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Se calienta la unidad y se enfrían las paritarias
Por Ricardo Carpena - Monday, Feb. 03, 2014 at 2:52 PM

Si finalmente hoy se ven las caras un sindicalista opositor como Luis Barrionuevo con dos oficialistas como Antonio Caló y José Luis Lingeri no será casualidad, sino fruto de tratativas que llevaron semanas y, sobre todo, producto de la dura realidad socioeconómica.

Se calienta la unida...
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De a dos. Moyano y Barrionuevo, días atrás, en su encuentro en Mar del Plata. / MARCELO GENLOTE

Otro milagro del modelo: el fuerte ajuste que aplica el kirchnerismo puede lograr la unificación de las CGT.

Hugo Moyano está al tanto de estas gestiones y cerca del camionero creen que la unidad sindical puede estar más cerca, aunque para que se produzca deberían renunciar los líderes de las tres CGT. Ninguno tendría problema en dar ese paso, pero todo se empantana cuando aparece la pregunta del millón: ¿qué tipo de central obrera surgirá de la unificación? ¿Una que mantendrá autonomía de la Casa Rosada o una que, como la CGT Balcarce, hará de la subordinación incondicional a Cristina Kirchner su esencia?

Quizá las últimas declaraciones de Caló pongan algo de luz. “A la gente no le está alcanzando para comer”, dijo el metalúrgico al salir de su larga “siesta”, como lo graficó con precisión quirúrgica Pablo Moyano. Y ayer dio otra señal que, en este contexto, suena altamente sugestiva: “Propongo que los tres secretarios generales renunciemos de verdad, que demos un paso al costado para que asuman las nuevas generaciones”.

En el diccionario K, sostener que la gente tiene hambre o que el salario no alcanza equivale a pasarse a las filas enemigas, pero Caló mantiene la esperanza, sostenida por el apoyo de algunos funcionarios, de que la Presidenta reciba en los próximos días a la CGT Balcarce. Para Cristina, sería un intento de contener al sector dialoguista.

Habrán hablado de ese encuentro la Presidenta y el ministro Carlos Tomada, el viernes pasado? Varios sindicalistas creen que allí se bendijo el decreto por el cual se fijaría un aumento de suma fija con un doble objetivo: compensar en los sueldos la creciente inflación y frenar los reclamos por encima del 30% en las próximas paritarias.

Pero el funcionario que mejor conoce a Tomada aseguró que se piensa firmar el decreto recién en marzo, cuando arranque la renovación de los principales convenios: se apuesta a que el plan de “precios cuidados” tenga algún efecto dentro de un mes y permita pactar aumentos dentro de una franja “más realista” del 25%-30%, lejana de aquella del 18%-20% que habría insinuado la dupla Kicillof-Capitanich a poco de su designación.

En el Ministerio de Trabajo descartan la posibilidad de alentar paritarias trimestrales y de introducir en los convenios “cláusulas gatillo” de reajuste automático, aunque admitieron que aceptarían una actualización salarial en caso de que se dispare la inflación, tomando en cuenta el nuevo índice de precios que lanzará el Gobierno.

De todas formas, cuando cerca de Tomada se pregunta hoy qué sucederá con la política salarial, la respuesta es ambigua: “No hay nada definido ni nada descartado”. Es que la apuesta al acuerdo de precios como único recurso de contención de reclamos sindicales suena muy ingenua. Y como pronosticó un experimentado abogado laboralista: “A partir de la segunda quincena de febrero, en los bolsillos de los trabajadores faltará plata y empezará la presión sobre los dirigentes sindicales”, dijo, convencido de que se aproxima la temporada alta de protestas. No es un visionario: sabe que será dificilísimo que pasado mañana haya acuerdo entre el Gobierno nacional y los docentes, y que, ese mismo día, los estatales de ATE de la provincia de Buenos Aires definirán un paro ante la negativa de Daniel Scioli a reabrir las paritarias. Lo mismo sucede en las provincias.

La CTA opositora ya planifica una movilización para la segunda quincena de febrero y su titular, Pablo Micheli, lo llamará a Moyano para tratar de que se sume. Pero el líder camionero está cauteloso: ¿temerá poner en riesgo la gobernabilidad? Quizás haya tomado conciencia de que está acumulando más poder: Juan Carlos Schmid, uno de sus dirigentes de confianza, estaría por lograr la adhesión de la UTA y La Fraternidad a la CATT, la central moyanista de gremios del transporte, que debilitará a la UGATT, su competidora K. Como sea, todos saben que surgirá un plan de lucha del plenario que Moyano y Barrionuevo presidirían el 19 de febrero, como continuidad del realizado en Mar del Plata, pero algunos prefieren una reunión previa y menos numerosa: temen que la dureza de los delegados torne inmanejable la protesta.

Mientras, hay quienes miran de reojo la reunión que Moyano y Barrionuevo mantendrán pasado mañana con una veintena de entidades empresariales. Si bien fue pedida por el sector patronal, el camionero y el gastronómico preferían reuniones por separado (“y más expeditivas”) con la UIA, AEA y la Mesa de Enlace. Nadie cuestiona, en cambio, el contacto que mantendrán este jueves con Hermes Binner y el socialismo, que compensará ideológicamente el encuentro con Mauricio Macri, plagado de gentilezas.

Quizás el Banco Ciudad, en manos del macrismo, sea el destinatario de los millonarios fondos del gremio camionero que, hasta ahora, estaban depositados en un plazo fijo en el Banco Provincia. La entidad porteña le prometió a Moyano mejores tasas de interés, pero también habría pesado otro factor: el jefe cegetista está enojado no sólo porque Scioli mantiene su alta fidelidad a Cristina, sino también porque el gobernador nunca cumplió su promesa de designar a hombres del moyanismo en el directorio del banco.

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