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No es una crisis cambiaria - Perspectivas de la clase obrera frente a la devaluación
Por Razón y Revolución - Wednesday, Jan. 29, 2014 at 2:34 PM
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La fuerte devaluación del peso argentino no cerró el problema económico sino que es la expresión de una crisis más generalizada. Lejos de un problema cambiario, la caída del valor del peso implica el sinceramiento de la contracción de la economía argentina, en un contexto general de devaluaciones de los llamados “países emergentes”. El comienzo de la guerra de divisas se da ante las perspectivas de un menor crecimiento chino.

No es una crisis cambiaria
Perspectivas de la clase obrera frente a la devaluación del peso

Juan Kornblihtt [1]
OME-CEICS (RyR)
La fuerte devaluación del peso argentino no cerró el problema económico sino que es la expresión de una crisis más generalizada. Lejos de un problema cambiario, la caída del valor del peso implica el sinceramiento de la contracción de la economía argentina, en un contexto general de devaluaciones de los llamados “países emergentes”. El comienzo de la guerra de divisas se da ante las perspectivas de un menor crecimiento chino.
El gobierno pasó de sostener que no iba a devaluar a defender el dólar oficial a 8 pesos como el de “convergencia”. Este papelón es superado por su idea de que la Argentina está exenta de la crisis mundial gracias a sus políticas anti-cíclicas. La oposición patronal no se queda atrás en su incapacidad explicativa. Atribuyen la devaluación al mal manejo del Ministro de Economía, Axel Kicillof, por keynesiano o marxista, cuando ellos proponían lo mismo durante la campaña electoral. El precio del dólar es sólo el síntoma de una situación mucho más compleja. No estamos blindados frente a la crisis ni hemos perdido ninguna oportunidad. Veremos más adelante que el crecimiento de los últimos años es resultado directo de la crisis mundial y por lo tanto la caída era inevitable en manos de este o de cualquier otro gobierno que no realice una transformación social de fondo. Como en toda crisis, los trabajadores deberán pagar las peores consecuencias. Pero los capitales también verán en cuestión su supervivencia y esto se traducirá en una crisis política. Aunque dura e indeseable, la situación actual también representa una posibilidad para la clase obrera.

Disputa por la renta agraria y el salario

El crecimiento latinoamericano de los últimos años estuvo impulsado por tres grandes motores. Al aumento de la tasa de explotación lograda a partir de la caída del salario real desde los 70, se sumó la fuerte suba del precio de las materias primas y el acceso a divisas por endeudamiento. La opción de endeudarse estuvo disponible para Brasil pero no para Argentina ya que el default no fue resuelto -pese a los numerosos intentos por acordar con el Club de París y con los fondos buitres [2].
En Argentina, el alza en la tasa de explotación empieza a evidenciarse desde los ‘70. No se revirtió con la suba del salario real ocurrida en el período 2003-2009 y se profundizó cuando el proceso inflacionario empezó a licuar lo que se conseguía en paritarias [3]. La renta de la tierra que empezó a crecer desde 2004 implicó ingresos extraordinarios que impulsaron el crecimiento tanto del gasto social como el gasto destinado a los capitales industriales que se beneficiaron con esa riqueza que el Estado les transfería y aún transfiere. La inmensa mayoría de esas empresas son poco competitivas: su productividad es baja por su escasa dotación tecnológica y los salarios que pagan -aunque bajos- son más altos que los del sudeste asiático. Sin los subsidios y la protección arancelaria serían empresas inviables. Sin acceso al crédito internacional y sin posibilidad de gravar a los mismos capitales que subsidia, el Estado hizo de la apropiación de renta agraria el sostén de todo el “modelo” [4].
El aumento del precio de la soja ocultó esto e hizo parecer que estábamos ante la oportunidad de un despegue productivo. Debido a las sostenidas transferencias del Estado, aumentó la actividad económica y el empleo se recuperó. Aunque el grueso del total fue precario y en negro. La mayor parte de la clase obrera continuó amenazada por el desempleo. Este carácter de población sobrante para el capital se evidenció en la persistencia de la asistencia social como un componente fundamental del ingreso pese al supuesto boom industrial y al nuevo “modelo de crecimiento con inclusión social” [5].

LEER NOTA COMPLETA (CON GRÁFICOS) en el enlace: http://www.razonyrevolucion.org/ryr/index.php?option=com_content&view=article&id=2636:no-es-una-crisis-cambiaria&catid=129:novedadesprincipal

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