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Polémica ofensiva para espiar a los grupos de protesta
Por El Comercial - Tuesday, Feb. 11, 2014 at 12:06 PM

Domingo, 09 de Febrero de 2014 00:00

El gobierno se infiltró entre los sectores más radicalizados e intervino sus comunicaciones para evitar que la violencia ensombrezca la Copa.
El espionaje volvió a salir de las sombras en Brasil. Pero al contrario de las escuchas de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos, que irónicamente desataron la furia de Dilma Rousseff, ahora la vigilancia es interna y la realiza el gobierno de la presidenta.

Las fuerzas de seguridad están infiltrando grupos radicales , interceptando correos y vigilando las redes sociales para intentar evitar que protestas violentas contra el gobierno arruinen el Mundial, según reveló una investigación de Reuters.

Aunque las últimas manifestaciones fueron mucho menores que las que estremecieron el año pasado al gobierno, lo mismo derivaron en la destrucción de bancos y comercios y paralizaron parte de las grandes ciudades cuando grupos de manifestantes radicales, generalmente encapuchados y autodenominados Black Blocs, chocaron con la policía.

El gobierno teme que protestas como ésa, realizadas bajo el eslogan de “No habrá Copa”, puedan afectar el torneo, que se disputará entre el 12 de junio y 13 de julio ante unos 600.000 visitantes extranjeros.

Imágenes de vidrieras destrozadas, turistas aterrorizados y policías y manifestantes lastimados, todas ellas vistas en los últimos meses en Brasil, podrían ensombrecer un evento que debe simbolizar el ascenso de Brasil como potencia . Cuando faltan cuatro meses para el pitazo inicial, ya hay protestas planeadas para junio en las ciudades sedes.

La oficina de prensa de la Sesge, un departamento del Ministerio de Justicia encargado de la seguridad durante el Mundial, dijo que las preguntas sobre el asunto debían ser dirigidas al Ministerio de Defensa, que declinó comentar. Prsiste la polémica por las medidas.
(La Nación)
Pero a condición de no ser identificados, varios funcionarios describieron a Reuters la extensa y creciente vigilancia sobre los miembros de grupos radicales como Black Blocs.

Además de monitorear las comunicaciones del movimiento en Facebook y otras redes, dijeron las fuentes, agentes de inteligencia infiltraron el grupo e informaron a la policía durante las recientes protestas.

Las autoridades también emplearon tecnología avanzada para localizar las computadoras de manifestantes violentos y pinchar sus comunicaciones con la intención de identificar a los líderes del movimiento y monitorear sus actividades.

Los funcionarios enfatizaron que ese tipo de esfuerzos no estaban siendo dirigidos al público en general, sino a integrantes de grupos violentos. Declinaron especificar cuáles agencias o fuerzas de policía están realizando la vigilancia u ofrecer detalles sobre cómo estaba siendo usada la información obtenida.

La táctica refleja la visión del gobierno de Rousseff de que, a diferencia de las protestas del año pasado, sobre todo pacíficas, los Black Blocs son un problema delictivo y deben ser tratados como tal.

Fernando Grella Vieira, secretario de Seguridad del estado de San Pablo, dijo que las fuerzas de seguridad “respetan completamente el derecho de las personas a protestar en paz”. “Estamos actuando para garantizar la seguridad de las personas contra aquellos que buscan la violencia”, agregó.

Una protesta en San Pablo el 25 de enero ofreció un ejemplo del tipo de desórdenes que podrían potencialmente arruinar el Mundial. Tras una manifestación pacífica de unas 1500 personas, unas pocas decenas de activistas bloquearon avenidas del centro de la ciudad, encendieron fogatas e intentaron dar vuelta un patrullero. Perseguidos por la policía, un grupo se refugió en un hotel y desató el pánico entre los huéspedes.

Los manifestantes, y algunos académicos que los estudiaron, sostienen que ese tipo de incidentes se agravaron por la respuesta del gobierno, que no capta la esencia del movimiento. Algunos comparan a sus miembros con los anarquistas de comienzos del siglo XX, señalando su papel en las protestas antiglobalización ocurridas desde los disturbios de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio, en 1999.

La mayor preocupación del gobierno es que el tamaño y la violencia de las protestas estalle de nuevo cuando comience el Mundial. Nadie sabe si eso sucederá, ya que depende de factores que van desde la economía hasta el desempeño de la selección brasileña. Muchos creen que, si los anfitriones son eliminados rápidamente, los brasileños estarán menos atentos a los partidos y más proclives a manifestar.

Las tácticas de los Black Blocs atemorizaron a muchos brasileños de clase media, una de las principales razones por las que disminuyó el tamaño de las manifestaciones, que ahora sólo atraen a unos pocos miles de personas. Sin embargo, si a la policía se le va la mano con la represión, podría tener el efecto opuesto. Una dura respuesta a las manifestaciones en junio enfureció a muchos brasileños y contribuyó al crecimiento de las protestas en ese momento.

Ese engañoso equilibrio ayuda a explicar por qué las autoridades están dispuestas a utilizar la inteligencia y otras nuevas tácticas. En las próximas semanas debutará una nueva brigada de policías sin armas de fuego, encargada de detener a los manifestantes violentos.

Sin embargo, para Esther Solano, una académica que estudió a los Black Blocs, “mientras el gobierno no aborde los temas principales, la gente va a seguir protestando”.ß

sus miembros con los anarquistas de comienzos del siglo XX, señalando su papel en las protestas antiglobalización ocurridas desde los disturbios de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio, en 1999.

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