempre parte del mundo conceptual de la mecánica newtoniana, o de la teoría de campos de Maxwell, y no ha captado los caracteres complementarios en la termodinámica estadística”.

2) Einstein y la bomba atómica

El Proyecto Manhattan sería el encargado, a principios de los años 40, de llevar a cabo la construcción de las primeras bombas atómicas durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el mandato del presidente Roosevelt en los EEUU. Hoppenheimer y Fermi serían dos de las figuras de primerísima fila en el proyecto. Todos sabemos lo que ocurrió después: Hiroshima y Nagasaki fueron completamente destruídas y con ese holocausto quedó inaugurada la era atómica. Pero no todo fue fácil hasta llegar a aquel instante. Momentos hubo de indecisión, parálisis o pérdidas de tiempo. Y fue en ellos precisamente donde la figura de Albert Einstein jugaría un papel definitivo. Viendo que los progresos sobre la construcción de la bomba iban lentos, los científicos Wigner, Szilard y Tiller, los tres al servicio del poder americano, pidieron a Einstein, ya que gozaba por aquellos años de un notable prestigio internacional, que escribiese al presidente Roosevelt instándole a apoyar sin paliativos las investigaciones para la construcción de la bomba, dotándoles de los medios necesarios. El texto de la carta que Einstein escribió el 2 de agosto, y que le fue entregada en mano al presidente Roosevelt el 11 de octubre de 1939, decía: “…en el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho patente mediante el trabajo de Joliot en Francia, así como de Fermi y Szilard en América, que pueden establecerse reacciones en cadena en una gran masa de uranio, de forma que puedan ser generadas grandes cantidades de energía. Este nuevo fenómeno podría también conducir a la construcción de una bomba de una nueva clase y extremadamente poderosa. Un nuevo artefacto de este tipo que hiciese explosión en una ciudad o en un puerto podría destruirlos completamente. Un bombardeo masivo de este tipo sobre Alemania garantizará a América una victoria segura en una guerra previsible”.

Como sabemos, la guerra en Europa terminó antes de que las bombas estuviesen listas, pero quedaron preparadas para ser lanzadas sobre el Japón. Sus efectos devastadores fueron de todos conocidos. Y de tales efectos se sabe que el propio Einstein se llegó a sentir responsable directo. Fue por ello que volvió a escribir a otro presidente, esta vez a H. Thruman, alarmado no precisamente ante el desarrollo de la bomba de hidrógeno por los norteamericanos, sino ante el anuncio de los sovéticos de desarrollar su propio arsenal nuclear: “La destrucción de toda la vida sobre la tierra ha entrado dentro del campo de las posibilidades técnicas. Todo parece encuadrarse en esta siniestra marcha de los acontecimientos. Cada paso es consecuencia del anterior, y al final de este camino se perfila cada vez más claramente el espectro de la aniquilación general”…

3) Credo científico de San Alberto Einstein

Citas extraídas de los escritos de Einstein sobre sí mismo (Albert Einstein. Correspondencia 1903/1955. Editorial Hermann, 1962, págs. 8, 12 y 13)

“Einstein, hermitaño de Princeton, el físico que marchó a la búsqueda del movimiento perfecto (como Moisés recibiendo las Tablas de la Ley en el monte Sinaí). Einstein, en la cima de la montaña de Dios, os invita a subir por la escala de Jacob que termina a los pies de Dios”

“La persecución del conocimiento viene a ser una especie de búsqueda mística que nos acerca a la Verdad Suprema. El método científico funda la única verdad que puede prevalerse de razón y objetividad. Yo os muestro la única forma indiscutible de verdad”.

“San Einstein es el Genio místico, el Sumo Sacerdote de la física, el Profeta que os conduce a través de su pasión hacia la verdad y el conocimiento, suprema gracia de nuestra religión cósmica y liberadora, estadio supremo de la ciencia. Mi Gran Obra, sostenida por mis catedrales de las matemáticas, debe haceros descubrir el nuevo paraíso. Por eso es preciso que abandoneis al dios personal (”interviniente” en el curso de los acontecimientos) para así poseer la Verdad-Una”.

Otras demostraciones;-(Doct, ing. Marco Todeschini)
Se puede dar demostración, Físico-Matemáticas, las cuales prueban: Lejos de comprobar la teoría de Einstein, las desmientes por completo.- Debido: A los experimentos Michelson”, la aberración de la Luz, las desviación de los rayos luminosos cuando pasan recentando las masas celestes”, el efectos Kauffmann, aquellos Doppler, y aquellos Fizeau, son explicables: Cuantitativa-mentes y
Cualitativa-mentes, comos efectos Magnus”; En perfectas armonías con las relatividad de “Galileo Galilei”.
Se puede demostrar, aun mas con cálculos, que las contradicciones de las dimensiones de los cuerpos por efectos de sus movimientos y la dilataciones de el Tiempo en Cima” de esos”, conducen ad absurdos Físico-Matemáticos, insostenibles.-

Mileva Maric, la otra cara de Einstein;-

La genial misoginia del descubridor de la relatividad — Le impuso a su esposa, por escrito, reglas de conducta violentas y autoritarias — Ella era física y participó en la primera etapa de su teoría, él nunca la mencionó –“Muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física”, dijo Amalia Rivera.

Este 2005 se ha declarado Año Einstein ya que se cumple el centenario de la publicación de la teoría de la relatividad, por lo que vida y obra de Albert Einstein serán centro de atención durante doce meses en los que seguramente saldrán a la luz los claroscuros de esa personalidad, símbolo por excelencia del genio distraído en aras del conocimiento profundo. Sin embargo es difícil que se muestre que detrás del genio simpático y despreocupado de melena blanca y crespa habitaba un misógino que en el fondo menospreciaba a las mujeres, y más bien las prefería lerdas. Bertrand Rusell lo definió como “alguien a quien los asuntos personales no ocuparon gran cosa en su mente”… pero alguien tenía que hacerlo y para ello descargaba la responsabilidad del hogar y del cuidado de los hijos en la esposa en turno.

Seguramente en los numerosos actos y exposiciones que se están preparando no se dejará de mencionar a su primera esposa, Mileva Maric (n. 1875), pues después de todo “detrás de un gran hombre, siempre existe una gran mujer”.

Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en 1896 en el Instituto Politécnico Federal de Zurich estudiando la carrera de física. Ella era la única mujer inscrita en matemáticas y fue la primera mujer que se licenció en física. Si bien los biógrafos del genio coinciden en que “los dos eran bastante feos”, Mileva reúne más defectos al decir de ellos: no sólo cojeaba a causa de una coxalgia congénita (artritis muy dolorosa), sino además era taciturna y ¡cuatro años mayor que él! La madre de Einstein, una alemana misógina y xenófoba, no vio nunca con buenos ojos a la serbia: “Ella es un libro, igual que tú…, pero tú deberías tener una mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”. Como sea, la pareja se flechó porque hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas, que nunca fueron el fuerte de Eisntein, preparaban juntos sus exámenes y compartían el interés por la ciencia y la música. El le escribe en 1900: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, a alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.

Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein debate con ella sus ideas de la relatividad e inclusive se refiere a “nuestra teoría” y le da trato de colega. A partir de estas evidencias , el investigador E. H. Walker concluyó que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric, quien no concluyó la carrera dado que se hizo cargo del cuidado de los hijos: su primera hija murió al año y medio de edad; más tarde tuvieron dos hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego exigió más cuidados… de ella. Así que él consiguió un puesto académico y tuvo el tiempo para concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría arrogándose todo el crédito. El solo hecho de sugerir un plagio o que el cerebro privilegiado masculino de Einstein no sea tal, sigue desatando polémica en la sociedad científica . John Stachel, por ejemplo, replicó de inmediato a Walker: “Si bien es encomiable rescatar la figura de Mileva de la oscuridad, la historia de Einstein explotando a su esposa y robando sus ideas suena más a película de Hollywood que a una evaluación seria de las evidencias”.

Walker volvió a la carga citando a un físico ruso que en los años 60 vio los manuscritos de 1905, los cuales estaban firmados Einstein-Mariti (Maric en húngaro), pero los originales no han aparecido. Finalmente, los defensores de Einstein cuestionan aún hoy: “¿y por qué Mileva nunca reclamó la autoría?”, mismo argumento que se esgrime para dudar de la víctima cuando denuncia una violación años después.

¿Cómo rescatar aquellas largas conversaciones en que dos inteligencias brillantes fueron conformando la teoría a partir de un acertijo? ¿Aparecerán algún día papeles que confirmen que una mujer fue capaz de pensar y estructurar algo tan complejo como esa teoría? ¿Será verdad que existen pruebas de que Einstein destruyó las cartas que hubieran podido probar la autoría de Mileva en la teoría de la relatividad? En esa pareja de físicos alguien tenía que cuidar a los niños, especialmente a uno que padecía trastornos mentales graves; alguien tenía que lavar y preparar la comida, y ése fue el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas sus aspiraciones a los objetivos de él, puso todos sus conocimientos a su servicio. El, en cambio, eligió el camino de la ciencia.

Al paso del tiempo la relación se tornó disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida ni le aportaba nuevas ideas ni conocimientos. Las “reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por escrito son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, de la violencia sorda y sicológica que ejerció contra su esposa:

“A. Te encargarás de que: 1. mi ropa esté en orden, 2. que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación, 3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo. B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que: 1. me siente junto a ti en casa, 2. que salga o viaje contigo. C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo: 1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello, 2. deberás responder de inmediato cuando te hable, 3. deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga. D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”

Einstein volvió a casarse en 1915 con la prima de Mileva, Elsa, quien también era separada y con dos hijas. Un año después dio a conocer su teoría general de la relatividad durante un periodo pleno de vivacidad y alegría. ¿Y quién no estaría contento y productivo, si Elsa le organizó el hogar para su trabajo de investigación, obedecía todas sus órdenes como restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar con él, ya que para entonces su fama era enorme?

De los hechos se desprende que Einstein no quiso formar una pareja científica ni conceder ningún crédito en su teoría a Mileva. Y quizá de alguna manera le pagó su aportación a la teoría de la relatividad al otorgarle el importe en metálico del Nobel de Física, ocho años después del divorcio. Aun antes de conocer a Mileva, Einsten ya había dado muestras de acendrado machismo durante su relación con Marie Winteler, la hija de su casero. Bastó que ella le manifestara su entusiasmo por irse de maestra a Olsberg para que Albert la acusara de “querer acabar con su relación”, cosa que no le impidió seguirle enviando su ropa sucia para que se la lavara.

Las mujeres eran para él, además de manos que trabajan en todas las cosas fútiles del mundo, un objeto. Estaba convencido de que “muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia”. Decía también que “la ciencia agría a las mujeres”, de ahí la opinión que le merecía Marie Curie: “nunca ha escuchado cantar a los pájaros”. Aun así, ese hombre de aspecto bonachón a los ojos del mundo que tenía el cerebro lleno de fórmulas y de ideas machistas, se atrevió a acuñar una frase hoy célebre: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

Durante toda su vida Albert Einstein estuvo convenientemente rodeado de mujeres, a pesar de que repelía su presencia: “Lo que yo admiraba más en Michele, como hombre, era el hecho de haber sido capaz de vivir tantos años con una mujer, no solamente en paz, sino también constantemente de acuerdo, empresa en la que yo, inevitablemente, he fracasado dos veces”.

Margot, hija del primer matrimonio de Elsa, le acompañó en Princeton hasta su muerte, cubierta de fama y gloria, en 1955. Mileva Maric, la física-matemática, después de divorciada vivió algunos años en Berna, confinada en su casa. Murió sola y olvidada en Zurich en 1948, por lo que en este año dedicado al genio es importante rescatar su influencia en la obra científica de Albert Einstein.

En una carta que Mileva Maric dirige a su amiga Helene Kaufler le informa satisfecha del logro alcanzado: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”.

Fuentes:

“La mujer detrás de Einstein”, La Jornada, 1/4/91 Arthur Spiegelman, “Einstein le leyó la cartilla a su esposa…”, La Nación, 23/11/96 Albert Einstein, Cartas a su novia Mileva, Princeton University Press, 1987.

E=mc^2 de Einstein “era idea del italiano” Olinto de Pretto”, descubierta 1903.-
Rory Carroll- en Roma Jueves 11 de noviembre de 1999.
La ecuación matemática que llevó a las edad atómica fue descubierta por un, Italiano desconocido, dos años antes de que Albert Einstein la utilizó en desarrollar la teoría de la relatividad, le fue reclamado”, ayer. Olinto De Pretto, industrial de Vicenza,Italia- publicó la ecuación E=mc^2 en un compartimiento científico, -Atte, en 1903,- palabras pronunciadas de: Umberto Bartocci” historiador matemático, Italiano;- Einstein aprovechó y utilizó en unas publicaciones la formulas de Olinto de Pretto” que la había descubierto en el 1903.- proponiéndolas en un papel muy importante publicado en 1905, los cual fue muy aclamado, Einstein nunca dijo o nombró a Olinto De Pretto;- El profesor Umberto Bartocci de la universidad de Perugia, dice:- De Pretto había tropezado en la ecuación, pero non con la: teoría de la relatividad, mientras que especulaba sobre el éter, en la vida del universo, dijo el profesor Bartocci.- Fue republicada en 1904 en el instituto de la ciencia Royal de el Veneto, Italia;- pero la significación de la ecuación no era entendida. Michele Besso renombrado Italiano”intimo amigo de Einstein, alertó a Einstein;- Este renombrado italiano suizo, Miquele Besso, intimo amigo de un tío, de Olinto de Pretto, los cuales este trabajaba en el ferrocarril Italiano, de aquella época, este Miquele Besso frecuentaba asidua-mente la Familia de Olinto de Pretto, los cuales le fue fácil percatar la original formula, que seguramente en reuniones de familia de Olinto de Pretto, seria en aquellos tiempo, fuente de discusión:- este Miquele Besso puso en aviso alertando a Einstein, lo cual este ultimo, empezó a conjugar las ideas insertando esta famosa formula-E=MC^2- EN SUS TRABAJOS;- Trabajo seguramente echo por su mujer Mileva Maric;- Al fin: en el 1905 Einstein publicó su propio trabajo.- nos ilustra en partes, el Profesor Umberto Bartocci. Pasaron los años para que se hiciera brecha en las comunidad Científica, que al fin: Cuando el dinero finalmente empezó a entrar, nunca se sintió hablar de Olinto de Pretto, este, fue pasado por alto, mientras que Einstein recogía todos los honores haciéndolos llegar a el científico más famoso del siglo. Olinto de Pretto murió en 1921.- Olinto de Pretto- no descubrió la relatividad pero no hay duda que él era el primero a descubrir y utilizar la ecuación, E=MC^2- Eso es de enorme significado.- También creo, aunque es imposible probar, que Einstein utilizó la investigación de De Pretto,” dijo el profesor Umberto Bartocci;- que ha escrito un libro de el, tema. La teoría de Einstein sostuvo que el tiempo y el movimiento son concerniente al observador si la velocidad de la luz es constante y si todas las leyes naturales son iguales. Una nota al pie de la página, estableció la equivalencia de la masa y de la energía, según la cual la energía (e) de una cantidad de materia (m) es igual al producto de la masa y al cuadrado de la velocidad de la luz (c). Ahora conocido como: E=mc^2. La influencia del trabajo de otros físicos en la teoría de Einstein es también de grandes polémica. Alguno piensa a un alemán, David Hilbert, pudo tambien haber sido, decisivo. Edmund Robertson, profesor de matemáticas en la universidad del St Andrew, dijo: “Una porción tremenda de matemáticas fue hecha por la gente que nunca: se ha acreditado – los árabes en las edades medias, por ejemplo. Einstein puede tener la idea de algún otro, pero las ideas vienen de todas las clases de lugares, però: Olinto de Pretto es: merecedor de el crédito de sus contribución y allasgo, de la ecuación-E=MC^2- siempre de que: puede ser, probado.”

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Si fue un plagiador
Por Fermín - Monday, Feb. 06, 2017 at 5:35 PM
fermintg7321@gmail.com

¿Su teoría de la relatividad general? Si alguien plagia a un niño, la forma de saber la paternidad es por la prueba de ADN. En el caso de Einstein plagiador, no se puede saber de esa forma. Pero si se puede saber, si es o no un plagiador, como: siguiendo pistas, la lógica, lo obvio, la sensatez, etc

Hay muchos que irracionalmente creen que fue un genio. porque les atiborraron la mente de ideas que afirman que lo es, pero que no se puede demostrar que así sea. Usted como dije antes, debe de seguir pistas, sentido común, etc para saber la verdad.¿Fue un plagiador nato? Cierto.


Para sacar conclusiones racionales, ¡piense! Antes.

Einstein no era matemático, ni su esposa lo reporta como desarrollador matemático, ni los matemáticos de su tiempo lo reportaron como uno de sus iguales, ja, Increible, pero ni siquiera Einstein se promovió como desarrollador matemático. Luego entonces, de donde sacan que Einstein, hizo las ecuaciones de la relatividad. ¡Piensen, si su fanatismo se los permite!

El problema de la relatividad fue un problema de vanguardia que se fue estructurando, al paso del tiempo, por diversos aportes de diversos talentos de gente brillante o genial.

Se les reitera que Einstein ni siquiera exhibió su lucha por solucionar matemáticamente problemas de la física. El simplemente se exhibía, con las matemáticas ya hechas. ¿de dónde las sacó?). Razonen lo obvio, para sacar conclusiones definitivas. SI en lo obvio no cuadran las cosas es que algo o todo esta torcido. Saludo.

Lo que se le echa en cara es que se haya apropiado de teorías, fórmulas matemáticas, ideas diversas de la física y que las haya promovido como propias. Eso es plagio. Saludo

Einstein es en la física, lo que un ladrón de melodías es en la música.

Permitan que un músico mediocre, plagie todas las melodías que quiera de cualquier banda musical, canta autor, etc. y les haga cambios secundarios a esas melodías y verán, que de la noche a la mañana tendrán al más grande músico de todos los tiempos, nunca antes visto en la historia moderna.

Se puede concluir, que Einstein plagió y promovió como suyo: trabajos, datos, fórmulas, desarrollos matemáticos, teorías, etc. pertenecientes a un conjunto de gente genial y brillante de su época y de otras épocas.

Eso es lo que se les olvida, resolver, en su afán de creer en un personaje inventado y que nada tuvo que ver con la persona de carne y hueso. Triste.

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