Julio López
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Por el ojo de una bala, primer disco
Por Plata quemada - Thursday, Mar. 13, 2014 at 9:55 AM

Grunge melancólico, punk milonguero presenta su primer disco.

Quisimos conformar una orquesta milonguera, pero venimos del punk rock del conurbano, de casas que se yerguen sobre el asfalto de arroyos entubados, donde la presencia policial y las protestas vecinales nos atraviesan. Aquí los chicos sueñan con ser bailanteros famosos, el ritmo natural es el chamamé y una versión degradada de la bachata, que han ido desplazando al heavy metal desde que se apagó la incandescencia de ese faro que fue Hermética.

Al punk rock abreva el que no sabe tocar su instrumento, el que no termino la escuela secundaria, el habitué de calabozos de suburbio, el padre a temprana edad, el sucio y el desprolijo; el que sólo puede superarse a fuerza de contradecir sus propios principios y trabajar duro en componer una melodía mejor, un acorde más complejo.

Nos formamos en abril de 2012, ensayábamos en la plaza de la estación de Monte Grande, ramal Ezeiza del FFCC Roca. Debutamos el 20 de mayo de 2012 en la segunda Flia (Feria del libro independiente) en Remedios de Escalada, partido de Lanús. No teníamos instrumentos propios, nos prestaron el bajo y la guitarra y nuestra batería estaba armada con un cajón peruano como bombo, un redo -que fue en sus mejores días parte de una orquesta típica, hoy herencia familiar- y con sólo tres temas propios y dos versiones.

Decidimos en ese momento que ya teníamos lo que necesitábamos y ahorramos dinero para comprar nuestra primera –y única- guitarra, una criolla. Reciclamos un bajo eléctrico de segunda marca que llevaba quince años sin uso. Conseguimos una sala de ensayo que se arma todos los fines de semana en la carpintería del MTD –Movimiento de Trabajadores Desocupados- de Luis Guillón y empezamos a tocar. A la formación original de Maxi Godoy en guitarra, Marcos Rodriguez en bajo y Leonardo Rodriguez en voz se sumó por un breve período Gustavo Jara en guitarra –también criolla-, él se puso a tocar chacareras después de un recital en Témperley y lo invitamos a quedarse. El baterista, Martín, dejó la banda a fin de año y otro viejo amigo, Pablo Nardelli se sumó a la aventura bombeando ritmo. Julio Ledesma, el trompetista invitado es hoy día el trompetista estable. Y cada vez que puede Pablo Díaz sopla la melódica. No podemos definir claramente lo que tocamos, puede sonar rock milonguero, punk sin distorsión o grunge melancólico.

Nos llamamos Plata quemada porque creemos que esa debe ser la sensación que embriaga a quien paga una entrada a nuestro recital. También, y si el tiempo nos permite levantar la puntería, podemos argüir que se trata de una declaración de anticapitalismo explícito.

Llevamos un mensaje de insurgencia que no se refleja en letras panfletarias sino en una actitud, le damos importancia a la poesía de tono oscuro, tocamos en sitios que no son el circuito del rock, recorremos el conurbano y somos una banda de bajo presupuesto, esto nos hermana con un montón de bandas del circuito hardcore, hip hop y metal del gran buenos aires, con los que compartimos escenario. Pero no somos marginales por vocación, queremos que lo que hacemos tenga la oportunidad también de ser degustado en escenarios donde la exigencia está puesta en otro acento, no sólo en el aguante. Pero precisamente por eso, por caraduras, nos largamos a la cancha sin preguntar si había que saber jugar.

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