Nuestros 30 000 compañeros  lucharon contra este sistema de explotación con valor, actitud de entrega y la convicción de acabar con las penurias de nuestro pueblo y construir una sociedad sin explotadores ni explotados. En su homenaje y porque es necesario continuar su lucha, debemos ganar las calles con absoluta claridad sobre quién es el enemigo.
El Gobierno Nacional y los Gobiernos Provinciales, auténticos representantes de grupos monopólicos nacionales e internacionales, nos someten a salarios de hambre, destruidos más aun por la inflación y la devaluación de enero, cuando no a situaciones más graves como suspensiones y despidos para asegurar las ganancias a esos grandes pulpos, además de seguir pagando a nuestra costa la escandalosa deuda externa.
Son nuestros enemigos. Poco les duró el disfraz de derechos y humanos descolgando el cuadro del genocida Videla, adulando y subvencionando a algunos organismos de DDHH,  para terminar nombrando  Comandante en jefe de las FFAA al represor Milani.
Son nuestros enemigos. Porque aunque nombren cortesanos garantistas, no vacilan en reprimirnos a palo, bala o cárcel, con fuerzas uniformadas o patota de civil cada vez que enfrentamos a la burocracia sindical, tomamos algún terreno, cortamos rutas o calles por nuestros justos reclamos. Y en esa pelea despareja nos llevaron las vidas de compañeros militantes como Carlos Fuentealba y Mariano Ferreyra. Y encima nos espían descaradamente sin que se les mueva un pelo como lo evidencia el Proyecto X.  
Son nuestros enemigos. Porque ni el kichnerismo oficialista, ni el kichnerismo renovado, ni la llamada oposición (UCR, UNEM; Frente Progresista Cívico y social), vacilaron en imponernos la Ley Antiterrorista, que atenta contra la libertad del pueblo para organizarse y establece mayor persecución y represión a las organizaciones populares.
Son nuestros enemigos. Porque ninguno de ellos vacila en vapulear a los docentes, aplicarnos conciliaciones obligatorias, tratarnos de vagos como lo hizo CFK, tirarnos encima una camioneta hiriendo compañeras como lo hizo un funcionario en Santa Cruz, o intentar castigarnos con el presentismo por el simple hecho de luchar para conservar el valor de nuestros míseros salarios.
Es evidente que están dispuestos a todo para garantizar las ganancias de las grandes empresas. Es evidente que están dispuestos a todo para garantizar las ganancias de las grandes empresas y las finanzas del Estado burgués, nuestro insaciable e inconmovible patrón.
Por todo esto, no caben dudas, ni un solo paso al lado del enemigo. Debemos ganar la calle en una marcha independiente de los partidos patronales y enfrentar su política de ajuste, hambreadora  y represiva.