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La violencia doméstica es un problema de poder *
Por (reenvio) Mariano Contreras - Saturday, Feb. 22, 2014 at 1:09 AM

29 de agosto de 2012 / Quien ejerce violencia intenta someter y controlar a las personas que se encuentran en una situación de desigualdad y desequilibrio de poder. En las familias donde existe violencia doméstica funciona un sistema de dominación que es ejercido por la persona violenta. En el año 2011 fueron asesinadas 32 mujeres uruguayas a manos de sus parejas o ex parejas. Las víctimas más frecuentes de este tipo de violencia son las mujeres y los niños, niñas y adolescentes.

Diversos estudios muestran que en nuestro país un 80 por ciento de los adultos (de una muestra de 1.100 entrevistados) manifiesta ejercer violencia doméstica hacia niños y adolescentes,** y el 80 por ciento de los adolescentes entrevistados en una investigación realizada en centros de enseñanza media –públicos y privados– manifiestan sufrir violencia doméstica.***

La violencia doméstica no es un problema motivado por la pasión, ni por la desestructuración familiar, ni por la pobreza, el alcohol, las drogas o la falta de educación. La violencia doméstica es expresión de graves inequidades de poder existentes entre hombres y mujeres, y entre los adultos y los niños y adolescentes.

Es importante considerar que este comportamiento no es perpetrado por extraños sino por personas que ocupan un lugar central en la vida de las víctimas: pueden ser sus padres, madres, referentes afectivos, las personas elegidas para llevar adelante un proyecto de pareja o de familia.

La ilusión, el deseo y el amor son sentimientos que se entremezclan con el dolor, la angustia, el miedo, la vergüenza y la culpa. En muchos años de atención a víctimas de violencia doméstica vemos que lo que las personas en esta situación buscan o desean es que la violencia cese, termine, que su compañero, padre, madre, deje de golpear, someter, controlar. En general no predomina un deseo de alejamiento, encarcelamiento y/o castigo a la persona que agrede, sino un deseo de transformación y cese de la violencia. Por otra parte, el miedo cierra este círculo de deseos, a veces imposibles. Sin embargo, es importante decir que siempre existe la posibilidad de transformación, aunque para ello deben mediar condiciones claras y preestablecidas, donde la voluntad de cambio y la aceptación de ayuda externa en general son condiciones imprescindibles.

El aislamiento afectivo y social al que son sometidas las personas violentadas opera como obstáculo para pedir ayuda, aumenta la dependencia afectiva y la sensación de desprotección. El secreto en el que se desarrollan estas relaciones de control y sometimiento hace de ésta una realidad invisible y silenciada para quienes permanecen fuera.

¿QUÉ PODEMOS HACER? Desnaturalizar la violencia doméstica, condenarla y difundir en todos los niveles que nadie debe soportar estas situaciones, que hay salida, que hay caminos posibles y es posible vivir una vida libre de violencia doméstica. Trabajar desde la prevención para generar nuevos modelos de relacionamiento en la familia y en los vínculos de pareja, basados en la igualdad, la justicia y el firme respeto a los derechos humanos en todos los ámbitos de la vida de las personas.

La campaña "Nunca más a mi lado" es una herramienta que pretendemos sea cada vez más potente para enfrentar la violencia doméstica, para condenarla y para difundir esta idea y esta posición ética en la mayor cantidad de niveles posibles. "Que el tema esté en la calle", ese es el primer horizonte que visualizamos, que esté en la calle y se cuestione, que esté en la calle y se condene. El segundo horizonte que queremos alcanzar –de más largo aliento– es trabajar en la transformación de las ideas y las pautas educativas que sostienen, legitiman y reproducen la violencia doméstica. Cambiar las ideas de inferioridad de las mujeres respecto de los varones, ideas de propiedad de los niños y adolescentes respecto de sus padres/madres, ideas donde los celos son vistos como expresión del amor romántico en vez de darnos cuenta de que son extremas formas de control y sometimiento, ideas que sostienen "por algo será que eso sucede en esa familia, mejor no meterse, entre ellos se arreglan".

La Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual tiene la firme convicción de que es desde el trabajo cotidiano, desde el involucramiento de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que podremos alcanzar la meta de un país libre de violencia doméstica.

Empujar esta campaña también tiene especial sentido si logramos sumar cada vez más personas, de todos los rincones de nuestro país, si logramos despertar el interés y el compromiso de que cada vez más uruguayos y uruguayas le digan no a la violencia doméstica.

Cada situación es única, los caminos de salida también. Para cada persona que sufre violencia doméstica habrá un camino de salida que se puede construir. Lo más importante es animarse a romper el silencio, pedir ayuda, compartirlo con alguien, pensar que se puede. n

* Esta columna fue escrita por la licenciada Andrea Tuana en representación de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual.

** Fuente: Infamilia-Mides, "Estudio sobre prácticas de crianza y resolución de conflictos familiares", en el 2008.

*** Fuente: Ruda-Inmujeres: "No era un gran amor. Cuatro investigaciones sobre violencia doméstica", 2009.

Lo que hay que saber

Algunas características importantes que debemos conocer sobre la violencia doméstica:

La violencia doméstica se produce en todas las clases sociales.

Las personas que ejercen violencia doméstica pretenden controlar, someter, y dominar a la otra persona.

La violencia doméstica no es un conflicto familiar (aunque se produce en el ámbito familiar), por sus causas y consecuencias es un problema social.

La violencia doméstica no es una enfermedad. Es una estrategia para ejercer poder sobre una o varias personas y controlar sus vidas.

El alcohol, las drogas, el estrés, pueden oficiar como factores detonantes, pero no causan la violencia doméstica.

Las mujeres, niñas, niños y adolescentes son las víctimas más frecuentes, debido a su histórica posición social de subordinación.

La violencia doméstica produce deterioros emocionales que dificultan nuestra empatía con las víctimas, a veces cuesta creerles, contenerlas y nos podemos sentir desbordados.

Los agresores en cambio se muestran como personas solventes y convincentes, intentan manipular generando lástima y complicidad, desacreditando a sus víctimas.

fuente http://brecha.com.uy/index.php/especiales/164-la-violencia-domestica-es-un-problema-de-poder

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