Julio López
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1994 - Casa de la Memoria - 2014: ¿20 años no es nada?
Por Casa de la Memoria - Tuesday, Mar. 11, 2014 at 11:01 AM

Ciclo "MARZOMEMORIA": Nora Cortiñas - "Pitu" Salinas - Luis Vázquez

1994 - Casa de la Me...
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Abrir un cimiento, levantar ladrillo a ladrillo una pared, techar (con asado al finalizar para los amigos que ayudaron en la faena).

Una casa se puede construir con mejores o peores materiales, con trabajadores contratados o los fines de semana con la familia. Todo depende de lo que se haya podido ahorrar o si se logra un crédito para la vivienda. Al menos así era en mi época…

Podría ser una más de las tantas situadas en el barrio. Podría, pero no lo soy.

Como dice el poema: “…Cuando ardió la ciudad, cuando el tanque arrasó y su pueblo cayó traicionado otra vez…”, en mi vientre de cemento y cal se instaló el sueño (el que pretende ser realizado), la vida y el coraje.

Ellos me dieron identidad, me inundaron de fuerza, me despertaron de mi letargo. Fui una testigo muda de la resistencia cotidiana de quienes no bajaban los brazos, del encendido debate de los compañeros, de la angustia y las lágrimas por los que ya no estaban o comenzaban a faltar.

Vi cuando se acercaban, nos rodeaban e invadían. Comprendí la determinación de Juan Carlos. Quise abrazar a María Ester y a Emilio mientras los arrastraban.

Desee gritar y derrumbarme sobre los asesinos.

Quise volver a mi somnolencia cuando a los pocos días todo lo que me era familiar era arrasado. Otras personas llegaron.

Vi la ignominia en sus rostros y empecé a comprender. Vi el rostro de Negrita asomado a una pequeña ventana, escuche como la echaban y amenazaban…ya no me quedaban esperanzas y solo podía pensar si Ellos volverían.

Me pintaron de gris. No me quejé. Ese color representaba exactamente como me sentía.

Brindaban (decían con vino tinto, yo creo que con la sangre de los míos) y bailaban…y reían los chacales.

Pasaron tantos años que ya había vuelto a ser la de mis comienzos. Una estructura de ladrillo y cemento,…vacía. Los días pasaban, pero ni María Ester ni Emilio volvían y mi identidad se apagó con su ausencia.

De pronto, no sé cuándo, advertí que frente a mi fachada impertérrita se congregaban personas. Me preparé para otra bacanal monstruosa. Pero eran voces diferentes. No festejaban…exigían a gritos, vociferaban indignados contra quienes eran también mis captores. Dos cosas advertí: la voz de Negrita y los nombres que tanto tiempo espere volver a oír.

Y en un tiempo (que a mí me pareció eterno) las ratas empezaron a retirarse. Otra vez fui inundada, pero esta vez mi vientre reconoció a sus hijos. En cada debate reconocía los sueños, en cada hijo a sus padres ausentes y en cada compañero la determinación de cumplir el sueño.

Observé como muchos jóvenes transformaban mi fachada, como el gris empezaba a ser una policromía de rostros. Y comprendí que volvía a tener identidad.

Pasan los años, jóvenes y no tanto siguen recorriéndome. El debate, la cultura, la controversia me habitan.

Los sigo esperando y extrañando.

Pero mientras no cierren mis puertas, ni se acallen voces ni opiniones, mientras no sea reducida a un espacio de simple recorrido informativo, mientras tengan cabida en mi todos y cada uno de los desamparados…mientras no bajen los brazos y sigan soñando y luchando por la vida y la justicia; entonces yo seguiré teniendo identidad.

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